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Todo el mundo ama las entrevistas de Ricardo Moya en El sentido de la birra. Carne en pijama, el libro-disco que nos presenta, ha sido la excusa para tenerlo del otro lado de la mesa, por aquello que dicen de que los buenos entrevistadores son malos entrevistados. Pues no: es profundo y divertido, sincero y generoso. Tiene ganas de presentar su trabajo en un espectáculo híbrido, que propone monólogos y música. Nos habla de las canciones, de sus amigos, del síndrome del impostor, de la ansiedad y de muchas más cosas.
Bueno, a ti se te conoce por el canal de YouTube. Ahora presentas el libro, que también es un disco. ¿Eres un advenedizo de la música y ya viene de antes?
Viene de muchísimo antes. Yo llevo haciendo música desde los doce años más o menos, y diez años intentando hacer un disco, pero siempre pasaba algo que lo impedía. Ahora, después de que ha funcionado lo del canal, y de tener no solamente la visibilidad, sino los recursos, hemos decidido auto producir mi primer disco. Lo quiero hacer desde hace un montón de tiempo, o sea, como que ha sido un camino largo al final para para llegar a esto.
Lo que hay es una variedad alucinante en cuanto a gente que te ha apoyado en el proyecto. Desde Los zigarros a Revolver, al productor de Gloria Gaynor, músicos de Bisbal… ¡es que es una amalgama rarísima! ¿De dónde llegan esas sinergias?
Son colegas o sea, es que al final fueron llegando colegas, colegas de colegas. En el proyecto, por ejemplo, ha entrado antes es «El escocés», que como dices es el saxofonista de Gloria Gaynor y él ha sido el que ha orquestado todos los contactos musicales. Somos músicos de Valencia y Valencia es tierra de músicos y es un lugar que se tiene como referencia, tanto para formarse musicalmente como para contratar a mercenarios, muchos mercenarios de bandas son de Valencia porque hay mucho mucho, músico. Si tienes a alguien que trabaja a nivel profesional con bandas grandes, conoce a todo el mundo. «El escocés» es un tío con un carisma increíble y le cae bien a todo el mundo. Entonces si vas en plan: «Yo tengo un proyecto. ¿qué hago para grabar esto?», él enseguida te dice: «conozco a un tipo». Esa es su frase. Y entonces llama a alguien y enseguida lo tienes. Ha sido guay.
«¡Yo elijo con quien quiero hablar!»
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Mira, voy a ser sincera. La primera vez que escuché «Cállate ya» pensé, «esto es un himno al plasta del bar, a lo «Opinión de mierda» de Los Punsetes. Pero luego me vino la maldad y pensé: «este hace las entrevistas en un bar, a ver sí…»
¿Piensas que se lo estoy diciendo a alguna gente de la que entrevisto? ¿Cómo la contraparte? Al final es esto… Una cosa es que tú hables con alguien que te interesa y a quién le estás preguntando cosas porque tienes ese interés. Pero desde que me dedico a esto sí que me he encontrado a gente que, como me dedico a entrevistar, se creen que a mí me encanta que me den la chapa sobre cosas que no me importan. Y no es así.
¡Yo elijo con quien quiero hablar! La canción es sobre algo que nos ha pasado a todos. Hay gente que empieza a hablar y dices ya está. Piensas: «Yo creo que ya está bien, o sea, yo creo que ya podrías cerrar la boca un rato y estaría perfecto», pues no, ellos siguen y siguen y siguen… entonces la canción trata de este secuestro de tu oreja, de decir: «tío, déjame».
Yo soy una persona a la que le cuesta… Me cuesta cortar a la gente o soy bastante empático. Le sigo el rollo a la peña y hay quien me dice: «pero déjalo, por qué haces caso» y yo: «yo qué sé, que me está hablando». E hice una canción que me sirviera para decir: «ya», para sacar esa represión de mí. Y me encanta «Opinión de mierda» de Los Punsetes.
