Perfilex: Emilia Pardo Bazán


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Ilustración (c) de Rubén Rodríguez Risquez
Texto de Reyes Muñoz

De bellum luce

«Mira, hija mía, —le dijo su padre— los hombres somos muy egoístas, y si te dicen alguna vez que hay cosas que los hombres pueden hacer y las mujeres no, di que es mentira porque no puede haber dos morales para dos sexos».

Emilia Pardo Bazán nació en 1851 en «Marineda» (La Coruña). Era la única descendiente de los condes de Pardo Bazán. Se formó en historia, filosofía, literatura e idiomas. Vivió con la obligación de cuestionarlo todo y de defender sus convicciones, y hoy en día es una de las pocas escritoras de la generación del 98 cuyo nombre, como mínimo, nos suena —sin menospreciar, por supuesto, a Clara Campoamor, Concha Espina o Carmen Karr…

Lo que no consiguió da valor a lo que sí consiguió. No logró estudiar una carrera universitaria y no entró en la Real Academia Española. La primera mujer en sentarse en uno de sus sillones fue Carmen Conde en 1978.

Entre los 13 y los 14 años, o sea, entre 1854 y 1855, —Virginia Woolf nació en 1882— Emilia Pardo Bazán escribió Aficiones peligrosas, su primera novela, que se publicaría como folletín en El Progreso de Pontevedra y que no se publicó como libro hasta 2012. Convirtió en novela la idea de que las mujeres debían acceder a la educación y con las «aficiones peligrosas» se refería a las malas lecturas, cuyo fin era adoctrinar en la triada «esposa, madre y amante».

«De bellum luce» (La luz en la batalla) era el lema con el que encabezaba sus cartas. Su batalla fue la feminista. Suya es la cita que dice «La educación de la mujer no puede llamarse tal educación, sino doma, pues se propone por fin la obediencia, la pasividad y la sumisión».

Fundó la revista Nuevo Teatro Crítico, en la que ella escribía los artículos, dedicados a defender la educación de las mujeres y a denunciar lo que llamaba «mujericidios», «feminicidios» y «ginecidios» y entre 1892 y 1914 dirigió y financió la Biblioteca de la Mujer, un proyecto editorial con el que introdujo en España el debate francés y británico sobre feminismo. Terminó medio harta. En 1913 escribía: «Tiempo ha fundé esta Biblioteca de la Mujer, aspirando a reunir en ella lo más saliente de lo que en Europa aparecía, sobre cuestión tan de actualidad como el feminismo. Suponía yo que en España pudiera quizás interesar este problema, cuando menos a una ilustrada minoría. No tardé en darme cuenta de que no era así». El primer libro que publicó fue Vida de la Virgen María, de María de Jesús de Ágreda y el segundo, la traducción de La esclavitud femenina de John Stuart Mill.

En 1887 fue la primera mujer que impartió una conferencia en el Ateneo de Madrid. En 1905, fue la primera mujer que presidió la sección de literatura en esta institución. También fue la primera mujer que habló en público en la Sorbona de París y fue la primera catedrática en la universidad española.

Se casó con José Quiroga con 16 años y tuvo tres hijos. Cuando en 1883 La cuestión palpitante reunió los artículos publicados en La Época, en los que defendía el realismo y el naturalismo, a Zola y a Pérez Galdós, su marido le pidió que dejara de escribir. Ella hizo las maletas y se fue a Italia.

Y termino con una anécdota: «Todo. ¡Quémalo todo!», exclamó Carmen Polo tras hojear las cartas de su amado Pérez Galdós y de sus amigos Giner de los Ríos, Menéndez Pelayo, Lázaro Galdiano y Blasco Ibáñez que Emilia Pardo Bazán guardaba en el Pazo de Meirás. Y junto a ellas, ardieron muchos libros.

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