Xerach: [Canciones bobas]


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Entrevista de Reyes Muñoz
Imagen cortesía de Promosapiens

¡Recuerda, Xerach en la Sala Villanos el 13/04/25!

Xerach es baterista reconocida. Ha trabajado con artistas como con Christina Rosenvinge y bandas como Tremenda Jauría. Ahora lanza su propio proyecto musical, que en el disco, Canciones bobas, fusiona pop, tecno y ritmos de tambora, y en el escenario es un superespectáculo de cuatro músicos, dos bailarinas y un videojockey. El resultado es una colección de canciones que en su esteticismo, te hacen viajar a recuerdos importantes, tapados por la solemnidad de la vida.

Canciones bobas es el nombre del disco. He pensado que es porque vas de un extremo a otro según avanzamos canciones, o porque tienes un punto punk, sobre todo en lo de hacer una canción repitiendo muy pocas palabras… No sé, ¿me lo cuentas tú?

Lo de Canciones bobas es porque me gustaba el concepto, para liberarme de la solemnidad que tiene cada acto artístico, ¿no? Es como, «guau, vas a hacer un disco». Entonces, ese concepto de la bobería, me ayudaba mucho a ser sincera. El disco tiene canciones que son básicamente una autoficción… que más que la bobería, ¿no?

Le quitas peso para no ahogarte…

Sí, es como para llegar más allá, porque es un disco muy sincero. Al final hacemos muchas cosas bobas durante el día, las cosas bobas nos hacen a nosotras, ¿no? Me gustaba la idea de «boba» como puente para la sinceridad.

Es una de mis palabras favoritas. En su sencillez es solemne. ¿Hablamos de «Lo que te voy a mentir»? Me flipa la estética del videoclip. Me ha llevado a un universo muy Aronofsky.

Soy bastante más melómana y de teatro que cinéfila, perdón. Al final, «Lo que te voy a mentir» es un tema que sale de una ruptura, y una ruptura no es otra cosa que una muerte, que un funeral. Dice algo así como: «Mira, ya sé lo que me vas a decir». Y bla bla bla bla y yo respondo, «Mira, ya sé lo que te voy a mentir, porque en verdad lo acepto pero no quiero». Y qué buen símil para esa sensación, ¿no? De que te rompan el corazón y tú no lo quieras aceptar, pero no tienes otra, y al final, se trata de un funeral. Normalmente, cuando tenemos una pérdida, pues no queremos tener esa pérdida. Y de repente salió la oportunidad de grabar en una antigua fábrica de ataúdes, que ¡qué surrealista!

Es total. Que no me puedo imaginar cómo llegáis ahí…

Pues nos lo contaron y fue como «¡venga, lo hacemos!». Sí, aparte yo voy vestida de blanco, que es como voy en los bolos, ¿sabes? Yo pensaba: «Mi madre, qué hacemos en esta fábrica». Al final nos fuimos con todos los bailarines para allá, porque mi proyecto está muy ligado a la danza. Fuimos quince personas para allá, a grabar el vídeo y fue superguay. Estuvimos tres días ahí entre ataúdes, pero como en el cielo.

Es vuestra propuesta estética, ¿no? Es decir, vas de blanco, sonríes y es triste… cosas así. ¿Váis a hacerlo todo tan cuidado? ¿O cada cosa tendrá su grado? No sé si me explico.

Al final es que yo me dedico a tocar la batería, ¿no? Soy batería de otras bandas y este proyecto no lo hago de una manera económicamente sostenible, la verdad. Es un proyecto para alimentar el alma. Hago pequeñas cositas, pero a cada cosa intento ponerle todo el cariño y todo el cuidado. Y «Lo que te voy a mentir» está supercurrado, pero el videoclip anterior, que es «Me da el bajón» también está supercurrado. Es superirónico.

Yo salgo con un traje de alta costura en una bicicleta estática sudando a tope. Siempre intento buscar el significado de la letra en un plano escénico, ¿no? Dice, «Me da el bajón, me da el bajón, tranquilita caminando por la calle». No, no vas tranquilita caminando por la calle, si te da el bajón, ¿no? Ahí está el juego. Por lo tanto, la propuesta estética también era: «pues mira, me visto de gala, para hacer deporte». Es igual que en «Lo que te voy a mentir», ¿no? Que al final es una despedida amorosa, pero hay una serie de personajes, que son los bailarines, que vienen a significar el miedo. Te van diciendo: «esta relación no va bien», pero tú no los escuchas, ¿no? Y luego, cuando ya te das cuenta de que no funcionaba, a veces hasta agradecemos esas sensaciones. De Canciones bobas, al final, siempre digo que es un disco donde lo bobo y lo profundo del alma se entrelazan, porque son canciones que pueden parecer bobas, pero a la vez tienen un trasfondo cuidado.

