No SLoMo, es chope


Por Reyes Muñoz

Piensas que no se van a atrever, que no se van a atrever… y se atreven y la portavoz del jurado profesional sitúa a Tanxugueiras en el quinto puesto. No se van a atrever, no se van a atrever… ¡Y se atreven! ¡Se cargan a Rigoberta Bandini y sitúan a Chanel en una inmejorable situación para ser candidata por España a Eurovisión! Con los sondeos en las manos y el cálculo en una pizarra, las tres juradas españolas hacen lo que su empresa les ha dicho que tienen que hacer. Y una desde su casa dice: ¡Pobre Chanel, pedazo regalo envenenado!

Hoy un buen número de influencers están soltando pildoritas para que la ciudadanía no insulte a Chanel en redes. A ver, no es culpa de la gente. Ni de Chanel. Es culpa de la empresa. Así es cómo una productora se carga la carrera de alguien que podía haber aspirado a algo por otras vías. Resulta que Chanel es una trabajadora nata, esforzada, metódica, robótica, con un currículum muy interesante. Y nos acordaremos de ella, cuando el año que viene sea concursante de “Tu cara me suena”, como “¿esa es la que fue a Eurovisión por enchufe?”. Los influencers, suponemos que previo pago, en un intento por defenderla, están valorando su puesta en escena —es bailarina— pero el auténtico mérito de Chanel es el de haber memorizado ese pedazo letra que ha sido definida por mi compañera Covadonga como la envidia del Romancero Gitano.

Teníamos verdaderas joyas entre las candidatas. Para Diego, el de publicidad y para mí, “Ay, mamá” era la candidata perfecta. Por aquí llevamos detrás de una entrevista con Rigoberta Bandini (que no Bambini, gente de La Razón), desde el anuncio de Estrella Damm. Covadonga estaba a full con el Galiza Calidade y “Terra”. Nacho, el del bar, quería que fuera Varry Brava y si no “el rapero ese”. Nadie, nadie, nadie pensaba en Chanel, a pesar de su primer puesto en la primera gala.

No recuerdo tanto hype con algo de Eurovisión desde Rosa de España. Bueno, y Chikilikuatre, el mejor troleo al festival en toda su historia, imitado sin éxito por otros países. Si nos hubieran presentado ocho productos discográficos, quizás Chanel habría quedado la mejor situada. Pero tuvieron la mala fortuna de que presentaron candidatura músicos-músicos, es decir, músicos de verdad, de los que graban maquetas y las mueven, y se vienen al ExVITA, y quieren que los entrevistemos, y que a veces triunfan y otras no. Aparte de los favoritos, por ahí ya se habían cargado a Javiera Mena, un fenómeno indi que con su propuesta electrónica es reconocida por muchos artistas como la-influencia (y quizás hasta sea la influencia de Rigoberta Bandini).

“Ay mamá” se ha convertido en un fenómeno, en un himno feminista, divertido e irónico. A Rigoberta Bandini la escucharemos, seguro, en las voces de las mujeres que vayan a la manifestación del 8M en todo el mundo de habla hispana. Porque hemos entendido el mensaje, porque nadie antes —y no solo con “Ay mamá”— había logrado hacer un eslogan perfecto y amable, que responde a aquellos a los que les da repelús la regla, a los que esconden a madres amamantando a bebés o a los que censuran campañas de prevención del cáncer de mama. “Ay mamá” es un himno en un momento en el que a las mujeres se nos está negando un estudio serio sobre los efectos de la vacuna en nuestra menstruación o en el que se nos insulta por defendernos como minoría mayoritaria que por nacer con útero lo tiene todo mucho más complicado. Seguramente este resultado en el Benidorm Fest le dará mucho más aliento al tema que una victoria. La ocasión no la pierde la canción, sino España. La puesta en escena de Rigoberta Bandini iba a jugar con la posibilidad de que nos descalificaran por enseñar las tetas al mundo, y nos censuraran en redes sociales. Y eso habría sido más grande que el Lalalá de Massiel: la performance de las performances.

“Terra” es otro fenómeno trascendental, no tanto para Europa como para España. Al grito de no hay fronteras han logrado en unos meses lo que ningún lingüista metido a político, y es que muchas, muchísimas personas defiendan el valor cultural de las mal llamadas lenguas minoritarias. De haber ido a Europa, la puntuación internacional a este tema iba a ponernos de muy mala leche, pero en positivo. Nos veríamos defendiendo en redes, en conjunto, el valor de nuestros grandes tesoros. Y todo ello en un momento en el que las lenguas, los folclores, tradiciones y las identidades, se utilizan para dividir a una sociedad muchísimo más pacífica, abierta e inteligente que sus políticos. Tanxugueiras, con una propuesta comercialmente imposible, han iniciado una revolución que esperemos, no se quede en cabreíllo.

