Hasta 12/01/14 Teatro Nuevo Alcalá
Entrevista de Arantxa Hernández
Fotografías de David Ruano © y Josep Aznar ©
Recibir la invitación a una boda siempre es motivo de celebración, aunque haya pasado bastante tiempo desde que no ves a los protagonistas del enlace. Algo así nos pasa con La Cubana, que tiene preparado el convite en pleno centro de Madrid y ha querido que les acompañemos en esta emotiva ocasión. Y en la puerta, como en toda gran boda, nos recibe el cabeza de ‘familia teatral’, Jordi Milán, actual director de la compañía y del espectáculo que traen a un Nuevo Teatro Alcalá engalanado para recibir Campanadas de boda.
La Cubana tiene ya más de 30 años. ¿Cómo fue crear una compañía en el año 80?
Para mí es como si fuera ayer aunque han pasado 33 años. ¿Cómo se hizo? Sin pensar, porque si esto se hubiera pensado no lo hubiéramos hecho, así de claro. Éramos gente amateur que hacíamos teatro por la noche después de cenar y en un momento montamos una cosa y tuvo mucha repercusión, nos empezaron a contratar de todos los ayuntamientos. Era como cuando disfrazas al niño para carnaval y lo enseñas a los vecinos y a las amigas. Si hubiéramos pensado en todo lo que vendría luego, nos hubiéramos cagado. Nos dejamos llevar por la intuición y por la ilusión, que para mí es una palabra muy importante. Además era una época distinta donde casi salíamos de una dictadura y teníamos ganas de abrir balcones y de hacer cosas nuevas. Una época bonita, mala en unos aspectos pero bonita porque era como ir a buscar lo desconocido.
¿Y piensas que os encontrasteis más dificultades que si lo hubieseis hecho actualmente?
No, pienso que había más dificultades porque había menos medios y menos preparación. Pero yo a veces creo que La Cubana si tuviera que nacer ahora no existiría. Los tiempos no acompañan. Ahora hay gente más preparada que nosotros, con más ideas, pero faltan esas ganas de jugar y de abrir el balcón y arriesgarse. Antes te daban la oportunidad de hacer en otro sitio aquello que habías creado en el garaje, lo que te facilitaba el conocer más la profesión, creaba oficio; ahora nadie les ayuda.
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El teatro de la vida «Todos hemos pasado por el aro de ese teatro que son las bodas. Una boda es el exponente máximo, pero en el mercado todos hacemos teatro, como en las cenas de navidad. Los políticos son los más teatreros de todos, yo acepto que tengan que decir mentiras pero me gusta que no se noten, que me engañen bien engañado porque yo les voto para eso, si lo hacen mal y les veo el plumero ya no les voto, cambio de actor, porque yo acepto desde el principio que es teatro». |
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¿Y es más difícil hacer reír ahora?
No, yo pienso que hacer reír… todo es teatro, porque el reír a veces queda como menospreciado, el humor parece que es todo jajajijijuju, pero con la risa se pueden decir muchas verdades y puedes hacer pensar. En este espectáculo hay mucha risa pero también hay muchos aguijones. Pone de manifiesto muchas contradicciones sociales de todo tipo, poniendo en evidencia muchas cosas.
Usáis un lenguaje muy particular…
Es un lenguaje incorrecto, muy poco gramatical. Es lo que nos gusta. Es un reflejo de la vida. Me gusta ver cómo hablan las señoras en los mercados o cómo hablaba mi tía… Yo me inspiro en la calle y el público se ve reflejado en el espejo. Verse reflejado a nadie le gusta, pero ven reflejada a otra gente, son ellos pero siempre dicen que es su suegra, su cuñada o su amiga, pero nunca dirán esa soy yo.
Y de verlo en la realidad así, ¿cómo se limita eso para convertirlo en una obra concreta?
