Proyecto [Barraca XXI] entrevista a Rosa M. Briones


Entrevista de Paula Bañuelos
Fotografía cedida por Cuestión de medios.

La Fundación SGAE, junto con la Fundación Voces, lanza por segundo año consecutivo, la integracción de jóvenes con su escuela social Barraca XXI. Rosa M. Briones, una de las docentes, nos cuenta cómo el arte puede llevar a los jóvenes hacia su propia creatividad.

Barraca XXI abre puertas a la música, las artes escénicas y la creación audiovisual. El proyecto busca que chicas y chicos descubran su potencial y se sientan parte de algo más grande.

El programa llega a colegios de varias ciudades de España, desde el I.E.S. Villa de Vallecas en Madrid hasta La Mina en Barcelona. Ofrece talleres y masterclass  con grandes referentes y con el apoyo de su padrino, el cineasta Javier Fesser y su madrina, la cantautora Virginia Maestro. Para Rosa M. Briones, la danza es un canal de comunicación y expresión. En su taller, los jóvenes aprenden a soltarse, a comunicarse con el cuerpo y a sentirse libres.

Barraca XXI rescata el espíritu de La Barraca de Lorca y lo adapta a los desafíos que viven los jóvenes hoy en día.

Rosa, ¿por qué decides embarcarte en este proyecto?

Siendo socia de la Sociedad General de Autores y colaborando con ellos, tanto con la sociedad de autores como con Fundación Autor, y siendo autora, he estado toda mi vida involucrada en el mundo de la música, la creación y también en la danza, porque, al final, soy músico. Entonces, vas ampliando tus conocimientos en torno a la creación musical, la creación de baile, la composición de letras, la producción musical… Al final, aprendes un poco de todo. Así que, llevo dos años trabajando en un colegio público en Madrid, en el Colegio Santa María, en la Puerta de Toledo. Allí hicimos un taller artístico que abarcaba un poco de todo y hace unos meses tuve una reunión, y me comentaron si me interesaría hacer un taller de danza, pero de danza creativa. No se trataba solo de decir «venga, venid, que vamos a bailar», sino «venid, que vais a aprender a crear a través de la danza», a transmitir emociones, a crear una coreografía donde tomen seguridad en sí mismos, socialicen sus emociones… Así fue como me lo propuso Marcelino, que es el representante de Fundación Autor, el encargado de los talleres. Él también se encarga de teatro, cine y música, y me animé y dije que sí. Además, me gusta trabajar con adolescentes, me gusta trabajar con los niños.

Rosa, abarcas diferentes disciplinas, dentro de la danza, la música, la interpretación, ¿cómo influye en tus clases, esta diversidad?

Cuando doy clases, siempre intento ir más allá de la disciplina específica. Ahora, por ejemplo, estoy en un taller de creación de danza, pero inevitablemente también les transmito conocimientos de música y de interpretación. Al bailar, es como si fueran actores, solo que interpretan a través del movimiento. Tienen que transmitir emociones con el cuerpo, sin palabras, como si fueran cantantes, pero sin cantar.

Dependiendo de la historia que estén creando, los movimientos deben acompañar esas emociones. Siempre les digo: «La vida son matemáticas». La música y la danza son matemáticas. Les hago entender que, para comprender el ritmo, tienen que entender las matemáticas detrás. Cada elemento, como el bombo o la caja, sigue un ritmo específico. La base de la batería lleva el peso del ritmo de la canción, y sus movimientos deben coordinarse con ese ritmo. Así empiezan a entender cómo coordinar las partes de su cuerpo.

Trabajar con niños y adolescentes no es tan complicado. Lo importante es encontrar el punto de diversión en lo que les enseñas. «Tienen que entender la parte práctica de lo que les enseñas», para que no quede solo como un contenido teórico. Quizás el problema no es la materia en sí, sino la forma de enseñarla.A veces no coincido con la forma en que se enseñan hoy en día las cosas. Creo que es importante hacer que los niños sean partícipes, que expresen sus opiniones y que sientan que lo que aprenden tiene sentido en sus vidas.

