Bewis De la Rosa: «Amor más que nunca»


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Entrevista de Reyes Muñoz
Fotografías (c) de Lucía Herrero cortesía de Promosapiens

Bewis de la Rosa es el proyecto creativo de Beatriz del Monte y Amor más que nunca es primer disco producido por G.Rams. Esa es la versión sin anexos. Pero Amor más que nunca es un artefacto estético y ético, y Bewis de la Rosa es un concepto artístico poliédrico. No solo es música. Es una propuesta independiente de las que suelen caer en la grandilocuencia vacía. No lo hace y por eso está en la portada. Tiene mucha verdad.

Beatriz se formó profesionalmente en danza y ha dedicado gran parte de su vida al teatro y las artes vivas. El disco físico es un «no-vinilo-tomatera» que lanza un mensaje en torno al futuro y la soberanía alimentaria, sus versos son reflexiones sobre el amor, su rap se nutre del costumbrismo castellano, sus videoclips conforman un discurso visual y musical y sus espectáculos están más cerca de la performance que del concierto.

En la canción «A sal» repites el título del disco: «Amor más que nunca».

Lo que pretendo con «A sal» es que a través de la imagen del puchero que aparece en el videoclip, en el que se juntan las palabras, salga algo rico, otra mirada de la idea que tenemos del amor.

Desde mi punto de vista, la idea del amor es muy revisable. Los últimos años he estado practicándolo y teorizándolo. He estado observando la manera que tengo de amar y la manera que tenemos los seres humanos de relacionarnos. Quiero buscar maneras de amarnos mejor y más que nunca. Busco otras miradas de amor, como el poliamor, el amor no romántico, o no monógamo… Y sale un canto de tanto amor… propio de admirarte a ti misma, de no limitarte a tu desierto, a tu océano, de buscar en todo lo que está dentro de ti.

El videoclip de «A sal» me ha hecho pensar en una escena de «Como agua para chocolate», de la película, no del libro.

Ah, pues no la he visto, me la apunto y la veo esta noche porque el título me gusta. El videoclip está rodado en mi pueblo, en Villamayor de Santiago, en Cuenca. Es uno de los puntos geográficos de inspiración para mi propuesta artística en general. La línea dramática que lleva el videoclip, es esa mirada normativa: de qué manera se puede transformar, desde el cariño, y ofrecer esa otra mirada desde lo cotidiano, para ir hacia ese otro modo de amarnos, hacia esa expansión de conceptos… de ampliar el concepto de amor.

«Es un canto a los monstruos de una misma… un canto a esa niña, a ese monstruo y a esa luz»

Quizás en ese amor no expansivo se sitúa «Dónde estabas».

Pues me interesa saber lo que te ha llegado de «Dónde estabas». Es una canción que me la canto a mí misma. Parece que es un reclamo, pero es fruto de un proceso de autorreflexión o de introspección en el que yo busco en mí para poder ofrecerme. Digo «Busco amor, como si fuese lodo rebasando el tarro». Así empieza y luego digo: «Doy amor como si fuese purpurina y tango» o «Dónde estabas cuando no podía entender que era yo quien me fallaba». Es un canto a los monstruos de una misma… un canto a esa niña, a ese monstruo y a esa luz.

Lo que me ha llegado es que te echas muchas cosas a la cara.

Es esa culpa… que realmente no es culpa, es la responsabilidad que muchas veces ponemos en los otros, como si ese dedo que utilizamos para apuntar a los demás, lo pusiera apuntando hacia mí. La canción habla de ese proceso de ansiedad… habla de muchas cosas, en realidad. «¿Dónde estabas?» habla del proceso de irte, de cuando la mente te trastoca y te lleva a otros universos, ¿no? Y de cómo eso puede ser un punto a favor en nuestro aprendizaje o cómo puede ser un auto-boicot. Pero yo creo que reconocerse a una misma, que tú te reclames a ti misma… no tiene por qué ser algo agresivo. Estás señalando al de enfrente sin preguntarte dónde estás tú y en realidad no tiene nadie esa responsabilidad, nadie te va a venir a salvar.

