Texto de Amaya Asiaín
Este año se celebra el décimo aniversario del vertido de Aznalcóllar, una de las mayores catástrofes ambientales de España, con permiso del Prestige. Aunque, a diferencia de éste, el desastre de los lodos tóxicos pasará al recuerdo por la buena gestión de la crisis, y no por el glosario de malas decisiones tomadas.
La madrugada del 25 de abril de 1998 se rompió la balsa de residuos tóxicos de la mina de Aznalcóllar, contaminando los ríos Agrio y Guadiamar con 6 millones de metros cúbicos de lodos y aguas ácidas, cantidad suficiente para llenar 4.634 campos de fútbol y entretener durante 7 meses a un gran equipo de limpieza.
A pesar de que en los primeros momentos los reproches fueron inevitables, pronto se encontró la manera de trabajar de forma conjunta para arreglar la situación. Los científicos se encargaron de buscar las soluciones sobre el terreno, y las administraciones de coordinar y de poner el dinero.
Las inversiones del Ministerio de Medio Ambiente y de la Junta de Andalucía para recuperar esta zona, a las puertas de Doñana, han sido ingentes. Pero el resultado ha merecido la pena. Se dice que el curso del Guadiamar está incluso más limpio que antes del accidente y que la forma en la que éste se gestionó ha sido un magnífico impulso para seguir cuidando el entorno de uno de los últimos humedales que queda en Europa: Doñana. La Junta a través del Corredor Verde del Guadiamar, el primer paisaje protegido de Andalucía, y el Ministerio con el Plan Doñana 2005, con el que se quiere regular las cuencas de los ríos que dan vida a las marismas.
Claro que no todo es ejemplar.
La multinacional que explotaba la mina, Boliden Apirsa, se declaró en quiebra y aunque se dice que aquello de «quien contamina, paga» está muy oído, lo cierto es que a veces se queda sólo en oído, porque en la práctica no siempre es así.
En estos momentos se aboga por otro dicho popular «mejor prevenir que curar», que es hacia donde se está encaminando la legislación. Tampoco debe parecer que una buena recuperación ambiental tras un accidente, con una magnífica inyección de dinero, es la mejor forma de tratar un ecosistema.
En Sevilla hace dos meses se inauguró una exposición que recorre toda la historia de lo sucedido y que merece mucho la pena. Se trata, además, de la mayor muestra ambiental que se monta en España. Guadiamar. Ciencia, técnica y restauración, organizada por la Estación Biológica de Doñana, se complementa con mucha información colgada en la web, por si no podéis acercaros hasta la Isla de la Cartuja: www.guadiamar.es.
Si tenéis la suerte de ir por Sevilla y recorréis la zona, buscad la parcela testigo del vertido. Comprobaréis cómo hubiera quedado la zona dañada por los lodos si no se hubieran producido las tareas de limpieza. Un aviso para cardiacos: asusta.