orca


Descargar ExPERPENTO 110 / Visualizar ExPERPENTO 110

Entrevista de Reyes Muñoz

orca junto a Jordan Boyd e Indigo Days en Off de ExVITA ELÉCTRICAS: https://www.wegow.com/es/conciertos/indigo-days-orca-jordan-boyd

María Schultz, Sara Goyena y Esther Calero son orca. Nos dicen que es una banda que nace sin pretensiones, pero emulando los quehaceres de una banda de las de siempre. Comenzaron grabando una maqueta, moviéndola por ahí, y ahora están masterizando su primer disco: «estamos muy contentas de cómo está quedando», me cuenta Esther en un mensaje de Whatsapp, «hemos metido sonidos más oscuros, y queda súper bien, con las guitarras de Gabriel». Gabriel es el cuarto beatle, como nos contaron en la entrevista. Hacen temas intimistas, muy cuidados en melodías y letras. No es punk, pero tienen la energía del punk.

orca es una banda recién nacida.

María.- Sí, estamos naciendo. Empezamos a grabar la maqueta hace un año más o menos, ¿no? En marzo del año pasado grabamos la maqueta en el local de ensayo y esa fue la primera vez y antes de eso, habíamos estado ensayando otro año más.

Por tanto, lo que compartís ahora mismo en Bandcamp, es la maqueta.

Sara.- Esa es la maqueta, eso es lo que tenemos de momento. Pero estamos con el disco y algunos de los temas están en la maqueta y estamos terminando de componer algunos temas más, nuevos. Es un LP. En Bandcamp uno de los temas es una versión que no va a estar en el disco. Y luego hay otros temas que sí que estarán en el disco.

Hay que atreverse con un LP cuando la tendencia es lanzar temas. Me parece que vuelven los discos.

María.- Bueno, yo no sé, quizás por la generación a la que pertenezco, he crecido escuchando discos. Para mí sí que tiene sentido, aunque ahora se lleve más sacar canciones sueltas, que también se puede hacer. Pero yo creo que hay que darle ahí una unidad.

Esther.- Son como los diferentes capítulos de un libro. Obviamente cada uno tiene su autonomía, pero el uno sin el otro… pues no sería un ente orgánico, ¿no? No sé.

¿Es un disco conceptual?

Esther.- No, a pesar de que efectivamente sí que seguimos una cierta línea, algunos temas no tienen que ver con otros, pero sí que formalmente, intentamos buscar ciertos sonidos, jugamos bastante con intensidades: a veces subimos, otras veces bajamos, damos prioridad también a las voces, pero sí que quizá, la línea o el nexo entre todos los temas son las referencias musicales que tenemos.

Sara.- Y luego yo creo que también es un objetivo, ¿no? Cerrar un proyecto de alguna manera. Yo creo que si te pones la meta de «vamos a grabar el disco». Cuando grabas un disco, piensas en que haya canciones un poco así, un poco asá, un poco más rápidas. Y la entidad que se supone que tiene un disco, un disco es algo superimportante. No es un montón de canciones ahí desperdigadas. Igual es que somos old school, porque somos noventeras, ¿no? Somos de otra generación, claramente, y se nos nota.

Yo tengo una opinión viejuna. Creo que la música sin disco, es música que se va a olvidar. Cuando he comprado discos, vinilos y CD, no los he comprado por la música.

María.- Efectivamente, por tenerlo, es una posesión. No es solamente el disco, es que es todo: la portada, el diseño, como objeto… Nosotras de momento no vamos a sacarlo en formato físico, porque claro, eso ya sería pues una inversión muy grande, pero oye, que algún día, si se puede hacer, se hace.

Y estáis tirando de Bandcamp en lugar de Spotify. ¿Hay algo ético o político en esa decisión?

Sara.- Sí, tiene que ver con la manipulación que hay detrás del algoritmo. Que te encasilla en lo que a ti te gusta y en lo que quieren que te guste. Es un poco el tema de la inteligencia artificial y los algoritmos, que en general se da en todo tipo de redes sociales, ¿no? Hay bandas que pagan porque se les oiga más. Hay una banda que no me gusta y me está acabando por gustar, pero es que me la ponen a piñón. Yo pongo una canción y la aleatoria que me sale después, uno o dos temas después, es siempre de esta banda. Y es que me acaba cabreando, que no quiero escuchar esta banda, tío, dejadme en paz.