«Yo voy canturreando las cosas que me pasan en el día a día, porque me he dado cuenta que es una muy buena forma de que te salgan las letras o las canciones…»
Y a mí. Me ha parecido que las canciones que melódicamente son más épicas cuando son más divertidas, o irónicas, más bien. En «Estoy fatal» hablas de la noche interminable que te va a agarrando todo el mundo y «Aparcamiento»… En el libro, haces una explicación muy seria de estas historias.
Yo voy canturreando las cosas que me pasan en el día a día, porque me he dado cuenta que es una muy buena forma de que te salgan las letras o las canciones… Si estoy lavando los platos, me oyes: «Cojo la cuchara y estoy en blanco»… Igual la letra no importa, pero de pronto te sale una melodía que dices: «Ah, eso está guay». «Aparcamiento» salió así. Literalmente aparqué delante de casa y empecé a cantar y me dije: «¡Esto es una canción con la que mucha gente se va a sentir muy identificada!».
Con «Estoy fatal» fue lo mismo. Estaba de resaca, muriéndome, estaba muy, muy mal y empecé a cantar en mi cabeza. Si tú coges algo estúpido y ridículo y lo envuelves de algo que parece serio, entonces tiene un poco más de gracia. A mí que el arte serio sirva para las cosas ridículas, me parece que es bastante gracioso.
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En la nota de prensa decía algo así como que en los diez temas vas de la coña a lo más oscuro. A mí me costó ver esto y creo que es porque lo llevas a un dramatismo que le quita hierro. Pero hay ahí miga, Ricardo…
Hay temas como «Pánico en la sala» o «Literalmente» que son escabrosos: hay alguien que te está sacando el corazón del pecho en «Literalmente». «Vida horizontal», va de estar tirado y no hacer nada con tu vida, porque estás todo el día fumado… Son cosas que me han preocupado, son mis fantasmas o mis partes más oscuras… Pero a la vez siempre hay un poquito de ironía, o de auto parodia.
El drama puro no me acaba de llamar, porque tampoco soy así. Incluso en mi momento más jodido, que se me muera un familiar, o el perro… siempre hay una parte de mí que lo ve desde fuera, en plan «es que en realidad es un poco gracioso». No me permito el drama absoluto. Por mucho que me pasen cosas malas también me puedo reír.
El disco va entre la coña y la oscuridad por eso mismo, porque incluso dentro de la coña hay momentos jodidos. En «Estoy fatal» hablo de un momento en el que asedian terribles pensamientos y me siento solo y tengo miedo… Es algo que te pasa a veces de fiestas, que estás en las últimas y por mucho que sea una coña, son momentos de temor real, en plan, «qué hago con mi vida»… Son momentos en los que estoy fatal aunque diga que estoy bien.
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«La ansiedad es un tren que no para, que no para por mucho que tú quieras que pare, que no te da un respiro».
Has citado «Pánico en la sala», es una canción que trata un tema grave, va de la ansiedad. Fíjate, me ha recordado a las canciones de Berlanga, como «El hospital». Me llama la atención encontrar estas referencias, que ni siquiera sé si lo son.
No sé, qué interesante, te puedo decir que tiramos buscando un sonido post punk, que es de donde viene Alaska, ¿no? Mis referencias son estas bandas de los ochenta, como Joy Division, sobre todo en las baterías, que no varían, que no paran en toda la canción. El productor me decía: «pero mete algo más» y yo: «no, no, es que estoy hablando de ansiedad».
La ansiedad es un tren que no para, que no para por mucho que tú quieras que pare, que no te da un respiro. Quería marcar eso y claro, el post punk, con esas baterías muy enérgicas, pero también muy estáticas, ayudan a la cuestión del traqueteo. Como referente… no lo había pensado, pero en esa época, las referencias que ellos tenían son referentes que me están sirviendo a mí en este tema. Así que sí… Sí, yo creo que está bien visto.
También me han venido los Hombres G, en la faceta menos pop…
Una banda contemporánea que siempre he seguido es Radio Futura. Las letras de Auserón y también las melodías, a mí me vienen canciones como «Han caído los dos», que es un tema que me encanta y tiene esta oscuridad jodida… es contemporáneo de la época.
