Adentro en el María Guerrero


Entrevista de Reyes Muñoz
Fotos [C] de marcosGpunto

20/04 – 22/05 – Teatro María Guerrero

Adentro nos convierte en los fisgones del patio de vecinos y nos hace testigos de los tejemanejes de una familia. Durante más de una hora vemos una realidad que seguramente tiene mucho y nada que ver con la nuestra. Carolina Román escribe un texto crudo y Tristán Ulloa lo dirige. Nelson Dante, Araceli Dvoskin, Noelia Noto, y la propia Carolina Román dan vida a personajes tan oscuros como brillantes.

Tristán: “La familia es en realidad un espacio de ternura y agresividad. Lo que ellos hacen, al espectador le puede parecer primitivo y atávico. Tan pronto se dan un beso como se pueden dar una bofetada o un mordisco”

Adentro da nombre a la compañía. Antes de Adentro habéis estrenado En construcción y Luciérnagas. Deduzco que esta obra fue la primera…
Tristán. En realidad el germen de la obra es una pieza de microrrelato. Adentro era el título de una escena que duraba unos quince minutos. Presentábamos a El Negro y a La Negra en un vis a vis en una cárcel de Buenos Aires. La gente quiso saber más de ellos, y a nosotros nos tentó la curiosidad. Adentro es el desarrollo de la historia de esos dos personajes.

¿Cómo ha crecido el texto?
Carolina. No se trata de alargar o recortar un texto, se trata de respetar lo genuino y ver si lo que tú pensabas, puede dar un vuelco que tú ni te imaginabas. Los ensayos también sirven para avanzar en el proceso. Te das cuenta de que los personajes son poliédricos.
Tristán. El primer texto es un referente en el que pudimos trabajar. Carolina se sentó y se puso a escribir, tirando de circunstancias autobiográficas. No es una obra autobiográfica, pero hay rasgos que ella reconoce. Trabajar con la autora permite crear unas sinergias entre mi trabajo, el de los actores y el texto. Es una forma muy orgánica de desarrollar una obra. Cada elemento forma el todo. A mí me encanta trabajar así.

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Al leer el argumento, me venía a la mente Agosto
Carolina. Disfruté mucho con Agosto, porque a mí es ese el teatro que más me gusta. Los vínculos familiares son un punto de partida universal. Todos hemos sido paridos por padres. Los padres son hijos sin culpa, y los hijos son a su vez padres sin culpa…
Tristán. ¿Qué pueden tener en común Agosto y Adentro? Quizás el mundo familiar, las dependencias afectivas y emocionales… Sí, a veces no se trata de querer mucho, sino de querer bien. De esto hablan ambas historias. Hay puntos de la narrativa de Carolina que hacen pensar en autores muy dispares. Estamos hablando de algo aparentemente muy local, que ocurre en una especie de corrala de Buenos Aires. Y a la vez, ocurren cosas muy reconocibles. Descubrimos que lo que ocurre en una casa al otro lado del mundo puede ser reconocido como algo muy cercano.

¿Los personajes de Adentro son conscientes de la atmósfera pegajosa que los envuelve?
Tristán. Es una familia muy enroscada sobre sí misma. En el texto Carolina no hace juicios, yo tampoco, y los actores tampoco. La familia es en realidad un espacio de ternura y agresividad. Lo que ellos hacen, al espectador le puede parecer primitivo y atávico. Tan pronto se dan un beso como se pueden dar una bofetada o un mordisco. Es lo que ellos han vivido, no piensan en si su forma de vivir es buena o mala. No intentan agradar al público y todos tienen lados muy oscuros al tiempo que son personajes muy queribles.

¿Sería la de Adentro una mala madre, o es una madre vista sin filtro?
Carolina. Es una mujer con alzhéimer en realidad. Y es una madre que ha aprendido a defenderse mediante la negación. Lo que ella no dice, no existe, lo que ella no ve, no existe… Yo no lo juzgaría como una mala madre. En realidad en la vida no hay buenas madres, ni malas madres. Es una mujer que ha sufrido mucho, que está en un momento vital de mucho caos, que ha hecho lo que ha podido y de la mejor forma que ha sabido hacerlo.

