Texto de Covadonga Carrasco
Si de algo podemos estar orgullosos los europeos es de poder dirigirnos a cualquier parte del continente y disfrutar de tradición, cultura y diversidad. Pero si existe un lugar mágico que aúna todas estas características, sin duda, esa ciudad es Ámsterdam. Esta urbe holandesa se ha convertido en uno de los paraísos turísticos más solicitados por los jóvenes -y no tan jóvenes- turistas europeos, y es que, a diferencia de lo que se pueda imaginar, Ámsterdam es una ciudad para todos.
La apertura es algo de lo que presumen la mayoría de los ciudadanos holandeses. A diferencia de la española, su historia migratoria se remonta a muchos años atrás y eso se nota en la calle. Según Patricia Grosfeld, de la Oficina de Turismo y Congresos de Holanda «Ámsterdam es una ciudad muy tolerante hacia lo de fuera. Esto se extiende a los turistas… Ámsterdam los recibe con los brazos abiertos. Conviven 140 nacionalidades, y todos dejan vivir al prójimo, respetan sus costumbres». Por tanto, estamos ante una ciudad «progre», cuyo principal atractivo para los jóvenes es, sin duda, la facilidad y la libertad con la que pueden fumarse un porro. No obstante esto contrasta con otra normativa menos conocida: allí no se puede beber alcohol.
Muchos van con la idea de llegar al paraíso de las libertades y se topan con que Ámsterdam es mucho más que sexo y chocolate. Tiene la magia que surge de cualquier ciudad europea con historia «el centro de la ciudad -dice Patricia- no fue destruido en la Segunda Guerra Mundial. Las casas y la arquitectura en general sigue tal y como estaba en el siglo XVII. Otro de sus atractivos es el agua. La llaman «la Venecia del norte» y como curiosidad te diré que Ámsterdam tiene más puentes que Venecia». Todo ello dota a la ciudad de una extraña capacidad de provocar en el visitante la sensación de estar en su casa, en su barrio, mientras que ante sus ojos se despliegan paisajes nuevos y desconocidos.
UN RECORRIDO POR ÁMSTERDAM
No estamos ante una ciudad enorme, por ello una bicicleta o los pies pueden ser nuestros grandes aliados. Como decíamos, los canales son parte de la metrópoli, por lo que Patricia Grosfeld nos recomienda contratar un crucero. Los hay para todos los gustos «puedes montarte en el barco de los museos -nos dice- que te va dejando en los museos, te bajas, ves el museo y retomas el viaje; hay también recorridos de noche, con cenas a la luz de las velas, en plan romántico. Depende un poco de lo que nos queramos gastar». El crucero nos permite disfrutar plenamente de la grandiosidad de sus fachadas y sus vistas desde el interior, así como descubrir de un vistazo cómo se desarrolló la ciudad.
El coche no es una opción en Ámsterdam, pues gran parte de las calles son peatonales. Con la bicicleta nos sentiremos más holandeses, ya que la mayoría de los habitantes se trasladan en este vehículo, mucho más sano y ecológico. Si nos movemos hasta el centro histórico de la ciudad, el Damm, podemos visitar el Palacio Real y la Nueva Iglesia. Otro de los lugares que no podemos dejar de frecuentar es el Museo Van Gogh, o la casa de Ana Frank, sin olvidar, por supuesto, que este año es el 400 aniversario del nacimiento de Rembrandt, del que se puede disfrutar una exposición en el mismo museo Van Gogh. Asimismo, y con las celebraciones como excusa, de marzo a mayo se podrá ver una imagen de un autorretrato del autor hecho a base de bulbos que se han plantado en un parque a pocos kilómetros de la ciudad y que al florecer crearán una imagen digna de ver.
LA CIUDAD GOLFA
No podemos dejar de hablar de uno de los aspectos más característicos de la ciudad y de lo que más llama la atención a los turistas españoles, los coffe shops y las tiendas de drogas naturales, donde pueden adquirirse las famosas setas alucinógenas, las magic mushrooms. Todo se desarrolla en un ambiente bohemio y tolerante donde nadie mira con extrañeza a nadie por ser diferente. Pero no debemos equivocarnos, Ámsterdam destaca por ser un lugar que permite libertades, pero cuya máxima es la de respetar a los demás. Todos aquellos que piensen que pueden ir a hacer lo que les dé la gana están equivocados, la tolerancia y el civismo es la baza principal de la ciudad lo que ha permitido que Ámsterdam sea como la conocemos hoy en día.
El Barrio Rojo es otro de los lugares más visitados de la ciudad, un lugar mítico de calles estrechas donde las prostitutas se exhiben en escaparates esperando a que sus clientes soliciten sus servicios. Son muchos los curiosos que se acercan hasta allí, pero son otros tantos los que se dirigen al Barrio Rojo a disfrutar de la profesión más vieja del mundo.
Y para los amantes del zumo de cebada, sin duda el paraíso está en la fábrica de cerveza de Heineken donde, además de disfrutar de esta «rubia fresca», se puede conocer la historia de la bebida y de la elaboración de la misma.
COMER EN ÁMSTERDAM
Pero… y después de estar todo el día caminando por la ciudad… ¿qué comemos?. La cocina holandesa no destaca por ser una de las mejores del mundo, sin embargo la diversidad también ha hecho mella en la gastronomía, por lo que encontraremos restaurantes de comida de cualquier parte del globo -España incluida- donde hacer una parada para reponer fuerzas. No obstante, Patricia Grosfeld recomienda algo tradicional: «Existe una merienda típica que se puede tomar en diferentes sitios especializados. Se disfruta de té con unos panqueques pequeñitos con dulce, fruta, salsas… Luego están los panqueques normales que se pueden comer también salados. Y algo muy típico de Ámsterdam, que se come en los puestos callejeros, son los arenques. Te ponen el arenque crudo, con cebollita» y mmm…
Pero éstas son sólo algunas de las cosas que se pueden ver y hacer en Ámsterdam. Es una ciudad que nos queda relativamente cerca y que por lo tanto, podemos ir redescubriendo en diferentes momentos de nuestra vida. Para todos aquellos que se hayan quedado con curiosidad sólo podemos hacer una recomendación, coger un avión y disfrutar en persona de lo que os hemos contado. Ámsterdam es mucho más que tulipanes, coffe shop y zuecos… I Ámsterdam… ¿y tú?.