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¿Cómo será el espectáculo? Imagino que no será un concierto.
Pues no será un concierto al uso, claramente. La gira que estamos planteando, tiene bastante de narrativa. Hay introducción de las historias. «Amor para la plebe» tiene una introducción para explicar la historia que vas a escuchar a continuación y luego, cuando termina la canción, tiene una especie de epílogo, en plan «esto es lo que pasó después». El libro forma parte del espectáculo. Leo trozos del libro para la gente. Me parece que es guay hacer una gira de presentación de todo el proyecto. No va a ser un concierto de «hola, qué tal», canción, canción, canción, canción y «¡Gracias Madrid!». Es un espectáculo, es casi teatral.
Y tienes una gira.
Sí. Estamos en salas de forma individual, en festivales de comedia y en festivales de música. Me gusta esto de que el proyecto tenga esta ambivalencia, está guay, te arropa para hacerlo en diferentes entornos.
¿Conoces a Mundo Chillón?
Sí, de hecho estuve comiendo un arroz con él, con El Kanka y con algunos amigos más hace no mucho. Me parece muy interesante. Bueno, es que… ¡Él es lo contrario del «Cállate ya»! Es alguien a quien le cantaría algo así como «No pares de hablar». Da igual lo que cuente, lo hace súper interesante.
«Solo concibo un disco como un trabajo con todos mis amigos, con sus amigos, con gente en la que confío».
Quería que me hablaras más de los colaboradores. Me ha parecido que ahí hay tres EP en cuanto a sonidos. Hay una parte muy punk, que ya la hemos hablado, otra muy Fundación Tony Manero, con muchos vientos, muy de bailar… y otra que es puro rock. ¿Cómo han influido los colaboradores en el sonido del disco?
«El escoces» es amigo mío de toda la vida. Solo concibo un disco como un trabajo con todos mis amigos, con sus amigos, con gente en la que confío. El tema de «en solitario», es decir, «aquí se hace todo como yo digo», no me vale. Tener vientos fue un reto. No surgen mucho los vientos en el rock de hoy en día. Nadie mete saxos, por ejemplo. Yo vengo de Bruce Springsteen, por mi padre. En esa parte, «El escoces» ha influido mucho. Decía: «vamos a meter vientos, pero no en todas, en las que metamos, que esté muy bien metido».
Luego tenemos a Adri Cachorro y a Nacho Tamariz de Los zigarros, que son unas apisonadoras. Hacen casi toda la base rítmica, las baterías y los bajos. Las canciones que en mi casa eran flojas, han cogido masa.
Armando Erenas, que ha sido el productor del disco, viene de la escuela de músicas de Barcelona, que es más jazzista, pero también tiene un espíritu rock fuerte. Ha metido cosas… La introducción de «Vida horizontal», por ejemplo. Metía cosas que cuando escuchaba, decía: «hostias, me gusta más que mi idea». Me he dejado permear, dentro de que hay cosas de «no, eso tiene que sonar así, porque en mi cabeza suena así».
Tampoco nos hemos querido limitar por que sea todo un estilo. Exploramos dentro del rock. Hay temas que son country como «Amor para la plebe», con una armónica. Estuve a punto de meter un banyo pero ya me parecía demasiado. Hay otros temas que son punk a trapo, como «La empleada del mes» que es una mezcla entre Millencolin, los Ramones y cosas así. Hay otras cosas que no sé dónde meterlas como «Cállate ya» que está entre el rockabilly y el punk, que han salido de estar tocando, en plan, en este hueco hacemos palmas, vamos a grabarlo.
Manuel Tomás que ha sido nuestro ingeniero, es una maravilla de persona. Es el que ha hecho toda la ingeniería, la mezcla y el máster de Santero y los muchachos, que son colegas de Valencia, suenan muy guay. Tiene un Grammy Latino por currar con Niña Pastori, o sea, nada que ver con lo que estamos haciendo. Es alguien muy polivalente, que sabe encontrarte el sonido y te dice, «espérate, escúchate esto así» y dices: «joder, claro, ahora sí, ahora funciona».