¿Observas que lo que los jóvenes necesitan es sentirse más escuchados?

Es que los niños, cuando los dejas hablar, hablan.

El problema es que, los profesores tenemos que tener una autoridad sobre los alumnos. Pero, independientemente de esa autoridad, tiene que existir respeto. Hay que darles espacio para que puedan expresarse, hay que dejarles participar y opinar.

En el IES Villa de Vallecas de Madrid, donde trabajamos de la mano del director, César Iglesias Pérez, hemos logrado una colaboración muy positiva. Él siempre celebra que podamos ofrecer a los chicos un espacio para expresarse. César sabe que implicarse en el barrio a través del arte es fundamental, especialmente en un entorno que a veces no es fácil, y valora mucho que podamos ofrecer estas actividades extraescolares.

En mis clases de interpretación artística, siempre busco que los chicos se sientan protagonistas. Les pregunto: «Oye, de estas canciones, ¿cuál os apetecería hacer?». Aunque podría traer mi propia canción y pedirles que bailen, quiero que ellos disfruten y se sientan parte de todo esto.

Este año, de acuerdo con la dirección, queremos organizar un evento para Navidad. Pero, sinceramente, no tiene sentido disfrazarlos de bolas de árbol o lazos para hacerles desfilar; ellos quieren bailar, tocar instrumentos, cantar… cosas diferentes. Si hacemos algo que no conecta con lo que ellos quieren, no van a disfrutar. Para nosotros, el objetivo es que vivan el arte de una forma en la que puedan expresarse libremente y sentirse parte de un equipo.

Yo no vengo a trabajar lo que yo quiero, vengo a trabajar con ellos.

En el instituto, de momento, solo se han apuntado chicas, pero a ver si consigo que algún chico se sume.Las chicas están creando la coreografía ellas mismas. Yo les enseño los pasos básicos, pero luego les digo: «Vale, esta es la canción, ¿qué vais a hacer en cada parte? Tenéis que crear, aprender a montar una coreografía.» Les doy pautas para que vayan dándole forma. Por ejemplo, hemos empezado con una bachata, que es un poco más sencilla, y también les hago bailar en parejas, chico y chica, independientemente del género.

¿Cómo puede el arte ayudar a los jóvenes a ganar confianza en sí mismos?

La danza, en este caso, les proporciona herramientas que les ayuda a ir ganando confianza y seguridad en ellos mismo. El hecho de ir explorando su creatividad y desarrollar sus propios pasos, les hace experimentar este crecimiento.

El otro día, hice un ejercicio en clase. Les pedí que hicieran un corrido, pasando uno por uno. La posición corporal de cada unA ya me indicaba si una niña era tímida o segura de sí misma. Cuando terminaron, les dije: «Ahora voy a pasar yo y vamos a ir comentando». Les expliqué: «Si bajo la cabeza y me encojo, parezco alguien tímido y asustado. Pero, si saco pecho, levanto el mentón y camino con firmeza, ¿qué os estoy transmitiendo? Seguridad». Esto les ayuda a vencer el miedo escénico, algo que puede servirles en cualquier situación, ya sea una junta en una empresa o una reunión de vecinos.

Por ejemplo, me viene a la mente, un niño que venía a las clases pero que era muy introvertido. Con el tiempo, el grupo se convirtió en una piña, siempre trabajábamos en equipo. Ahora, ese niño es mucho más extrovertido, ha hecho amistad con otros compañeros del grupo.

¿Cómo la danza y otras artes ofrecen ese espacio para expresarse de una manera más libre?

La danza debería ser una terapia.

Hay un estudio que demuestra que nuestra voz tiene una frecuencia particular y nuestro cuerpo actúa como una caja de resonancia, como el interior de una guitarra. Entonces, cuando nuestra propia frecuencia hace vibrar nuestro cuerpo a la frecuencia adecuada, es algo curativo.

