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Entrevista de Reyes Muñoz
Fotografías cortesía de Promociones sin fronteras
Seguramente habéis visto los carteles de Maldita Vecindad. Actuarán en Madrid el 4 de septiembre en La Riviera y el 6 de septiembre en el festival Vive Latino en Zaragoza. Maldita Vecindad es una de las bandas pioneras del rock mexicano, nacida en los círculos universitarios, en una época en la que el rock en México estaba demonizado y perseguido, la banda ha mantenido desde sus inicios un compromiso firme con las causas sociales, las causas indígenas, en contra de la colonización pasada y presente; y parte fundamental de lo que se llamó el rock mestizo —con Manu Chao, Amparanoia o Sargento García—, en contraposición del world music. Por tanto, esos no son conciertos sin más, porque Maldita Vecindad no es una banda sin más. Maldita vecindad es cultura mexicana.
Si Roco Pachukote representa en esta entrevista la espiritualidad, Enrique Montes «Pato» es la voz de la razón. Hablamos con los dos y ambos defienden su deuda con lo ancestral de México. Por tanto, la próxima vez que veas un cartel de Maldita Vecindad, recuerda que no serán solo una retrospectiva de sus cuatro décadas de música, sino una invitación a sumergirse en una experiencia colectiva, festiva y transformadora. Sus conciertos son fiestas que trascienden el tiempo y las fronteras.
Maldita Vecindad es cultura mexicana. En estos 40 años ha cambiado hasta el nombre de la Ciudad de México. Y en esos cambios, la cultura, que vosotros sois pura cultura mexicana, siempre maltratada, ha jugado un papel esencial.
Pato: La cultura se ha denostado como si fuera un artículo de segunda clase, no necesario, prescindible; y en absoluto. La cultura ha provocado el desarrollo de la identidad de los pueblos en distintas épocas de la historia. Lo que nosotros vimos desde la pandemia es que, precisamente, el valor de la cultura es vital, ¿no?
En el resguardo obligado, recurrimos a la cultura, a todas sus manifestaciones: la lectura, la lectura de obras de teatro, ahí está, la música o el cine, transmitidos en distintos medios, principalmente por internet. Y eso fue lo que nos dio, a final de cuentas, una herramienta para poder sobrevivir, ¿no?
Por supuesto que es una herramienta vital para el ser humano. Y se ha demostrado en distintos momentos; también como una herramienta revolucionaria, ¿no? En distintos momentos de la historia de los pueblos, la música ha acompañado y ha sido crónica. Cuenta los aconteceres, y en sus distintas formas ha sido medular, vital, incuestionable, como parte del quehacer y de la identidad de los pueblos y del ser humano, ¿no?
Roco: Para nosotros, la música es cultura, es memoria, es sanación, es identidad, es muchas cosas. A nosotros nos gustaba el rock, que estaba satanizado. Habíamos crecido con la cumbia, con el mambo, con el pachuquismo, y anhelábamos una música que tuviera la fuerza del rock, el hazlo tú mismo del punk, la onda totalmente vinculada con su cultura, en su propia lengua y con su política, como Fela Kuti y el Afrobeat en Nigeria. Veíamos esas músicas y decíamos: «Aquí debe de pasar algo así». Y como no existía, tuvimos que inventar esa música. Toda nuestra historia ha ido de la mano del andar con los movimientos sociales con los que nosotros íbamos participando.
«Para nosotros la música no es entretenimiento».
Sois una banda que nace para luchar por el pueblo. Pero os ha ido muy bien y a lo mejor tenéis la la tentación de aburguesaros…
Roco: Qué buena pregunta, fíjate. Tenía un amigo en el CCH. Nosotros estudiamos en las escuelas populares de aquí de México, que era un proyecto que salió exactamente después del movimiento estudiantil del 68, y entonces eran unas escuelas muy activistas, ¿no? En el CCH un amigo me decía: «No, es que cuando ya te empieza a ir bien, te empiezas a ‘hamburguesar’». Buenísimo.
Yo creo que el contexto que tenemos es muy, muy especial. Cuando empezamos, pues el rock en México estaba totalmente prohibido. Verlo ahorita es como que le da risa a uno. El gobierno tenía prohibido el rock, estaba estigmatizado, perseguido. Ser joven en esa época y hacer rock era prácticamente una elección de vida, ¿me entiendes? Porque en esa época te decían: «Oye, ¿tú qué haces?» Y yo: «No, pues estoy haciendo mi grupo». «Ay, ¿y de qué trabajas?» O sea, no había ninguna posibilidad de desarrollo económico alrededor de escoger esa visión de vida. Los gringos hablan de la música como entertainment, la música como entretenimiento, y definitivamente no. Para nosotros la música no es entretenimiento.
