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Entrevista:Paula Bañuelos
Fotografía: Nacho López González
Más información: https://www.acontracorrientefilms.com/movie/the-girls-at-the-station
2024. España.
Directora: Juana Macías.
Protagonistas: Julieta Tobío, Salua Hadra y María Steelman.
Productores: Juan Moreno, Guillermo Sempere y Koldo Zuazua.
Una historia real que Juana Macías, la directora, ha decidido no dejar pasar y dar visibilidad a los jóvenes que viven en centros de menores y se encuentran ante situaciones de gran vulnerabilidad y de dificil salida. No es un fallo de unas pocas personas, Las chicas de la estación nos invita a reflexionar sobre un problema social más profundo, donde la falta de protección y la invisibilidad de estas realidades, nos incluye a todos como sociedad.
Es una película que no solo cuenta con palabras, habla a través de sus colores, su música, sus silencios y todo hilado con mucho mimo y respeto.
Has contado que Las chicas de la estación nace de un caso real, sucedido en Mallorca. ¿Qué emociones o pensamientos te llevaron a decidir que esta historia debía contarse?
Fue viendo la televisión en enero de 2020. Sentí un poco de incredulidad, un poco de indignación y sorpresa, no solo por la primera noticia que leí, que fue la de la violación a una chica tutelada, sino las que salieron después; es decir, todo lo que hablaba de lo que había. Me movió el hecho de que mucha gente sabía que esta explotación sexual de menores estaba ocurriendo y no se veía. A partir de ahí, me puse a investigar y de esa investigación, salió la idea de hacer la película.
La película muestra las carencias del sistema de protección, pero también el esfuerzo de quienes trabajan en él por hacer más de lo que pueden. ¿Crees que estas deficiencias estructurales limitan incluso las mejores intenciones? ¿Qué cambios crees que serían necesarios para garantizar una protección a estos menores?
Hay una voluntad individual de mucha gente, de ayudar, de intentar ayudar a estas menores que son muy vulnerables, pero también hay una carencia evidente del sistema de protección porque está fallando. Pero también estamos fallando como sociedad que no estamos visibilizando este problema, que es un problema que nos cuestiona mucho.
A nivel institucional, claro que falla, fallamos, pero no solo el sistema de acogida, sino todo lo que tiene que ver un poco socialmente, con la prevención y la parte judicial. Son muchos los factores que están implicados aquí.
No es un problema que tenga una solución en un único lugar. Esta situación apela a muchas cosas y sobre todo a la voluntad política de que esto sea algo prioritario.
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La película nos hace conectar con las protagonistas, sin caer en el morbo ni en la invasión de sus historias. ¿Cómo trabajaste este equilibrio para que el espectador empatice desde el respeto?
Esto fue quizá una de las cosas más complicadas de ir manejando, porque tenía claro que no quería caer en el morbo o en algo explícito, sobre todo en las secuencias en las que hay abusos. Siempre, lo que buscaba era que estuviera contado desde ellas, que como espectador empatices con ellas y que te posiciones ahí. Fueron muchas decisiones, en muchos momentos, y no fue fácil, porque tienes que colocar al espectador en ese lugar y tiene que sentir; y para eso, hay que jugar con lo que muestras y con lo que sugieres.
Se nota que tanto los silencios como la música tienen un papel clave en la narrativa. Por un lado, hay escenas que cuentan más con lo que no se dice. Por otro, la banda sonora, con artistas femeninas de música urbana, parece dialogar con las protagonistas. ¿Qué buscabas transmitir con estos recursos?
Quería que fuera una película con energía, y eso también está en la parte visual. Es una película con color, en la que pasan muchas cosas; pero también hay silencios, hay soledad. Creo que es algo importante para contar: lo que les pasa a estas protagonistas. En todo esto, la música tiene un papel fundamental porque no solo en la adolescencia la música es muy importante, sino también, porque yo quería que la música ayudara a ir contando la historia, a ir transmitiendo esas emociones, que a lo mejor ellas no pueden verbalizar, pero que con lo que está en la letra de la canción, el espectador va entendiendo.
«Las palabras que les ponemos a las cosas, condiciona como las entendemos»
Las protagonistas son actrices jóvenes y sin experiencia previa, y sus interpretaciones son muy buenas. ¿Qué descubriste en ellas que tal vez no habrías encontrado en actrices más experimentadas?