¿Qué ocurre? La música también tiene un impacto muy importante en la danza. Aunque no estés cantando, tienes tu propia frecuencia. Y ciertos estilos musicales pueden darte energía, ayudarte a desahogarte o darte calma. Al final, la música para bailar sirve para mucho más. Aparte de los beneficios físicos y mentales, una persona que viene de bailar una hora se siente renovada. Su mente está despejada y su cuerpo, a nivel cardiovascular, está muy bien.

La danza es una vía de escape increíble en un mundo lleno de estrés.

La danza muchas veces se toma como ocio o hobby, pero para mí tanto la música como la danza son una necesidad. Si no haces deporte, deberías practicar danza. Es esencial para la salud física y psicológica.

¿Cuál es la influencia y la importancia de ser creativo en la actualidad? ¿Cómo les ayuda a los jóvenes este proyecto?

A los creativos, el mundo a veces nos ve como la cigarra que canta sin trabajar. No tenemos el típico trabajo de ocho horas ni un puesto estable, y eso puede interpretarse como que no hacemos nada útil. Sin embargo, quienes dedicamos nuestro tiempo a imaginar cosas nuevas somos las que traemos nuevas ideas y paradigmas que hacen evolucionar al mundo.

Sin creatividad, no llegarían cosas nuevas a nuestra vida.

Este proyecto, Barraca XXI, ofrece a los jóvenes ese espacio para desarrollar su creatividad y descubrir sus talentos. Mis compañeros, como Pilar Masa, por ejemplo, enseña teatro y ofrece a los jóvenes un lugar para expresarse y colaborar en grupo. Fernando Merinero les muestra cómo el cine es un lenguaje propio con el que contar historias visuales, y Miguel Malla Valle les guía en la música, y les ayuda a  a entender la teoría y la improvisación para que exploren sus propias ideas.

Necesitamos ir más allá para contar historias y crear cosas que, de otro modo, no existirían. Si todos fuéramos, por ejemplo, directores de banco, ¿cuántas películas veríamos en el cine?

Gracias a los artistas y a los proyectos como Barraca XXI, el mundo es mas alegre. Tal vez el arte no sea lo más primordial; lo primero es la agricultura, que haya comida en la mesa. Pero después, el arte se vuelve esencial porque nos da una vía de escape. Sin danza, música, cine o teatro, estaríamos atrapados en el estrés de la monotonía diaria y acabaríamos explotando.

Gracias a los artistas, el mundo es menos triste.

¿Qué es lo más gratifiacante para tí de este proyecto, Barraca XXI?

Para mí, lo más gratificante de Barraca XXI es toda la experiencia en sí: el desarrollo, conocer a los jóvenes, descubrir sus personalidades y ver cómo van cambiando y aprendiendo. Este proyecto busca precisamente eso, ofrecerles un espacio donde puedan expresarse y explorar su creatividad sin presiones externas. Me lo paso bien y, además, aprendo mucho, porque ellos todavía están… ¿cómo te diría? Sin «marear», sin influencias externas. Veo mucha luz y mucha pureza en esos corazones, y eso es muy bonito.

Como decía, ellos esperan ser escuchados, porque a veces, aunque tengan mil actividades y estén ocupados todo el día, se sienten solos. A menudo, sus padres están tan ocupados que los llenan de tareas y extraescolares sin tiempo para estar realmente con ellos. Así que los niños buscan atención, una mirada que les diga que importan.

En Barraca XXI encuentran eso: no solo aprenden danza, sino también a gestionar conflictos y enfrentarse a retos que existen dentro y fuera del aula. Yo les digo que aprender a manejar estas situaciones ahora, aunque sean cosas de clase, es clave para cuando salgan al «mundo real», donde también encontrarán desafíos y personas con distintos caracteres.

Este proyecto no solo les enseña arte; les da herramientas para la vida.

El acto de mayor valentía que pueden aprender es saber decir «no» en el momento adecuado, que es algo que les servirá para siempre.

Porque al final, se trata de que crezcan en un ambiente que les permita desarrollar sus fortalezas interiores. Es un aprendizaje que los ayudará a encontrar su bienestar, a enfocarse en lo positivo y alejarse de algunas «trampas» que ofrece la vida cuando eres jóven.

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