Entrevista de Vicente Martín
Imágenes cortesía de Ricardo Abiega
Love Division son belicosos, cañeros y saben lo que quieren: primero, ser la banda más grande del mundo y segundo, tocar sus himnos en un estadio. Poco a poco, lo van consiguiendo. Poco a poco se van haciendo un hueco en un mercado en el que según ellos, no encajan. Ni el rock ni los jóvenes beligerantes han muerto. Contesta a las preguntas Ricardo de Abiega.
Anthems for the lost generation, el título… ¿Cómo surgió?
Me pareció un nombre muy molón. Se refiere tanto a lo musical como a lo social. Con todos los goles que nos están metiendo, o no protestamos o protestamos poco. Me da pena pensar que con todos esos cambios nos quedemos ahí, jugando con el teléfono. Desde el punto de vista musical, lo mismo. Desde los años 90 nos hemos quedado sin referentes. Todas las generaciones han tenido bandas de referencia, desde Elvis hasta Nirvana… Bowie, The Clash, Guns N’Roses… Nosotros qué tenemos… ¿The Strokes? No es lo mismo. Ahora todo lo underground es como si estuviera debajo de la alfombra y se niega a salir o no puede. Y todas las canciones del disco tienen vocación de himno, quieren ser tocadas en un gran estadio. Nosotros sí tenemos la vocación de ser la banda más grande del mundo.
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Háblanos del eje temático del disco…
Reivindicamos el espíritu de minoría. Es el individuo en un entorno hostil. No confiamos en los políticos, no confiamos en los medios, no tenemos nada a lo que agarrarnos. Nos situamos en la independencia de pensamiento frente a todas las ideologías mayoritarias. Por el disco pasan personajes que lo hicieron como Peter Fechter, Jean Moulin en la Segunda Guerra Mundial, Sadiq Hamed Shwehdi o Anna Politkóvskaya frente a Putin. Todos defendieron su pensamiento frente a lo mayoritario y a veces lo pagaron con su vida.
¿Por ahí va la portada?
Sí, son fotos de un parque de Budapest. Es el Memento Park. Es donde juntaron todas las esculturas que había en la ciudad antes de la caída del muro. La de la portada en realidad mide como seis metros.
¿Cuáles han sido las fuentes musicales de las que bebe este trabajo?
Pues es que escuchamos mogollón de música, especialmente de los grandes del rock de los últimos cuarenta años… The Who, The Clash… ¡y Turbonegro! Me encanta Turbonegro…
Es de los grupos que salen en las conversaciones de última hora un día de borrachera…
Sí, sí, de hecho sacaron disco con un nuevo cantante porque el suyo dejó la banda o algo así. Pero Turbonegro es un grupo único, son súper animales, muy originales.
Habrá muchos nostálgicos que os encuadren en el sonido grunge…
A mí personalmente me encanta el género, pero ideológicamente y musicalmente Love Division toca otros palos que van más al punk, el prepunk, el post-punk… Pero el grunge me gusta, me parece que fueron muy sinceros aunque acabaron por auto parodiarse: todo es una mierda y la vida es una mierda… pues tampoco es eso. Pero para mí el grunge fue un paso natural dentro de la música. Fue lo que tenía que ser.
¿Cuál ha sido la evolución desde Velvet revolution y Locomotora hasta ahora?
Hemos tocado mucho juntos y hemos crecido en compenetración. Y de ahí surgieron las ideas del nuevo disco. Velvet era más etéreo, iba de lo más roquero a lo más acústico. En este queríamos que no hubiera tanta amplitud entre las dos esquinas. Es más conceptual.
El sonido es muy fresco y espontáneo. ¿Cómo ha sido la grabación?
La idea era que sonara fresco y natural, pero hemos invertido ahí la vida. En el estudio Reno pusimos la base de guitarra y batería. Eso fue rápido. Pero luego nos dedicamos a meter la voz y los arreglos. Y ahí se nos fue de las manos. Parecía que estaba ya acabado, y se nos ocurría algo nuevo. Así estuvimos más de seis meses. Solo con el orden de las canciones estuvimos ni se sabe el tiempo. Aunque no es un disco que esté trampeado.
«Big night», «Chain of command», «Case of study»… son temas con mucha fuerza, los hits, pero ¿con qué otros temas os quedaríais del trabajo?
Pues es dificilísimo, porque hemos hecho un esfuerzo consciente para que no haya temas de relleno. Grabamos veinte canciones y elegimos solo las que tenían vocación de himno. Yo tengo especial predilección por el final del disco. Somos muy cañeros y en la última parte del disco nos movemos hacia algo más templado, pero manteniendo mucho la tensión. Mi preferida es «Résistance!» por la letra, por la música… pero si se lo dices a los otros, ninguno te va a hablar de «Résistance!», seguro.
«The unkept promises of communism» es creo, el segundo single…
Ni de palo era un single, y por eso la escogimos. Dura seis minutos y habla de los procesos rotos del comunismo. Es instrumental, tenía ese riff inicial muy marcial… es muy pesadota. Y como no había voz, se nos ocurrió meter los discursos de una época, algunos contradictorios.
¿Cómo encajáis en la industria?
No encajamos, sin más. Lo que se lleva es mucho más amigable, menos afilado, más asequible. No sé si menos arriesgado, porque sí que hay propuestas arriesgadas que encajan. Pero Love División no encaja3
el orden sí importa.
Más información en: http://www.lovedivision.com/
Lee esta entrevista en el ExPERPENTO papel de abril-mayo 2014: