Entrevista de Covadonga Carrasco
Fotografías de David Ruano (c)
Probablemente Jairo Zabala sea de esos músicos que gozan del respeto y la admiración no solo de su público, sino de una gran mayoría de compañeros de profesión. Sin embargo, él se resiste a recibir elogios y alabanzas, le gusta tener los pies sobre la tierra, para caminarla, para descubrirla, para tropezarse y no pasearse por las nubes, sino convertirse en El pasajero de su propia vida. Hablamos con él y esto fue lo que nos contó.
Cuando se escucha un disco por primera vez lo habitual es ponérselo mientras se hacen otras cosas, sin embargo El pasajero no admite eso, necesita atención, necesita que te pares y que te pongas a escuchar sus letras, sus sonidos…
Eso es fantástico, siempre hay esa intención, ese deseo. Hago lo que puedo, ni más ni menos, pero sí que quieres que lo que haces no solo se oiga sino que se escuche.
Dicen que los prejuicios y los miedos se curan viajando. ¿Crees que El pasajero nos puede servir para curarnos de este mal?
Es una invitación, además de para escuchar las canciones nuevas, para reflexionar, sin estridencias. Estos tres años de viajes, de encuentros, de frustraciones, de alegrías, están reflejados en el disco y El pasajero es el título que le hemos puesto como mejor manera de compartir con el que escucha todo lo que hemos pasado.
De este disco siempre dices que es un trabajo optimista, sin embargo se percibe cierta nostalgia… Una constante reflexión sobre otros tiempos.
Yo avanzo siempre desde la raíz, desde el suelo, de los pasos recorridos, no me olvido de dónde vengo, con quién he viajado en este camino, quién me ha acompañado y eso siempre está implícito en las canciones de Depedro.
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No nos vamos a meter en aspectos técnicos sobre influencias y sonidos, pero en lo más básico a la hora de escuchar este nuevo disco sí se nota un cambio. No sé si se trata de un crecimiento tuyo, personal o a la evolución natural de un artista con el paso del tiempo.
Me gusta lo del crecimiento… Debería ser de esa manera, un crecimiento personal. No sé qué pasa, yo voy por el camino, lo recorro, intento no comer lentejas todos los días aunque me encantan. Procuro reflejar lo que pasa. Uno se va a haciendo mayor y las energías y las experiencias las vas utilizando de una forma, ya no digo inteligente sino probablemente de una manera mucho más pasional. No lo hago desde un punto tan cerebral, al final el cerebro te guía hasta un punto y en ese punto te puedes equivocar, sin embargo, la emoción nunca te confunde, siempre está ahí, es una lucha que intento mantener siempre.
Uno se va a haciendo mayor y las energías y las experiencias las vas utilizando de una forma, ya no digo inteligente sino probablemente de una manera mucho más pasional.
Son muchos los artistas que hablan de ti y se deshacen en elogios, Drexler, Vetusta Morla… ¿Cómo lo consigues?
Esto me da muchísima vergüenza. ¿Jamones quizá? ¡Habrá de todo! Has elegido dos ejemplos que son compañeros y que hemos trabajado mucho juntos, hemos compartido escenario, no es objetivo, pero no sé, ¡Qué quieres que te diga! Me halaga pero tengo todavía mucho que mejorar y muchas carencias.
Tienes los pies en la tierra, el éxito no te afecta… ¿Cómo se mantiene la cabeza fría?
Siempre he tenido muy claro lo que no quería. «Mientras espero con el resto me quedo» como dice una de mis canciones. Siempre lo he tenido muy muy claro, es un leitmotiv en mi vida. Cometo errores y doy pasos en falso, como todo el mundo, pero es que tú has hablado con la gente equivocada y claro… eso no te lo han dicho… Cada vez tengo más claro lo que desde luego, no quiero hacer.
De esta relación maravillosa que tienes con otros artistas han surgido colaboraciones increíbles, que nuevamente tienen sitio en El pasajero ¿Cómo surgen?
Llevo muchísimos años en la profesión. Te encuentras tiempo atrás, no es algo casual, con Calexico llevo colaborando desde 2008, a Gaby la conocí hace cuatro años, con Bunbury coincidí hace dos, pero nunca se pudo dar la oportunidad y en este caso El pasajero ha sido la excusa perfecta, una colaboración además de la que estoy agradecidísimo porque es un tipo súper generoso. Al final el circuito de la música tampoco es tan grande y los que somos cabezones y «pesaos» al final pues oye, se nos acaba haciendo caso.
Mientras creas los temas, ¿ya tienes claro con quién te gustaría colaborar o las propuestas llegan después?
Hay todo tipo de casos, a veces las piensas y luego salen, a veces surgen. A mí lo que me encanta es que surjan que sean naturales, al menos eso es lo que intento, que fluyan de manera fácil y que prevalezca el sentimiento artístico, que no se vea como algo intencionado, que luego eso se nota muchísimo.
