«Codex Memoriae», enfrentarse a la belleza del dolor


Entrevista de Covadonga Carrasco
Fotografías de Ricardo Barrull
En OFF de La Latina, miércoles hasta el 17/02/2021
¡¡¡Espectáculo prorrogado!!! ¡¡¡Codex Memoriae permanecerá en Off de La Latina todos los miércoles de marzo de 2021, a las 20.30!!!

En tiempos tan convulsos, donde el agotamiento de un modo u otro se han apoderado de nosotros, de pronto, surge un rayito de luz valiente. Propuestas novedosas, arriesgadas, con temas nada fáciles, pero que, precisamente por todas esas características, las hacen tan especiales. Es el caso de Codex Memoriae, un montaje teatral que se adentra en la situación de dos personajes que conviven con el alzhéimer. Y decimos se adentra, porque así es. Desde el universo de la persona que lo padece, al de aquella que lo cuida. De ambos somos testigos, a ambos nos enfrentamos.

Hemos hablado con su director y creador Ricardo Barrull y ha sido una maravilla compartir reflexiones junto a él.

Ricardo Barrull

Ricardo Barrul Martín, cuenta con una trayectoria que hace que te plantees qué has estado haciendo tú con tu vida. Él ha sido capaz, pese a su juventud, de hacer la cantidad de cosas y todas bien. Tenor, graduado por la Real Escuela Superior de Canto de Madrid y por la MHS Freiburg de Alemania, es además Máster de Teatro y Artes Escénicas por la Universidad Complutense de Madrid y Graduado en Neuropsicología por la misma universidad.

Ha desfilado por los grandes escenarios nacionales e internacionales como el Auditorio Nacional de Música, el Auditori de Barcelona, los Teatros del Canal de Madrid, el Auditorio del Escorial, el Stadt Theater Freiburg, el Musikhochshule Lübek, o el UDK Berlin.

Protagoniza la ópera prima Amantes del ganador de un Emmy y nominado al Oscar Javier Navarrete con el que sigue colaborando en la actualidad. Protagoniza la recuperación del Auto Sacramental de la Vida es Sueño de Calderón en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro. En su faceta como dramaturgo y director de escena ha dirigido y adaptado la obra Presagios, ciudades y pecados en el Palacio Bauer, es asistente de escena de Marina Bollaín con la cual ha realizado la ópera de Mozart Bastien und Bastienne estrenada en Teatros del Canal y el Auditorio del Escorial, así como la ópera de Offenbach, Le chavalier feudal y la antología de zarzuela Adiós Julián. Forma parte del grupo Artesonado, encargado de la recuperación del repertorio musical del Medioevo Español, para el cual ha escrito la obra teatral Codex Memoriae.

Junto con la clavecinista María Silvera forman la agrupación Amor Spira, que actualmente prepara una obra teatral musicalizada sobre la vida de Buñuel y que se estrenará en una gira en Turquía bajo el patrocinio de la Embajada de México.

Esta idea no surge ahora, pero cómo te atreves a dar el paso en este momento, con un tema tan duro en un momento en el que todos estamos agotados psicológicamente, emocionalmente derrotados. Es una apuesta muy arriesgada…

Sí es un poco arriesgado, pero necesario. Este proyecto nace de una casualidad un poco programada. Cuando llega la pandemia, se nos para nuestra actividad, la vida…. Sobre todo, en profesiones tan específicas como la de las artes escénicas. Con una incertidumbre tal, que no sabíamos cuánto iba a durar. Yo pensé que serían un par de semanas y llevamos un año… En mi caso, además, me quedé completamente solo en casa.

Y bueno, los profesionales de este sector fuimos viendo cómo aportábamos nuestro trabajo de manera gratuita durante el primer período. Pero después, nos empezamos a resentir porque nos faltaba el trabajo, teníamos que comer. Así que, en la parte del confinamiento más duro, con todo cerrado, incluida nuestra fuente de ingresos y para no perder un poco la cabeza, comencé a hacer algo que siempre había estado rondándome la cabeza que era escribir en el terreno de la dramaturgia.

De formación soy cantante de ópera, psicólogo y director de escena, así que sin tener un escenario al que poder acceder, la única forma que tenía de canalizar esta situación era escribiendo.

