Vietnam


Texto de Miriam Ortega
Fotografía de Lucas Jans

Vietnam: tierra que maravilla a todos sus visitantes gracias a la belleza sublime e insuperable del marco natural en el que se encuentra. Pero no sólo podremos deleitarnos con las vistas que ofrecen el delta del río Rojo, el del Mekong o los innumerables arrozales. Vietnam es sinónimo de una variadísima cocina: desde sorprendentes y exóticos platos como la carne de murciélago o cobra hasta platos más simples de pescado sazonados y acompañados con verduras pero, sobre todo y como no, de arroz.

En cualquier viaje a la zona asiática, uno se debe plantear el número de lugares que quiere recorrer y los días que está dispuesto a perder. Y con Vietnam esto debe ser una máxima ya que la extensión del país hace de la planificación una necesidad primordial.

En cuanto a la época del año, ninguna puede considerarse mejor o peor para viajar a Vietnam. Lo que sí debemos tener en cuenta es la Fiesta de Año Nuevo Tet (celebrada a finales de enero o principios de febrero) ya que desplazarse en estas fechas (tanto desde el extranjero como en el interior) puede resultar muy difícil, casi imposible. Los hoteles se encuentran a rebosar y numerosos servicios cierran durante una semana o incluso más.

Así, de tener un par de semanas, podríamos comenzar por el corazón y alma del país: la ciudad de Ho Chi Min (antes Saigón). Esta, como centro industrial y capital económica, es la mayor urbe. Sus calles están llenas de comercios, puestos de comida callejeros y tenderetes ambulantes. Pero, como suele ocurrir en la mayoría de las capitales asiáticas, la modernidad y ajetreo de la metrópoli se mezclan y conviven en perfecta armonía con las tradiciones más atemporales y la cultura centenaria. Entre los monumentos más relevantes de Ho Chi Min encontramos la pagoda de Giac Lam, la neorrománica catedral de Notre-Dame, el palacio de la Reunificación, el mercado de Cholón y la antigua embajada de Estados Unidos, gran protagonista durante las evacuaciones de 1975.

El centro de Saigón está divido por distritos. Es en el número 1 donde se congregan la mayoría de turistas y jóvenes vietnamitas que pasean en bici, pero sobre todo en moto. Y es todo un espectáculo. El área del teatro municipal se ha convertido en punto de reunión de los jóvenes modernos. Por este motivo, en nuestra visita a esta urbe no estaría de más disfrutar de una bebida en alguna de las terrazas de los hoteles para ver esta especial vista urbana. La oferta de la ciudad la completan numerosos karaokes, varias discotecas y cientos de restaurantes de todos los niveles y tipos de cocina.

Hanoi y Hue

Si bien Ho Chi Min es el alma, Hanoi es la seducción del país. De hecho, muchos la consideran una de las ciudades más seductoras de toda Asia. Y no es de extrañar ya que lagos, parques, tesoros arquitectónicos, construcciones coloniales francesas y modernos rascacielos embelesan a cualquier turista que pise la ciudad. Siendo la cuna de la cultura tradicional vietnamita, Hanoi se jacta de fusionar, de manera única, la antigüedad y la modernidad. Tanto podemos encontrar lugareños rezando en los templos o pagodas, como ejecutivos consumiendo capuchinos en las terrazas de las cafeterías.

Por su parte, Hue –capital del país durante más de cien años– también está considerada como el principal centro cultural, religioso y educativo de la nación. A unos 700 km de Hanoi y a más de 1.000 km de Ho Chi Min, Hue posee numerosos enclaves de importancia religiosa y dinástica como la intrigante Ciudad Púrpura Prohibida prácticamente destruida durante la Guerra de Vietnam.

Esta ciudad también es sinónimo de comida vegetariana ya que, desde hace años los monjes la preparaban en las pagodas. En días de luna llena y nueva, numerosos budistas se alimentan únicamente con dietas vegetarianas. Los puestos en los mercados sirven gastronomía naturista el primer y quinceavo día del mes lunar, y diversos restaurantes la ofrecen siempre.

La fotográfica Halong

Una de las partes más conocidas de Vietnam, o al menos a través de la fotografía, es la bahía de Halong. Esta comprende cerca de tres mil islas que emergen de aguas cristalinas y esmeraldas del golfo de Tonkín. Todas las islas están rodeadas de espléndidas playas y grutas modeladas por el viento y las olas. O, tal y como indica el nombre o las leyendas, la bahía de Halong (donde el dragón descendió al mar) este lugar fue creada por un dragón de un solo coletazo.

Pasear por la bahía es una de las muchas actividades que está a la orden del día. O si no, si el tiempo apremia, lo mejor es realizar un crucero en uno de los típicos barcos que desembarcan en las diferentes playas de la zona. Y para aquellos que necesiten ejercicio, casi todos los cruceros ofrecen, por un precio razonable, alquiler de kayak u otras actividades.

Viajeros incansables

Y si al viajero aún le quedan ganas de explorar y recorrer montañas, Dalat debería ser su destino ya que esta supone un buen punto de partida para excursiones a las llanuras de la zona, que continúan gozando de gran tranquilidad.

De esta urbe también destaca El valle del Amor, a 5 km al norte del centro urbano. Es un lugar curioso donde se puede alquilar una barca a remos para navegar en el lago o un caballo de uno de los vaqueros de Dalat. Y no, no tienen ninguna relación con los cowboy norteamericanos aunque van disfrazados como ellos.

Algo más lejos, pueden visitarse los poblados de algunas tribus de las colinas, como Lat y Chicken, famosa por tener una gran estatua de un pollo. ¿Será esta la causa de que la ciudad esté llena de turistas locales?

Esta es una muestra más de los cambios, diferencias, contrastes que vive Vietnam, un país recuperado a pasos agigantados de la famosa guerra, una desconocida posguerra y una silenciosa opresión del gobierno vietnamita.

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