Los conciertos no son conciertos. Antes me decías que dabas mucha importancia a la danza, vas con un videojokey, músicos… estás haciendo un montaje para un estadio.

Eso es una verdad y es una de las cosas más bonitas del proyecto y a la vez, es su handicap, ¿no? Porque es así, pero bueno… Yo creo que la propuesta escénica es bastante importante en mi música y cuando vas a ver un concierto de canciones, no vas a ver solo un concierto, vas a ver un dispositivo escénico, ¿no? En los míos hay visuales, salgo yo metiendo un monólogo, yo que sé… trabajo mucho con danza, teatro y al final intento montar los conciertos desde ese punto de vista. Es un disco tan emocional que yo, lo que siento es: «vale, en este bloque de canciones quiero que el público sienta esto y entonces lo voy a enfatizar». «En este bloque de canciones quiero que sienta lo otro, entonces aquí hay cuerpo de baile». Con el cuerpo de baile también hay un subtexto porque tú puedes decir una frase pero en nuestro lenguaje, por debajo también hay varios significados. Intento siempre jugar con eso.

¿Eres independiente porque sí o porque no te queda más remedio?

No sé. (Piensa unos segundos) De momento, este proyecto está en la fase de del corazón, suena supercursi, pero es que yo lo soy. Y el hecho de meterlo en la industria, para mí ahora, no es ni una prioridad, ni una ambición. Yo quiero hacer conciertos y el motivo principal es porque justo toco con mis músicos favoritos. Como es un proyecto que sale del corazón, elegí a mis músicos favoritos y no es mentira. Magali Datzira es mi bajista y es la primera persona que me sale en los artistas de Spotify, Javi Rubio, Irene Novoa y luego la bailarina María Pisar, que con ella trabajó también en los vídeos, y Rocío Barriga… Es como, tengo esa necesidad de la vivencia y la experiencia. Ojalá hubiese algún organismo mayor que yo, que es bastante fácil porque mido 1.59, que me apoyara, ¿no? Pero eso de momento no está. Entonces, vamos a quedarnos con los que tenemos, que en verdad es mucho, ¿sabes?

Que son las ganas de hacer cosas. Hay algo que cuando trabajo en el apartado ExGAUDIA me viene a la mente. En la asociación trabajamos apoyando a artistas de la industria cultural independiente. Y me parece alucinante que vivimos en un país en el que Zahara, por ejemplo, tuvo que crear su propio proyecto para hacer lo que quería. 

Claro, trabajar con una major me queda como en el lejano oeste. Está tan lejos de mí que no estoy centrada ahí ahora, ¿no? Ahora estoy centrada en el 13 de abril, que hago un concierto de presentación en Cadavra. Y esa es ahora mi meta. Es como, venga, vamos a echar leña al fuego, ¿no? Y al final, bueno, pues como te comenté antes, me gano la vida siendo batería de artistas, que están más con el pie en la industria, y el proyecto Xerach está más en el campo de llenarse el alma de risas, que es muy importante para nuestro día a día.

¿Y cómo vives tú, tu momento? Es que como baterista has visto lo bestia. Por ejemplo, con Cristina Rosenvinge es lo más a todos los niveles, tanto el independiente como en la industria mainstream. En ella converge todo, ¿no? Y ahora estás ahí, luchándote este proyecto, con una mentalidad muy ambiciosa, de hacer un show alucinante, videoclips alucinantes… 

Hay una parte muy buena y una parte no tan buena. La buena es que yo no tengo la necesidad, de momento, de que esto económicamente sea sostenible. Me libro de todos esos fantasmas, ¿no? El otro día alguien me dijo, «Es que tu música no es fácil de poner en la radio». Y a mí Reyes, pues no me dolió. No me dolió porque me encantaría que sonara la radio, pero ese no es el fin.

¿Y quién te lo dijo eso? 

No te lo voy a decir porque me estás grabando. (Risas)

Pues yo veo que el proyecto es súper original, rompedor y distinto y eso en ExPERPENTO es clave. Entiendo que lo mismo pasará en radios, en festivales, etcétera.

Bueno, que yo que sé, es que ¡ha salido en la radio y eso!, pero ese no es el fondo de mi proyecto. El fondo es un disco que yo he hecho por una necesidad de sobrevivirme. Siempre digo que estas canciones llegaron, no es que yo las quisiera hacer. Yo viví una serie de sucesos tan intensos, que lo único que podía hacer era llegar a casa y componer. Estas canciones, que al final salieron en dos horas, o sea, la ranchera la mandé a mezclar,, este que toqué, la mandé a mezclar después de dos horas.

Y ya se puede escuchar completo.

