Texto de Fernando Torres Valenti
Genial disco surgido de la pájara mental de estos particulares personajes de los que poco se sabe, más allá del casete que anda rondando por ahí y al que todavía no he conseguido echar el guante.
La única otra información disponible es que son un dúo lanzado desde el huracán musical que ahora mismo es Austin, Texas. Lo cual es casi tan bueno como lo fue estampar Seattle a un álbum allá por los noventa. Una nota característica compartida por la mayoría de grupos naturales de esas latitudes, es que tocan lo que les da la gana. Y eso es una estupenda descripción para Beth Israel. Lo mismo, pero con desdén psicodélico.
Esta libertad también influye en la variedad de propuestas que abarcan los discos. En este caso pasamos de temas con pulso, muy potentes, a otros a los que se les podría declarar clínicamente muertos. Los efectos y recursos sonoros también varían. Encontramos todo tipo de texturas, syntes, y guitarras pesadas. En resumen, es un cocktail denso, multicolor y desgarbado, de batir todo lo anterior, remover bien y aderezarlo con varias cucharadas de originalidad.
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