LOS NIÑOS YA NO VIENEN DE PARÍS…


Texto de Covadonga Carrasco

Lorca retrató, en Yerma, a una mujer que no podía quedarse embarazada, razón por la cual su vida se convertía en una tragedia. Hoy existen muchas mujeres que son incapaces de ovular, pero a diferencia de la protagonista de Yerma, para ellas el siglo XXI ha traído soluciones médicas. La donación de ovocitos por parte de jóvenes universitarias, se ha convertido en una bombona de oxígeno para las parejas que desean tener hijos biológicos.

Las donantes

Paloma es estudiante de Derecho. Hace un año se convirtió en donante de óvulos y se siente muy orgullosa de ello; normalmente este tipo de cosas se suelen llevar de forma discreta, sin embargo, ella no tiene ningún problema en contar su experiencia. «Cuando me enteré de que se podía donar los óvulos fue porque lo vi en un reportaje de la tele. Luego me fui fijando en que había carteles por la facultad de clínicas que lo hacían en Madrid y llamé a una de ellas».

Las donantes suelen ser jóvenes universitarias que, por un lado, reciben una compensación económica, y por otro, tienen la edad exigida por la ley en las clínicas -entre 18 y 35 años-. Asimismo, hay otros factores sociológicos como que sean saludables y de un nivel cultural medioalto. «La verdad es que cuando haces una cosa así, en principio lo que te llama la atención es el dinero, pero no es un dinero fácil como se puede pensar en un primer momento. El tratamiento se hace pesado y además debes tener muy clara la parte moral de todo esto. Una vez que lo hice me sentí muy orgullosa de haber ayudado, con algo que yo tiro todos los meses, a otra mujer, para hacerla feliz toda la vida».

Los receptores

Las parejas que se deciden a realizar esta práctica, habitualmente gozan de un nivel económico alto, ya que los tratamientos son caros, alcanzando casi los 6.000 euros, dentro de los que se incluye la medicación, las diversas analíticas, ecografías y el dinero que se le ofrecerá a la donante. También están cubiertos en parte por la Seguridad Social, sin embargo, las listas de espera son inmensas y las parejas no pueden esperar tanto tiempo para iniciar el proceso, por lo que recurren a la sanidad privada.

Este procedimiento, como en la mayoría en los que entra el juego el tema de la reproducción realizada de manera «no natural», da lugar siempre a una polémica lógica. Pese a que los futuros padres pueden buscar a la persona que desean que done sus óvulos, por lo general se recomienda que todo se haga de forma anónima. Por otra parte, es necesario que tanto donantes como receptores tengan muy clara la parte moral del proceso, para que no se produzcan problemas con posterioridad.

Las clínicas

Las clínicas colocan carteles por las facultades, se anuncian en periódicos y revistas para encontrar posibles donantes, a las que someterán a un exhaustivo estudio médico. «La donación es altruista -señala el responsable de una clínica- sin embargo es complicado encontrar jóvenes que estén dispuestas a someterse a la donación, bien por desconocimiento o bien por problemas morales y es por eso por lo que además ofrecemos una compensación económica. Además ambas partes firman una hoja en la que se comprometen a guardar la confidencialidad. No existe tampoco el problema de que la donante en un futuro pueda exigir ningún tipo de derecho sobre el ovocito donado, ya que los pierde todos una vez se comienza el tratamiento.»

El proceso

No se trata de un proceso sencillo. De forma natural sólo se desarrolla un óvulo cada mes en los ovarios de una mujer. Por este motivo y, con la finalidad de garantizar la eficacia del acto de la donación, la donante recibe un tratamiento para estimular su ciclo ovárico y conseguir así que madure más de un óvulo en el ciclo para la donación. No todos los óvulos obtenidos llegan a ser realmente útiles para la donación.

El control del tratamiento se lleva a cabo mediante una serie de ecografías y algún análisis de tipo hormonal. Más adelante, poco antes del momento de la ovulación, se obtienen los óvulos directamente de los ovarios, por aspiración ecográfica. Esto se resume en que la donante será hormonada durante aproximadamente 10 días para conseguir más ovocitos, que se extraerán mediante una punción. La paciente podrá marcharse ese mismo día a su casa manteniendo reposo durante 48 horas.

Una vez fecundados los óvulos que han sido donados, estos se implantarán en la receptora. El problema está en que no siempre estos implantes llegan a convertirse en un embarazo, es más, el éxito es de alrededor del 40% por cada ciclo. Así, es frecuente que el tratamiento deba realizarse de nuevo, lo que provoca la desesperación de las parejas, ya no sólo por la desilusión que esto supone, sino por el inicio del tratamiento y el desembolso económico subsiguiente.

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