Pocas veces la opinión pública estuvo tan dividida y tan unida al mismo tiempo. Porque la sensación es que a los que íbamos con Rigoberta Bandini nos habría encantado ver a las Tanxugueiras en Turín y viceversa. Y el jurado, en una pirueta suicida, ha hundido la carrera de Chanel, al punto de que ni ganando Eurovisión levantaría la cabeza. Los pucherazos solo funcionan si no lo son. Y en dos galas del Benidorm Fest, con toda la información que tenían, debían haber tirado la toalla con “SloMo”.

En “Atrápame si puedes”, Tom Hanks pregunta a Leonardo DiCaprio cómo consiguió una licencia, y él responde: “estudiando”. ¿Cómo podía haber colado la empresa su producto en Eurovisión? Presentando algo intachable, o dejándolo sin competencia. Lo primero es casi imposible sin repetir con Ruth Lorenzo, así que la cosa habría pasado por una selección de canciones y puestas en escena que no le hicieran sombra a su candidata.

Me decía Sandra: “No SLoMo, es chope”. Chanel nos da mucha pena. Pero es que la canción es una porquería. Qué le vamos a hacer. Nos están tratando de vender que una letra que dice: “Si tengo un problema, no es monetary. Yo vuelvo loquito a todos los daddies”, empodera. Anda ya.

Ampliación:

RTVE se ha visto obligada a publicar los datos de las votaciones. Más allá del apoyo que recibieron Tanxugueiras, nos llama la atención el poco apoyo que recibió, no Chanel, sino el tema con el que concursó «SloMO», cuyo mensaje, lo miremos por donde lo miremos, es una porquería. Con menos de un 4% del voto del público, la canción pasó inadvertida.

Los periodistas que cubrieron el acto reconocen que hubo demasiado interés en que se fijaran en la canción. A algunos les olió mal, como han dicho en redes. Solo los elegidos sabrán si también se trató de influir al jurado demoscópico, no obstante, ahí el voto entre unos artistas y otros se diferencia en de algo más de un 4%, entre las más votadas Tanxugueiras (14,59%) y el menos apoyado Xeinn (10,92%).

La sensación es que las grandes productoras (la clave está en pensar que sus programas generan ingentes beneficios en la mayoría de las teles abiertas y en la circunstancia de que de la matriz surge la central de medios -contratación de publicidad- líder en España) habían invertido mucho en un producto para Eurovisión y no podían permitir que artistas independientes empañaran su beneficio. Los números de «SloMo» hubieran sido un desastre si no gana, con menos de un millón de visualizaciones /escuchas en diversos portales.

Y ahora nos da por pensar… ¿y si el jurado es una víctima más —junto a Chanel– de la estrategia empresarial? Es decir, en el mundo de la cultura y el espectáculo no es tan importante que te unten como que exista la posibilidad de no volver a ser contratado en la vida. ¿Y si RTVE se está comiendo el marrón? ¿Y si la campaña de blanqueamiento en medios de un tema con una letra que avergüenza también se basa en las telarañas comerciales?

Como un medio 100×100 independiente, estamos viviendo este escándalo con una mezcla de alegría y miedo. La alegría es por los artistas independientes, que con todo en contra, se han posicionado, y solo con eso, han ganado. Se están autogenerando un beneficio económico basado en derechos de reproducción—los indis también comen— muy superior al del producto «SloMo». Seguramente, Varry Brava nunca habrá tenido una gira como la que les espera, Rigoberta Bandini ha sido descubierta por todo el mundo y el sonido tanxugueiro ha superado la frontera gallega. Y nosotros nos reafirmamos en la idea de que la cultura independiente solo necesita un altavoz para enamorar.

El miedo es porque, por más que busquemos y rebusquemos para ofrecer al lector contenidos seleccionados, nunca podremos crecer y vivir de esto. No obstante, este lío nos lanza un mensaje de esperanza: los indis somos más y necesitamos menos para sobrevivir.

Pensar en todo esto no nos paga la subida de la luz. Pero para nosotros es tan importante este asunto como para una empresa de construcción que los tipos de interés estén bajos.

 

Anterior Iko Cuyagua en #ExVITA
Siguiente «Nina Wu» con Patty Wu