Musgö: [Un sendero]


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Entrevista de Reyes Muñoz
Fotografías cortesía de Víctor de promosapiens.net

Hace un par de años propusimos una escucha de Musgö para curar los males del alma en nuestro horóxcopo. No sabíamos que «Qué es lo que pasa en mi casa» era la canción puente entre la artista de Open the gate y la de Un sendero, un trabajo que es el resultado de poner los pies en el suelo. Y lo voy a decir: creo la evolución es brutal, que antes el arpa era lo que definía a la artista y ahora es la artista la que se impone al arpa.

Musgö estuvo en ExVITA, nos regaló uno de sus viajes psicotrópicos y dejó una sensación curiosa en el ambiente. Después de tocar tres canciones, nos regaló esta entrevista.

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El arpa tiene muchas ideas implícitas, por su sonido y por la estética también. Pasa un poco lo mismo que con el chelo, en cuanto a la estética. Es un instrumento como muy de musa griega, mágico ¿no?

Suelen decir que los conciertos de Musgö son hipnóticos. Una amiga me dice que hacemos el «efecto Musgö». Lo hemos acuñado con lo de los viajes hipnóticos. Ella describe este efecto «efecto Musgö» como un estado de trance, un poco de viaje psicodélico o psicotrópico. En los conciertos, al principio, cuando acababa las canciones, pensaba que a la gente no le gustaban porque se quedaban… Y yo pensaba, «no les está gustando nada lo que estoy tocando». Y luego me di cuenta de que no, que es que con el instrumento y con las temáticas que tratamos, que son temas muy espirituales, pues la gente entra en su propio viaje, en su propio concierto y se produce la hipnosis.

Te pusimos una vez en el «horóxcopo» de la revista. Con esto te digo que te seguimos. Con este disco si qué he notado un salto importante… no sé si decir que de madurez. Va mucho más allá, ¿no?

Totalmente. Al final lo que se refleja en la música es resultado de lo que, como persona, estás procesando en ese momento. Vamos aprendiendo, vamos cambiando… Mi padre tiene una frase que siempre me decía cuando era pequeña y que me sigue diciendo cuando me da miedo algo que empieza, algo diferente… y os la voy a regalar porque es una gran frase, y la tengo tatuada: «El miedo al cambio es el miedo a la historia. La evolución y el desarrollo vienen por el camino de las decisiones inciertas». Y mi decisión incierta fue empezar a conectar con mis raíces, con el andaluz, con Cádiz… encontrarme ese pedazo de regalo que tenemos allí; y a través de mis raíces geográficas asentar mis raíces personales. Eso se ha reflejado en este disco que se llama Un sendero. El sendero se camina con los pies sobre la tierra y así empezamos con este sendero.

¿Ese camino empieza por algo? En este disco marcas mucho el acento, por ejemplo, y esto repercute en el sonido,la melodía…

Como vengo del trip hop y del rap británico, que me encanta, pues esta cosa de tener este acento yo pensaba que no era compatible con la música que yo he mamado. Por eso, incluso cuando empezaba a cantar y yo me veía intentando cantar con acento neutro, evidentemente no estaba cómoda y energéticamente no me fluía. Saqué «Qué es lo que pasa en mi casa», está en Open the gate y ya es andaluz. Y a raíz de la cuarentena, que la pasé en Chiclana, en casa de mi madre, en mi pueblo de toda la vida, en mis raíces, fue cuando empecé a experimentar con todas las posibilidades que nos da el andaluz: la sonoridad que tiene, las palabras, a la hora de componer los versos… Es súper diferente. Pero al venir de lo otro, como que me está dando unas herramientas diferentes, muchos juegos, y sobre todo, mucho disfrute.

Me está llamando mucho la atención que tu voz hablada es súper dulce y cantada va al soul, ¿no?