«Yo voy a casa, a mi pueblo y veo una cosa y de ese objeto saco toda la idea de un vídeo, la propuesta escénica…»

«Que llueva» es todo lo contrario, es una reafirmación pura y dura, ¿no?

«Que llueva» forma parte de las extra. Te hablo un poco del disco. Amor, más que nunca es un proyecto poliédrico o de investigación poliédrica, porque aborda el concepto del rap rural y la temática del amor. Aborda el mundo rural desde diferentes lenguajes artísticos y por un lado está la parte de música de rap, que es lo que lo atraviesa y da sentido al resto de lenguajes artísticos. La intro, que todavía no ha salido, es «Mi tierra». Luego van «Cielo azulao», «¿Dónde estabas?», «Me estoy oxidando», «Mal agüero», «A sal» y «Manifiesto» que tampoco ha salido todavía. Eso forma el EP, los videoclips están enlazados y todo el proyecto tiene sentido, es un viaje de canciones. Aparte están las canciones extras: «Papaya», «Que llueva», «Los labradores» que ya han salido, y «Dolor para florecer».

Esto se ve en el álbum físico. Me planteé durante mucho tiempo cómo lo hacía. La gente no escucha música en disco o en vinilo, entonces busqué la manera de que fuera un disco digital, pero que tuviera sentido tener el disco físico. Lo que a mí más me gustaba de los discos físicos era esta parte de ver las letras con detenimiento, que te puedes quedar ahí atrapada en el universo de cada letra, descubres cosas de la letra que no sabías que existían.

Y otra cosa que me gustaba mucho eran los posters… Por otra parte, no quería que tuviese un residuo, o sea, que todo el proyecto y la acción tuviera un sentido a nivel conceptual. Y lo que ha surgido con Amor más que nunca como disco físico es ese pack, por así decirlo. Aparentemente hay un single de vinilo que realmente es un papel de semillas. Eso es para plantarlo y que en diez años tengas una tomatera en tu casa. Lleva un desplegable, que es un póster con todas las letras de las canciones, y el acceso al disco digital.

Por último está el fanzine, que recoge textos de todos estos procesos de reflexión emocional y en torno al amor. Los he escrito yo y todo el diseño es de Cristina Meca. Trabajo con ella desde hace muchos años y el grafismo es de Mara Agitad4, que también colabora con el vestuario, haciendo las letras, en alguno de los videoclips… Tengo equipo que son amigas y me inspiran un montón.

Disculpa que te interrumpa. Eso es muy castellano, muy de pueblo. Los de ciudad dicen, «quiero hacer esto y necesito esto y esto» y lo compran. Los de pueblo entramos en la despensa y con lo que hay, decimos «tengo esto y esto, a ver qué puedo hacer con ello». Y es una pura filosofía de vida…

¡Totalmente! ¡Nunca lo había visto así! Esa te la robo, si no te importa. Yo trabajo así. Hace poco lo hablaba con un compañero. Hablábamos de por qué trabajamos así, que si era que siempre estábamos con unos recursos limitados… Me parece que tengo un montón de recursos, no es que tenga unos recursos grandilocuentes, pero sí que puedo tirar con lo que tengo. Le dije: «tío, pues es que yo creo que para mí es la esencia de mis procesos creativos».

Yo voy a casa, a mi pueblo y veo una cosa y de ese objeto saco toda la idea de un vídeo, la propuesta escénica… He cogido un objeto que tenía mi abuela allí y lo he puesto en mitad de la sala de ensayo y de repente todo tiene un sentido.