Cuando empezamos a tocar fue con el terremoto del 85. En 1986 fue el primer movimiento estudiantil después de la masacre del 68. Tocamos arriba de un camión en la manifestación, porque también dijimos: «¿Qué es lo que nos ha salvado la vida? Nos ha salvado la vida la música, ¿no? Entonces, si vamos a ir a marchar, vamos a marchar mostrando la herramienta más poderosa que hemos encontrado para transformarnos, ¿no?» Entonces, nos inventamos esa locura de rentar un camión, subir los instrumentos, yo dejé los papeles del coche de mi mamá como garantía para que nos rentaran la fuente de luz, y tocamos.
En esa época, varios de nosotros estudiábamos en la universidad. Entonces, eso nos vinculó con todo el movimiento estudiantil. Luego, en el 88, fueron las manifestaciones contra el fraude electoral en México. Ya llevaba 70 años el PRI en el gobierno, pero ese año fue bestial, porque iba ganando la oposición y, de repente, en la televisión abierta: «Oh, no, se cayó el sistema», y al otro día volvió a ganar el PRI. No, hombre, se armó un relajo. Entonces, ahí también participamos. Fue tan grande lo que sucedió que hasta surgió un nuevo partido político, y varios de los activistas estudiantiles estaban ahí.
Después de ahí nos pasamos a 1992. Fue la primera vez que fuimos a España. Tocamos en 1992 en la Expo Sevilla, en el lugar desde donde viajaban los barcos para llegar a América. Y a partir de ese momento, cómo se cayó toda la historia oficial. Exactamente en 1992 hubo un cuestionamiento en todo el continente, inclusive en Europa: «¿Cuál descubrimiento? Eso fue un genocidio». Ahí fue nuestro primer contacto con el movimiento indígena. Quinientos mil indígenas, en 1992, bajan a la ciudad y casi tiran la estatua de Colón. Exactamente ahí nos conectamos con el movimiento indígena, y en 1994 empieza el zapatismo, que ya es la punta de lanza y la transformación de todo nuestro país mediante la voz indígena.
El que puedas dedicarte a la música después de que estuvo prohibida y censurada, después de sobrevivir a la represión, a la censura… En Estados Unidos, Inglaterra, en Europa… pues los grupos pueden ablandarse, pero viviendo en México no se puede, ¿me entiendes? Al revés, cada vez tenemos más capacidad de disrupción. Mientras muchos de los grupos que empezaron el rock en México entraron inmediatamente a la industria de la música, nosotros nos mantuvimos veinte años tocando en todos los circuitos alternativos.
Imagínate ahorita con la inteligencia artificial. O sea, los retos que se están abriendo para la humanidad. Si de por sí el 90 % de la música está hecha en serie, programada, escogida por algoritmos… Ves una canción y la compusieron quince la letra y dieciséis la música, y dices: «¿Cómo la hicieron?». Por un lado, está toda la homogeneización de la música; y por otro, el control de los medios digitales, a los que no les interesa para nada ni la música ni la cultura. Ahorita Spotify está invirtiendo en tecnología militar, cuando no le da nada a los autores…
Creo que cualquier grupo que haya mantenido su corazón abierto se da cuenta de la gran lucha que estamos viviendo entre sociedades profundamente enfermas. Pato decía de la pandemia, la pandemia fue el síntoma de esta profunda enfermedad. Sociedades totalmente aisladas, en soledad, en depresión, en consumismo, con una venta continua, con un bombardeo de información… México se ha salvado porque tenemos una cultura ancestral grande.
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Me cuentas momentos históricos de Maldita Vecindad y queda claro que es más que una banda de música. Habéis abierto la puerta a todo lo que sucede ahora. Hace uno o dos años entrevisté a Silvana Estrada, hace años a León Larregui de Zoé… A Mon Laferte, que es chilena pero parece mexicana. Son estrellas que beben de las raíces para hacer su música. Esos espacios los abrió Maldita Vecindad, ¿no?
Roco: Nosotros íbamos abriendo espacios populares, porque para nosotros la música en México tiene un valor bellísimo. Nosotros no queríamos caer en el: «Ah, esto es rock. Y lo escuchan los jóvenes cool». Nuestra música es totalmente popular y esa era nuestra misión.
Abrimos, por ejemplo, el Zócalo de la Ciudad de México, que estaba destinado a eventos oficiales del gobierno. En el año 2000, con una serie de activistas, tomamos el Zócalo. Imagínate hacer un concierto de apoyo a los indígenas zapatistas en el Zócalo de la Ciudad de México, en frente de Palacio Nacional. Y todo el mundo decía: «Están locos», y nosotros: «Vamos a hacerlo». Un director de teatro increíble, Alejandro Aura, nos dijo: «No, pues miren, hagan el concierto. Si les sale bien, qué bueno; pero si les sale mal, va a haber represión, ¿no?». ¡Y lo hicimos! Primer concierto: sesenta mil gentes; segundo concierto: ochenta mil; y al tercer concierto, por primera vez había un gobierno de oposición en la Ciudad de México, resultado de todo ese movimiento. Entonces, híjole, Alejandro Aura nos dijo: «Uy, qué bonito se ve el Zócalo con música». La Secretaría de Cultura empezó a hacer conciertos en el Zócalo. Imagínate lo chidísimo que fue. Logramos eso.
