México Distrito Federal


Texto de Óscar Piñero
Fotos (CC) de BurnOsoleil (www.flickr.com/people/brunonicostrate)

Hace mucho, mucho tiempo, esta tierra estaba formada por los grandes lagos, donde los mexicas encontraron un águila sobre un nopal con una serpiente en su pico. Fue una señal: allí debían asentarse y construir su ciudad.

Hoy en día, esos lagos están cubiertos por un manto de casas infinito, que se extiende a ambos lados del avión cuando desciendes al Distrito Federal. Un manto de casas, calles, gente, luces, coches, que está ahí puesto para que lo explores. El pulso de la ciudad late tan pausado y a la vez tan intenso, que no puedes más que vivir al máximo cada momento que te regala, porque aquí el futuro no está escrito.

La ciudad
Como buen turista ya te informarás y visitarás el Centro Histórico, la Alameda, Paseo de la Reforma, Polanco, Bosque de Chapultepec y el mercado de las flores en San Ángel. Aparte de lo anterior, La Condesa, La Roma y Coyoacán son las tres colonias que deberías disfrutar no como viajero, sino como curioso. Y no solo una vez, sino vivirlas en las diferentes horas del día.

Coyoacán es punto obligado. Los domingos se atasca de gente, así que ve cualquier otro día de la semana para que compres un café para llevar en Cocoa Café, pasees por sus calles, vayas al museo de Frida Kalho, y acabes en una terracita tomando una chela (cerveza). Puedes esperar a que caiga la noche: hay varios locales para tomar una copa en plan tranquilo con mucha ondita, con dj en directo, y un ambiente muy universitario.

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La Roma hace honor a su etiqueta de «zona hipster». Perfecta para perderte durante el día, hay muchos lugares de exposiciones de pintura, fotografía, tiendas vintage, pequeños cafés con aires franceses. Si te gusta una buena conversación con una copa de vino en mano, La Roma es tu lugar y Álvaro Obregón, la Plaza de Luis Cabrera, o la del David son tus hábitats perfectos, ya sea de día o de noche.

La Condesa es la zona donde vamos a parar los inmigrantes, y sobre todo los artistas. Allí vivimos, allí trabajamos y allí nos divertimos. El resultado de la amalgama es una colonia multicultural e hiperactiva, con muchas opciones para desayunar, comer, cenar, tomar algo tranquilo por las noches o salir a bailar. Un paseo por sus calles o por el Parque México te trasladará a una miniciudad que crece y se desarrolla independiente, en pleno corazón del DF.

Qué hacer en México D.F.
La oferta cultural que ofrece la Ciudad de México es inmensa. Puedes estar al tanto de todo lo que se cuece en la revista Marvin o en Chilango. Se podría decir que la ciudad hierve por debajo como si fuera el Madrid de los noventa.

La cartelera de teatro da para todos los gustos. Es imposible abarcarlo todo: los grandes musicales que ofrece Ocesa, el teatro en espacios no convencionales, la escena comercial, la de autor, la ópera, el flamenco, la danza, las propuestas alternativas, las reivindicativas, el microteatro… En cuanto a la calidad, hay de todo, pero tres espacios –bajo mi punto de vista– destacan sobre los demás. Aparte de los teatros súper famosos donde estarán los éxitos de la temporada, les recomiendo que visiten el Teatro Helénico y el Foro Shakespeare. Es raro que una producción programada en estos lugares no sea de calidad. En el Centro Cultural El Bosque y en los Teatros de la Unam (la Universidad), los jueves las entradas están baratas y tienen muy buenos montajes.

En cuanto a conciertos, el Caradura es un antro en La Condesa, con pinta de bar clandestino, a cuyo escenario se suben las nuevas bandas de la que se podría llamar la movida mexicana, y por donde normalmente pasan los grupos extranjeros en su primera visita al D.F.
La lista de museos a visitar es muy larga. Es un deber ir al Museo de Antropología, al Castillo de Chapultepec, y al Museo Sumaya. La exposición de este último es francamente sensacional.

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Moverse por México D.F.
La primera opción son las ecobicis: sacas tu tarjeta, que es muy barata, y dispones de cicloestaciones donde tomar tu bici y moverte por diferentes colonias. Los domingos cierran al tráfico el Paseo de la Reforma para uso exclusivo de ciclistas y viandantes. Si meterte en el D.F. con la bici te da respeto, el metro y el metrobús son seguros y baratos. Si vas a tomar un taxi, por seguridad, hazlo siempre en las paradas homologadas. Pero ten en cuenta que es una ciudad muy grande y el tráfico puede sorprenderte.