María.- Tenemos que irnos todas. A nivel moral, es una cuestión política, ya directamente. Yo tengo la suscripción familiar durante un año, pero en cuanto se me acabe, ya lo tengo decidido, me voy a quitar la cuenta.

Vuestras referencias no son añejas, es decir, la versión que tenéis es de PJ Harvey… Su último disco es de hace seis o siete años.

María.- Pero el primero es del 93. Sí, es añeja, ¿no? O vaya, no es novedad.

«Yo creo que somos personas a las que nos gusta la música y que escuchamos de todo».

Pues no lo sé. Cuando pienso en referencias añejas suelo pensar en el origen, los sesenta, los setenta… Quizás sean sus referencias, las de PJ Harvey, digo. También os he leído y señaláis a My Bloody Valentine. ¿Las referencias musicales inciden en vuestras canciones.

María.- Hemos vivido nuestra adolescencia en los 90, hemos escuchado música noventera y nos gusta la música de los 90, nos gustan las guitarras eléctricas, las distorsiones, eso es innegable, pero creo que también bebemos de cosas más actuales.

Sara.- No sé qué vas a decir (Risas).

María.- (Risas) No muchas, la verdad. Estaba pensando en Low, que también tiene ese punto añejo, que tampoco es reciente. Están en la misma onda, ¿no?

Esther.- Es una manera de casar los sonidos más noise, que nos encantan, con voces y melodías, que también evoquen ciertos sentimientos y ciertas emociones. Es casar ambas cosas y luego, también, formalmente lo que te decía, de jugar con intensidades.

María.- Yo creo que somos personas a las que nos gusta la música y que escuchamos de todo. Yo por lo menos escucho muchas cosas, pero sí, a ver, al final tiras un poco más por psicodelia, a Tame Impala, por ejemplo, a The Holydrug Couple, que son un poco más actuales. (Risas)

«Tenemos química, aunque en el fondo somos muy diferentes».

¿Estáis a gusto en el underground, sois circuito independiente…? Dónde os situáis vosotras.

María.- Sí, creo que es más underground. Pero tampoco nos gustan mucho las etiquetas.

Sara.- Con respecto a lo de las influencias que hablábamos y lo de qué música nos gusta y todo eso, a mí lo que me mantiene aquí, o sea, lo que creo que ha hecho que sea fácil, que sigamos y estemos haciendo cosas de un proyecto con muy poquitas pretensiones, de «vamos a pasar el rato», de «vamos a disfrutar y a expresarnos y ya está»; es que casamos. Tenemos química, aunque en el fondo somos muy diferentes. Yo creo que tenemos un encuentro en el shoegaze, por ejemplo, en cierto tipo de música intimista, música muy pensada, un poco bajoner… Somos poco alegres, o sea, no somos la alegría de la huerta.

Esther.- Es curioso porque se habla mucho de las referencias musicales que puede tener la gente que hace música. Yo creo que también hay múltiples referencias que se obvian. Tú también escribes en base a un montón de referencias e impresiones que te vienen dadas desde fuera, no necesariamente solo por la música. Cuando escribes, lo haces sobre vivencias personales y también sobre pelis que ves, no sé. El otro día leía un libro y decía que a los grupos de post punk, cada vez que les hacían una entrevista y les preguntaban por referencias, se empeñaban en hablar sobre cuadros y pinturas; y sobre libros en general, o cine… Las tres somos muy de escribir, de apuntar cosas. Hoy en día, la gente está tirando por realismos, por cosas un poco más íntimas que se parezcan cada vez más a la vida diaria. Se me ocurre pensar en Sorogoyen a veces, por ejemplo.

Es verdad que las canciones funcionan como una especie de cortos. Está claro en «Línea 34», por ejemplo.

Esther.- En «Línea 34» la cadencia… es un trayecto de autobús con muchos claroscuros y también con muchos matices de color. Sí que hay un punto pseudo cinematográfico. No sé qué opina María que es la que escribió la letra.

María.- Bueno, es narrativo porque es un recorrido, es el de la línea 34, que sale de Cibeles a Carabanchel. Entonces, es el recorrido por la avenida General Ricardos, por el puente de Toledo, Marqués de Vadillo, por eso va mencionando todos esos lugares, es el recorrido que hace el autobús. Es como una narración de un viaje.