«El disco ya se estaba produciendo. Aparece Espasa en escena y me dicen: ‘¡Hagamos algo!’».
¿Cómo se desarrolla el proyecto? El disco es autoproducido, el libro sale con Espasa… Que me parece muy propio de una persona que trabaja en comunicación. En la revista también nos pasa, que hacemos algo y vamos maximizando esfuerzos, en plan: «ya que estamos…».
Claro, es que además yo vengo del mundo del cine. Hacía guión y eso me llevaba a escribir, y he hecho música desde siempre… Entonces para mí la idea es: «yo quiero contar algo» y lo cuento en la manera en la que me lo pide la historia. El disco ya estaba, se estaba produciendo. Aparece Espasa en escena y me dicen: «¡Hagamos algo!». Fue como «ostras, tengo un disco. ¿Queréis escucharlo y ver si podemos hacer algo por aquí?». A partir de ahí salió la idea de: «¿Y si contamos la historia de por qué existe este disco?» «¿Y si el libro es el disco?». Están todas las letras de las canciones dividiendo los capítulos, con ilustraciones de Ana Müshell, que es una ilustradora que a mí me fascina y que admiro un montón…
Se empezó a fraguar todo. Y pensábamos: «¿Quién escucha CD actualmente?», tú le das un CD a alguien y es un posavasos, o se usa para espantar a las palomas… Que te tengas que gastar pasta en un objeto que representa algo que está en internet y en tu móvil, me parece un poco absurdo. Tu fan, o quien sigue tu proyecto, quiere apoyarte y va a querer tener el objeto. Pues bueno, que por lo menos el objeto sea algo que te aporte algo más que lo que ya existe en Internet. Que incluso el objeto sea la explicación de por qué tienes el objeto… ¡Me parece guay ese «meta»! Además la primera idea fue que fuera un libro ilustrado, también funciona como libreto y funciona como la estética de lo que va a ser el álbum.
Además, en el momento en el que lo haces ilustrado, logras que no sea solo digital…
Exactamente. Sí, y que también lo hemos grabado en audiolibro. Lo he grabado yo. ¡Es muy difícil grabar un audiolibro! ¡No lo sabía! Es un proceso arduo, pero bueno, ha sido muy interesante. Lo estamos haciendo en exclusiva con Podimo. El QR que hay en el libro te lleva al disco y al audiolibro. Y como el disco es autoproducido y los derechos son nuestros, hacemos lo que nos da la gana. Entre capítulo y capítulo hay una canción y puedes escuchar las canciones y el audiolibro a la vez, de una forma medio inmersiva.
Cuando llega el libro, el disco está por la mitad. Se ha ido gestando a la vez. No es un pastiche de «ahora tengo esto, y tengo esto, y lo junto». La canción diez se llama «El último» y ahí encuentras por qué el libro se llama «Carne en pijama». Tiene una frase que habla de eso:«llega la mañana y soy carne en pijama y no me acuerdo de mi nombre…». Me gustaba este concepto de «Carne en pijama» como la idea de a lo que nos podemos reducir como seres humanos, un trozo de carne que lleva la ropa que solo sirve para dormir, somos algo muy tosco y muy refinado a la vez… Me gustó cómo encajaron todas las piezas de una manera bastante orgánica.
Cuando me pasaron el disco temí que fuera sobre la pandemia. Así que me llevé una alegría al escucharlo.
Joder, sí, sí… ¡Qué triste! ¿Te imaginas? (Canturrea) «Nos encerraron en casa y éramos carne en pijama»…
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¿Te ves haciendo vida de músico? ¡Que es que te va muy bien en tu canal!
Sí, es que toda mi vida he hecho música, no a nivel muy grande ni con mi proyecto, pero he sido músico de bar muchísimos años, todas las noches tocaba delante de cien personas para que se emborracharán y cantaran. Tocaba desde Britney Spears hasta Camilo Sesto, lo que hiciera falta para que la gente se viniera arriba cantando. No veía el momento de hacer eso, con mis temas, y que la gente esté cante mis temas. Hicimos una par de conciertos antes de que saliera el disco para quitarnos las ganas. Uno fue en Tenerife y otro en Valencia, hace un año en La fábrica de hielo. La sensación de ver a la peña cantando tus temas es súper guay. Va a ser muy divertido.
