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Entrevista de Paula Bañuelos
Fotografías cedidas por Violeta Medina
Documental dirigido por Günter Schwaiger
Producida por Julia Mitterlehner
2023, Austria.
¿Quién teme al pueblo de Hitler?: Un viaje a las raíces del silencio histórico
Asistí al pase del documental ¿Quién teme al pueblo de Hitler?, dirigido por el cineasta austriaco Günter Schwaiger. Tras 30 años en Madrid, Schwaiger vuelve a Austria para enfrentar una cuestión incómoda: el legado nazi que aún persiste en su país. A través de su obra, Schwaiger explora las tensiones que giran en torno a Braunau am Inn, el pequeño pueblo donde nació Adolf Hitler.
La pregunta sobre qué hacer con la casa natal de Hitler ha sido una herida abierta en Austria durante décadas. Convertirla en un centro social, demolerla o, como finalmente se ha decidido, transformarla en una comisaría de policía, son opciones que siguen dividiendo al país. El director refleja cómo esta decisión, más que sanar, parece un intento de «cambiar fachadas» y evitar la confrontación real con el pasado.
El documental se adentra en la vida cotidiana de los habitantes de Braunau, revelando cómo conviven con este símbolo incómodo del nazismo. Pero lo que realmente destaca en la obra de Schwaiger es el viaje personal que emprende hacia su propia historia familiar, explorando cómo el silencio ha moldeado generaciones de austriacos.
Me senté frente a la pantalla a conversar con Günter Schwaiger, director del documental ¿Quién teme al pueblo de Hitler? Durante nuestra charla, disfruté mucho con su relato sobre el proceso de creación. Una persona cercana, amable y a mi parecer valiente, que se ha atrevido a enfrentar un tema incómodo de la historia de Austria.
Günter, cuéntanos que obstáculos te has encontrado en el proceso de creación.
Desde el inicio nos dimos cuenta de que este tema es muy incómodo en Austria. Uno podría pensar que sería fácil porque es algo necesario, pero nos encontramos con muchas barreras. Las instituciones no estaban entusiasmadas con la idea de revelar ciertos aspectos oscuros del pasado. Inicialmente, íbamos a acompañar a un grupo de discapacitados cognitivos que iban a entrar en la casa natal de Hitler, lo cual parecía un enfoque positivo. Sin embargo, luego se decidió que la casa sería ocupada por la policía, lo que fue sorprendente y decepcionante.
¿Cómo impactó eso en la dirección del documental?
Ese cambio de dirección fue decisivo. Me di cuenta de que no solo se trataba de la casa, sino de un problema más profundo:la incapacidad de Austria para enfrentar su pasado. El gobierno decidió cambiar la fachada de la casa y trasladar la piedra de la memoria, lo que simbolizaba, para mí, un intento de lavar la historia en lugar de confrontarla.
¿Hubo alguna entrevista en particular que te hizo cambiar tu perspectiva sobre la importancia de enfrentar el pasado?
Fue un proceso gradual. Las entrevistas con las autoridades fueron difíciles de conseguir, y cuando finalmente las tuvimos, mostraron una falta de discurso moderno sobre nuestro pasado. Las entrevistas con la gente del pueblo fueron reveladoras; tenían una relación más natural y honesta con la historia. Conocerlos y ver sus perspectivas contrastó fuertemente con la resistencia institucional.
«Es fundamental entender lo que hicieron nuestros antepasados para no repetir los mismos errores».
En el documental, no solo abordas la historia del pueblo, sino también tu propia historia familiar. ¿Cómo surgió esa decisión?
No estaba planificado. Cuando vi que el gobierno quería cambiar la fachada, pensé que tenía que ser el primero en mirar detrás de las fachadas. Tenía grabaciones de mis padres de hace quince años y decidí usarlas para mostrar cómo el pasado de mis padres, similar al de muchos austriacos, influía en nosotros. Fue un proceso personal y difícil, pero muy sanador.
¿Qué reacciones has recibido en Austria tras el lanzamiento del documental?
La película ha provocado mucho debate y ha removido a muchas personas. Jóvenes me han agradecido porque les ha abierto una puerta para hablar sobre el pasado de sus familias. Muchas familias en Austria tienen un silencio sobre el pasado de sus antepasados, y esta película les ha dado la oportunidad de empezar ese diálogo. Es fundamental entender lo que hicieron nuestros antepasados para no repetir los mismos errores.
¿Cómo te sentiste cuando decidieron que la casa se convirtiera en una comisaría de policía en lugar de un lugar de memoria?
Fue decepcionante e indignante. La gran mayoría de los austriacos no quieren a la policía en esa casa, pero las decisiones se toman sin consultar al pueblo. Es un intento de neutralizar el lugar, pero creo que es un error. La policía es simbólicamente la institución equivocada para controlar esa casa, y espero que en el futuro se rectifique esta decisión.
¿Qué esperas lograr con este documental?
Espero que sirva para que más personas se enfrenten a su pasado con responsabilidad. No se trata de culpa, sino de entender y aprender para que no se repitan los mismos errores. Es fundamental abrir los ojos y hacer las preguntas adecuadas para poder avanzar. Es importante que sigamos hablando y enfrentando nuestra historia. Eso es lo que realmente nos permitirá avanzar como sociedad.
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«El silencio no soluciona nada», nos dice Schwaiger en una conversación íntima. El director se enfrenta no solo a la resistencia de las autoridades para abrir el diálogo sobre el pasado, sino también a la complicidad del pueblo con ese mismo silencio. «La incapacidad de Austria para enfrentar su pasado es uno de los mayores obstáculos que enfrentamos», comenta Schwaiger con un tono que mezcla frustración y determinación.
El documental también incluye la visión de los propios habitantes de Braunau, quienes ofrecen una perspectiva más honesta y cercana en contraste con las posiciones oficiales. Sin embargo, Schwaiger no se limita a examinar la historia colectiva, sino que nos ofrece una mirada íntima al incorporar grabaciones familiares para mostrar cómo el pasado nazi afectó a su propia familia.
Desde su estreno en Austria y Alemania, ¿Quién teme al pueblo de Hitler? ha abierto un diálogo importante. «La película ha removido muchas conciencias, especialmente entre los jóvenes, quienes han encontrado en ella una oportunidad para hablar sobre el pasado de sus familias», comenta Schwaiger. Para él, este es el verdadero objetivo del documental: «No se trata de culpar, sino de entender y aprender para que no repitamos los mismos errores».
La película llega a España con la misma misión: abrir los ojos y enfrentar las preguntas incómodas que la historia nos impone. Para Günter Schwaiger, el cine es más que una herramienta artística, es un medio para el diálogo y la responsabilidad histórica.
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