Os montáis películas y le ponéis banda sonora. En «Línea 34» casi habéis montado el videoclip con la música, podéis montaros en el autobús y grabar los viajes.

Sara.- Pues no nos lo habíamos planteado. Podría ser, podría. Son películas.

Esther.- Además, es que son historias en las que también, a la hora de pensar en la música, piensas en elementos que puede haber en esa escena: un ventilador, cómo podría sonar un ventilador, cómo se puede emular este sonido para empezar a abrir un poco la historia. Creo que así es también más interesante.

Sara.- Me ha gustado la forma de expresarlo, «os montáis una película y luego le ponéis banda sonora», pero más que montarnos una película, tenemos una película, ¿no? Sí, algo que ha podido ocurrir.

María.- A veces me pasa que hago una melodía, una música y luego digo: «A ver, de qué quiero hablar». Y entonces busco una historia que me haya impactado, que me haya traumatizado, que me haya movido, que me haya hecho sentir algo y cuento esa historia, ¿no? Pero normalmente suelo tener la idea musical antes que la letra. Yo, por lo menos.

«En general es una sensación… pues de que ha habido mucha represión y la sigue habiendo hacia las mujeres, ¿no?»

No habéis tocado «Mis hermanas». Yo escucho las canciones antes de que vengáis a grabar y pienso en cuáles vais a tocar. Me ha llamado la atención que no habéis tocado «Mis hermanas»

María.- Es por la batería. Es una canción más cañera, que tiene al final un loop con mucha distorsión, no queríamos meter mucho ruido aquí, ¿no?

Esther.- Las intensidades juegan un papel muy, muy, muy importante en esa canción y teníamos miedo que se perdiesen en este tipo de formato. La batería es muy fuerte.

¿De dónde sale? Quizás por la relevancia, a mí me ha hecho pensar en iniciativas como el muro de Cristina Fallarás. Yo creo que tiene muy mala hostia y esa canción serviría para responder a casi todos los testimonios.

María.- Pues mira, esa canción es una canción que yo creo que es la que tiene más de las tres, porque es verdad que Sara escribió la letra de esa canción. Esther tuvo la idea de la batería. Con esos elementos, yo hice una estructura. Es muy equilibrada. No sé por qué te ha llamado la atención que no la tocáramos.

Porque para mí, desde fuera, simboliza, no sé si orca, sino un momento. Sois una banda de tres mujeres, cañera, con una mujer en la batería, que es algo muy disruptivo. Pero entiendo la limitación técnica. ¿Y de dónde sale?

Sara.- En general es una sensación… pues de que ha habido mucha represión y la sigue habiendo hacia las mujeres, ¿no? Es algo que vivimos, que seguimos viviendo. Yo que soy una persona que me considero afortunada por haber nacido en una familia, en una ciudad, en un país, en un tiempo en el que lo que se me ha dicho siempre ha sido: «Tú haz lo que te salga del chichi, o sea, haz lo que quieras porque eres libre». Me he encontrado con gente de otras culturas, de otros tiempos, de otros lugares, que han venido a imponerme, y me he encontrado atrapada ahí. Entonces, salió de la frustración con una persona muy cercana a mí. Yo me sentía oprimida.

Se me mezcló con la imagen de mi abuela, que mi abuela es una mujer muy mayor, que sigue viva. Mi abuela Delia, con 93 años, ha viajado por diferentes tiempos, diferentes lugares y se ha ido transformando y hoy en día es una mujer libre, pero ha vivido una represión muy grande, un machismo muy grande, un marido, mi abuelo, maravilloso, que la quería con locura y aún así pues, no le dejaba hacer un montón de cosas. Entonces, un poco con todo eso, pues yo canto que tenemos derecho y podemos hacer lo que queramos. Siéntete libre, y sube y baja, entra y sal… Es positiva esa canción. O sea, es queja, pero es positiva. Y tiene muy buena acogida porque yo creo que a la gente le gusta escuchar esas palabras: somos libres y podemos utilizarlo.

Quiero hablar de Madrid, es un personaje de vuestras canciones, incluso adaptáis la versión de PJ Harvey, «You said something», «Dijiste algo», a Madrid. «Neones»…

María.- «Neones» no habla de Madrid, yo creo que no. Pero sí, claro, es inevitable. Al final es lo que conoces, hablas de tu vida, ¿no? De cosas que te inspiran en tu vida. Entonces no puedes evitar hacer referencia a esas cosas.

