Entrevista de Reyes Muñoz
Fotografías cortesía de Ana de Emana Comunicaciones
María Barajas estará el jueves 12 de junio en El Intruso [Madrid], presentando su Sincericidio con toda la banda y alguno más. Compra las entradas, que vuelan.
María Barajas es una violagambista de carrera, concertista y profesora de música antigua, que en 2020 decidió grabar sus propias canciones. En La buena ventura, el primer disco, mostró sus influencias musicales. Grabó Camaleón Live Sessions, con diez músicos, en un estudio y en directo. Ella llama a este trabajo La evolución. Hace unos días presentó su tercer trabajo: Sincericidio.
Sincericidio es una búsqueda personal de un sonido que se adentra en su propia percepción del pop anglosajón y el soul de raíz; y encuentra la vía para navegar hacia los sonidos latinos que la conmueven. Una locura si no estuviera ella detrás con el ímpetu creativo de una mujer alimentada por la sabiduría de la composición clásica. Y a pesar de todo, las letras tienen un lugar importante en su universo y con ellas se adentra en un mensaje rompedor: tan importante como abrir el corazón es abrirlo de manera controlada.
Grabamos un ExVITA y charlamos un rato largo. Aquí está el resultado.
Me ha hecho gracia que describes «Duerme conmigo», como un bolero de los de antes. Pero es que todo el disco es un como lo de antes, ¿no?
Que suena añejo, ¿no?
No diría añejo, diría clásico…
Sí, al final suena como soy yo, yo soy un poco añeja. Pero sí, quería describir así el bolero porque siento que la manera en la que está escrito, y en la manera en la que habla del amor, y del del echar de menos, es como una manera muy de antes, ¿no? Como un poco desesperada. Creo que hoy en día no se escribe así. O sí, pero no tanto. En los boleros de antes, te dicen que te aman y es desgarrador. Entonces, traído a nuestra época, «Duerme conmigo», está escrito desde ahí, desde luego.
En las canciones de antes, esos sentimientos desgarradores son un puro teatro y tú te has ido con este disco a la pura verdad.
Todas las letras nacen de ahí, sí. El se llama Sincericidio… es abrirte en canal y decir las cosas de una manera muy clara, ¿no? Y muy transparente.
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¿Y cómo te sientes tú ante esto que haces? Es decir, ¿has grabado un disco porque no te da para la terapia?
(Risas) Me encanta. Pues sí, me da para terapia. Pero sí, sí que es verdad que es bastante terapéutico. Al final el «sincericidio» es una contradicción. Sobre todo, hay una canción que se llama «Flores de cristal», que habla del recelo hacia la vulnerabilidad, de no mostrarte demasiado porque a veces eso puede jugar en tu contra. Hay que ser muy cauta en lo que muestras a los demás, porque hay gente que se va a aprovechar. Ese mensaje está ahí y es importante, pero al mismo tiempo como persona que compone, como persona que necesita compartir todo eso, es contradictorio. Tengo que guardar mi mundo y al mismo tiempo necesito compartirlo. Yo creo que ese compartir la vulnerabilidad es también un acto de terapia.
¿Y en qué momento estás tú con estas canciones? A ver, esto que cuentas es muy Zahara y hace poco publicaba un reel y decía algo así que en el momento en el que se separaba de las canciones, le costaba menos hablar de ellas. Igual no te gusta hablar de ellas, o igual te da un poco de miedo cantar estas canciones en directo.
Sí, muchísimo, o sea, no me da medo, me apetece muchísimo. Me apetece un montón hacerlo en directo y es verdad que yo estoy muy orgullosa con este trabajo, respecto a lo que gira en torno a las letras y al concepto. Entonces sí que me apetece mucho hablar de ellas, porque creo que están bien hiladas y que tienen mucho sentido. En los directos, evidentemente, me apetece tocar, pero todo lo que sea hablar de estas canciones me apetece y me encanta, desde luego.
¿Cómo planteas el directo?
El 12 de junio tocamos en El Intruso en Madrid. Voy a ir con la banda al completo. Yo toco con banda siempre que puedo, somos cinco. Como es presentación, llevaré también vientos, vienen trompeta y saxo… en general voy con la banda base, que somos los cinco, pero sí que es verdad que he tocado también a trío y que yo sola me muevo mucho.