Me noto más cambio cantando en inglés y cantando en andaluz que a la hora de hablar, que también. En Un sendero tengo muchas canciones que son prácticamente rapeadas o habladas, entonces sí que estoy conectando con esta voz como más grave y más enraizada. Cuando cantaba en inglés, cantaba mucho más agudo, me iba mucho más arriba todo el rato. Ahora me noto navegando por todas las profundidades.

¿Desde cuando tocas el arpa? Yo he supuesto que estás súper formada en música.

Soy licenciada en Bellas Artes. Estudié pintura. Mis padres, los dos, son artistas plásticos y en casa es lo que he tenido alrededor. Cuando de pequeña decía, «mamá, me aburro», me venía con una caja de colores, mi padre con unos disfraces para jugar y entonces, bueno, ha sido lo que siempre había en casa y estudié Bellas Artes.
En lo del arpa soy autodidacta. Vi una foto de un arpa en Google. Tenía 13 años y estaba buscando otra cosa y no sé, como que al ver esa foto fue un… como un crush, como guau. Dije a mis padres: «no sé lo que es, sé que es un instrumento, y sé que es mi instrumento». Ni siquiera sabía cómo sonaba, ni el nombre, ni nada. Fue un enamoramiento total y empecé a tocar de oído.
Yo por aquel entonces era una adolescente gótica que escuchaba Rammstein, escuchaba Slipknot, rock súper duro, y claro, con el arpa no tenía ninguna referencia. No sabía ni por dónde cogerlo porque no se parecía a nada de lo que yo en ese momento conocía. Entonces, pues me lo inventaba, jugaba y era mi momento de tranquilidad. En medio de todo el caos de la preadolescencia y la adolescencia, el arpa era mi refugio y mi conexión.
Empecé a jugar hasta que me di cuenta de que estaba componiendo música, sin todavía saber qué era un nota y qué era un acorde, y empecé a dar conciertos, y ya fue como «vale quiero quiero saber qué es lo que estoy haciendo».
Fuí a una clase de arpa, con una arpista que me miró horrorizada cuando entré por la puerta, porque yo tengo las uñas largas y me las dejo largas para tocar, que no es que yo sea muy coqueta con las uñas, porque tampoco es comodísimo, pero tengo las uñas largas. Cuando entré me dice: «Pero tía, tú cómo tocas el arpa con las uñas así». Me pongo a tocar y me dice: «Ah, muy bien, pero es que tú te has inventado tu propia técnica, o sea, no te puedo dar clase porque tú tienes tu rollo».
Y con la voz me pasó igual, o sea, la profesora me dijo que no volviera. Fui un día con una profe de jazz increíble en Sevilla y le digo: «venga, enséñame técnicas, enséñame cosas que quiero hacerlo bien». Le canté unas cuantas canciones y me dijo «tía, no vuelvas, no vengas más porque si aprendes técnicas académicas vas a perder tu flow y tu sentir y tu manera de comunicar, que no pasa por el raciocinio, sino que es de dentro a fuera». De momento no me he quedado ronca, ni se me ha roto ninguna uña, ni nada, así que sigo con mi técnica y mezclándolo con formación paralela.

¿Sentías que fallaba algo?

No, yo realmente no considero que fallara nada en el primer álbum, ni en mi misma, ni en nada. Solo pienso que venía de un proceso diferente y conectando con algo diferente. En mi caso, pues sobre todo era la espiritualidad, el misticismo, la meditación, pues todo eso que a mí me cambió la vida y me hizo libre, está en el primer disco. Cada canción es un portal al otro lado, son experiencias espirituales. Realmente no pienso que fallara nada son procesos diferentes y en este disco, y en mi misma, como estoy ahora creo es el plus es el aterrizaje, el bajar toda esa información de arriba y de lo sutil y del estar todo el día volada, y soñando; y bajarlo. Pues ahora voy a materializar y voy a honrar este cuerpo que es sagrado, que en el mundo de la espiritualidad muchas veces el cuerpo es como un vehículo: yo soy un ser espiritual y mi cuerpo, simplemente me lleva. Si algo fallaba yo creo que era eso: la falta de conciencia de lo importante que es tener los pies en la tierra.

