IX Salón del Cómic de Madrid


Ruben Rodríguez Risquez

Un año más se celebró el Salón del Cómic de Madrid, repitiendo su ubicación en los recintos feriales de la Casa de Campo, aunque comienza a dar la impresión de que este lugar puede quedarse pequeño en un par de años más.

Esta edición muestra cierto interés por parte de la organización en pulir algunos aspectos que otros años no han funcionado tan bien, como las exposiciones. En este sentido, este año la estrella ha sido la muestra de originales de Carlos Pacheco -el Antonio Banderas del cómic patrio-, que junto con las de Florenci Clavé y Luis Durán dejaron un buen sabor de boca al aficionado.

Otra nota a destacar es la ampliación del espacio del karaoke manga que, aunque guste más o menos y se cante mejor o peor -más bien lo segundo-, hay que reconocer que gracias a los vistosos disfraces de la mayoría de participantes daban la nota tan característica de unas jornadas de este tipo.

Por otro lado, siempre quedarán «peros»: la mala comunicación desde el metro de Alto de Extremadura (debido a las obras que surcan la ciudad), la ausencia de representación de las dos editoriales que más volumen tebeístico mueven al año o la pésima colocación de los fanzineros dentro del pabellón, a los que parecen «invitar» a seguir sus iniciativas en el cómic on line (por ejemplo).

En definitiva, el Salón, sigue cumpliendo con sus funciones principales: disfrutar de un buen montón de novedades, tener la oportunidad de conocer a grandes personajes del medio y contentar al friki que todos llevamos dentro, que sólo dejamos asomar un par de veces al año y que piensa que todo lo demás es susceptible de mejorar.

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