[Tinta y luz]: Generando Igualdad


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Entrevista de Reyes Muñoz

+info: https://www.generandoigualdad.com/libro-tinta-y-luz-espejos-del-alma/

Generando Igualdad es una asociación que utiliza la música, la escritura y la fotografía como herramienta para romper con el aislamiento de mujeres que sufren. El programa del que nace este libro es recuperARTE, un espacio seguro en el que mujeres que llegan a la asociación comparten sus vivencias, se acompañan y caminan hacia la recuperación.

Las once historias que aparecen en Tinta y luz son las vivencias de once mujeres, de diferentes edades, en diferentes situaciones, supervivientes de la violencia de género, que en un ejercicio de generosidad, transcriben —no sin dolor— para ayudar a otras mujeres. Para hablaros de este libro, entrevistamos a Montse Casasempere Ruiz, vicepresidenta de la asociación.

Cuando nos ponemos en contacto con Generando Igualdad nos informan de que el libro no está aún disponible pero nos ofrecen un par de las historias, para que nos hagamos a la idea. Una es «Más allá de la piel» y la firma Cristina Aparicio. Ella es una joven escritora y su historia es de terror. Leemos: «Racionalicé que en el mundo debe haber equilibrio y, para que hubiera personas que vivieran felices, otras debíamos sufrir para que las primeras se librasen de la oscuridad en sus vidas». La segunda se llama «El dolor que nadie ve» y la firma María del Pilar Bermúdez Garrido.

Son once relatos de mujeres que han sobrevivido a la violencia de género. ¿Qué suponen estos relatos para ellas mismas? ¿Qué se dicen que son? ¿Desahogos? ¿Curas? ¿Una fórmula de empoderamiento?

Para mí son, en esencia, ellas desnudas en su verdad ante el mundo. En el fondo, es un ejercicio de generosidad absoluto porque han decidido viajar a través de sus recuerdos para recolocarlos en su presente, reconstruyendo un cúmulo de sensaciones, sentimientos y emociones con un único fin: servir de impulso, de ayuda y de espejo a mujeres que están viviendo lo mismo con el fin de que logren dar el paso de pedir ayuda.
Y ese viaje que han hecho a través de las letras no es fácil.
Se han dolido, se han removido, se han visto reviviendo un pasado que pellizca, que deja poso y que, aunque haya cicatrizado, mantiene la sombra de su huella indeleble. Y al hacerlo han conseguido canalizar la rabia, el dolor o la tristeza convirtiendo sus experiencias traumáticas en algo tangible y transformador.
La escritura no deja de ser un medio de profunda expresión emocional y reflexión privada donde encontrarse con una misma, hablarse desde la autocomprensión, el respeto y la esperanza de cambio y nuevas oportunidades.

«Saber que no están solas puede ser profundamente reconfortante y puede generar una sensación de fortaleza colectiva».

He leído los relatos de una mujer joven y de una mujer mayor. Además, son historias que surgen de un espacio creado para compartir testimonios. ¿Se forjan relaciones más allá? ¿Funcionan como una red de apoyo?

Absolutamente. Ten en cuenta que el aislamiento social de las mujeres víctimas de violencia de género es un problema considerable, ya que puede ser una barrera para recibir ayuda y apoyo, y puede hacer que sea aún más difícil para ellas escapar de situaciones peligrosas y abusivas. Y es una de las formas más insidiosas de violencia de género. A menudo, los agresores utilizan tácticas de aislamiento para mantener el control sobre sus parejas y mantenerlas en situaciones de vulnerabilidad ya que consiguen mantener a la víctima dependiente evitando que busque ayuda o denuncie el abuso.

Para combatir el aislamiento social es importante que las organizaciones de apoyo proporcionemos espacios seguros y accesibles para que las mujeres puedan conectarse con otras personas y recibir apoyo. Estos espacios pueden incluir grupos de apoyo, servicios de asesoramiento, ocio y tiempo libre…

Es importante que sepan que hay recursos disponibles para ellas y que no están solas y que hay otras mujeres que han pasado por situaciones similares. Aunque la escritura es, en muchos casos, un acto solitario, también puede ser una puerta de entrada para conectar con otras personas que han pasado por experiencias similares.