Podemos hablar «De la noche el sueño». Creo que es claro ejemplo de lo que estás contando. Es una eclosión, un ¿despelotarse?…

Total. Sí, realmente el despelote es el resultado de la seguridad en tu propio cuerpo. Si tú estás bien contigo misma y con todo lo que tú eres, ahí te puedes desnudar hasta el último pelo, que se te vea, porque ya te da igual. Ya no tienes ese miedo de qué van a pensar, qué van a decir, me estoy arriesgando demasiado, esto no va a gustar… Al final es lo que siento. Me lo está dando la seguridad en mí misma, en mi carrera, en mi arte y en mi persona.

Y bueno, además está funcionando, es decir, el riesgo o el miedo, no tenía sentido. Quizás es la que mejor está funcionando de tu carrera.

En realidad, la que mejor ha funcionado hasta la fecha y la que más ha gustado ha sido «Tulipanes rojos». Me alegro porque yo pensaba que no iba a petarlo mucho. Otros de los temas del disco como «De la noche el sueño», «El nido»… son como más pop, y a la hora de publicarlo pensé que estas dos eran más comerciales y tal y me alegro un montón de que haya sido «Tulipanes rojos», porque la estructura de la canción no es nada convencional.

La letra no es corta, no es fácil aprenderte la letra, es muy experimental y surgió como un proceso muy experimental. Está producida con Chris Webb, que es el productor con el que coproducido el disco entero en Londres. El es productor de hip hop entonce fue coger un montón de samples, de palmas, de cosas de flamenco y hacerle como una carpeta y decirle: «Chris utiliza estos sonidos como si fueran sonidos de hip hop, de oh, eh, ah, sonido de samples». Y le estuve poniendo un montón de vídeos de Paco de Lucía, de Camarón… y a día de hoy todo el rato me manda cosas, en plan «I love this guy» y sale Paco de Lucía dándolo todo. Fue muy bonito este experimento de mezclar y jugar con él, así que me alegro mucho de que haya gustado este tema.

Mira, no hablo de lo que has hecho en ExVITA, sino de lo que escuché en el disco antes de que vinieras. Me venían referencias a los ochenta, los noventa sobre todo. «Tulipanes rojos» es una canción muy sabia, con riesgo medido.

Totalmente, trabajar con Chris Webb es de los mayores aprendizajes que he tenido en lo musical, porque él es una enciclopedia musical. Es muy fuerte y sabe exactamente cómo mezclar los sonidos para contar lo que se quiere contar con la letra, y acompañarlo con un background de historia. A mí me gusta mucho la música de los noventa, me he criado con esa música y hay referencias a todo eso.

Haces los videoclips con tu madre. Me has desvelado el misterio antes de la entrevista, porque yo pensaba: «esta mujer ha encontrado una productora que la entiende y va con ella a full».

Mi madre estudió biología y luego empezó a hacer fotografía artística. A día de hoy hace land art, que es arte con la naturaleza. Llegó un momento en el que dijimos: «Oye, por qué no hacemos juntas algún videoclip». Empezamos con alguno hace un montón de tiempo, cuando empezaba a tocar y hasta que en 2020 montamos una productora audiovisual que se llama Blooming films, tenemos la base en Chiclana y también en Madrid y hago todos los videoclips con ella. Ella es una artista increíble. He tenido mucha suerte de tener esta madre y este padre también que es maravilloso, también artista, y no te puedo explicar lo que es trabajar con ella y que telepáticamente sepa exactamente lo que estás pensando en todo momento y es maravilloso, la verdad.

«El nido» es en el videoclip que salís varias mujeres saltando, ¿no?

