Entrevista de Javier Luna Roldán
Fotografías cortesía de Durango14
Complejas, bailables y aceleradas. Hablamos de las composiciones de cinco jinetes –así se autoproclaman– que, a finales de 2011, decidieron subirse a las tablas para dar un giro a la música surf instrumental; y publicar, por el momento, un primer álbum de esencia rock y guitarras, muchas guitarras.
Surf&Roll espeso. Explicadnos un poco más esto…
Bien. Realmente, esa etiqueta nació de una forma espontánea, pero con un sentido lógico. La parte de «Surf» porque partimos de los cánones y ritmos bailables del surf clásico de Ventures, Shadows, Coronas, Straitjackets, Dick Dale… La etiqueta de «Roll» porque somos una banda de rock and roll; en su espíritu, actitud e historia. Y, el adjetivo de «espeso» porque, aunque bebamos de estas fuentes tan retro, el sonido de Durango14 es más denso, oscuro, sudoroso… y si en una canción tenemos que meter un fuzz hendrixiano o, un riff más stoner o blues, ahí que cae, sin complejos.
Vol.1 es vuestro primer trabajo. ¿Cómo habéis vivido el proceso de grabación?
Elegimos para grabar el disco los Estudios Brazil. Estuvo a los mandos de todos los cacharros analógicos Javier Ortiz. Es un tío encantador. Y el emplazamiento, más. Así que, tanto por la parte física como humana, una gozada, muy cómodo. Y, a pesar de que todos hemos grabado otros discos en otros estudios, la ilusión con la que íbamos era como la de la primera vez. El puñado de canciones que llevábamos hacía que se nos saltaran las lágrimas en cada toma de lo felices que estábamos. Todo de arte.
Rock instrumental. ¿No os preocupa caer en la monotonía?
Si fuese rock o si fuese surf, si fuese rockabilly o algo muy concreto, podría ser, pero al no ser ninguno en concreto, no. Hay mucha mezcolanza en las canciones y eso se ve en el repertorio final de un directo o en este disco. Hay canciones como «Duelo al sol» que ojalá Morricone hubiese querido para alguna de sus bandas sonoras. Otras como «Thunderbird», cuya coda podría ser made in Black Sabbath o Rage Against the Machine. En nuestras canciones tienen que pasar cosas, y de momento lo vamos consiguiendo.
Autoproducido y grabado en riguroso directo. ¿Mucha responsabilidad?
Por la parte de la autoproducción, no. Sabíamos cómo queríamos sonar y, por descontado, el dinero que inviertes en grabar un disco en analógico es casi fruto de onanismo personal. Y, por la parte de riguroso directo, lo hicimos por dos cuestiones. La primera es que se tenía que grabar así, como en los discos de los años 40, 50 y 60. Sin overdubs, con un par. La segunda, por motivos económicos. Nos salía muchísimo más rentable que grabar por separado y por pistas, todo hay que decirlo. El formato de la banda y el espacio que había era perfecto para poder hacerlo. Iba todo muy ensayado. Así que por la parte técnica de ejecución, tampoco habría problema.
¿A qué película o serie os habría gustado poner música?
Vanishing point, The warriors… Y, hubiera sido la bomba, Django desencadenado, para Tarantino. Somos muy polifacéticos así que, desde aquí, hacemos el llamamiento a cualquier director que necesite BSO para sus películas: Durango14 son tus chicos.
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Cool, ¿no? Vol.1 está compuesto de canciones que parecen encajar con géneros cinematográficos. Pero, ¿cómo sería la trama argumental del disco? Se lo preguntamos a Jose y atención a la respuesta: «Un chico de pantalones desgastados estrechos y camiseta de Durango14, se ve obligado a robar en la última gasolinera de Texas un Mustang Shelby Cobra del ‘67 para huir de la policía. Se ha liado con la hija del sheriff, casada con su ayudante. En su huida se encuentra con una familia apache que le pide ayuda: han sido desterrados por unos forajidos. Se bate en duelo con ellos y sale victorioso. La familia, agradecida, le nombra –en un ritual bajo la tormenta– el pájaro del trueno. Conduce hasta California y piensa en la posibilidad de convertirse en espía secreto. Sueña con ello. Sin darse cuenta, ha llegado a Venice. En su maletero descubre un monopatín. Se cuela en una piscina vacía y comienza a practicar sobre ella, emulando a los grandes del skate de la época de Dogtown, al grito de Let´s go riders. Con los pocos billetes que tiene, alquila una tabla de surf para ir a la playa a jugar con las olas. Sin embargo, el sheriff y su yerno le dan caza es capturado y llevado de vuelta a Texas. Allí, cuando va a ser ahorcado, y mientras suena el réquiem, es la propia hija del sheriff quien prefiere matarlo con una. Se suicida con el mismo arma, para estar junto a él en otro mundo. |
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¿Cómo diríais que es el mercado nacional para este género concreto? ¿Hay mucha competencia? ¿Y público?
Los Coronas han hecho mucho por la música instrumental –decir solo por la música surf, es decir poco de ellos.En los 60, en España se hacía mucha música instrumental y llegaba a la gente. Si eres una banda de directo que ofrece un gran espectáculo, tienes buenas canciones y un buen mánager, te irá bien. Desde nuestro punto de vista, nos falta esto último. Pero si quieres vender discos, aunque hagas ahora el «Stairway to Heaven» del siglo xxi, te va a ir como el culo. Respecto al público, tenemos nuestra propia teoría. Es música para bailar, para sudar y para pasarlo muy bien. Y eso gusta a (casi) todo el mundo. El público es muy ecléctico y eso es fantástico. Llegar a más gente dependerá del trabajo de cada uno y, de la suerte y apoyo que tengas.
La sala Moby Dick (Madrid) acogió la presentación de este trabajo y vuestro videoclip -«Let’s go Riders»-. ¿Cómo fue esa primera puesta en escena?
De escándalo. Llenamos la sala. Sonidazo y la gente disfrutando del carajo. Muchos de los que vinieron eran personas que nos había ayudado a hacer el videoclip, extras, profesionales del gremio audiovisual, y querían verlo. Así lo pensamos y así diseñamos la estrategia desde el primer concierto crowfounding que hicimos para la causa del videoclip. No nos falló prácticamente nadie. Eternamente agradecidos a todos.
Más información en http://www.durango14.com/index.html
Lee la entrevista en el ExPERPENTO «impreso»: