Texto de Sandra Sánchez
Fotografías de The Russian Negresco (autobus) y Marco Antonio Fdez (bicicletas) (CC) PhotoXPress
Desde que se crearan en 1983, se calcula que más de tres millones de estudiantes han participado en el programa Erasmus. En el proyecto participan treinta y dos países, pero España es el destino preferido por los extranjeros y los españoles son los que más solicitan estas becas, pese a la escueta ayuda económica –unos 250 euros al mes de media–. Francia y Reino Unido son los destinos más deseados por nuestros compatriotas.
Posiblemente sea uno de los proyectos europeos más exitosos. La demanda no ha hecho más que crecer y esto se debe a que los que vuelven cuentan maravillas. Para muchos se convierte en el año de su vida, y no son pocos los que después de esta experiencia, dan un vuelco a sus intereses existenciales: la rutina deja de ser apetecible. Las becas Erasmus lo aúnan todo: libertad, sorpresa, fiesta y aprendizaje. Y curiosamente, quien vuelve da menos importancia al hecho de haber aprendido o perfeccionado una lengua y más a haberse fundido con una o varias culturas.
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La red de contactos «Lo que recomiendo es que cuando sepas que te dan la beca te pongas en contacto con los Erasmus que estén allí. Van a estar dispuestos a ayudarte y saben qué te hace falta y qué no». Este consejo de Patricia vale oro. Agnès Bagarre, del Institut français de España en Madrid nos habla de una iniciativa de la entidad destinada a fomentar el contacto entre personas que quieren practicar francés en red: «estamos poniendo en marcha una página en Facebook para los alumnos de francés y para toda persona interesada en practicar el idioma. No es un perfil de intercambio de experiecias, pero los alumnos Erasmus también tendrán acceso y podrán encontrarse en ella. Ahora estamos planificando el lanzamiento y En Français estará en breve accesible desde la home del Institut». Puedes acceder al perfil mediante el siguiente link: www.facebook.com/ifmenfrancais. |
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Se suele decir que los amigos son la familia que uno elige. Esta frase cobra su sentido máximo en el momento en el que uno se va lejos de su casa, a un lugar en el cual es muy probable que no dominemos el idioma. Y precisamente ese es el principal atractivo para embarcarse en esta aventura: «Han pasado cuatro años, pero a día de hoy tengo un grupo de amigos compuesto por tres polacos, un suizo y otro español. Intentamos vernos mínimo una vez al año, aunque suelen ser más. Dos de las últimas Nocheviejas han sido con ellos. Las nuevas tecnologías favorecen mantener la amistad, eso sí, también tienes que poner de tu parte». Esto es lo que nos cuenta Patricia Gómez, que logró una plaza en París, uno de los destinos más solicitados en España.
Los chascos
«Vivía con una chica alemana y una americana y con esta lloraba la primera semana porque no la entendía», nos dice Verónica Algaba recordando su estancia en Holanda, «la complicación más grande fueron las dos primeras semanas de adaptación. Yo iba pensando que sabía inglés, pero no es lo mismo el inglés de clase que el desenvolverse en una conversación. Quitando eso, el shock cultural no fue muy grande ya que, contra todo lo que yo pensaba, los holandeses no son nada fríos».
Las dos primeras semanas son las que más estrés conllevan. Hay que buscar casa o residencia, adaptarse al centro y a las clases, conocer a un montón de gente nueva, descubrir las costumbres locales… «El francés es mi tercer idioma –comenta Patricia– por lo que llevaba sin estudiarlo desde el colegio y lo tenía muy abandonado, no me veía capaz de afrontar un curso académico por lo que estuve dos años antes yendo a clases de francés y en el verano haciendo un curso intensivo».
Las alegrías
La experiencia es inolvidable, tal y como nos dice Vero: «No sé por qué motivo fui. Había tenido una beca en Italia el año anterior y creo que eso despertó mi amor por la diversidad cultural. Una vez que empiezas no puedes parar. Ahora echando la vista atrás sí sé que la moraleja final es que es algo que todos los estudiantes deberían hacer. De ese año conservo amigos de todas partes del mundo, fue el año de carrera en el que más aprendí y también fue el año de más fiesta de mi vida. Que tres o cuatro años después todos sigamos ‘anclados’ en ese periodo es la prueba de todo lo que nos dio».
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Más información sobre los cursos específicos para Erasmus aquí: http://www.institutfrancais.es/madrid/
Lee el reportaje en la edición «impresa» de ExPERPENTO: