Texto de Reyes Muñoz
12/08 en cines
Tras los atentados del 13N en París, los periodistas se trasladaron a Bruselas para explicarnos a pie de calle que allí estaban creciendo, de manera silenciosa, barrios con grandes conflictos culturales y sociales. No hay justificación para la transformación de una persona en un terrorista, pero el cine, en este caso Black, nos avisaba de que algo va muy mal en materia de integración en las capitales europeas.
No hay ninguna conexión morbosa ni interés comercial entre el rodaje del film y la noche del 13N. Sencillamente Adil El Arbi y Bilall Fallah, los directores de Black, eran conscientes de la bomba de relojería en la que se estaban convirtiendo algunos barrios europeos. Se adelantaron al reconocer en Molenbeek, en las mismas calles en las que ellos crecieron, un caldo de cultivo violento y peligroso. El mismo caldo en el que planearon su atentando los terroristas que azotaron París. Y así, pese a la buena aceptación de Black en los festivales de cine de Toronto y Gand y pese a su éxito en taquilla en las salas belgas, los cines comerciales franceses se negaron a estrenarla, por no considerarla oportuna en el contexto de terror que azotó al país galo.
Los directores con raíces marroquíes, se conocieron en el Instituto Saint-Luc de Bruselas y desde entonces son una pareja cinematográfica que trabajo tras trabajo van ofreciendo su particular forma de contar historias, con el fondo social que define al cine europeo y una forma de rodar muy hollywoodiense. “Las bandas callejeras, los denominados distritos conflictivos y los problemas multiculturales han sido siempre los principales temas en nuestros trabajos cinematográficos. Con Black estábamos listos para subir un peldaño más en nuestra carrera como directores. En nuestras películas anteriores habíamos logrado experimentar y, sobre todo conectar, con las partes “prohibidas” de la ciudad. Con Black esperamos haber conseguido una calidad similar a la película francesa El odio (1996) de Matthieu Kassovitz”.
Para hablar de esa realidad, se basan en la relectura que Dirk Bracke hizo de Romeo y Julieta en su novela Black. Nos presentan a Marvela, una mujer negra de la banda de los Black Bronx y a Marwan, de origen marroquí y uno de los miembros más carismáticos de los 1080. Ambos, miembros de bandas rivales se enamoran y dan pié para contarnos una historia de amor prohibido, con una lectura muy cruda y hasta hace poco desconocida en torno a la inserción social de los hijos y nietos de inmigrantes, jóvenes europeos que no se sienten parte de la sociedad en la que han crecido: “Black –leemos en las notas de producción– es una película brutal y realista sin llegar a ser un pseudo-documental. Queremos mostrar lo difícil que es la realidad de estas bandas a un público mucho más amplio. Como directores nos gusta tener un estilo accesible, comparable al cine americano, tanto a nivel de imágenes como en el montaje. Con Black deseamos dar a los jóvenes una imagen muy concreta de la realidad de las bandas en Bruselas, mezclada con la historia de Romeo y Julieta en la ciudad”.
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Más información: http://black-themovie.com/es/