Entrevista de Reyes Muñoz de la Sierra
Fotos de marcosGpunto, cortesía del CDN
07/06 – 10/07 Teatro Valle-Inclán
No es poco el riesgo que asume Ernesto Caballero, director del Centro Dramático Nacional, al afrontar un proyecto como El laberinto mágico. Se basa en la enorme producción literaria de Max Aub, escritor que vivió lejos de España a causa, precisamente, de la Guerra Civil y la dictadura. En el escenario vemos la adaptación de José Ramón Fernández, es decir, un texto nuevo que refleja la esencia del original, en el que sí, se habla del conflicto, pero sobre todo se analiza la condición humana.
Javier Carramiñana, como nos ocurre a nosotros, no concibe los años del horror. Ni pasamos hambre, ni tuvimos miedos, ni nos amarramos a una causa sobre la que dudar, ni morimos por ella. La persona, David, nos representa sobre las tablas, reflexiona y busca respuestas silenciosas para entender el presente. Y su personaje, Vicente Dalmases, simboliza lo que hubiéramos sido de haber nacido a principios del siglo XX. Por estos motivos quisimos hablar con él y este es el resultado.
Macarena Sanz ya nos habló de este proyecto, que surge de un taller… ¿Se trabaja de diferente manera en un taller creativo que en una obra al uso?
La verdad es que yo no encuentro muchas diferencias. La relación y el trabajo en equipo, el profundizar en los personajes, abordar el texto… se hace prácticamente igual. En un taller se suele decir que lo importante no es el resultado, sino la evolución, el proceso de investigación. Pero esto es algo que nos decimos a nosotros mismos para quitarnos presión, es un autoengaño para restarle hierro al asunto…
Ernesto Caballero dirige la obra. Él da importancia al global, es decir, no solo a los actores, no solo al equipo, no solo a la escena… ¿influye en tu trabajo?
Es un director que sí que arriesga en las puestas en escena. Lo vimos en Las comedias bárbaras, en Rinoceronte, en Vida de Galileo… en todas hay un carácter de investigación o de prueba. Esto es un plus para el actor, que se siente libre, con arrojo y valentía para tirar adelante con sus ideas. Es tal la información que recibimos que estamos constantemente en ebullición, planteándonos cosas, abordando la escena desde muchas perspectivas…
¿Y es real? Igual él es capaz de sacar de vosotros lo que quería desde el inicio…
En los procesos creativos nunca se sabe donde se va a llegar. Pero sin embargo él sí que tiene muy claro dónde no quiere llegar. Lo sabe porque tiene mucha experiencia y un gran bagaje y en ese punto genera una gran confianza con el actor. No sabemos cómo ni dónde, pero todo el equipo sabe que va a llegar a algo, y que ese algo será muy tangible.
“He estado rescatando anécdotas de la Guerra Civil y documentándome con material audiovisual bélico. También, para sentir el escenario insitu, me fui a la Casa de Campo, me tiré al suelo, detrás de un montículo… quería impregnarme de mi personaje…”
Si unimos el concepto de taller y lo que me acabas de contar, entiendo que el trabajo del actor en esta obra no se ha limitado a ir a ensayar…
A mí es que me gusta llevarme el trabajo a casa. Me gusta investigar sobre el personaje e imaginar sus vivencias. He estado rescatando anécdotas de la Guerra Civil y documentándome con material audiovisual bélico. También, para sentir el escenario insitu, me fui a la Casa de Campo, me tiré al suelo, detrás de un montículo… quería impregnarme de mi personaje…
¿Y la obra de Max Aub? ¿Te has atrevido con todo el material literario en el que se basa la representación?
Con todo no, pero he leído partes, algunos tomos, y de los que no me he leído completos sí que he ojeado escenas sueltas. En internet hay mucha información sobre Max Aub… he leído para hacerme una idea de cómo lo cuenta, de su estilo literario…
Esta obra no existía. Se basa en una enorme colección de textos entre novelas y relatos de Max Aub… ¿Cómo influye esto en el resultado?
Esa ha sido una de las mayores complicaciones de este trabajo. No deja de ser un texto novelístico, descriptivo, a veces con encabezados, con muchos datos históricos, y lo difícil ha sido que eso cobrara la vida que exige una obra teatral, llevarlo a la acción. Sin duda esa ha sido la mayor dificultad con la que nos hemos encontrado, tanto el director como nosotros, los actores. No podíamos quedarnos en las bellas palabras de Max Aub, en su lenguaje y en su estilo. Teníamos que traer esa belleza léxica al aquí y al ahora.
“El laberinto mágico es un viaje en el que se muestran los éxitos y derrotas de los personajes, sus miedos, su confusión, su afán de sobrevivir o su desorientación”
¿Se trata de una obra de estampas independientes? ¿Es un resumen global?
Es una panorámica de la Guerra Civil, desde que empieza hasta que termina. El laberinto mágico es un viaje en el que se muestran los éxitos y derrotas de los personajes, sus miedos, su confusión, su afán de sobrevivir o su desorientación. Son detalles de todo eso en una hora y media de función. Algunos aparecen fugazmente y otros tienen una trayectoria, un recorrido. Esto es así en la obra, pero también en los textos de Max Aub. Es como un salpicón, y en realidad importan no tanto los personajes como lo que representan como colectivo.
Háblanos de tu personaje… ¿Tiene nombre y apellido?
Sí, es un personaje con nombre y apellido. Es Vicente Dalmases, un joven de veinte años, valenciano, que estudia comercio, que es un apasionado del teatro y está en una compañía, muy comprometido con las juventudes comunistas y que tiene que madurar de una forma precipitada. Mantiene un romance con Asunción, una chica a la que ha conocido en el retablo. Ambos simbolizan el amor puro y verdadero de la juventud, una historia que tienen que vivir en medio de esa situación tan dura.
«Es una fotografía de lo que vivió nuestro pueblo y que nosotros no hemos tenido que vivir. No se recrea la sangre, no decimos…»
¿Es El laberinto mágico otra historia sobre la Guerra Civil?
Sí, es una obra sobre la Guerra Civil. Esta obra es un acercamiento a todo eso de una forma imparcial. No hay un posicionamiento. Es una fotografía de lo que vivió nuestro pueblo y que nosotros no hemos tenido que vivir. No se recrea la sangre, no decimos… vamos a mostrar esto para remover las bajas pasiones. Es algo más… Max Aub… El retrató la Guerra Civil que vivió, y lo hizo en el momento.
¿Es una obra actual o es de las que intentan rellenar huecos?
El laberinto mágico es un trabajo de memoria en el sentido de que nuestro presente es un reflejo de nuestro pasado. Creo que sería bonito si esta obra sirviera para recordar y evitar cometer los errores de entonces. Tenemos que entender lo que se hizo, lo que ocurrió, para saber lo que hay que hacer ahora. En aquel momento estaban indecisos, fueron incapaces de ponerse de acuerdo, y no pensaron en el futuro del pueblo, en España. Esto pasa ahora. Estamos igual de indecisos.