En estos espacios, comparten sus escritos y, por extensión, sus historias. Este acto de compartir no solo fomenta un sentido de comunidad y solidaridad, sino que también ayuda a que se sientan menos aisladas. Saber que no están solas puede ser profundamente reconfortante y puede generar una sensación de fortaleza colectiva. Además, como ocurrió en este caso, leer los escritos de otras personas puede ofrecer nuevas perspectivas y formas de enfrentar el trauma.

He percibido —en los relatos y en muchas historias publicadas por Cristina Fallarás— que hay una percepción de «yo cuento esto, lo mío es un horror, pero podría ser peor porque hay historias peores» y no reciben bien adjetivos como «valiente». ¿Cómo podemos ayudarles?

Hay algo que nosotras siempre hacemos en la primera toma de contacto y es reconocerles el esfuerzo que les ha podido suponer descolgar el teléfono y pedir ayuda. Verbalizar de inicio lo que te está ocurriendo a una persona a la que ni siquiera le pones cara no es en absoluto fácil. Y eso hay que ponerlo en valor.

Ellas de inicio tienen a minimizar lo que les está pasando escudándose en el hay mujeres que lo están pasando peor; y eso entra dentro de la normalidad porque asumir que lo que te ocurre y estás viviendo es grave, implica poner el foco en la persona en quien confiabas, a quien querías. Pero también hay mucho de normalización, dado que la víctima ha estado expuesta a la violencia durante tanto tiempo que llega a considerarla «normal» o «parte de una relación».

Este comportamiento también está ligado a una manipulación emocional, ten en cuenta que si se socava la autoestima de una persona durante tiempo haciéndole creer que es culpable o que merece el maltrato, podrá llegar a pensar que lo que le ocurre no es tan grave, que hay otras personas peores y que no merece recibir ayuda. Si a eso le sumamos el miedo a las represalias, la esperanza de cambio y el sentimiento de vergüenza tenemos los ingredientes perfectos para que terminen de minimizar lo que les ocurre como una forma de lidiar con una situación compleja y a menudo traumática.

¿Cómo podemos ayudarles?

Estos son algunos tips que pueden servirnos de guía:

  1. Pregúntale sin juzgar.
  2. Hazle sentir que no está sola, que puede contar contigo.
  3. Aunque lo que te cuente suene a ficción, de inicio no la cuestiones.
  4. No digas lo que tiene que hacer, pregúntale ¿cómo te puedo ayudar?
  5. Explícale por qué crees que esta viviendo en una relación tóxica.
  6. Empatiza, ponte en su lugar, pero no decidas por ella.
  7. Respeta sus ritmos, necesitará varios intentos para dejar la relación.
  8. Comparte historias de superación para que utilice ejemplos en positivo.
  9. Acompáñala a buscar ayuda profesional en recursos disponibles.
  10. Recuérdale lo mucho que vale, lo valiente que ha sido por romper el silencio y agradécele que haya confiado en ti.

«Nuestro mensaje va dirigido a toda la sociedad y debemos reconocer que hay hombres que saben entender lo que hay detrás de cada historia y están apostando por transformar el ‘no todos los hombres’ por ‘ni un hombre más maltratador, violador, feminicida’»

La respuesta de ellos es la justificación, «yo no soy así», «son los otros». A veces lo dicen desde posiciones furibundas. Me parece que no son capaces de leer entre líneas. Me parece que la historia debe reflejar un comportamiento literal suyo para que algo les haga clic. ¿Se tiene en cuenta en una organización como la vuestra?

Nosotras visibilizamos los testimonios de las mujeres que libremente quieren compartirlos de forma pública; somos abanderadas de su verdad, de su dolor, de sus vivencias, pero también de su fuerza, de su recuperación, de su esfuerzo, de su resiliencia y de sus ganas de vivir. Algo que consiguen tras un duro proceso terapéutico con la psicóloga en el que tienen que reconstruir la esencia de su yo, entenderse como víctimas sin quedarse ahí para dar el salto a superviviente.

Nuestro mensaje va dirigido a toda la sociedad y debemos reconocer que hay hombres que saben entender lo que hay detrás de cada historia y están apostando por transformar el «no todos los hombres» por “ni un hombre más maltratador, violador, feminicida”; de hecho, nos sentimos muy orgullosas de decirlo la Junta directiva de Generando Igualdad es paritaria y lo es no de manera forzada ni por imposición, sino porque nació así de forma natural, porque aquellos que quieren estar arrimando el hombro y creando espacios de conciencia y reflexión con su ejemplo, que no se aferran a su inocencia individual y que no que quieren ser cómplices con su silencio son más que bienvenidos.