Hablábamos de «Que llueva» que cuadra con la idea de despensa…

Sí, en «Que llueva» cojo las canciones de toda la vida y las transformo. Es importante lo de que forma parte de las extras… «Que llueva» es un resumen de mi trabajo, tanto de este que estoy haciendo ahora, desde la música, como de toda la investigación de muchos años, con mi compañía de teatro Malditas lagartijas. Es una compañía de danza y teatro físico y performance de investigación y siempre voy a lo mismo: voy a la raíz para tratar de cogerla y transformarla. Intento que todo se contextualice.

«Yo propongo el rap desde lo que es el extrarradio del extrarradio del extrarradio, que desde mi punto de vista son las áreas rurales».

Yo creo que es importante explicarle a la gente a qué te refieres cuando hablas de rap rural. Que no es que le estés haciendo tiraderas a la remolacha, vaya… es una propuesta de raíz…

Son diferentes cosas. También tiene que ver con la huerta, como símbolo de la soberanía alimenticia… Para mí, el mundo rural o la idea de rural tiene muchas connotaciones.

Por un lado es esa vuelta a los orígenes, a lo primigenio, al caldo primigenio, a la raíz de la que hablabas… es la forma en la que nos relacionamos cuando vivimos en núcleos más pequeños, a la cercanía, todo esto… En mi generación sentimos que no hay alternativas distintas a las de los núcleos urbanos. Esa manera muy frenética de progreso pasa factura, tanto al medio que estamos habitando como a nosotras mismas. El regreso a áreas rurales, como una manera de habitar el mundo, se me antoja una forma de vida muy necesaria y casi que te diría que inevitable.

El rap siempre tiene una conciencia sociopolítica y siempre está muy centrado en los barrios, o los extrarradios. Yo propongo el rap desde lo que es el extrarradio del extrarradio del extrarradio, que desde mi punto de vista son las áreas rurales. El rap rural supone hacer una conciencia social y política desde ahí. Desde ahí cuestiono mi manera de vivir, mi soberanía alimenticia, cuestiono dónde reside la riqueza. En este mundo, el capital tiene mucha importancia y quizá la riqueza no sea eso.

Por tanto, en el rap rural está esa mirada crítica y de transformación. Hay mucho que revisar en las áreas rurales y hay mucho que defender también. Se trata de hacer un pucherito que nos salga rico, con lo de antes y con lo de ahora con una mirada de futuro, es decir que todo eso sea sostenible.

Y vuelvo a lo de la brecha de mi generación: tenemos esa falta de raíz, la identidad parece como que ha desaparecido y esto nos provoca una crisis, un ansia muy fuerte de poder identificarnos. Quienes hemos crecido en núcleos urbanos de muchos habitantes tenemos esa esa falta de raíz, y ese ansia de identidad.

¿Que enfoques tu música al rap es porque has crecido culturalmente ahí o porque te venía bien para expresarte?

Pues mira, yo me formé y me profesionalicé en la danza. Me formé en diferentes estilos y ramas, pero durante muchos años yo competí en hip hop. Bebo de la cultura hip hop desde los ocho años: me apunté a hip hop y luego ya empecé a meterme en todo eso de las batallas de hip hop, a los campeonatos, iba a clase. También hacía cosas en la calle con mis amigas, nos montábamos nuestras coreografías… había quien pintaba, quien bailaba, quien rapeaba… Lo de rapear lo hacía en petit comité. Cantar me gusta, soy teatrera de toda la vida, que me gusta la farándula, vaya.

Cantaba pero nunca me planteaba profesionalizarme. No llegaba el punto de decir: «Vale, voy a centrarme en esto». Antes estaba la danza, luego el teatro físico y la performance… y siempre desarrollaba mi trabajo artístico desde las artes vivas, desde las artes escénicas.

Cuando me fui a vivir a Santander fue cuando empecé a subirme a los micros abiertos. Empecé a grabarme y llegó un día que dije: «tengo una medio maqueta aquí». Mi familia me apoya un montón y mi padre me dijo: «grábate si quieres que yo te he echo una mano en lo que necesites». Y la verdad que cuando me puse, encontré un grupo de personas con las que me sentía cómoda para grabar, para crear… Y empecé a grabar las primeras canciones, y se desarrollaba todo el discurso… empecé a tirar del hilo.

