Texto de Reyes Muñoz
“Vi las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, hambrientas, histéricas, desnudas”. Este es el primer verso de Howl, el poema que Allen Ginsberg escribía en 1955, y que llegó a la calle en 1957 de la mano de Lawrence Ferlinghetti, fundador de City Ligth Bookstore.
El poema sacudió a una parte de la sociedad, convirtiéndose junto a On the road de Kerouac, en el germen de la Generación Beat. Considerado obsceno, por sus referencias al consumo de drogas y a la homosexualidad, llevó al editor Lawrence Ferlinghetti a los tribunales en San Francisco. La sentencia fue definitiva para la protección posterior de la literatura.
El juicio sirve para vertebrar la película. A través de flashbacks nos adentramos en el proceso creativo del poema, una vibrante animación, un viaje imaginario por la mente de un artista y la lucha y liberación personal que tuvo que vivir para escribirlo.
Alan Ginsberg está interpretado por James Franco. Quizás el actor, nominado a los Oscar por 127 horas sirva para llevar a unos cuantos a ver esta gran película independiente que sin duda no ha sido rodada para llenar salas, pero sí para dejar una huella imborrable en el cine de ficción de los directores Rob Epstein y Jeffrey Friedman, dos leyendas del documental con estanterías repletas de premios.
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