Texto de Vicente Martín
Pues soy de los que piensa que estos australianos con su primer disco Get Born no demostraron nada a nadie, canciones fáciles, un sonido contundente y llamativo pero vacío.
Ahora nos presentan su segundo trabajo que, brillando un poco más que el primero, no deja de recordarnos que desde finales de los años 60 a principios de los 70 pocas cosas se han inventado en cuanto a lo musical. El disco ha sido grabado en un hotel de Barbados en el que suele hospedarse un viejo mandatario de la Unión Soviética (Mikhail Gorbachev) y mezclado en Los Angeles por el productor Dave Sardy (que no consiguió que grupos como Oasis salieran de su mediocridad creativa), con este cóctel estilo coca-cola y baileys no es de extrañar que les haya salido este ladrillo musical que para nada inventa el rock, que consigue que un «Ángel del infierno» escuche música de Kraftwerk.