Sí, de hecho eso fue más colaboración artística con mi madre, porque entre estas cosas del arte con la naturaleza, se nos ocurrió hacer una obra que era un nido gigante construido con materiales que nos encontramos en la zona, allí en Chiclana, en mi pueblo en el Pinar de Sancti Petri. Fuimos al pinar, estuvimos recogiendo con un grupo de voluntarias un montón de ramas. Mi madre se llama Virginia Marín y junto a Inma Chincoa, que es su compinche total, y otras muchas mujeres que estuvieron ayudando, construimos el nido gigante durante dos días. Fuimos a rodar al día siguiente con un montón de mujeres el videoclip.

¿Quieres hablarme de algún videoclip que haya sido más especial para ti?

Hay otro videoclip que disfrutamos mucho haciendo nosotras, que tenemos un estudio ahí en Chiclana. Nos propusimos hacer un videoclip que fuera todo en el estudio y con cosas que tuviéramos a mano. Dijimos, «venga, vamos a jugar». Hicimos el videoclip de «De la noche el sueño». Nos sentamos las dos para hacer una lluvia de ideas sobre el concepto de la canción, que es la distorsión del amor romántico. Ese es el tema principal del tema junto a otras cosas. Esa fue la parte del significado que cogimos para hacer este videoclip. Y disfrutamos mucho porque es como muy fantasía todo el rato la imagen se distorsiona mucho, pero casi el 99% de la distorsión de imagen está todo hecho analógicamente. Teníamos unos prismas de cristal y los fuimos moviendo delante del objetivo y la imagen se iba distorsionando y haciéndose más bonita al distorsionarse, que es lo que ocurre con el amor. Y así salió el videoclip hecho 100% en el estudio con mi madre. solo ella grabando y y yo posando, y con cartas del Tarot y con elementos que contaban la historia… de hecho, sí soy friki del Tarot ir a mirar las cartas, porque el verdadero significado de la canción está en las cartas que salen, así que ahí os dejo eso sin contar nada más para que lo veáis.

«Si encuentras musgo en el suelo, eso musgo. Si lo separas en dos, sigue siendo musgo. Y si lo separas en tres, también. Y si lo vuelves a juntar también. Y es como yo entiendo las disciplinas artísticas»

Entonces, con todo esto que hemos hablado… Musgö es un proyecto multicisciplinar y colectivo, ¿no?

Sí, y me pone súper feliz que me hagas esa pregunta, porque siempre ha sido la intención de por qué se llama Musgö. Fue un poco pensando en esa colectividad que tiene ese ser vivo que para mí es como como las artes. Si encuentras musgo en el suelo, eso musgo. Si lo separas en dos, sigue siendo musgo. Y si lo separas en tres, también. Y si lo vuelves a juntar también. Y es como yo entiendo las disciplinas artísticas, entonces sí.

¿Antes de Musgö hubo algo?

Pues todo lo he hecho como Musgö. De hecho hice una una maqueta, solo tengo unas diez en formato físico y existirán algunos que se vendieron en los conciertos. Ahora mismo son un tesoro, porque es que no quedan más. Eso ya fue como Musgö. Inconscientemente quería separar y poder crear otras realidades, por todo este legado artístico plástico que traigo mis apellidos. Son apellidos de artistas. Marín es el apellido de mi abuelo, que creó las Muñecas Marín, entonces es como un legado que te cagas, ¿no? Y quería de alguna manera separarme de esto para musicalmente hacer otra cosa totalmente liberada. Y ahí salió eso, pero la verdad es que desde el principio, principio ya era Musgö.

¿Cuales son las Muñecas Marín?

Son las típicas flamencas de encima de la tele.

¡No me digas!

Sí. Mi tío abuelo fue el creador de las muñecas. Entonces mis apellidos realmente son como… que yo lo veía en un cartel de música y era como: «no, espera, quiero con la música hacer otra cosa y esto llevarlo yo de otra manera». Y honrar a mis ancestros de una manera diferente.

«Hace poco, una persona que entiende mucho de crítica musical, me dijo, que yo no lo había pensado, que la banda sonora de Grasa había sido realmente el punto de inflexión desde Open the gate hasta Un sendero».