No tiene ningún secreto, porque el teatro es un arte efímero, no existe antes de empezar ni cuando acaba. Antes no había nada, de repente se juntan actores, técnicos, acomodadores y público –que es muy importante– y entre todos crean una obra de arte, algo que escrito no tiene ningún valor y que depende de cómo se haga es de una forma. Yo pienso que teatro es eso y no tiene mucho secreto, solo saber dar algo para que la gente lo capte.
¿Y qué tienen que tener los actores para llegar así al público?
Yo creo más en la gente muy tímida que en la gente extrovertida. La timidez es un valor en alza y pienso que ahí está el futuro. Para mí alguien tímido tiene muchos más valores, no porque el extrovertido sea peor, pero saca todo fuera y en el tímido va todo para dentro y le va quedando como en un almacén. Normalmente le cuesta sacar emociones, pero sobre el escenario al parecer que no es él, que es un personaje, saca de dentro todo lo que almacenaba y lo hace de verdad, porque en realidad es él. Por eso aunque lo repita cada día, lo hace de una forma de verdad para él. En cambio el extrovertido lo saca y como para él no ha quedado nada…
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¿La Cubana dice adiós? «Soy catalán y me gusta tocar de pies en el suelo. Normalmente con el dinero que ganamos con un espectáculo vivimos y lo reinvertimos en otro espectáculo. Ahora hacía tiempo que no hacíamos ninguno y teníamos el dinero para hacerlo. Pero tal y como están las cosas, ya no podemos hacerlo. Los teatros públicos que se han reformado y hemos pagado entre todos, no te pueden contratar porque no tienen dinero. Por eso nos arriesgamos nosotros. Y para que salgan los números, solo podemos ir a las grandes ciudades. Pero sigue siendo una aventura y por eso decimos lo de la despedida, que tampoco es eso. Avisamos de que puede ser uno de los últimos espectáculos. Prefiero hacer eso a que un día la gente encuentre una nota en prensa que diga «La Cubana se ha disuelto». Pero no es una despedida. Porque si funciona como en Barcelona, en Zaragoza, en Córdoba, en Gijón o en Bilbao, que llenamos, está claro que habrá más teatro. Pero nosotros ponemos el dinero en una ruleta sin saber cómo funcionará. Y cada espectáculo es una nueva aventura por mucho nombre que tengas, porque luego es el público el que dice si sí o si no». |
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Y con esto, ¿cómo se crean tantos personajes y tan distintos para una obra como Campanadas de boda?
Una de las bases de La Cubana es que los actores hacemos de nosotros mismos ya sea con la raya a la derecha, a la izquierda o en el centro, pero somos nosotros. Muchas grandes figuras en el cine se encasillan y hacen sus personajes, siempre de buena o de mala o de tía repelente. Nosotros jugamos a otra cosa, aunque tú seas joven puedes interpretar un personaje mayor y la gente ya ve que es una persona joven caracterizada, pero está muy cuidado todo el personaje que sacan de alguien que tienen muy a mano: su abuela, su tía, una vecina o una amiga.
¿Y tiene cabida la improvisación en la función?
No, porque está todo milimetrado para que todo pueda entrar a tiempo, pero tiene que parecer que improvisan, la gracia es esa. A mí me gusta mucho el teatro pero siempre me ha dado rabia que el cine, que era un sucedáneo del teatro, siendo una cosa preparada y tan de mentira porque ha pasado por el laboratorio y está hecha a trocitos, parece más verdad que el teatro. ¿Por qué lloro viendo una película en mi casa en la televisión y en cambio en el teatro no te emocionas?, yo creo que es porque sobreactuamos, porque declamamos, que es esa cosa de que para que se oiga en el tercer piso tienes que sacar la voz y proyectarla, pues a mí no me gusta. Yo voy para el naturalismo porque me lo tengo que creer, si no para mí no es válido el teatro, me aburre y no me interesa porque nadie habla así.
Más información en http://www.campanadasdeboda.com/
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