«A vueltas con Lorca», ensanchando el alma


Texto de Covadonga Carrasco
Foto (c) de Narváez cortesía de Teatro Abadía
Más información: https://www.teatroabadia.com/

Vuelve a partir del 15 de septiembre en La Abadía.

Y si hay una voz capaz de llevarte de la mano por una experiencia tan hermosa como la de disfrutar de la magia del poeta granadino, esa es la de Carmelo Gómez.

Hace unos días un grupo de periodistas tuvimos la oportunidad de hablar con él en un encuentro íntimo, para presentar el estreno de A vueltas con Lorca en el Teatro la Abadía de Madrid.

Carmelo nos sedujo, de entrada, recitando. Pletórico y orgulloso de este montaje, que lleva varios años rodando por España, el actor reconoció que se había empapado no solo de la obra de Federico, sino de su vida y de su muerte.

Lo que hace Carmelo Gómez sobre el escenario, acompañado del pianista Mikhail Studyonov, su particular Sancho, no es de este mundo. El actor consigue que se te ensanche el alma, que te pierdas en su voz a través de la palabra de Lorca en una clase magistral por la que se asoman Lope de Vega y Cervantes, el caballero de Olmedo, El Quijote y Poncia.

La tragedia, presente, se torna en optimismo, en belleza, pero una belleza pura, de esa que no solo se admira, sino que se saborea, se puede casi tocar y como si nada, Gómez te lleva de la mano por un viaje para disfrutar del humor, la infancia, la poesía y la vida.

El actor no se ha aprendido un texto para recitarlo sin más. Bajo la dirección de Emi Ekai, Carmelo Gómez se ha sumergido en Lorca, aunque, probablemente, haya sido Lorca el que haya logrado empaparle a él, por el cauce del agua que dirige la obra.

La escenografía nos permite formar parte de un cuento, a veces doloroso, pero que en todo momento repleto de optimismo. Al acabar, quieres cerrar los ojos y seguir escuchando la voz de Carmelo Gómez y la magia del piano de Mikhail Studyonov.

No sé si Carmelo Gómez estaría de acuerdo con esto, pero gracias al cine por dejarle marchar para disfrutar de él sobre un escenario, a pocos metros, viéndole en plenitud, en pleno disfrute, del brazo de Federico, ensanchándonos el alma.

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