XI’AN, Capital imperial y partida de la ruta de la seda


Texto y Fotografías: Patricia CALVO

Más allá de los ya famosos Guerreros de Terracota, esta legendaria ciudad nos ofrece rincones inimaginables de la tradicional China a la vez que nos muestra el capitalismo más exacerbado. Una curiosa y atractiva mezcla que hace de esta histórica urbe un lugar de paso obligado entre los que deciden adentrarse en el país asiático.

Llamada antiguamente Chang’an (Paz Eterna), Xi’an es la capital y el centro político, económico y cultural de la provincia de Shaanxi. Punto de partida de la milenaria Ruta de la Seda, fue capital de China durante mil años (12 dinastías), lo que la convierten en una de las ciudades más importantes en la Historia de la Humanidad.

Xi’an encierra muchas peculiaridades que la hacen merecedora de nuestra visita. Aunque es conocida por el yacimiento de los Guerreros de Terracota, tiene mucho más que ofrecer. Es la única ciudad China de estas características que conserva su muralla original, ya que muchas la derribaron para su expansión. La muralla de Xi’an fue construida entre 1374 y 1378, durante la mítica dinastía Ming y tiene un perímetro de 14 km transitables con sus correspondientes torres de vigilancia.

La Torre de la Campana y la Torre del Tambor constituyen dos puntos esenciales dentro de las murallas. La primera es el centro geográfico de la ciudad y de ella salen las cuatro calles principales. El sonido de su campana daba comienzo a la actividad de la ciudad y abría las puertas de su muralla. La Torre del Tambor fue construida en 1380, tenía la función de marcar las horas del día y también se utilizaba para avisar a la población en caso de emergencia. Ambas están edificadas en estilo tradicional chino.

Continuamos nuestra visita hacia la Pagoda de la Oca Salvaje, situada dentro del complejo del Templo Budista de la Gracia, construido en el año 652 durante la dinastía Tang. La pagoda tiene 7 pisos o niveles y un total de 64 metros de altura. Es uno de los lugares más relevantes del budismo en China y desde arriba se puede contemplar una de las mejores vistas de la ciudad.

Pero para adentrarnos en la China profunda y conocer la influencia musulmana que Xi’an tiene merece la pena perdernos por las callejuelas del Barrio Musulmán, visita obligada para quien quiera conocer la China más colorista. En sus estrechos callejones huele a especias y a orín, los niños juegan en el suelo y la gente se agolpa en los numerosos puestos de comida donde se pueden encontrar los alimentos más insólitos. En el centro del barrio se encuentra el bazar, repleto de tiendas. Adentrarse aquí es como transportarse a un zoco marroquí o tunecino. Es el lugar ideal para comprar caligrafía china, acuarelas, objetos de jade, porcelanas, además de las típicas imitaciones de marcas en ropa, bolsos, relojes, etc. y aunque no son de muy buena calidad.

Paseando por las calles del zoco nos topamos con la Gran Mezquita, fundada en el año 742 y edificada durante la dinastía Ming. En su interior conserva numerosos jardines y pagodas de estilo chino. Constituye, sin duda, un oasis de tranquilidad en medio del alboroto del bazar.

Los guerreros de Terracota

No podíamos terminar este reportaje sin hacer mención de los guerreros que le han dado fama internacional a la ciudad de Xi’an, que podríamos calificar de cosmopolita y sobre todo muy dinámica.

El yacimiento está situado a 28 km de la urbe. Su hallazgo en 1974 a manos de unos campesinos que cavaban un pozo, lo convirtió en el descubrimiento arqueológico más relevante del siglo XX.

Fue Qin Shi Huangdi, primer emperador de China quien ordenó la construcción de este gigantesco monumento a la muerte, pues estaba obsesionado con la inmortalidad.

Actualmente se han descubierto tres fosas donde se han desenterrado más de 8.000 figuras con caras, expresiones y tocados completamente diferentes, además de caballos y carros de combate alineados en perfecto orden de batalla. Originalmente esta-ban policromados pero ya quedan pocos restos de pintura en las figuras.

Las vestimentas y el peinado de cada una de las figuras testimoniaban cierto grado en el ejército y algunos arqueólogos apuntan a que eran retratos de soldados reales.

Junto a las fosas, se ha edificado un museo donde podemos contemplar piezas de un valor incalculable como carros de bronce, joyas y tesoros que contenía la tumba del emperador.

Lo cierto es que impresiona verlos ahí, como resucitados de entre la arena, hieráticos, impasibles, miles de guerreros que parecen esperar la orden del emperador para marchar hacia la batalla…

Anterior Los Pedales
Siguiente La Invasión de las Marionetas