«Nina Wu» con Patty Wu


Texto de Reyes Muñoz

Título original: Zhuo Ren Mi Mi
Países: Myanmar, Taiwan, Malasia
Dirección: Midi Z
Reparto: Wu Ke-Xi, SUNG Yu-hua, HSIA Yu-chiao, SHIH Ming-shuai

Wu Ke-Xi (Patty Wu) firma el guion y protagoniza esta película que se llama Nina Wu. No se puede afirmar que sea autobiográfica, no obstante, la sinopsis que publica Filmin dice que la cinta se basa en las primeras experiencias de la actriz. Tampoco podemos decir que se adhiera al movimiento #metoo.

La industria del cine está podrida.

Este es el mensaje de la película, que podemos resumir con la frase que repite una y otra vez la actriz, desde el primer casting, para protagonizar la película de un talentoso director: «¡No solo están destruyendo mi cuerpo, sino también mi alma!». Desde la productora no quieren que Nina Wu sea adosada al movimiento #metoo. No sabemos por qué, pero sospechamos que tiene más un sentido comercial que político y social, porque la impresión es que la distribución de filmes que abiertamente se inscriben al #metoo se complica. Lo importante, a fin de cuentas, es que el mensaje llegue.

En las primeras secuencias conocemos a Nina Wu. Nos muestra a una mujer sola en la gran ciudad que lleva una vida insustancial. Se transforma para ponerse ante la cámara y enseña una sonrisa triunfadora para hablar con sus seguidores en alguna red. Y de eso vive. Recibe una llamada de su representante. Ha sido seleccionada para realizar un casting que supondrá un importante impulso para su carrera. Es una gran producción que dirigirá un director prestigioso. Pero tendrá que desnudarse e interpretar un trío. Y es por esto que ella duda en participar. Participa, y a partir de ahí, conseguir el papel se convierte en el reto y el objetivo final.

La claves de la tristeza

La tristeza y la tensión está presente en toda la película. No sabemos de dónde viene. En la primera parte de la película encontramos una explicación. Si bien nos dan a entender que la actuación es sublime, el mérito no está en ella, sino en el director, que es un animal. El espectador presencia las vejaciones a las que es sometida para lograr que su trabajo alcance el nivel esperado. Como si solo así se pudiera sacar lo mejor de una actriz. Ella se calla. Palpamos que, primeriza en el mundo del cine, por un lado no se siente merecedora del papel que ha logrado y por el otro, supone que esa es la manera de hacer las cosas en la profesión.

También en la segunda parte de la película recibimos una explicación para la tristeza, incluso cuando ya es una estrella. Ella proviene de un pueblo y amó a una mujer que no quiso viajar a la gran ciudad con ella y prefirió quedarse en el pueblo interpretando “El principito”. Y es feliz allí aunque esconda su homosexualidad. Nina Wu vuelve por una cuestión familiar, triunfante pero melancólica. Y te planteas si su tristeza hundía las raíces en todo lo que dejaba atrás para embarcarse en la aventura de convertirse en una gran actriz. También ve que cuando alcanza el éxito, las ratas salen de la alcantarilla para aprovecharse de todos los sapos que ha tragado.

A modo de puzle, a lo largo del filme se repite la frase de la que hablábamos al principio, «¡No solo están destruyendo mi cuerpo, sino también mi alma!». Tiene pesadillas, se cruza con mujeres vestidas de rojo, e incluso tiene alucinaciones que el espectador achaca a algo parecido a lo que le pasa a Nina, pero la de Cisne negro, que sucumbe ante la presión de la perfección. Y es al final de la película cuando toda esa tristeza, miedo, melancolía y locura, obtiene una explicación definitiva, que se suma a las otras explicaciones y que nos hace rebobinar y montar con otro discurso todo lo que hemos visto en los más de 100 minutos de cinta.

Al hilo

Por la manera en la que está rodada la película, por la forma en la que se usa la sonorización: la música, el ruido y los silencios, por los planos en los que Nina Wu aparece empequeñecida o en primer plano, o por los colores, en los que siempre predomina alguno, ya sea blanco, ya sea gris o tierra, ya sea rojo, la sensación es que el film está documentando en lo que está encerrado en la cabeza de Nina Wu y que no acaba de salir.

Y si nos ceñimos a la sensación de que lo que contiene el guion tiene rasgos autobiográficos, quizás es que esta película es la manera mediante la que Patty Wu, la mujer que da vida al personaje, se enfrenta al propio proceso de desenterrar lo vivido para seguir adelante.

Se enfrenta a ello sin juzgar, pero consciente de que será juzgada, de que habrá quien diga: “podía no haberlo hecho” o “pudo elegir”, “nadie le puso una pistola en la cabeza”… y todos los argumentos a los que se enfrentan las víctimas cuando cuentan su caso y que incluso ellas mismas se repiten para no dar el paso de la denuncia: “pude evitarlo”, “pude elegir” y “nadie me puso la pistola en la cabeza”.

Mientras haya quien baraje esos argumentos, mientras cualquiera juzgue a las víctimas en lugar de a los verdugos —que necesitan de los colaboradores silenciosos, de los lameculos y de los bocachancla para perpetrar impunes sus crímenes—, mientras haya alguien que piense que las víctimas pueden elegir, la industria del cine y la sociedad en general, flotará sobre tabiques y vigas podridas.

Anterior No SLoMo, es chope
Siguiente «The Case You», la denuncia #metoo de Alison Kuhn