Comida
Los mexicanos le echan picante a todo pero tú puedes pedir cualquier plato sin él. En el D.F. las salsas y chiles se sirven aparte en casi todos los lugares. Ahora bien, no te puedes perder las famosas tortas de chilaquiles que una señora prepara en un puesto de la esquina de Alfonso Reyes con Tamaulipas en La Condesa, de lunes a viernes hasta la una del mediodía. Puedes encontrarte una enorme cola de oficinistas que van a por el almuerzo de toda la plantilla, pero merece la pena. Son los mejores chilaquiles que vas a probar.

Verás que en todas las taquerías el plato estrella son los tacos al pastor. No te vayas del D.F. sin probar los del Charco de las ranas: espectacularmente deliciosos, sin grasa, sin mezcla de sabores y abundantes. Te dejarán una sonrisa en la cara.

Escapadas
En la ciudad mágica de Tepoztlan se siente algo muy especial. La costumbre es subir el monte Tepozteco para cargarse de energía. Suena a tontería, pero arriba la sensación es indescriptible. Dicen que desde allí se avistan OVNIS. Para rematar el día puedes hacer un temascal (un baño prehispánico) y así acabar de purificarte.
Puebla. La construcción de sus calles y edificios denota que fue fundada por los españoles. Su estilo colonial a ratos recuerda Lisboa. No te vayas sin probar una degustación de moles poblanos. Junto a Puebla está Cholula que es un pueblo ¡con 365 iglesias!
Acapulco está apenas a 4 horas en coche desde el Distrito Federal. Hay vuelos muy baratos. Si vas a Acapulco con alguien que lo conozca descubrirás otra cara de la ciudad que no te dejará de sorprender.
En Oaxaca, alquilar una cabaña a pie de playa en San Agustinillo o Mazunte es todo un lujo, pero un lujo muy barato. Sol, mar, hamacas, mezcal, tranquilidad, atardeceres de ensueño… puedes incluso nadar con ballenas, delfines y tortugas. Y si te gusta el nudismo en Zipolite puedes practicarlo sin problema alguno. Aquí el invierno es un verano perfecto, y este es el rincón donde acaba el mundo.

Casa Toño cuenta con una buena carta de platos típicos mexicanos. Sus sucursales están abiertas las 24 horas, y vayas a la hora que vayas hay gente. No es caro, el servicio es muy rápido y cualquier cosa que se te antoje te va a gustar. Mi recomendación aquí es el pozole, un consomé que levanta muertos. Otra delicia son los tacos de cochinita que si tienes oportunidad, deberías probar en la casa de la madre de algún amigo mexicano, pero los de Casa Toño están también muy ricos.

Si eres más de pescado con sabor mexicano, La Fichería es un lugar muy cuco, con una amplia carta de tacos de pescados y mariscos que están exquisitos. Está muy cerca del Ángel de la Independencia por el Paseo de la Reforma, que es visita obligada de turistas.

Peligro
Antes de venir yo decía: «He decidido que me voy a México». Y me respondían: «Estás loco, ten mucho cuidado con la droga», «Allí matan gratis», «¿Y si te secuestran?». No puedo eludir el tema de la seguridad. Las zonas peligrosas están muy localizadas, y si te aventuras en ellas es por voluntad propia. La seguridad no es como la europea, pero tampoco es un campo de batalla donde te raptan, te violan o te matan en cualquier esquina. En el D.F. vives con las mismas precauciones que en cualquier gran urbe. La auténtica lacra aquí es la corrupción.

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Tradiciones
Algo a destacar es la mezcla de la cultura católica con tradiciones indígenas. Para evangelizar a los pueblos que habitaban estas tierras, los españoles tuvieron que imponer la religión católica usando ritos, historias e imágenes que eran propias de los aztecas, y de esta manera «engañarles» e introducir la doctrina católica. Como resultado podemos ver tradiciones en el día de los muertos, navidades o Semana Santa que mezclan ambas culturas. De Semana Santa es muy característico el Cristo de Iztapalapa. Cerca del DF recrean un viacrucis humano donde el protagonista es un voluntario que interpreta a Cristo y que será crucificado de verdad. También es muy impresionante entrar en las iglesias y ver las imágenes con sacos puestos en las cabezas hasta que llega el día de la resurrección.

El problema no es que te roben el iPhone en la calle, –puede pasar, y lo mejor es que lo des y te olvides–, el drama es que este es el país de las mordidas. Yo solo he tenido miedo una vez. En uno de los mejores barrios de la ciudad me vi rodeado por una patrulla de policía apuntándome con sus armas. Yo llevaba una lata. Ellos pensaron que era cerveza y quisieron sacar tajada. En realidad era un jugo de verduras multivitamínico. Desde entonces, cada vez que me cruzo con una patrulla de policía me preparo psicológicamente para cualquier cosa… Paradójico ¿verdad?

Lee este reportaje en ExPERPENTO en papel de abril-mayo 2014:

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