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Texto de Reyes Muñoz
En 2017 entrevisté a Alex Rebel. Estuvimos charlando de temas ajenos al disco —Mafia— y uno de los temas tratados fue «la moda del malismo». Los dos teníamos la sensación de que la amabilidad estaba siendo sustituida por la mala educación y la generosidad por el egoísmo. No nos gustaba ese rumbo que hoy parece rebasar todos los límites. He recordado muchas veces esa conversación. La última vez ha sido mientras leía la información de esta colectiva que tiene sede en La casa encendida, Conciencia Afro, Araña y La Parcería.
¿Adónde irá el pájaro que no vuele?
¿Adónde iré yo que no te lleve?
El título de esta exposición está tomado de una copla de la poeta y ensayista Isabel Escudero. Sus comisarios son Ángel Calvo Ulloa y Julia Castelló y justifican la selección de obras mediante la idea de la generosidad.
Generosidad
La exposición reflexiona en torno a la responsabilidad del arte de «cambiar el mundo». Explican, los comisarios, que «generar», «generación» y «generosidad» comparten raíz. La colectiva se enmarca «en un contexto en el que el mundo (también el del arte) acusa su ya endémica falta de planificación a largo plazo y su insolidaridad». A principios de siglo, este discurso resultaría manido, sin embargo, en la actualidad es subversivo. Venimos de una década de entronización del ego. La autoproducción en las artes tiene consecuencias positivas como la independencia creativa, pero también negativas como el efecto isla.
La exposición rompe con el aislamiento y reúne obras que surgen de un hacer generoso y colaborativo, «que impliquen modos responsables de producir o que busquen generar un retorno social».
La exposición
El espacio predica con el ejemplo. Bajo el epígrafe «¿Adónde irá el pájaro que no vuele?», La Casa Encendida expone las obras de Salvador Cidrás y Vicente Blanco, Santiago Cirugeda, Pedro G. Romero, Patricia Gómez y María Jesús González, Marta de Gonzalo y Publio Pérez Prieto, Laila Hotait y Nadia Hotait, Susanna Inglada, Juan del Junco, Carlos Maciá y Alberto Peral, además de la intervención inaugural del artista Javi Álvarez. Y bajo la idea «¿Adónde iré yo que no te lleve?», comparte la propuesta con otros espacios creativos, que a su vez son generosos al abrir sus puertas a los organizadores. Agnes Essonti Luque expone en Conciencia Afro, Sara Santana en Araña y Raúl Silva en La Parcería.
Los protagonistas:
¿Adónde irá el pájaro que no vuele? forma parte de la celebración del 25 aniversario de la convocatoria Generaciones de la Fundación Montemadrid. La exposición reúne a artistas que han sido parte de la historia del premio, mostrando sus trabajos actuales. Recogemos las declaraciones de algunos de las y los artistas que exponen en La casa encendida (y que concuerdan de forma muy especial con los valores de ExGAUDIA).
Carlos Maciá plantea una instalación que toma como materiales los restos del tabicado de la sala B y reconfigurados ahora como una pieza de gran formato que ocupa la parte central de este espacio.
«Esta es una profesión de fondo y, a la vez, muy individualista, en donde cada cual trata de ir a lo suyo, no vaya a ser que el otro venga a quitártelo. Esto es algo bastante habitual y a mi entender es mera mediocridad. Creo que las causas son en gran medida fruto de la escasez de oportunidades, la inestabilidad laboral, la idiotez o, en los casos más graves, directamente la mezquindad»
El dibujo, la pintura y la escultura son las herramientas que Susanna Inglada utiliza para componer su teatro en papel.
«De alguna manera, el bosque hecho de manos sirve como una metáfora del poder generativo del colectivo y las manos simbolizan tanto la unión, la necesidad del uno y el otro, como el cuidado y las dificultades de convivir, entre otros cuestionamientos sociales».
Pedro G. Romero es un artista que investiga temas como la teoría crítica, los estudios culturales, los imaginarios del flamenco y la cultura popular, todo ello vinculado al uso ideológico de las imágenes.
«Es un pájaro que se une a todas las fiestas de pájaros, aunque no acaba de quedarse a vivir en ningún bosque concreto, en ningún jardín. No es un pájaro contemporáneo. Quiero decir, le vale esa idea anacronista de vivir, por lo menos, dos tiempos a la vez».
La actividad de Santiago Cirugeda se basa en la arquitectura efímera, la reutilización de materiales, las estrategias de ocupación y la intervención urbana, la incorporación de prótesis construidas, la educación o la participación de ciudadanos en el proceso de toma de decisiones.
«Al final la arquitectura es estática pero la energía con la que involucramos a la gente o la manera de construirla hace que sea cambiante, enérgica y se mueva de un sitio a otro sin volar. Y, francamente, hay que ser rápido para pillar a un pollo, aunque no vuele».
Marta de Gonzalo y Publio Pérez Prieto entienden la producción cultural como un instrumento poético y formal de representación que da lugar a actitudes críticas personales y colectivas.
«Cualquier práctica cultural honesta puede entenderse a la vez como un acto de generosidad y también de egoísmo. Ser egoístas es importante para no dejarse arrastrar a convertirse en aquellas que no queremos ser. Para llegar a ser generosas no basta el deseo; serán otras quienes puedan decir si lo somos».
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