ELEGY


Texto de Eduardo Durán

En este país tan cainita y con tantas ganas de que cualquiera con una pizca de éxito se hostie para lapidarlo aún más, reconforta una figura como la de Isabel Coixet. Una directora en un medio en el que esta palabra no suele acabar en a, con un mundo particularísimo y una carrera que, al margen de gustos, no puede tacharse de incoherente.

Vistas desde fuera, sus películas son una concatenación de fichas, de filias y fobias que se repiten, en la que la última que cae es Elegy, la adaptación de El animal moribundo, de Philip Roth, a la que los productores no le dejaron mantener el título original tal y como ella se ha encargado de dejar claro en diversas entrevistas.

Isabel Coixet da la impresión de ser terca en su sentido más positivo, entendiendo la terquedad como el empeño de saltar cada una de las vallas de una carrera de fondo como es la de director(a) de cine, y no amedrentarse cuando se tira una abajo. La mejor muestra de ello fue su primera película, Demasiado viejo para morir joven, por la que la nominaron al Goya a la Dirección Novel en el año 90 y por la que muchos le dijeron que mejor se dedicara a otra cosa. Y aunque no lo ganó, su constancia la coloca actualmente en una posición envidiable en el panorama cinematográfico y poco se recuerda el nombre de quien le quitó la estatuilla.
Así resulta ser Elegy, un producto que de primeras cumplía todas las papeletas para desembocar en un topicazo made in USA pero que, sin embargo, destila su aroma. Porque si la novela de Roth es profundamente masculina, aquí, pese a que el protagonista continúa siendo el mismo, la mirada femenina asoma por los rincones. El sexo furibundo se sustituye por los tensos segundos en los que ninguno se atreve aún a bajar la mano; los desgarradores párrafos sobre la vejez mutan en secuencias bucólicas, y el final, abierto en el libro, aquí es concreto y preciso. No es mejor ni peor, sino simplemente distinto. Como si dos cómicos brillantes contaran el mismo chiste, El animal moribundo es El animal moribundo y Elegy es claramente Elegy. Lo que me ratifica que Isabel Coixet es una terca que ha luchado para que Hollywood la dejara hacer la película que diera la gana, lo ha conseguido y, encima, va y le sale bien.

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