Escribí tres textos teatrales de los cuales Codex Memoriae, fue el primero. Si es verdad que no es estrictamente biográfico, ni a mí me gusta hablar de mi historia, que no creo que sea interesante, pero, evidentemente, todo el trabajo creativo, nace de nuestras propias experiencias. Una persona muy cercana estaba en un estado muy avanzado de alzhéimer y falleció en estas circunstancias tan especiales. No nos pudimos despedir muy bien y, para mí, fue una forma de reflexionar sobre este tema.

Se crea un texto provisional, una primera versión que se iba a estrenar en verano, pero la situación se alarga… Una vez más el maldito Covid nos obliga a suspender el estreno, como otros miles de proyectos a los que, lamentablemente, les pasa lo mismo. Y yo me planto con este texto, se lo paso a compañeros profesionales que me decían que había que hacerlo, gente que se encontraba en una situación similar, la de no saber qué iba a pasar con nuestra profesión. Lo peor que se le puede hacer a un artista es tenerlo parado.

«Lo peor que se le puede hacer a un artista es ternerlo parado»

Esto último que dices me resulta curioso, porque si es malo tener un artista parado, no somos conscientes de que de alguna manera la cultura nos sostiene y nos da vida, que no puede frenarse en seco. Tratar además un tema como el alzhéimer de un modo tan valiente, tiene doble mérito. Porque a veces se oculta, no se visibiliza.

Sí, mira, no son palabras vacías, son convicciones que yo realmente tengo y que creo que deben trasladarse a la práctica profesional de cada uno. Más ahora, que esta situación nos ha obligado a alejarnos los unos de los otros por miedo al contagio. El teatro, a diferencia de otras artes audiovisuales, nos obliga a reunirnos. Es un espacio de convivio, en el que el público se reúne para enfrentarse a lo que propone el artista en el escenario. Al final es un enfrentamiento contigo mismo.

Los temas que no son fáciles para nosotros, que nos ponen ante situaciones que intentamos no ver porque son dolorosas, son embellecidas por el teatro, porque el teatro no emite un juicio contra ti, es una catarsis.

Cada creador tiene unos intereses, el mío es el de enfrentar al público con estas realidades, con estos personajes tan vulnerables, sobre los que gira todo el conflicto, todo el drama, que mueven todas las dinámicas y que provoquen una reflexión.

Una de las cosas que me parece más bonita de Codex Memoriae es el enfoque. Por norma general, siempre se trata el tema desde el punto de vista de la persona que cuida, en este caso también se puede ver a la persona que lo padece desde dentro. Lo que ve, lo que siente… Su realidad, a la que no tenemos acceso.

Intento hacer cómplice al público de Alfonso (Agustín Jiménez), el señor de 75 años que lo padece. El alzhéimer para mi tiene dos características muy importantes: es larga en la mayoría de los casos y siempre, siempre es cruel. Ojalá que dentro de un tiempo, no tenga ningún sentido plantearse esta obra porque se haya solucionado.

Alfonso está en un estado avanzado de la enfermedad y en muchas ocasiones en este estadio se producen alucinaciones visuales y auditivas, que cobran una identidad en su imaginario que se transforman en personajes, pero a diferencia de lo que sucede en la vida, en este caso también los ve el público.

La que no los ve es su cuidadora, Zoraida (Virginia Estéban), su hija. Se plantea también ese conflicto. La pugna entre lo real y lo irreal. Lo que no es real para nosotros, pero sí para él, lo que sabemos que no es, pero que es y, que espero, resuene en el público.

De alguna manera creo que es lo que nos ha pasado con toda esta situación. Vivíamos en una realidad que era bastante controlable, muy real para nosotros, y de pronto, nos hemos metido en una lógica que es irreal y esa irrealidad, justamente, es lo real.

Eso es un poco lo que quiero mostrar, en este caso con una persona muy vulnerable, pero que al mismo tiempo tiene un toque muy épico, porque se mezcla por ahí también un combate contra las alucinaciones, desde un punto de vista, incluso quijotesco: El caballero Alfonso, que hace referencia a Alfonso II, con la leyenda de la fundación de Teruel, que combate contra los alquimistas y, ahí tiene fuerza el personaje.

«Yo encuentro cierta belleza en la vulnerabilidad de las personas mayores, en general»

Es muy interesante que hayas usado esa parte de la historia, ese tipo de música. Da la sensación de que has creado un entorno mágico. La belleza del dolor y de la crueldad que también existe.

