GINEBRA Y NEUCHATEL


Texto de Anna Savelli

¿Qué suena en nuestras cabezas al escuchar Ginebra? Además de un buen gin tonic, podríamos pensar en bancos, grandes hoteles, tiendas de joyería y relojería. Todos acumulados alrededor del mayor lago de Europa, el lago Leman, más conocido como lago de Ginebra.

Lujos aparte, esta capital del cantón de su mismo nombre, es una ciudad que ofrece un casco antiguo bien preservado, tranvías y calles peatonales, numerosos parques y hermosos relieves. Alberga una amplia comunidad hispana y la comida española goza de gran fama, en especial las tapas.

Empezamos nuestro paseo por las orillas de su lago, donde el mayor atractivo no es precisamente éste, sino el famoso Jet d’eau, verdadero emblema de Ginebra. Es una fuente que sale del lago y cuyo chorro alcanza los 140 metros, y que además funciona todos los días del año, excepto cuando hace viento fuerte. En un día claro se puede divisar el Mont-Blanc.

Cruzando el puente del Mont-Blanc, podemos echar un vistazo al Jardin Anglais (el Jardín Inglés). Encontramos, para nuestra sorpresa, un inmenso reloj elaborado a base de flores. Supone una reflexión de la preocupación de Ginebra por la relojería, y el Monumento Nacional que conmemora la conexión de esta ciudad con el resto de Suiza en 1815. Como los propios ginebrinos expresan, es realmente una obra maestra de la tecnología y el arte floral. El reloj se ha ido adecuando a las modas y estéticas de cada momento. Como anécdota añadir que el segundero mide 2,5 metros de largo y el más grande el mundo.

Si nos adentramos un poco más vemos el Palacio de las Naciones, hoy en día el segundo centro más importante de la ONU, después del de Nueva York. Su superficie es similar a la del Palacio de Versalles.

Caminando unos pocos pasos más llegamos a la plaza Neuve, el foco de cultura ginebrina. Ésta comprende el Grand Théâtre, el conocido Conservatorio de Música y el Museo Rath -de gran renombre internacional gracias a sus exposiciones temporales-. En el centro de la plaza hay una estatua que representa al General ginebrino Henri Dufour, héroe nacional y primero en elaborar un mapa de Suiza.

Para finalizar el recorrido, lo mejor es que nos acerquemos a uno de sus barrios más singulares: Carouge. Diseñado por arquitectos de Turín conserva cierto aire mediterráneo. Sus bistros y barecitos de día y sus pubs , de noche, invitan al ocio. La tradición manda que tras una jornada de jarana, vayas a una panadería a comprar unos croissants para desayunar en casa.

Es impresionante que una ciudad tan pequeña albergue instituciones cuyas decisiones afectan a la economía mundial. Por hacer un pequeño repaso tenemos las sedes de multitud de organismos internacionales. La Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Organización Mundial del Comercio (OMC), la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), de la Unión Internacional de las Tele-comunicaciones (UIT) y el CERN, que es el mayor centro de investigación nuclear en Europa.

Ginebra es una ciudad con grandes atracciones y eventos culturales, no accesible a todos, pero si está de paso en tus itinerarios es un excelente destino para conocer los secretos de Suiza.

NEUCHATEL

Si Ginebra es la capital mundial del reloj, Neuchatel es el centro de su manufactura. A tan sólo hora y cuarto en tren desde Ginebra llegamos a este cantón, donde no podemos perdernos el paisaje que nos ofrece su lago rodeado de frondosas colinas.

Neuchatel se desarrolla económicamente con el negocio de los relojes y la creación de varias manufacturas textiles. Y en los siglos XVII y XVIII, la sociedad tipográfica de Neuchatel imprimía los libros que eran prohibidos en Francia.

Al pasear por esta región no podemos dejar de probar sus vinos producidos alrededor del lago. Y a ser posible, adentrarnos en sus fábricas de relojes. Este sector, tras superar la crisis de los años 70, genera cerca de 10.000 puestos de trabajos. Resulta curioso que esta zona, que carece de recursos naturales, haya sido creativa en generar actividades industriales de exportación y con la renombrada marca «Swiss made».

Miles de personas realizan a diario un trabajo minucioso de creación y ensamblaje. En una localidad que invita a disfrutar de un buen fondue de queso y un vino de la casa, rodeados del bello paraje suizo.

¿Me invitas una copa?

La ginebra como bebida poco tiene que ver con la ciudad. Tiene su origen en Holanda. La primera receta fue escrita a mediados del siglo XVII y fue llamada «Genievre» (enebro en francés, Juniperus communis, en castellano antiguo jenebro), pues sus bayas constituyen el aromatizante principal.

Una sonrisa con toque nacional

Para quienes no conocen mucho a los ginebrinos, tienen un humor muy particular. El hecho de que se refieran a su escudo como «medio pollo y la llave de la bodega», es una de sus bromas.

Genève, Genf, Ginebra, Genevra o Geneva

La primera vez que aparece el nombre de Ginebra es en los escritos de Julio César; en la Guerra de las Galias. Por supuesto, aparece en latín. En esta lengua se dice Genava (o Genua). Es idéntico al de Génova, en Italia. En ambos casos Genua significa «ángulo», refiriéndose a su posición geográfica.

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