Aquí lo hemos visto, que las canciones, como son muy canciones, no pierden de un formato a otro… pero sí que tienen otros matices, ¿no?
Sí, sí, creo que lo bueno es que son canciones que se pueden trasladar bien. Al final no dejaron de estar compuestas desde la soledad mía, de mi habitación. Entonces, creo que desde ahí también funcionan. Pero sí, por ahora lo que tenemos enfrente, es el directo con banda, desde luego. Todavía no podemos hablar muy alto y mucho, pero la idea es hacer gira. Estamos cerrando fechas para final de año y principio del año que viene.
«La viola de gamba es un instrumento maravilloso, tengo que decirlo, y es tremendamente poco conocido»
He leído que tocas la viola de gamba, también de manera profesional, que estudiaste la carrera de música antigua… He buscado en google qué es una viola de gamba…
Sí, es un instrumento muy parecido a un violín chelo. Al final tenía la misma función. La viola de gamba es un instrumento maravilloso, tengo que decirlo, y es tremendamente poco conocido.
Igual por ahí ibas cuando me decías que tú eres añeja.
Yo tengo dos mundos y es verdad que al final, por redes, la gente de cada mundo se va enterando de que hago las dos cosas. Por ahora lo mantengo muy separado La viola de gamba es lo que he estudiado desde muy pequeña por casualidades de la vida. He hecho la carrera de eso y es en lo que más he trabajado. Paralelamente, en mi casa había mucha música y mis hermanos tocaban. A la vez que estaba en el conservatorio en casa tocaba la guitarra, estaba cantando, tocaba el piano… y ahí, como que se fue expandiendo todo.
¿Y no te planteas meter la viola en tu música? Aquí me están trayendo cosas súper chulas desubicando instrumentos… vino Hirahi Afonso con un timple, hace unos días vino Violeta Veinte con el violín, o Musgö con un arpa…
Con la viola tengo un grupo con el que hago más cosas. Me llaman y voy. He sido profe en Valencia en un conservatorio y es de lo que más he trabajado a nivel de bolos y demás. Es donde he estado. Lo que pasa es que son mundos bastante diferentes, entonces como que no se complementan del todo. Pero, sí, yo creo que en algún momento llegará ese día en el que de repente fusione cosas. Como siempre he tenido los dos mundos separados, también me ha gustado tener la vena de «María que se sienta al piano y canta» y «María que toca la viola de gamba, que toca Bach». Me ha gustado mucho tener esa capacidad de disociar… Yo creo que llegará un día en el que me apetezca… por ahora no ha llegado.
«De las redes, poco a poco, me voy dejando de preocupar ya, porque no hay ningún tipo de patrón ni fórmula correcta»
En plataformas te está funcionando muy bien el disco. Tienes un montón de visualizaciones, escuchas y demás. ¿Cómo lo haces? Es algo que cuesta muchísimo.
Pues honestamente todavía no he encontrado la fórmula. De las redes, poco a poco, me voy dejando de preocupar ya, porque no hay ningún tipo de patrón ni fórmula correcta. Estoy empezando a trabajar, o a intentar trabajar con más gente, abrir un poco el abanico. Me he animado a hacer una gira, que es algo que a mí me da respeto… Es verdad que no llevo mucho tiempo, en comparación con otros artistas, pero bueno, al llevar un tiempo dando la matraca… pero también te digo, el algoritmo es el algoritmo.
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El algoritmo no existe, yo estoy convencida… «Si tú supieras» es un videoclip en el que sacas imágenes personales y ha funcionado genial, igual porque la gente lo mira para verse y enseñarlo…
(Risas) Sale tanta gente. Pues mira, eso no lo pensé cuando se me ocurrió la idea pero luego sí, dije, «Ostras, en verdad esto está bien porque la gente lo va a ver», aunque sea para ver quién sale. O sea, mi sobrina lo pone en su clase de música, porque dice que sale en un videoclip y sus amigas lo saben.
¿Y en el contexto del Sincericidio, cómo lo llevas? Porque igual se te va la cabeza al «ostras, estoy mostrando algo muy íntimo, a gente que forma parte de mi vida».