Sí, claro, el disco está en todas las plataformas. Si lo quieren escuchar todos los lectores y lectoras de ExPERPENTO, yo contentísima. Está en las plataformas como Canciones bobas. Y luego aparte, tenemos el directo con cuatro multi-instrumentistas, dos bailarinas performance y un DJ que hace vídeos en directo. Esa son las dos formas del disco: la más personal, autoproducida, que es una autoficción, que habla de cosas que yo he vivido, no me he inventado nada; y luego está lo maravilloso que es rodearte de gente que admiras y quieres. El directo es darle otra forma a aquello que tú creas en tu casa para compartirlo. Y luego, lo más guay es lo que pasará el 13 de abril, cuando el público lo escuche y lo vea. Eso ya será, buah… El tridente se cierra aquí, ¿no?

¿¿Me decías que lo has hecho en dos horas??

No, no, no… Quería decirte que las canciones me salieron en dos horas, eso nunca me había pasado. Normalmente, cuando quieres hacer una canción, pues te planteas la idea, la dejas reposar, luego vuelves a ella, haces la letra… Pero yo no pretendía hacer estas canciones, me salieron, ¿sabes? Al final fue un proceso bastante rápido. Lo de llevarlo al directo ha sido el proceso complicado, ahí lo he pensado, lo he madurado… Ese es el proceso de sacarle el esplendor.

Ah, vale, vale… Es que hay mundos, de una canción a otra, tanto estilísticamente como en cuanto a carga argumental, aunque sean pensamientos bucle, ¿sabes? Estás haciendo mundos, son como los capítulos de un libro o algo así, ¿no?

Sí, es que fueron los capítulos de la vivencia aquella que yo tuve. En unos momentos estás así, más motivada y en otros momentos te regodeas en la tristeza. En otros momentos estás tan contenta y compones un tema que llama a celebrar los triunfos. Esa es una frase que dice mucho mi padre: «cuando tienes una alegría hay que celebrarla». Nos quedamos mucho en la queja, que también está guay porque hay que quejarse para denunciar cosas, pero también hay que celebrar las alegrías.

Y claro, hay un compendio de emociones, hay un abanico de emociones que que yo sentí. Y hay bobería en todos los sitios y ese es el concepto, ¿sabes? Por eso Canciones bobas, es como que la música es lo de menos, pero también es lo de más. Son canciones que se han hecho por una emoción, que al final es lo que le da el peso, pero como tú te dedicas a la música y la amas tanto, al final la revistes de algo que te importa, ¿no? Como tú aquí, que se nota que has puesto mucho cariño a este espacio, ahora pongo las cortinas aquí, ahora pongo una lámpara allá… En verdad, parece que es lo de menos, pero en la manualidad esa hay un proceso, que le da validez. Creo que es eso, que hay que ser más boba.

No sé si preguntarte en torno al rol de una baterista que canta y en torno al rol de una baterista mujer. 

Claro, no es que sea muy habitual ni lo uno ni lo otro. Lo primero, porque tu técnico de sonido se pone nervioso. No les gusta mucho que el batería sea el cantante principal porque da tremendos problemas.

La segunda… está claro que vivimos en una sociedad machista, aunque vamos a cada vez luchando por mejorar todas estas cosas y hay un montón de gente trabajando para ello, que trabaja en esto desde hace muchas décadas, ¿no? Que parece que es ahora cuando vemos cosas, pero es que hay un colectivo muy, muy grande de gente que ha hecho muchas cosas y se ha partido el lomo para lo que tenemos nosotras hoy en día, ¿no? Y en la música también.

Es verdad que yo empecé a tocar la batería a los 4 años y no recuerdo a nadie y ahora tengo bastantes compañeras. Con Tremenda Jauría he trabajado y ahí está Saray Sáez, que es su batería y cuando no puede me pega el toque. Hay un pequeño círculo de músicas. Nos vamos pasando trabajillos y la verdad es que, bueno, hace falta mucho trabajo diario y mucha dedicación, pero yo al menos, como Xerach veo la luz en el túnel. Eso no quiere decir que no haya amenazas alrededor, que las hay: políticamente las hay, pero confío en siempre los independientes sigamos luchando colectivamente para mejorar.

¿Cómo te ves en cinco años? El psicólogo me hizo esta pregunta y me dejó frita… Lo siento, Xerach.

Ya, La verdad es que, Reyes, yo tengo una inconsciencia bendita que no me permite ver lejos. Entonces, está guay porque vivo más tranquila. También me muevo muchísimo por mi trabajo, que básicamente es tocar. Mi mente ha aprendido a decir: «Vale, Xerach, ahora estás aquí, en Madrid, en las Rozas, mañana estaremos en Málaga con Alex… No me veo mucho, pero sí que hay una constante en toda mi carrera, y es que me gustan los procesos creativos, ¿no? Los procesos creativos mimosos. Entonces, seguro que no sé dónde, pero estaré haciendo algo con gente que admire y que quiera.

¿Vives de la música? 

Cien por cien. Sobrevivo de la música.

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