Texto de Amaya Asiain
Son ocho y los aprobó la Asamblea General de la ONU en septiembre de 2000. En realidad se pueden resumir en uno solo y fundamental: que todo el mundo pueda vivir con dignidad. Para ello los países más poderosos, los mejores estrategas, los expertos en ciencias sociales… han elaborado una serie de requisitos indispensables para conseguir que en 2015 estos objetivos sean una realidad.
«Aún tenemos tiempo para alcanzar los objetivos, en todo el mundo y en la mayoría de los países, si no en todos, pero sólo si logramos romper con la rutina. El éxito no se logrará de la noche a la mañana, sino que requerirá trabajar de manera continua durante todo el decenio, desde ahora hasta que termine el plazo. Se necesita tiempo para formar a maestros, enfermeros e ingenieros; lleva tiempo construir carreteras, escuelas y hospitales, así como fomentar empresas grandes y pequeñas que puedan generar los empleos e ingresos necesarios. Por consiguiente, hay que poner manos a la obra desde ahora. También debemos aumentar la asistencia para el desarrollo a nivel mundial en más del doble durante los próximos años, pues sólo así se podrá contribuir al logro de los objetivos.»
La forma en la que la ONU busca acabar con la rutina que mejore la vida en muchos países del mundo es una batalla con ocho frentes, los ocho Objetivos del Milenio: erradicar la pobreza; lograr la enseñanza primaria universal; promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer; reducir la mortalidad infantil; mejorar la salud materna, combatir el VIH; el paludismo y otras enfermedades; garantizar la sostenibilidad del medio ambiente; fomentar una asociación mundial para el desarrollo.
Queda claro que son las mujeres y los niños los que más atención precisan: salud materna, una infancia saludable, educación, autonomía… Y entre tanto cuidado concreto y lucha para conseguir la igualdad aparece como objetivo el «garantizar la sostenibilidad del medio ambiente». ¿Por qué? Porque está demostrado que sin un entorno favorable la supervivencia es más difícil. Y aunque se sobreviva, la dignidad es imposible de conseguir si lo que nos rodea es hostil, está devastado, muerto… en definitiva «feo». Quizá la dignidad es una forma de belleza: la belleza de estar sano, ser libre, tener opciones, ser autónomo.
Según el último informe presentado en 2002 por el Instituto de Recursos Mundiales, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y el Banco Mundial, la degradación ambiental está contribuyendo a empeorar la salud de las personas. En los países en desarrollo unos cuatro millones de niños mueren a causa de infecciones respiratorias agudas relacionadas con la contaminación atmosférica. Otros dos millones y medio mueren al año por enfermedades diarreicas relaciona-das con el entorno en el que viven. No ocurre sólo en los países en desarrollo. En Europa y Norteamérica, siempre según este informe, 100 millones de personas están expuestas a una atmósfera insalubre y el asma crece de forma sorprendente.
Han pasado cinco años desde una declaración de intenciones que hace creer en la bondad del mundo. ¿Se está consiguiendo? ¿Qué dicen los expertos? El secretario general de las Naciones Unidas declara en el Informe 2005 – Objetivos de Desarrollo del Milenio que «en muchos sentidos, este año la tarea será mucho más difícil que en el año 2000. En lugar de fijar metas, esta vez los dirigentes deberán decidir cómo alcanzarlas»
Tres son las metas en las que, en el año 2000, se dividió el séptimo objetivo, el ambiental:
1.- Incorporar los principios de desarrollo sostenible en las políticas y los programas nacionales; invertir la pérdida de recursos del medio ambiente.
2.- Reducir a la mitad el porcentaje de personas que carecen de acceso al agua potable.
3.- Mejorar considerablemente la vida de por lo menos 100 millones de habitantes de tugurios para el año 2020.
Vamos a ver, con los datos del Informe 2005 de la ONU, cómo va el asunto:
Desarrollo sostenible:
La mayoría de los países se han comprometido a apoyar los principios del desarrollo sostenible y a incorporarlos en sus políticas y estrategias nacionales. También han convenido en aplicar los acuerdos internacionales pertinentes. Pero las buenas intenciones no se han traducido en progresos suficientes para invertir la pérdida de los recursos ambientales.
Más del 13% de la Tierra es espacio protegido, pero no siempre esta declaración va acompañada de medidas reales que ayuden al mantenimiento de los ecosistemas. Actualmente se considera que hay unas 10.000 especies amenazadas.
Se está progresando mucho en eficiencia energética y en empleo de energías limpias. Esa rapidez no se produce en la transferencia de tecnología a países en desarrollo, y eso que éstos demandan cada vez más energía. En los países en desarrollo, la falta de combustibles «limpios» afecta directamente a los hogares de las zonas rurales que dependen de la leña, el estiércol, residuos de las cosechas y el carbón para la cocina y la calefacción. La contaminación del aire en lugares cerrados que provocan estos combustibles causa más de 1,6 millones de muertes al año, principalmente entre las mujeres y los niños.
Agua potable:
En los años 90 aumentó sustancialmente el acceso a fuentes de suministro de agua mejoradas. Sin embargo aún hay más de 1.000 millones de personas, la mayoría de las cuales viven en las zonas rurales y en tugurios urbanos, que todavía no se han beneficiado de estas mejoras. En lo que respecta al saneamiento, los progresos han sido mucho más lentos al nivel mundial. Unos 2.600 millones de personas -la mitad de la población de los países en desarrollo- carecen de retretes y de otros servicios mejorados de saneamiento.
Tugurios urbanos:
En el mundo en desarrollo la población urbana está a punto de superar la rural -crece a un ritmo de más de un 3% al año-. Uno de cada tres habitantes de las ciudades, unos mil millones de personas, viven en tugurios. Aunque las condiciones son sanitaria, social y humanamente insostenibles, hay países en los que se han encontrado soluciones viables para resolver estas situación. Decisiones que pueden servir de ejemplo, además, a otras zonas del planeta.
En Senegal y Sudáfrica han logrado mejoras en los ámbitos de la salud y el empleo de los habitantes de los barrios de tugurios. Los encargados de elaborar políticas del Brasil y la India han conseguido mejorar el nivel de vida en las favelas y los barrios de tugurios aumentando la protección contra los desalojos forzosos e ilegales. En Egipto, Sudáfrica y Tailandia, al haber acceso al crédito y seguridad en la tenencia de las viviendas, los habitantes se han sentido alentados a invertir en éstas.
Así está el mundo ahora… ¿Seguirá igual dentro de diez años o se cumplirán los Objetivos del Milenio? El nombre en sí es toda una declaración de intenciones.