Me di cuenta de que la música me permite seguir desarrollando las artes escénicas desde otra mirada. No me planteo hacer conciertos de rap al uso, sino que debe ser un concierto performativo, ¿no?, algo que recoja todo eso que he mamado desde pequeña, en lo que me he formado y que me define.

A ver, has encontrado quien te acoja. Este es tu primer disco, pero llevas tiempo lanzando singles y ya has sido invitada a participar en festivales y en conciertos en Madrid o Cataluña, en Francia…

Sí, la verdad que sí. Estoy muy contenta porque está teniendo muy buena acogida y la gente lo está arropando muy bien. Sí que haces las cosas para ti, pero también para compartirlas. Que eso que te ha servido a ti o esa reflexión a la que has llegado, llegue a otras personas… La música es una manera muy bonita de reconocernos entre todas y jolín, que te lo acojan y que haya quien tenga ganas de programarlo… o que haya quien quiera entrevistarme para saber qué hay detrás de todo esto pues es bonito y lo agradezco mucho.

Y en marzo, presentas el trabajo en el Café La Palma, en Madrid…

El estreno será el 3 del 3 de 2023. Hago la presentación del disco en Madrid a las 10 de la noche. La idea es presentar al hijo y marcar el inicio de ese álbum físico. Lo he lanzado en preventa y empieza su camino. Me gustaría que este verano se moviera bastante. Tengo muchas ganas también de que salgan todas las canciones y de hacer la propuesta artística, que tiene un lado más performático.

«La presentación en mi pueblo para mí es muy importante y necesaria».

Me ha llamado la atención que has tocado en mogollón de sitios, pero en tu pueblo no. ¿Esto por qué? ¿Has preguntado?

Sí he preguntado y se está tramitando. Ahí queremos hacer un evento más grande y lo estamos cerrando. Todavía no tenemos fecha ni nada. La presentación en mi pueblo para mí es muy importante y necesaria.

Te lo preguntaba porque con las propuestas artísticas uno se expone mucho y puede sobrevenir una especie de pudor… un miedo a mostrarse en un sitio en el que todo el mundo te conoce.

No, no tengo ese pudor y la gente me está acogiendo muy bien. Hay allí una discoteca y por lo visto están poniendo «Mal agüero». Esa canción habla de la gente de mi pueblo. El chico de la bolera, que es DJ, me pasó un mashup y metió este mezclado con otro tema y me preguntó si me importaba que lo pusiera… y es como, «claro que sí, si no la canta la gente del pueblo…». En su día hice una llamada para que la gente viniera para salir en ese vídeo y vinieron. No muchos porque lo que tú dices: cuesta introducirse en lo artístico y sobre todo si es así, contemporáneo, cuesta más.

Es una labor de tiempo y de paciencia y también de confianza. Ya he estado allí haciendo Un huevo y cuatro sardinas, que es una obra de danza y de teatro físico, que habla sobre la historia de mi bisabuela, de la mujer en guerra y posguerra. Mi bisabuela era de allí, para mí era muy importante hacerla allí y que viniese a verla mi abuela. He hecho algunas otras propuestas que se salen más de la línea convencional y sí que cuesta, sobre todo a nivel institucional. Sí que es verdad que tengo la fe perdida con las instituciones… pero bueno, es ir encontrando el punto medio. Lo haré en Villamayor y si no lo hago a través del Ayuntamiento lo haré a través de alguno de los bares de allí, que también me lo han propuesto. Ya está cociéndose, ya he puesto el fuego a calentar.

«Lo nuevo que estoy creando sí que tiene esa mirada del folclore».