Esa es una reflexión muy… Al principio tuve la idea y me pareció superguay, y a medida que iban pasando los meses, porque llevaba grabando desde junio y estuve medio año grabando cosas… me empezó a dar cosa. Al final sale toda la gente a la que yo quiero y es exposición también para ellos. Incluso a mi hermano le pregunté, porque salen mis sobrinos. Contestó, «Oye, que ok con que salgan, no pasa nada». Y al final, tenía que ser ese el videoclip. Tenía que ser así y no había otra, porque la canción habla de lo que habla, y es bastante significativo que salga toda mi gente, claro.
De lo que va la canción es que antes de juzgarnos duramente nosotras mismas, tratemos de juzgarnos como lo harían las personas que nos quieren, ¿no?
Sí, dice que nos queramos. Lo hablaba con una amiga, estábamos las dos lanzando un montón de piedras contra nuestro propio tejado y mi amiga me decía, «Jope, tía, es que tú no te das cuenta de cómo te estás hablando, nunca me hablarías a mí así. Nunca me dirías todas esas cosas, ¿no?». Entonces, si de repente tú te hablaras como si le estuvieras hablando a una amiga, o a tu pareja, o a tu madre, nunca les dirías las barbaridades que te dices a ti misma. La canción es eso de decir, «si yo tuviera otros brazos, otra boca, pues me querría infinitamente mejor».
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Es un mensaje, el de la canción y del disco, superrevolucionario. No sé si eres consciente. Por ejemplo, en mi generación crecimos en un «tápate», «no llores», «no muestres fragilidad», «no pidas ayuda», «eres auto suficiente»… y ahí estamos, autoexplotándonos. Claro, pasamos del «tápate» al exhibicionismo puro con problemas nuevos. Ahí está tu revolución.
Sí que es verdad, tienes toda la razón. Yo creo que al final es un poco como todo lo que se habla ahora de la salud mental, ¿no? Mostrarte es un paso, y el segundo paso es mostrarte vulnerable, que es algo bastante kamikaze. Antiguamente, pues no se hacía, ¿no? Era como que cada uno debía interpretar su papel y ya está. Sí, eso es. Hoy en día creo que cada vez eso es mejor. Pero un poco, la reflexión del disco es hay que mostrarse pero cogerlo con pinzas, ¿no? Muéstrate siempre, sé sincera, si necesitas mostrar tu vulnerabilidad, genial, pero creo que hay que ser cauta.Tienes que ser cauta sobre a quién se lo enseñas y hasta qué punto enseñas, ¿no? Es un poco truco.
De eso va «Flores de cristal», como has dicho hace un rato. Antes hablábamos también de «Duerme conmigo» pero quiero hablar de la colaboración de Calequi. El videoclip está grabado en el estudio, así que entiendo que es la versión del disco.
Sí, eso es. El videoclip lo grabamos en el estudio, en El lado izquierdo. La colaboración es de Calequi, que es un artistazo, y además, aparte de artistazo, el tipo se sumó sin ningún tipo de reparo. Dijo que sí enseguida, le gustó la canción y se apuntó; y eso es algo que siendo artista emergente como soy yo, pues se agradece un montón.
¿Sabes? A mí me parece una colaboración muy chula, porque hay ahí una mezcla de sonidos que convergen, y que no tendrían por qué.
Es como un punto de encuentro, ¿no? Como de algo que él aporta, ¿no?
Y tú también aportas algo al tema que lo hace distinto, algo que no tienes por qué llevar dentro y sale de la convergencia de dos artistas. No sé explicarme.
Sí. Al final, yo creo que el hecho de que Calequi colaborara en la canción era bastante importante, porque él es argentino, es algo que lleva dentro y yo soy una impostora del bolero. Bueno, impostora tampoco, porque me encantan los boleros y los siento muy míos, pero es verdad que no es mi idioma al cien por cien. Él, creo, que ha aportado mucho de idiomático…, de hecho los coros del final fueron idea suya. Así que sí, a mí me gusta mucho, porque creo que además, conseguimos que quedara bastante… lo que tú dices, como que conseguimos un punto medio para que conviviera con el resto de canciones, pero tuviera su sabor de bolero, claro.