El concepto del casting de la película, en general, fue que tú estuvieras viendo en la película a los personajes y que no tuvieras una referencia muy clara de los actores en sus papeles, para tener una sensación de estar asomándote directamente a ventana de la realidad.
En el caso de las tres protagonistas, nos llevó a eso, a buscar chicas que no hubieran hecho nada. Vimos miles de chicas por distintos lugares de España, hasta encontrarlas. Estas tres chicas ahora son capaces de tener naturalidad y de no perderla. Esto lo estuvimos trabajando también en los ensayos, pero también el poder tener esa capacidad de transmitir emociones sin hablar.
¿Cómo las preparaste para abordar un tema tan delicado?
Fue un trabajo en varios niveles. Yo tenía que contarles qué es un rodaje o cómo es una película por dentro. Si no has estado ahí nunca, no tienes ni idea de que se rueda de una manera particular. Les contaba desde la propia mecánica, hasta la preparación de las escenas: que tenían muchas cosas que abordar porque cantan, bailan… Y sobre todo, les conté que había secuencias donde están contando los abusos. Lo importante para mí es que ellas se sintieran cómodas haciendo la película, y que tuvieran confianza en mí. Para mí, lo más importante era contarles: «Bueno, voy a llegar hasta aquí, esto lo quiero, esto es lo que quiero ver, esto lo vamos a ver en general…». Este tipo de escenas las abordé con más cuidado, puesto que son muy jóvenes y no tienen experiencia. También es verdad, que a ellas les hacía especial ilusión, no solo hacer una película, sino hacer una película que hablara de estos temas.
«El cine tiene la capacidad de acercar al espectador a mundos que les resulta lejanos».
Las protagonistas comparten sus pensamientos directamente con el espectador. ¿Qué te llevó a utilizar este recurso?
Lo que me llevó a utilizar esto, es el punto de vista: para mí era muy importante no solo seguirlas, en su recorrido, en su día a día, sino saber lo que piensan en determinados momentos. Esos momentos en las que unas hablan de la otras o de sí mismas. O lo que están pensando en determinadas situaciones que son importantes. Para mí es una capa más dentro de la película.
El cine tiene un poder único para generar conciencia. En Las chicas de la estación, ¿has tenido la intención de educar socialmente para que entendamos la gravedad de estos hechos como abuso y explotación infantil, y no como prostitución? ¿Qué esperas que los espectadores sientan o reflexionen después de verla?
Había alguna idea que quería transmitir, de forma clara y contundente como la que comentas, que no se puede hablar de prostitución infantil, sino de abuso, porque esto creo que condiciona. Las palabras que les ponemos a las cosas, condiciona como las entendemos. Pero yo tampoco quiero hacer una película didáctica, no es una película como si fuera un documental. Al final, cada uno saca sus propias conclusiones a partir de lo que ve, y a partir de lo que siente. Yo quería ir a la parte más emocional, y a que tú te pongas en el lugar de gente que normalmente está muy alejada de ti. Creo que esa es la capacidad que tiene el cine más que hacer una tesis. Tiene la capacidad de acercar al espectador a mundos que le resultan lejanos.
¿Más hacia la reflexión?
Sí, justo hoy, que es 25 de noviembre, día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer, me parece que sí, que da para hablar y para abrir un debate.
«Las menores, en muchos casos, han normalizado estos abusos y si uno no se percibe como víctima, pues no puede hacer nada al respecto».
Si pudieras hablar con esas jóvenes a las que retratas, ¿qué mensaje te gustaría que recibieran de esta película?
Sobre todo, que no se pueden normalizar las cosas que no son normales, y que ante los abusos hay que rebelarse y hay que denunciarlos, si se pueden denunciar, o combatirlos. En la película intento que quede más o menos claro que no se trata tanto de que se necesite dinero, que se quiera hacer tal o cual cosa. Se trata de que estas menores, en muchos casos, han normalizado estos abusos y si uno no se percibe como víctima, pues no puede hacer nada al respecto.
¿Cómo te gustaría que Las chicas de la estación sea recordada dentro de diez años?
Como un punto de luz sobre un tema muy oscuro.
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