Hemos leído en alguna entrevista una frase que nos ha sorprendido: «Intento tocar siempre como si me fuera a morir»…
Sí, es algo un poco bruto, pero lo que quiero decir es que yo intento darlo todo en cada concierto, no por la gente sino por mí. No entiendo ese acto de interpretación si no es honesto, si no es a tumba abierta. A veces sale mejor y a veces sale peor, pero hay que intentarlo al menos de esa manera.
Hasta qué punto sois conscientes los músicos de lo que conseguís hacerle sentir a la gente.
Es la magia del arte, lo que perdura, lo que nos acompaña.
Hay temas que se incorporan a la vida de la gente… ¿Qué es sin embargo para ti la música?
A mí me ha pasado, yo también he incorporado temas a mi vida. Es mi profesión, tengo la suerte de hacer lo que me gusta. La música es un pilar de mi vida, me ha dado muchas cosas, aunque a veces es muy tacaña. El recorrido es complicado, pero lo que te da te llena, te reconforta, te acompaña. Juega con mis emociones y eso me alimenta.
¿Cuál ha sido el motivo entonces por el que nos has tenido huérfanos tanto tiempo?
¡Bueno no he estado tanto tiempo! Son solo tres años… Es que me hago mayor y cada vez me cuesta más… No, ahora en serio, hasta que he encontrado cosas que me he creído, que de verdad me apetecía contar, ha pasado tiempo. A ver el siguiente… ¡Igual son cinco!
¿De dónde surge la idea de grabar en analógico? Ahora que todo lo digital parece que es lo único aceptable.
Es algo a lo que necesitaba recurrir en esta era de edición, reedición en la que de pronto mandas algo a Pekín y en dos días puedes integrar la voz con tu música. Necesitaba hacer la música como antes, tocar hasta que consigues exprimir el tiempo y reflejar la emoción que necesitan las canciones. A ver, que a mí me encanta la tecnología, pero en este disco no. Quería buscar la honestidad.
Y además con Orquesta Sinfónica…
Sí, quería grabar cuerdas como un cuarteto, mi amigo Tom (Hagerman) se vino a hacer los arreglos, al estudio. Hay un par de making of en internet donde se puede apreciar claramente la cara de agobio que tengo…
Da la sensación de que este disco es especial para ti. ¿Nos equivocamos?
Todos son hijos míos y los quiero igual, lo que pasa es que con este trabajo estoy especialmente satisfecho. Ha habido momentos muy duros de bloqueo creativo y es mucho más satisfactorio cuando finalmente consigues superarlo. Si todo te sale fácil, a la primera, es como cuando te invitan a un concierto. A mí me gusta pagar la entrada, porque parece que así disfrutas más de la experiencia.
El pasajero lo defines como un viaje en el que lo importante no es el punto al que quieres llegar sino todo lo que sucede durante el camino.
Es algo muy explotado, que se ha dicho muchas veces, pero es que es así.
«No me gusta ser bandera de nada, pero obviamente eres permeable a las cosas que suceden a tu alrededor».
Hay varias canciones que puedan parecer altavoz, no tanto político pero sí de experiencias de otros seres humanos que no viven en condiciones precisamente «humanas» a lo largo de todo el mundo.
Sí, efectivamente. No me gusta ser bandera de nada, pero obviamente eres permeable a las cosas que suceden a tu alrededor. Como viajero lo ves desde otra perspectiva, no más amplia, porque para conocer la situación real de un país tienes que vivir en él mucho tiempo y tener así la capacidad de opinar, pero sí que veo fallos comunes preocupantes.
¿Qué es El pasajero?
Este viajero se ha encontrado con muchos amigos, muchas experiencias únicas, muchas recetas de cocina y lo que me apetece es invitar a la gente a darme la mano y que viajen conmigo los cuarenta minutos que dura el disco para que podamos compartirlas todas.
«Casamance», la banda sonora de un viaje
Continuando con el espíritu viajero de Depedro, Jairo Zabala se desplazó hasta Dakar y de ahí a Casamance, Senegal, para rodar un documental en busca de Lamine Konté, el artista que de una u otra manera marcó su manera de sentir la música durante la infancia.
A través de esta experiencia podremos ver diferentes encuentros y colaboraciones que están unidos por un protagonista único: la música.
El sonido de Depedro cuenta con la influencia inevitable de la música africana desde la infancia de Jairo, cuya madre vivió en África durante quince años.
«Casamance» es un documental gestado durante varios años gracias al crowdfunding y que finalmente se estrenará a finales de este año.
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Enlace directo a este contenido en la edición en papel (noviembre-diciembre 2016):
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