Es mi observación personal, que conste. Yo encuentro cierta belleza en la vulnerabilidad de las personas mayores, en general. Cuando observaba a las personas con alzhéimer, las encontraba carismáticas. Están en un retroceso hacia lo infantil, a ese punto inocente que también aparece en la obra.

En otras obras quizá he sido más explícito y más duro, pero en este caso, aunque el tema es cruel, hay momentos de eterno cariño, de muchísima dulzura. Es bella, es fantasiosa… Incluso te lleva a empatizar con los alquimistas, es muy visual, la música es hermosísima y también hay puntos de humor. Y está el poso de la crueldad. No hace falta alimentar mucho más el drama que es de por sí la enfermedad, sino alimentarlo con la belleza para crear esa atmósfera tan especial.

Por desgracia, el valor que le damos a la gente mayor es casi nulo. Una generación que ha luchado y ha sufrido tanto que, en el final de sus vidas que es cuando más se les debería mimar, se ha visto como han resultado los más vulnerables y a los que más se ha abandonado.

Siempre te queda la sensación de que se ha ido gente a la que no le tocaba irse. En la sociedad que hemos construido, le damos valor solo a la fuerza productiva, a producir y producir. Cuando vas perdiendo esa capacidad, te vas quedando como un personaje secundario y no debiera de ser así.

Una persona con la sabiduría, el recorrido, la experiencia… ¿Cómo va a ser un personaje secundario?

La pandemia se ha cebado en esta generación, les ha devuelto un protagonismo que no era el que merecían. En mi caso, si puedo aportar ese granito de arena para devolverles el lugar que merecen. Espero poder recobrar para ellos ese espacio… espero poder hacerlo.

En este país la lírica está terriblemente maltratada. No existe una base cultural que nos empuje a conocerla y lo que se desconoce, al final no se puede admirar. La formación de los artistas líricos es tremendamente larga y costosa, no solo a nivel económico sino de esfuerzo personal. ¿Qué falta para poder darle un espacio de mayor visibilidad?

Yo vengo de Teruel, que es una ciudad maravillosa de gente trabajadora y humilde, pero pequeña. Allí tenemos muy poca oferta cultural. Hay que apostar en financiación pública y privada por determinados espectáculos. Existen algunos con una calidad artística mucho más esmerada que otros, eso es así y se tiene la idea de que este tipo de cultura es minoritaria y va a interesar a menos gente.

Soy cantante de ópera y es verdad que a lo mejor no es algo tan cercano, pero porque no existe la red para acercarlo al público y que se familiarice con él. Es igual que si alguien me habla en checo. La poesía checa es maravillosa, pero si no la entiendes… Ahora, cuando empiezas a aprender el idioma, ya es un punto de no retorno. Hay que abrir la caja de Pandora.

Existen profesionales que están haciendo un gran esfuerzo por llevar, no solo la ópera sino otro tipo de espectáculos con mucho esmero y un poso de formación muy importante. En Teruel, por ejemplo, estrenamos, hace dos o tres años, una ópera compuesta por Javier Navarrete, que fue nominado a un Oscar y que ha sido el autor de bandas sonoras de Guillermo del Toro, como la del Laberinto del fauno. Pues hizo una cosa preciosa, totalmente alternativa, La ópera de los amantes. No dejaba de ser una ópera y la ofreció a un público que era la primera vez que tenía un encuentro con este tipo de cultura, entre ellos mis amigos.

Cuando hoy les pasé el teaser de mi obra, me pidieron que la llevara a Teruel, porque les encantó aquella ópera y quieren seguir descubriendo. Porque eso es lo que hace falta, enganchar al público. A priori, los programadores piensan que es un público al que no les va a gustar, y después te están diciendo durante dos años y pico, que quieren seguir viendo cosas de ese estilo… Igual debería plantearse las programaciones de otra manera, porque interés hay.

Alguien que no sepa nada de la obra, que no sepa nada de ti. ¿Qué le dirías sobre Codex Memoriae?

Les diría: «si quieres encontrarte con un trocito de todo lo que ha pasado, pero sin contarte exactamente lo que hemos vivido, vente a verla. Si quieres ponerte en la piel de una persona que está viendo algo que no es real, que vive algo que parece que no es real, vente a verla. Si quieres alejarte de las plataformas televisivas en las que no puedes tener contacto con más gente y estás solo frente a la pantalla, para volver a tener contacto con los demás, aunque sea de un modo prudencial, con cierta distancia, ven por favor al teatro».

 

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