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Texto de BiPaul
Más información: https://www.filmaffinity.com/es/film148783.html
Sucumbo a la tentación de utilizar el título de otra de las películas que he comentado en esta revista para expresar lo que me transmite la filmografía de la directora: Jessica Hausner tiene miedo. Lo dejó plasmado en Little Joe, una película en la que se reflexiona (ferozmente) en torno a la venta de la felicidad como un producto. Repite idea en su último film, Club Zero.
A veces me parece que el universo tiene un orden inquietante. Tras leer la entrevista de portada con Miren Iza y escuchar su último disco, Amadora, me quedé prendado con «¿Amor o transferencia?», una canción que trata el enganche emocional de una paciente con su psiquiatra. «¿Por qué pasan estas cosas?», me preguntaba. La respuesta es sencilla: en momentos de crisis endiosamos a la persona que nos escucha y hace como que nos comprende. Y de esto va Club Zero. Cuando con unos adolescentes —pijos, en este caso— cuyos progenitores están apagados o fuera de cobertura, conecta una señora y les dice que se tiren por un puente, van y se tiran. Si no hubiera escuchado esa canción, seguramente no hubiera captado esta idea y estaría hablando de alimentación consciente y cosas por el estilo.
El argumento de Club Zero:
«En nuestro caso, la profesora Novak manipula a los alumnos y les aleja de sus padres. —dice Jessica Hausner en sus Notas— Cuando estos perciben el peligro y deciden salvar a sus hijos, ya es demasiado tarde. Club Zero aborda este temor y plantea la pregunta: «¿Cómo pueden los padres velar por sus hijos cuando simplemente no tienen tiempo para ellos?»
Miss Novak llega a un internado para impartir unas clases de nutrición a un grupo de estudiantes. Poco a poco consigue que cinco de ellos se enganchen a ella y en ese punto, los convence de que la tan ansiada felicidad se encuentra en comer lo mínimo. Ella se lo cree. Obviamente, esta situación les lleva a la senda de la bulimia y la anorexia y a hacer cosas terribles y asquerosas.
«En Club Zero, la profesora Novak se aprovecha de los miedos de los alumnos y los mezcla con su ideología. Ella cree sinceramente que los está salvando y es lo que la hace tan convincente y tan peligrosa: sus creencias coinciden con el deseo de los jóvenes de cambiar el mundo y lo aprovecha para acentuar la propensión de algunos de ellos a desarrollar trastornos alimentarios».