Me pasa algo y creo que no está bien. Empatizo más, o siento más dolor, cuando leo testimonios de mujeres ancianas. Creo que porque mi cabeza me dice que estuvieron más solas, por una simple cuestión de cambio de tiempos. Pero ante la violencia, estamos todas más solas que la una ¿no? En los dos testimonios hablan de la violencia del sistema.

Nuestra Pilar, en la actualidad 72 años, llegó a Generando Igualdad hace casi 10 años, 35 años sufriendo maltrato y en cada denuncia un cuestionamiento de su verdad, una desatención y un desamparo para acabar escondida, literal: e-s-c-o-n-d-i-d-a, en casa de su madre, en el piso de abajo de su maltratador. Y solo pudo renacer cuando él falleció y pudo trabajarse a nivel emocional con ayuda de nuestra compañera.

Escuchar su historia remueve hasta las piedras. Por cierto, será una de las mujeres que presenten públicamente su relato el día 30 de noviembre.

Y sí, es el ejemplo perfecto de lo que queda por hacer a nivel institucional. La violencia institucional hacia las víctimas ocurre cuando las instituciones y los organismos encargados de proteger y asistir a las personas afectadas por violencia de género fallan en su deber de brindar apoyo adecuado. En lugar de ayudar, estas instituciones terminan revictimizando, obstaculizando o afectándolas negativamente, prolongando su sufrimiento y limitando sus oportunidades para salir de la situación de violencia.

La violencia institucional refuerza la desigualdad de género, desincentiva a las víctimas a buscar ayuda y perpetúa un ciclo de violencia. Es fundamental que las instituciones asuman una perspectiva de género, se capaciten continuamente y generen políticas que verdaderamente protejan y promuevan la seguridad y el bienestar de las víctimas.

Las palabras huecas

¿Escucha el sistema a las asociaciones como la vuestra? Me da la sensación de que los partidos que ponen en el centro el feminismo, se pierden en nomenclaturas, creación de protocolos y en discursos (y muy de camarilla). Los otros niegan la violencia de género.

Hace mucho que asumimos que para algunos sectores de la sociedad a nivel político, medios de comunicación, incluso empresarial si me apuras, el «Día» en el que hay que trabajar y centrar esfuerzos en actuaciones frente a la violencia de género es el 25 de noviembre, punto. El resto, ni están ni se les espera.
Personalmente es algo que me sigue tocando mucho la fibra, no lo puedo evitar. Creo que no es tan difícil entender que hay mujeres que están siendo asesinadas y están muertas en vida el resto del año…
Pero ese Día, toda la sociedad a darse golpes de pecho para que quede la foto bien centrada.
Un buen protocolo debe estar diseñado para proporcionar una respuesta efectiva, empática y coordinada que garantice la protección y el apoyo integral a la víctima en cada fase del proceso.

¿Que debería incluir un buen «protocolo»?

Elementos como detección y prevención temprana, respuesta inicial inmediata y accesible, atención integral que engloba evaluación del riesgo, atención psicológica, asistencia legal y social, protección legal mediante supervisión de medidas cautelares y órdenes de protección, seguimiento continuado de atenciones, planes de intervención a largo plazo, sensibilización, formación y concienciación y, por supuesto, coordinación con diferentes organismos: justicia, salud, servicios sociales…
Un buen protocolo no requiere de palabrería y compromisos incumplidos. Un buen protocolo requiere de formación, sensibilización y escucha activa. Requiere de asumir que igual tengo que dejarme asesorar por quienes realmente se han metido en el fango y saben cuáles son las necesidades y cómo deben ser abordadas.

Con la publicación y la venta de este libro, Generando Igualdad quiere recaudar fondos para seguir ayudando a mujeres a salir de  situaciones de violencia. Una de las vías para comprar Tinta y luz es en las numerosas presentaciones que quieren hacer a lo largo y ancho del país. En Madrid estarán el 30 de noviembre, en Espacio Endor y al día siguiente, el 1 de diciembre, en nuestro Off de ExVITA, en Fotomatón.

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