No sé qué importancia tiene para tu carrera que una canción tuya aparezca en una serie de televisión. Si te ha empujado, si ha sido indiferente… y cómo llegó esa oportunidad.

Con Grasa tuve una suerte tremenda, tremenda, tremenda. En esa época estaba haciendo como un pódcast en vídeo por Twitch que se llamaba Noches de té error y era tal cual, o sea me juntaba ahí con con unos cuantos amigos, que son actores, directores de cine: Adrián Pino, David Sainz, Víctor Hubara… grandes nombres del cine y de la comedia, y nos juntábamos todos a hablar de experiencias paranormales. Ellos, evidentemente, en plan riéndose de todo, y a mí me encanta. (En este momento, se escucha bastante ruido). He dicho experiencias paranormales y se ha caído algo en la habitación de al lado, ¿vale?

(Risas) A ver, que yo me quedo sola aquí.

(Risas) Pues esto es real y parece ser que tenemos público (Risas).¿Por dónde íbamos?

Por las experiencias paranormales.

Pues eso, que nos reuníamos ahí, ellos de risas y yo de especialista. Siempre me han pasado muchas cosas y veo muchas cosas, y me dan como sueños premonitorios y como que es parte de mi día a día.

Al público te lo llevas ¿no?

¡Esto le pasa a mucha gente, en realidad! Y yo no sé por qué no se habla más. Os animo a que habléis de cosas esotéricas.

Estábamos hablando del pódcast y de la serie Grasa.

Pues eso, que David estaba preparando la siguiente temporada de Grasa y todos los días yo cerraba el programa con una versión de una canción random. Cada día era una cosa diferente. Y en esto que me llama David un día y me dice: «tía, y por qué no haces tú la banda sonora de la serie» y claro, yo pues viniendo de lo multidisciplinar, ponerle música a el pedazo de obra de arte que hacen ellos, de audiovisual, de tener una historia escrita, que luego la imagen, que luego los actores y las actrices que son increíbles… pues fue un sí gigante.
La canción con la que empezamos a construir la banda sonora de Grasa fue «Monstruo», que de hecho es la canción que tiene más reproducciones en mi Spotify. La letra es de David. Él me mandó la letra y yo sentí que esa letra yo ya la conocía de la otra vida o algo así, y esto literal: me mandó la letra de la canción, le di a grabar al móvil, me fui al arpa y toqué la canción entera, ya con la melodía, con los acordes… Fue una conexión instantánea, como si eso ya hubiera sucedido en otro lugar. Y después de eso, ya empecé a componer otras canciones, hice una versión de «Volver»…
Hace poco, una persona que entiende mucho de crítica musical, me dijo, que yo no lo había pensado, que la banda sonora de Grasa había sido realmente el punto de inflexión desde Open the gate hasta Un sendero. Ha sido el paso intermedio porque además había canciones en inglés, canciones en andaluz… Estoy totalmente de acuerdo.

Pensaba que me ibas a contestar esto cuando te pregunté que había pasado entre un disco y el otro.

Pues totalmente. Si no fuera por Grasa, no sé si habría ocurrido este disco tal cual.

No sé si hay algo que nadie te pregunta y estás deseando responder.

Sí, quiero hacer un llamamiento oficial para terminar esta entrevista. Yo nunca pensé que iba a estar haciendo lo que hago ahora a nivel profesional. Empecé a tocar el arpa jugando, probando, disfrutando sin pretensión, sin expectativas y eso al final es lo que me ha llevado en realidad a poder estar compartiendo mi música hoy aquí con ustedes. Así que quiero hacer un llamamiento a jugar con el arte, a disfrutar de todas las artes que tenemos sin exigirnos si pintamos bien, si no pintamos bien, si afinamos, si no afinamos… El arte es un regalo enorme que que nos ha dado el universo para expresarnos y transmutar lo que se nos mueve el interior. Así que… juguemos, juguemos con el arte.

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