Texto de Sandra Sánchez
25/04 – 02/09 de 2012
Salas de exposiciones temporales del Palacio Real de Madrid.
Cuando en nuestras manos cae un libro, nos interesa el texto. Normalmente pasamos por alto la maqueta, el diseño de la cubierta, la encuadernación… a menos que sea un desastre. Son factores funcionales que sin embargo son los que a lo largo de los siglos han dado prestancia a la obra. Son el papel de regalo que la envuelve.
Se convierte en una forma de expresión de primer orden que habla de lujo, de funcionalidad, de épocas… Además, la encuadernación es el arma secreta de las ediciones, de ella depende su supervivencia. Gracias a la habilidad de los encuadernadores, hoy podemos ver libros de enorme valor literario, artístico, científico, social y económico.
Esto se da en el día a día, con ejemplares industriales, y llega su máximo esplendor cuando hablamos de las colecciones de las Bibliotecas Reales. Hay ejemplares que no se podrían comprar o vender porque es imposible calcular su valor. Y amigos, España es una superpotencia en este campo, porque, por algún motivo, la realeza española ha estado plagada de grandes coleccionistas. Esto es precisamente lo que vamos a percibir en esta exposición, que es una oportunidad única para comprender y admirar una de las más importantes compilaciones del mundo en lo referido al arte ligatorio.
El espacio expositivo
Si sientes que esta exposición no te afecta nada en absoluto, quizás te interese saber que está albergada en las salas de exposiciones de El Palacio Real. Por tanto, ya hay un motivo para ir a fisgar. Los grandes amores suelen nacer de un hecho circunstancial, de una anécdota. Y quizás este es uno de los puntos fuertes de la muestra: está montada de forma que aún siendo un completo desconocedor de este arte, comprendes, aprendes y te fascinas.
La muestra está construida para que deduzcamos cuál ha sido la importancia de la encuadernación, no se basa en juicios cronológicos. La encuadernación de un libro ha sido una forma de expresión por parte de quien la pagaba: puede responder a criterios de lujo –los reyes mostraban poderío con sus palacios, sus muebles, sus obras de arte y sus libros, en ocasiones encuadernados de materiales increíbles, como la malaquita–, puede responder a criterios estéticos –las encuadernaciones tienen mucho que ver con las épocas, y en la exposición lo descubrimos a través de elementos no librarios, como pinturas, tapices, relojes o muebles– o puede tener un objetivo práctico que nos diga qué institución y para qué se hizo una determinada encuadernación.
Las piezas de la muestra
Cuatro años han tardado en diseñar la exposición, compuesta por 457 piezas que se han tomado de los fondos de la Real Biblioteca, el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, el Real Sitio de Aranjuez o los Monasterios de Las Huelgas en Burgos, las Descalzas o La Encarnación de Madrid. Tres ejes sincrónicos organizan Grandes Encuadernaciones en las Bibliotecas Reales: Procedencias, Funciones y Técnicas decorativas.
Las colecciones de las bibliotecas reales se nutren de ejemplares recopilados por reyes, nobles y eruditos. Por ejemplo, el conde de Gondomar, embajador de Felipe III en Londres, era propietario de una de las colecciones privadas más importantes de la Alta Edad Moderna. Hurtado de Mendoza o Nicolás de Azara fueron eruditos que contribuyeron a la formación de las bibliotecas reales. No se olvidan de los conventos reales femeninos. La princesa Juana, la reina Margarita de Austria o Leonor de Aquitania coleccionaron libros personales bajo sus nuevos nombres de religión.
El segundo eje de esta muestra tiene que ver con la función de las encuadernaciones. Dependían, por ejemplo, de la ceremonia en la que iba a estar presente el ejemplar, y se veían reforzadas por el uso de marcas de propiedad, escudos y otros símbolos, es decir, lo que hoy llamaríamos logotipos.
Finalmente, las técnicas decorativas en la encuadernación pretendían por un lado marcar lujo o funcionalidad y por otro, crear una unidad óptica. Los procedimientos más habituales se basan en el uso de hierros, pastas marmolizadas, cortes y papeles. Y esto es algo que se ha mantenido a lo largo de los siglos. Verlo todo junto devuelve a estos documentos un valor histórico, artístico y cultural pleno.
Antes de ir a la exposición
En este artículo no vamos a centrarnos en obras concretas, dado que la exposición es tan grande, que incidir sobre una o dos piezas, sería restar importancia al ingente trabajo de estudio, recopilación, incluso restauración, que se ha hecho desde Patrimonio Nacional. Os recomendamos que echéis un ojo a la web, en la que podéis haceros un recorrido por once salas que la albergan y que van del siglo XV a nuestros días, así como descubrir cuáles son las que los expertos consideran las obras más representativas.
http://www.patrimonionacional.es/