TORONTO


Texto de ARIADNA RECTORET
Fotografías de Christopher Chang www.flickr.com/photos/chanc/

Toronto (capital de Ontario) es una ciudad de contrastes y sensaciones, y podríamos decir que es un referente de las ciudades de habla inglesa de Canadá. La convivencia entre estilos arquitectónicos impresionantes y antagónicos, entre culturas y formas de vida, en espacios muy cercanos, es una constante. Se parece mucho a cualquier gran ciudad norteamericana, pero lo interesante está en sus barrios, tan distintos entre ellos como sus gentes.

El centro de Toronto (el Entertainment Dictrict) se sitúa alrededor de Yonge Dundas Square. Allí están algunos de sus edificios más impresionantes, como el centro comercial Eaton, y muy cerca, el Hard Rock Café. La seña de identidad de Toronto, la CN Tower, se encuentra en esta zona. En su parte más alta hay un mirador y aún más arriba un restaurante giratorio muy exclusivo y poco asequible, con imprescindible reserva anticipada. La panorámica es impresionante. Al lado, para los amantes del béisbol, está Rogers Center, y en su interior un esta-dio espectacular (el de los Blue Jays) con una cúpula mecanizada que lo convierte, según el tiempo, en un estadio al aire libre o cubierto. Como curiosidad, dentro del complejo está el Renaissance Toronto Hotel Downtown. Es un hotel magnífico, con algunas habitaciones orientadas al estadio. Desde un sofá o incluso desde la cama, puedes ver los partidos como si estuvieras en una grada preferente. También puedes disfrutar del juego desde el bar del hotel pero intenta llegar pronto o no tendrás sitio.

En los alrededores de la CN Tower y Rogers Center puedes contratar todo tipo de tours por la ciudad. Uno muy curioso es un circuito en un autobús semianfibio que se sumerge en el agua y te ofrece una vista de la ciudad desde el lago Ontario. Muy cerca encontrarás Union Station, desde donde podrás ir a donde quieras. Los trenes son muy cómodos y en comparación con otros medios de transporte, baratos. Desde allí puedes ir a Niágara Falls, una de las visitas indispensables: la vista de las cataratas desde Canadá es mucho mejor que desde Estados Unidos.

A pocos metros de la CN Tower está el frente de la bahía (Harbourfront) donde, sobre todo en verano, se organizan un gran número de actividades y espectáculos al aire libre, de día y de noche (conciertos, bailes, exposiciones, ferias…). Además está lleno de restaurantes y tiendas, todas ellas orientadas a los viajeros. Allí mismo, en Harbourfront están las agencias que ofrecen distintas rutas en barco.

Muy cerca de la zona de entretenimiento está el distrito financiero, donde el cristal es el rey. Enormes edificios que se reflejan unos a otros impresionan a los europeos. No obstante, en estas calles, puedes encontrarte, por ejemplo, con una antigua iglesia en venta o un enorme prado lleno de vacas (esculturas, claro).

Como en casi todas las grandes ciudades norteamericanas, cada cultura que ha emigrado en masa a una ciudad acaba constituyendo un barrio. Toronto no es una excepción. Al subir desde Entertainment District, sobre la zona portuaria de Toronto, encuentras los barrios por nacionalidades. Al norte y noreste está Chinatown, formada a partir de las oleadas de inmigrantes chinos de las últimas décadas del siglo XX y las nuevas generaciones de chino-canadienses. La experiencia es desconcertante: restaurantes de comida china, rótulos exclusivamente en chino, tiendas de comida oriental, tiendas de bonsáis… te hacen sentir como si te hubieras trasladado a otro continente. Los turistas nos amontonamos en sus calles, cotilleamos en sus tiendas kitsch, donde el gato chino de la fortuna, el que mueve el brazo, es el protagonista. Los amables vendedores orientales te sonríen e invitan a entrar a sus restaurantes o tiendas, para venderte alguna curiosidad o para que pruebes su comida. Un plato realmente bueno y asequible es el bogavante con jengibre, que aunque no tiene nada que ver con el sabor de los que se consumen en Europa, está tremendamente bueno.

A un lado de Chinatown, a lo largo de las calles College Street, Bathurst y Spadina, está Kensington Market. En este enorme mercadillo encontrarás tiendas de ropa, fruterías, carnicerías, panaderías… con productos a muy buen precio. Fíjate bien entre las distintas paradas: hay numerosos restaurantes latinos, portugueses o italianos para comer bien y barato.

Al este de Chinatown está el barrio italiano, Little Italy. Al verte rodeado de restaurantes italianos, rótulos en italiano, banderas italianas, de nuevo, tienes la sensación de haber saltado a otro continente. En la actualidad, en este barrio conviven distintas culturas y en especial, portugueses e hispanos, han conseguido hacerse un sitio entre tanta bandera tricolor. Si estás harto de perritos calientes o comida americana, aquí encuentras fácilmente una deliciosa pizza o un enorme plato de pasta.

Al este de la ciudad nos topamos con Yorkville, un distrito ahora muy exclusivo, lleno de galerías de arte, restaurantes franceses y tiendas de diseño. En sus orígenes este era el barrio hippie, habitado exclusivamente por artistas y bohemios de todo tipo. La manzana de calles que forman Yonge Street y Bay Street a lo largo de Bloor Street recibe el apodo de Millionaire’s Row. Allí se encuentran las boutiques más exclusivas (Cartier, Gucci, Mont Blanc, Nike, etc.), que la convierten en la zona de shopping más «in» y, por cierto, más cara de la ciudad.

Dicen que Toronto es la ciudad más segura de Norteamérica y ellos se felicitan por esto. Pasear por esta urbe es una gozada y no sólo porque nunca tienes sensación de peligro y porque sus gentes desprenden amabilidad -te ayudan sin que tú se lo pidas-. Además, es agradable por su concepto de calle: a sus parques cuidados, limpios y accesibles -incluso para la celebración de fiestas, meriendas o ritos religiosos- se suma el arte en forma de esculturas y diseño.

Al deambular por Toronto conoces a personas que evidencian que estás en una sociedad educada y tolerante (como casi toda la canadiense) en cuyo seno conviven dos millones y medio de personas de distintas razas y nacionalidades. Si vas, volverás. ¡Ah!, a pesar del gran número de hispanos, es indispensable, al menos, chapurrear el inglés.

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