La pena es que no sé cómo te vas a poder entrevistarte en tu canal.
Claro, y por eso también he hecho el libro. Mucha peña me ha preguntado que cuándo hago una entrevista de Ricardo Moya con Ricardo Moya… y me parece como tan atroz de esa idea… además tienes que guionizarlo y no va a ser orgánico porque soy yo hablando con la nada cambiándome de sitio y montarlo es como ridículo. Por eso, una autobiografía es bastante parecida a una entrevista de ti mismo hacia ti mismo.
«No tengo el síndrome del impostor que he tenido siempre con las entrevistas, porque yo no tengo formación de periodista y solamente me he puesto a hacer esto».
He visto que para Carne en pijama estás moviendo otro canal, con tu nombre. No sé si esto implica para ti verlo como dos proyectos distintos…
Yo no quiero separar El sentido de la birra de quien yo soy como artista, porque todo viene junto. De hecho la canción de entradilla del programa desde que existe «El sentido de la birra» es el solo de guitarra de una canción que está en el disco que se llama, «Ya está». Esa canción la tengo ahí como maqueta desde hace mucho tiempo y de hecho la hemos cambiado hace poco y la que suena ya no es la maqueta, sino la última versión.
Yo sigo siendo el pavo que hace entrevistas a la gente y por eso, lo que te decía antes, hacer un concierto en el que solo toco y no hablo no tendría mucho sentido. No quiero separarlo y renegar en plan, que venga alguien y me diga: «me mola lo que haces» y yo pregunte: «¿las entrevistas o la música?». Y que me respondan: «las entrevistas» y yo en plan: «no me interesas, yo soy músico». No entiendo esa actitud, cuando hay actores que se que se vuelven cantantes o al revés y todo sea en plan: «No me hables de mis películas, solo quiero que me hables de mi disco».
Pero poner los videoclips en el canal de «El sentido de la birra» porque ese no es el contenido. Incluso podría ser contraproducente. Hay gente que no le va a interesar lo que hago a nivel musical, pueden decir: «Este pavo me está metiendo aquí música y me salta una alarma y lo que quiero saber es si hay entrevistas». Por eso decidimos separarlo.
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Yo supongo que en el canal, te lo encontraste. Empezaste a hacer las entrevistas y lo reventaste. No sé si esto te da más miedo. Esto está planificado, creo que te ves en tu campo, has invertido en ello y se lleva una parte de ti, una muy profunda…
Desde luego. Sí que hay una parte de presión. Estamos metiendo mucha pasta en esto, porque además es autoproducido y es nuestro propio proyecto. Y mucho tiempo y de mucha gente y no solo en la parte musical, también de todo el equipo que tenemos en la productora, pues por ejemplo, para hacer promoción. Estamos sentados aquí gracias a esta gente maravillosa está usando su tiempo para que yo pueda hablar de esto.
No tengo el síndrome del impostor que he tenido siempre con las entrevistas, porque yo no tengo formación de periodista y solamente me he puesto a hacer esto. Cuando la gente me dice que soy periodista me da mucho pudor y yo digo que soy músico y hago las entrevistas. Entonces esto con el disco, no lo tengo porque esto es lo que he querido hacer siempre y sé que estoy formado para ello. Sé que estoy haciendo un disco que tiene calidad, que estoy con un equipo buenísimo, que si estuviéramos haciendo algo que fuera una mierda, las personas que están en el equipo, me dirían «tío, esto no va». O sea, que me fío de su criterio y de la amistad que nos une. Lo del síndrome del impostor me pasaba con las entrevistas, pero cada vez menos, porque veo que para la gente tiene valor y si para alguien tiene valor, quién soy yo para decirte que lo que yo hago no tiene valor.
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