Hay algo que quizás es una tontería. No me ha parecido que hubiera castañuelas, ni panderos, cosas así… Instrumentos que ahora han puesto ahí Vetusta Morla con El Naan en la gira… Y le pega a tu propuesta…

Dos de las canciones que faltan por salir se acercan más a eso, y todo lo que estoy creando ahora mismo, lo nuevo, va más en esa línea, la de llevarnos a lo sonoro esa visión del rap rural. Como es un proyecto que está investigación constante… se va descubriendo. Lo que me unía con G.Rams, que es el productor, era el sonido más «latin», Buena Vista Social Club, la cumbia, la salsa… Está en «Mal agüero», «Me estoy oxidando», en «La candelera» que no ha entrado…, todas estas tienen ese tono que se acerca a los sonidos más urbanos y más latin rap.

Lo nuevo que estoy creando sí que tiene esa mirada del folclore. En lo anterior, a nivel musical, sí que hay algún cencerro, alguna cosa, pero está mucho más presente en la letra y en la puesta en escena. Cuando nos pusimos a producir, nos centramos en lo que nos unía, en esa mirada más latín, más hip hop latín, pero ahora por ejemplo, en lo último que hemos grabado, suenan panderos, por ejemplo. En todo lo nuevo hay otras texturas, incluso cercanas a la electrónica. Es un proyecto en el que yo siempre estoy investigando, y yo puedo tener esa mirada, pero en el momento en el que hay colaboradores, trabajamos con lo que nos une.

«Creo mucho en la frescura, que también está muy chula cuando grabas algo y decides que se queda así, con errores y todo…»

«Me estoy oxidando» me flipa. Es larga, tiene muchísimos cambios, juega mucho con lo que decías del «latin», es como si fuera muchas canciones en una… Esa es una de las canciones que cuestan la vida o salen del tirón….

«Me estoy oxidando» en el videoclip se suma con «Mal agüero», quizás por eso te ha parecido que tiene muchos cambios y es larga. Pero ella sola tiene muchos cambios, tiene como tres registros distintos. El estribillo de repente, a mí me recordaba «Oye como va».

Yo tenía estrofas y las llevé al estudio. Empezamos a jugar con esas estrofas y yo tenía el «me estoy oxidando» que no se repetía tanto. Aarón, que es otro chico de Aracelis Sound Studio, me dijo: «¿y si haces el ‘me estoy oxidando’ más simple?». Empecé a probar por ahí. Lo fuimos conjugando con las otras frases… Cuando la estaba escuchando le dije a G.Rams: «me apetece que cambie, que no tenga estructura, que no tenga sentido». Veníamos de hacer «Cielo azulao» y «Candelera» y no sé cual más. Hacía un patrón, luego hacía el estribillo y luego otro patrón. «Me estoy oxidando» fue «vamos a hacer algo que no sepas por dónde viene». Salió así trabajándola en el estudio. Lo de «trigal, dorado, paja y niño» no estaba. Salió escuchando la canción. Se me quedaba muy repetitiva, me faltaba como un punch y de repente salió eso.

El proceso creativo es un momento vital tan de paréntesis en la vida, que no sabes ni cómo llegas a las cosas, te zambulles ahí y ruedas, ruedas, ruedas hasta que te paras y dices: «¡Qué acaba de pasar! ¡Esto es guao!».

Lo bueno de que suceda en el estudio, es que queda registrado…

Casi siempre suelo ir más de una vez al estudio. También procuro que no sean muchas veces. No soy una persona que le dé vueltas al hilo. Creo mucho en la frescura, que también está muy chula cuando grabas algo y decides que se queda así, con errores y todo… Hay veces que podría sonar mejor, pero eso también es parte de la canción. Lo ha hecho un humano, ¿no?

El poder no te lo tiene que ofrecer nadie, ¿sabes?