«Mira el sol» «Línea 34»… Hasta en «Cangrejos», que trata de una realidad muy de las gentes de ciudad. Es la de huida de la urbe. En general son canciones que te inspiran la huida.

Esther.- Yo más que disco de huida lo llamaría un disco de introspección. En esa introspección, pues hay momentos en los que explotamos, sacamos el shoegaze que llevamos dentro y contamos momentos personales. Yo diría que es un disco introspectivo, no que sea algo recatado, sino de contar experiencias que a veces son internas y otras, son externas.

María.- «Cangrejos» es muy visual. Hay un río, hay un cielo… fue por un sueño. Soñé con un cangrejo y entonces… me gustan mucho las cartas del tarot. Una de las cartas del tarot, la luna, tiene un cangrejo. Me desperté con esa imagen muy potente de un cangrejo y enseguida me acordé de esa carta y se lo dije a estas. Empezamos a mirar toda la simbología, empezamos a mirar imágenes de cangrejos en un montón de grabados, de pinturas… y era lo que nos evocaba, ¿no? La imagen del río, de algo más salvaje.

Sara.- María dice que no, pero a mí la letra siempre me ha parecido un poco alegre, porque es como, igual estoy simplificando un montón. Cuando escucho la letra me vengo arriba porque me da la sensación de es un, «Uy, qué mal estuve, qué mal lo pasé en esta situación». «Y mira, lo poco que me importa, porque ahora lo canto». A mí me gusta mucho tocar «Cangrejos» porque es de las pocas canciones de superación.

Esther.- Luego también tenemos algunas en el tintero, por ejemplo, «Invierno en ruinas», que también es una historia de encerramiento, de estar confinada y se cuenta de una manera muy alegre, o sea, que también a veces hay una salida positiva. A veces hay luz en nuestras canciones.

«Mira el sol», pues no sé si es la primera que subisteis, o es la primera de la que hablasteis en vuestro Instagram. No sé si expresa a dónde vais o de dónde venís. La noto diferente a todas las demás.

María.- Hay unos arreglos de Gabriel. Estuvo ayudándonos con la mezcla y metió unas guitarras, estuvo añadiendo algunos elementos porque la versión que hicimos en la maqueta era muy cruda, en el local, lo grabamos todo en vivo. Nos enseñó estos arreglos, nos gustaron y los hemos mantenido.

¿Y cuál va a ser la propuesta de disco?

María.- Él va a participar también. De hecho es que a lo mejor lo incorporamos como cuarto elemento de orca. El cuarto beatle.

La música independiente es así, ¿no? Las bandas tienen un núcleo y se sube y se baja gente a los proyectos. Si no, sería imposible, ¿no? Apoyo hay poquito.

María.- Sí, siempre dependes de amigos. María Furies nos grabó en el local, toca además la guitarra, es una virtuosa. Sabe de música un montón. Luego tenemos un montón de amigas, afortunadamente, que nos hacen fotos, nos hacen un diseño para la portada, o para un cartel… Sebas nos hace los carteles… Emocionalmente nos apoyamos entre nosotras y nos apoyan… Sí que tenemos gente que nos está echando un cable en todas las logísticas.

Esther.- Nosotras somos autogestión total, o sea, nosotras nos buscamos los conciertos, buscamos las salas, vamos allí a hablar con los dueños, o sea, todo. Si necesitamos ayuda, la pedimos, pero tiramos de amigos.

Sara.- Si la pregunta va de si hay apoyo a las bandas emergentes, la respuesta es que no.

Esther.- En el Festival que hicisteis en el Fotomatón en diciembre, tú diste un discurso al principio, bastante interesante, precisamente sobre eso, sobre el tema de que nos falta muchísimo apoyo: subvenciones, espacios donde se pueda ensayar, espacios donde se pueda dar conciertos…

No sé ni que dije, pero siempre estoy con el mismo rollo. ExPERPENTO está dentro de una asociación que se llama ExGAUDIA, que apoya la cultura independiente. Y por lo que clamamos, generalmente, es porque parece que todo es gratis y no, la cultura la soportáis económicamente las artistas, que sois quienes hacéis cultura. Los y las artistas pagáis por todo y se os exige no cobrar con nada.