«Con este disco estoy muy satisfecha, porque siento que el carácter de las canciones y sobre todo, el estilo, es algo que que concuerda mucho más conmigo y con mis gustos»
Creo que en este punto, debo volver al principio, porque no hablamos del saborcillo clásico que tiene todo el disco. Tiene mucha de tu sabiduría. No sé si en clásica, no sé si en jazz, no sé si eres una impostora del bolero, pero ahí está, también hay un puntazo, en algunas canciones, de mucho soul.
Al final es que fíjate, o sea, en parte, con este disco estoy muy satisfecha, porque siento que el carácter de las canciones y sobre todo, el estilo, es algo que que concuerda mucho más conmigo y con mis gustos. Una amiga me dijo que, como que al final, el gusto musical que más te define es el de lo que escuchas con 20 años. Yo no sé si es cierto, pero en mí, como que se ha traducido bastante en este disco.
Con 20 años escuchaba mucho soul, escuchaba mucho jazz y mucho blues; y ahí, la verdad es que me encuentro muy a gusto. Pero no reniego de que hay un lado latino que me llama, me pellizca un montón, lo siento también muy mío. Entonces, el objetivo ha sido siempre intentar que conviva todo, aunque sea ecléctico…
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Si escuchamos tu primer disco, La buena ventura, y nos venimos a este… Para mí es una evolución, pero quizás, tú lo vives como una revolución… Lo que dice Xoel López, ¿no? «Todo es igual pero nada es lo mismo»…
Claro, pues me alegra un montón que me digas esto, la verdad. O sea, es muy buen piropo, no sé si es piropo, pero me lo tomo como piropo. Tal cual… lo que te decía antes de la convergencia de estilos y demás… Es algo que me ha comido mucho la cabeza, ¿no? Esas influencias tan variadas… Yo he estudiado toda la vida una cosa, y eso también está ahí y he escuchado muchísimos tipos de música, y a la hora de componer es como que todo sale, ¿no? Y es muy difícil intentar cerrar el círculo y que tenga sentido.
Hice La buena aventura, esto es Sincericidio y entre medias, hice unas sesiones en directo que se llaman La evolución. De alguna manera, tiene bastante sentido porque todo está yendo hacia algún lugar, ¿no? Supongo que les pasa a todos los artistas que están encontrando su camino. La evolución fue un puente y este EP es llegar a un punto en el que estoy muy a gusto, pero lo siento también bastante puente a algo diferente, a una cosa nueva… y a grabar también el primer disco, porque al fin y al cabo, esto han sido epés chiquititos y lo próximo será un disco.
Ostras, vuelve el disco con todo su ímpetu y amor y estoy súper contenta.
¿Te refieres al formato?
Me refiero a la colección de canciones, como un libro, con sus capítulos. Me parece que de los singles no nos vamos a acordar… Yo soy de la generación cedé, para mí los vinilos también eran una frikada… A lo que voy, me acuerdo de una canción y veo el disco…
Totalmente. Sí, incluso hay discos que igual no están en tu colección de discos que te gustan, pero tienes la portada, sabes que hay una canción en ese disco que es top, que pertenece a ese disco.
¿Y el disco tuyo qué va a ser? ¿Grandes éxitos o canciones nuevas?
Serán canciones nuevas. Hay canciones que están ahí, en la retaguardia, en un «a ver qué hago con ellas»… Pues lo que te decía de la convivencia: tengo una salsa escrita, entonces, ¿dónde meto una salsa? ¿Dónde meto yo una salsa? Así que, sí, seguramente sean canciones nuevas, habrá mezcla de estilos y habrá un bolero, o no… Pero habrá cosas así, seguro.
Hablabas de La evolución… Yo lo tengo como Camaleón Live Sessions…
Sí, ese es.
Ahí colaboraste con un montón de gente. Ahora me lo has dicho, pero claro, la oportunidad de compartir con tantos músicos, es una evolución, pero a lo bestia. Tú ahí aprendiste de otros por necesidad.