Carolina: “Nos dicen: ‘estoy temblando’, ‘me recuerda a mi madre’. Nos han dicho muchas cosas y la conclusión que yo saco es que la gente no sale del teatro como entró”

¿Adentro es teatro terapéutico? ¿O el espectador sale como si le hubieran dado una paliza?
Carolina. Yo lo escribí a bocajarro. Soy terapeuta Gestalt y de alguna manera en Adentro queda reflejado ese trabajo autobiográfico. No tanto porque yo lo haya vivido sino porque he visto que otros lo han vivido. Si Agosto te pareció una obra terapéutica, quizás Adentro sí que lo sea. El espectador tiene que hacer su trabajo de espectador, se ríe, llora, y sí que sale revuelto. La gente sale muy emocionada. Nos dicen: ‘estoy temblando’, ‘me recuerda a mi madre’. Nos han dicho muchas cosas y la conclusión que yo saco es que la gente no sale del teatro como entró. En ese sentido, sí, es posible que te de un revolcón.

¿Cómo es dirigir a Carolina? Y no hablo de la esfera personal. Ella ha creado los personajes, su propio personaje y llegas tú y los reinterpretas…
Tristán. Nos conocemos mucho en la faceta laboral. Ella sabe de qué me alimento, sabe cómo dirijo. Intento ser muy honesto y siempre hay una negociación. A veces estamos de acuerdo, otras no. Vamos probando y probando hasta que encontramos algo. Por ejemplo, en esta obra hay una presentación y un desenlace muy precipitados. Yo se lo planteé a Carolina como si de pronto, nos fijáramos en una familia, nos acercáramos a ellos y en otro momento, nos alejáramos. Y nunca más volveremos a saber nada de ellos.

Carolina, ¿cómo es someter tu obra a un análisis y dirección independiente?
Carolina. Es maravilloso. Tristán es un director muy abierto. Trabaja en grupo, le gusta mucho abrir el juego. Es enriquecedor que te den un nuevo punto de vista sobre unos personajes que tú tuviste muy claros en tu cabeza. Ya no solo es enriquecedora la visión del director, también la de los actores, que son los que están poniendo la carne a los personajes.

Tú ya destacaste como actriz, pero como dramaturga estás obteniendo grandes éxitos. ¿De dónde te gusta que vengan las flores?
Carolina. De mi trabajo en general. Me da mucho placer actuar. Y he escrito toda mi vida, pero he sido muy pudorosa. Escondía esos textos, incluso llegué a quemarlos. Desde hace muy poco que empecé a enseñar la patita. Escribo desde lo que conozco, con pudor pero sin juicio. Escribir para mí es una vomitona, no me paro a pensar cómo son los personajes, actúan y ya está. He aprendido a fiarme de lo que me dice mi tripa.

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Adentro, la compañía, ¿funciona como una familia?
Carolina. Sí, indiscutiblemente. Nos entendemos fuera y dentro de las tablas. Es un placer trabajar en un marco creativo tan orgánico y tan real.

Se dice que la confianza da asco…
Tristán. La parte creativa es lo mejor en cualquier familia. Hemos encontrado una dinámica de trabajo, que hace converger puntos de vista y somos capaces de decirnos las cosas sin herirnos. Cada uno aporta su acerbo. Por ejemplo, es un teatro muy cinematográfico. Hay primeros planos, incluso hay silencios muy llenos. Esto se ve mucho en cine, y menos en teatro y resulta llamativa una escena sin una sola palabra. Es una obra que tiene toques de realismo mágico, tiene aspectos muy oníricos, están muy presentes los muertos… Son cosas que forman parte de la idiosincrasia latinoamericana.

Más información en: http://cdn.mcu.es/espectaculo/adentro/

Mira el vídeo de la obra:


En ExPERPENTO abril/mayo 2016:
Enlace directo: http://issuu.com/experpento/docs/experpento_abril_mayo2016_ok_lr/18?e=2897458/34886666

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