Mientras te escucho hablar, estoy pensando en todo lo que haces, en cómo le das mil vueltas y esto es compartido con muchas mujeres creadoras. Que si teatro, que si baile, que si conceptualizar el rap rural, que si los talleres de investigación, las performances, los videoclips, el espectáculo de concierto, el concepto del disco… si lo que haces tú lo hace un señor, los titulares son: «Un hombre del Renacimiento».

Buff. Si nos ponemos a hablar de la mirada masculina en el sector… Es un tema interesante. A mí me parece que las personas que no han formado nunca parte de de los núcleos de poder, o al menos de los núcleos visibles de poder… y no solo de las mujeres, de cualquier disidencia, de cualquier persona que no ha tenido la opción de tomar decisiones, hemos llegado a un punto en el nos da igual. El poder no te lo tiene que ofrecer nadie, ¿sabes? Nadie tiene que venir a permitirte algo, nadie tiene que valorarte. Nadie debe validar que tu obra artística tenga un valor o no lo tenga.

O sea, que tú dediques tiempo a las cosas, que tú dediques tu entrega, que tú dediques tu crítica y tu búsqueda y tu investigación a algo, que tú te alíes con personas que están en lo mismo que tú, en esa búsqueda de nombrar cosas que no existen o que no se han dicho, no te lo tiene que valorar nadie, eres tú quien le da el valor y creo que ya es un paso inevitable.

Creo que transformaría eso de que hay que agrietar para poder introducirte en un mundo masculinizado. Creo que debemos de quitarle la potestad a esos núcleos de ofrecernos validación. Es una cuestión de identidad y de autodeterminación.
Ahora nos vamos a la cultura de masa. Estoy hablando de algo que parece muy básico, pero es algo minoritario. La cultura de masa promueve lo contrario, ¿no? Y de hecho la cultura de masaje está en un punto ahora de disfraz feminista y transfeminista bastante fuerte, ¿no? Si quitas el disfraz, por debajo está lo mismo.

Para mí, la mirada disidente está en los márgenes, no en la masa. Pero desde esos márgenes se va transformando todo. No sé si me estoy yendo mucho por los cerros..

Te estoy entendiendo. Tenemos que comer la sopa por los bordes para no quemarnos…

Yo no me siento ni sometida, ni violentada. Estoy en un sistema en el que no confío y no puedo estar violentada por él. Yo no me determino como precaria, que es un tema también muy de mi profesión, hay un debate con la precariedad. Yo me siento precarizada pero no soy precaria. Se me puede precarizar como mujer, se me puede precarizar como artista, pero no soy precaria. No le doy el poder a esos entes, a esos núcleos…

Al final, tú como persona individual tienes la potestad de decidir qué dejas que entre en tu casa. Hay cosas a las que no les voy a abrir la puerta. Ahora bien, si puedo hacer muchos caminitos a mi casa, pues también estoy por la labor.

Esta conversación que estamos teniendo tú y yo, no la van a poner en la televisión. Eso de charlar tranquilamente, no se hace normalmente. La educación de la masa no está hecha para que la masa hable y se exprese y se cuestione.

En un medio independiente como ExPERPENTO estamos sufriendo lo indecible con eso. Las redes deberían servir para lo que dices, para comunicar desde los márgenes. Un medio hace esto profesionalmente: he preparado la entrevista, te pregunto, respondes, nos escuchamos. Y veo que cuando todos podemos expresarnos, usar las redes, solo pensamos en eso, en expresarnos, nada de escuchar al otro… para qué. Se produce un diálogo de sordos.

Me estoy apuntando muchas palabras, muchas cosas que dices. Acabo de apuntar lo del diálogo de sordos.

No apuntes que saldrá publicado… Y bueno, que quieres llevar un queso a Medellín.

(Risas) Tengo una amiga que es de Medellín y siempre fantaseamos con ir allí a visitarla y llevarle un queso de mi pueblo que es muy famoso. Quiero viajar por todo el mundo, pero quiero irme desde mi tierra.

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