Sí, sí, total. Es el aprendizaje máximo. Fue, evidentemente, musical, pero organizarlo fue un curro grande de logística. Son sesiones en directo, en Camaleón Estudio lo hicieron genial, lo hicieron estupendo, me ayudaron un montón, pero claro, éramos doce músicos en una sala, todo en directo, no había nada que fuera por otro lado. Entonces, a nivel de escuchas, de la mezcla y tal, había ahí mucho curro que hacer. Esas sesiones fueron aprendizaje de eso, del directo, de estar ahí y vértelas, de hacer tres tomas, y si sale bien, bien, si no, pues también.
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Dime cómo te has sentido en ExVITA, y cómo has sentido las canciones que has hecho aquí. Normalmente, cogen intimidad, pero es que las tuyas ya son íntimas, son canciones calentitas.
Me he sentido a gusto, tranquila, que es lo importante. Al final son canciones con las que yo me siento muy a gusto. Es verdad que al final, la gran diferencia para mí… para mí lo más idiomático es tocar el piano y cantar. Con la guitarra estoy guay, me defiendo, pero no es mi instrumento, ¿no? Me estoy vendiendo fatal diciendo esto.
No, no, está guay.
Sincericidio total. La guitarra no es mi instrumento troncal, y lo tengo que adaptar todo mucho. Esa es la principal diferencia. Si voy a tocar las canciones con la guitarra, las tengo que variar, y las tengo que adecuar, no solo a la canción sino a mis capacidades y a mis maneras, ¿no?
Cuando has terminado de tocar «La danza de la lluvia» te he dicho que me vinieron las vibras de Guillem Roma, que también estuvo aquí. Igual ha sido el cambio este idiomático que dices…
Me gusta mucho Guillem Roma. Además, mira, esto es importante: «La danza de la lluvia» es una canción que, cuando la escribí, la escribí como una samba, pero cuando estuve con los productores, que son Sergio Valdehita y Carlos Sosa, con esa canción en concreto, pues hablamos de la convivencia de estilos. Al final fue idea de Sergio que esta canción en el disco fuera como cruce de caminos, ¿no? Al final, tal y como suena en el disco, es una canción de Nueva Orleans, los acentos están todos cambiados y aquí va a sonar radicalmente diferente porque aquí he hecho una samba. Era una idea guay que para la canción que cierra el disco, fuera el cruce de caminos entre el soul y la música americana; y el sur, el sur latino de América. En Nueva Orleans parece como que convive todo, y esa era la idea. Sí.
Qué chulo, muchas gracias por el regalo. ¿Y en el concierto que versión harás?
En directo lo tocaremos como una samba. Lo guay del disco es que es algo muy exclusivo. Es algo que una vez pasó y es difícil que vuelva a pasar. Hay trompeta, saxo, trombón y tuba, y tanta gente no voy a llevar en los directos, pero es algo que está ahí y que es como un tesorito. Está grabado, pero en los directos iremos con una samba.
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¿Cómo te ves dentro de cinco años? O de dos, o de veinte.
Claro, pues una cosa es cómo te ves, otra cosa es cómo te gustaría verte. Ahora mismo estoy como muy relajada en el sentido de no pensar dónde quiero llegar, dónde tal. Estoy intentando estar un poco más presente y no quiero estar pensando que dentro de cinco años tengo que estar aquí, ¿no? Estaré donde esté. Lo que sí me gustaría es estar escribiendo canciones, porque eso significa que habrá una parte de mí que no se ha ido. Espero seguir escribiendo canciones, seguir grabando…
¿Y con la viola de gamba?
Ostras, me has dado de lleno. Yo creo que todas y todos hemos tenido ahí dualidades. Me cuesta mucho decidirme. Con el tiempo, siento que no hay tantas diferencias entre una cosa y otra. La música es música y ya está. Evidentemente hay mil métodos, pero da igual que toque la viola de gamba, que cante, que toque el piano, da igual… voy a hacer música. La vida dirá, porque luego las vidas personales también son como son y a veces pues no te queda otra que elegir.
O no…
O no, es verdad. Deseo poder seguir complementando, porque me he dado cuenta de que me hace muy feliz tener las dos cosas y poder variar. Creo que si estuviera solo con mi proyecto a muerte, me volvería un poco loca. Me volvería un poco loca porque sí, porque me obsesionaría a tope. Entonces, tener la viola es sano. Para mí, al menos.