María: Sí. Por ejemplo, en las salas es imposible tocar o tienes que pagar un dineral para tocar. O tienes que vender tu alma al diablo. Tú di que me das el 100% de lo de la entrada y llévate lo de la barra, ¿no? y ya verás cómo te lo llenamos.

Esther: No sé, es curioso, pero es que casi todas las salas terminan funcionando así. Yo lo entiendo, también. Hay terror a la multa.

En Madrid se está hablando de que los conciertos son ruido. Están al mismo nivel que las obras de albañilería, de los martillos neumáticos, ojo. Es todo una falta de sensibilidad, de respeto…

Sara: Yo viví un tiempo en Austin y allá, en cualquier bar, en cualquier esquina, había bandas tocando. Bandas de todos los niveles, con todo tipo de equipos, o sea, equipos más sencillos y más profesionales. Yo tenía amigos músicos, y es que enseguida encontraban sitios donde tenían cabida, y se les pagaba, y se les reconocía.

Esther: Hay salas que intentan llevar acústicos, y siempre están con el miedo ese de que entre algún instrumento extra y no se cumplan con ciertos límites, ¡y multa está al cante! Las multas son brutales también. Es que se lo ponen imposible. Si a las salas no les amenazaran con cerrarlas, habría más salas, más competencia, más lugares donde tocar, más variedad de bandas…

«Yo iba ahí, al local, a verles a ellos tocar, como un florerillo. Yo tocaba también, pero en mi casa».

Se estaría generando una industria súper sostenible, fácilmente exportable… Siempre pongo el mismo ejemplo: ¿qué gasto en sosteniblidad genera Rosalía y cuántas divisas mete? Y todo eso, lo sufrís más, porque sois mujeres. ¿Sois conscientes? Lo decía antes, que el hecho de que Esther sea la batería, ya es una cosa muy disruptiva.

Esther: Yo creo que al final son clichés que se van rompiendo y se van desmantelando. Cada vez me encuentro a más chicas que tocan la batería, entonces la idea es un poco esa, pues ir naturalizando eso.

Yo creo que hay más chicas tocando todos los instrumentos, pero que luego no se dedican a ello profesionalmente.

María: Cada vez, afortunadamente, estamos haciendo más cosas que tradicionalmente… Si tú miras hace 20 años… Prácticamente todos mis amigos son músicos. Yo nunca tocaba en ninguno de esos grupos. Yo iba ahí, al local, a verles a ellos tocar, como un florerillo. Yo tocaba también, pero en mi casa.

En lo que estamos hablando la música independiente underground, yo creo que fue muy definitivo Dover. A nivel de mujeres que decían: yo también quiero tocar la guitarra, yo quiero escupir al público como Iggy Pop.

Esther: Yo creo que lo que hicieron ellas fue totalmente inconsciente, no pensar en si eran mujeres u hombres en un escenario. Entraron a piñón. Simplemente entraron a piñón, a estar tocando y ya está, y probablemente, lo naturalizaron. Las letras eran bastante neutras, no estaban hablando de nada en concreto… Fue su manera de proceder. A lo mejor, también puedes hacer música como mujer y querer visibilizar ciertos aspectos más femeninos o ciertos temas más femeninos.

Por aquí no explicamos por qué sacamos determinados temas, los sacamos y ya está, para ir cambiando o curando sus cabezas. ¿Qué pasa si una persona socialmente tóxica ve 20.000 especies de abejas? Eso es ExPERPENTO desde hace veinte años.

María: Como un caballo de Troya.

Esther: Yo creo que se trata de romper con la idea de ser una mujer florero… Porque también, lo que ha pasado últimamente, es que ha habido muchas mujeres, en muchos ámbitos, que se han puesto delante del foco solo por ser mujer. Yo creo que todo esto, de hacer música, que se visibilice, a más mujeres en muchos ámbitos, en muchos aspectos culturales… que transcienda que son tías y son superválidas… Eso es lo que realmente a nosotras nos hace más fuertes. Son ejemplos que nos dicen por qué queremos estar.

Orca en redes:

Descargar ExPERPENTO 110 / Visualizar ExPERPENTO 110

Anterior [El instante en el que se encienden las farolas] de Empar Fernández
Siguiente Marisol Donis: [Envenenadoras]