México tiene una cantidad de sonidos impresionante en la calle, todo el tiempo es ruido. Una vez salgo del metro y todo calladito, en silencio, y veo cincuenta mil gentes sentadas en silencio. El que vendía los elotes, los niños todos sentados, escuchando a Madre Deus de Portugal. Ahí fue cuando dimensioné y dije: «No solamente es nuestro activismo, se abrió esta puerta, abrimos esos lugares». Tocamos en las ferias del pueblo, que ahí nada más iba pura ranchera, en palenques… Metimos nuestra música en toda la cultura popular. Nuestra música tiene toda la fuerza del rock, pero nos podíamos echar un kumbao, un Pata de Perro… y todo el mundo bailaba feliz. Tenemos toda nuestra cultura integrada, ¿no?
«Entonces, somos herederos de una de las cinco civilizaciones originarias de todo el mundo».
¿Os sentís madres de todo lo que hoy se llama fusión en América o hijos de la cultura mexicana?
Roco: Antes decía que nuestra sociedad es sana, no está aislada porque tenemos una cultura ancestral y popular. Un fin de semana hay concierto o hay una fiesta. Nos reunimos y bailamos y cantamos y sacamos todo eso. La gran educación espiritual que tenemos en el Día de Muertos, ojalá todo el mundo tuviera esa certeza de que la muerte no hay ni que temerla, no hay que vivir como si nunca fuera a pasar. Nuestros ancestros, como sabían eso, decían: «La muerte es una gran consejera, hay que tenerla siempre del lado izquierdo», porque cuando te empiezas a equivocar, la muerte te dice: «Ey, ey, ey, la vida es un ratito, ponte trucha, ¿no?». Vemos la muerte como parte de la vida, ¿no? Y hay que abrazarla, y en vez de sufrir cada vez que alguien muere, pues mejor te alegras y festejas su vida porque sabes que luego vas tú, vas para allá. Solamente es un tránsito, ¿no?
Entonces, cosas tan profundas como la muerte, que tengamos un día en donde llenamos altares de fotos de nuestros muertos… Tenemos la absoluta certeza de que están con nosotros y que solamente el amor trasciende la vida y la muerte, ¿no? Entonces, somos herederos de una de las cinco civilizaciones originarias de todo el mundo. Imagínate: somos herederos de una civilización completa, con su matemática, su filosofía, su arquitectura, todo, ¿no? ¡El cero se lo regalaron los mayas a toda la humanidad!
Grupos como nosotros hemos venido caminando una parte muy profunda de la transformación social y cultural en nuestro continente, ¿no? Tenemos una profunda conexión con nuestra comunidad, cantamos en nuestro idioma, con nuestros valores culturales y continuamente estamos recreando espacios, lo que llamaban zonas temporales autónomas o espacios de libertad, en donde podemos reunirnos, profundizar nuestra tradición y celebrar, como siempre decimos, en puro paz y baile.
«Entonces, nacimos de una necesidad de decir cosas, de platicar la visión de nuestro mundo».
Me has hablado de que abristeis el Zócalo a la música. He leído que estáis imponiendo una tradición para el Día de Muertos, un festival… Hace tiempo que no sacáis un disco, pero es que estáis haciendo cosas más trascendentales.
Pato: Es que mira, hay un rollo con respecto a los discos y a las canciones nuevas, pensando en las necesidades del mercado, y yo creo que nosotros no respondemos en absoluto a las necesidades del mercado. Digamos que ahí tenemos un desencuentro: a nivel de las visiones que tienen desde dentro con respecto a las necesidades de ellos para comercializar productos culturales —en este caso la música— y de nuestra propia trayectoria, nuestras propias necesidades, nuestras propias formas y tiempos de decir las cosas, ¿no?
Entonces, en ese sentido, no podemos estar componiendo de una manera vertiginosa. Eso no quiere decir que no sigamos creando, sí lo seguimos haciendo, por supuesto, seguimos haciendo canciones. Ahorita, por ejemplo, ya próximamente vamos a sacar una canción inédita, pero tenemos otras en el tintero. Hay otra canción producto de un trabajo que venimos haciendo con una agrupación mexicana de música fronteriza de mucha tradición, que es la Sonora Santanera, que tiene ya más de 70 años. Nosotros estamos haciendo una gira con ellos en lugares muy populares también.
No hay una diferencia entre el proyecto nuestro y la cultura popular mexicana. A final de cuentas, somos reflejo de ella, nosotros abrevamos de ella, somos eso, ¿no? Entonces, no podemos ser otra cosa porque no salimos de un despacho, de algún diseño de campaña de marketing. Todos salimos del barrio, todos salimos de las escuelas. Entonces, nacimos de una necesidad de decir cosas, de platicar la visión de nuestro mundo. Nosotros somos un grupo que seguimos trabajando colectivamente, ¿no?
Entonces, en México no sé si hay otros grupos como el nuestro que firman letra y música como un colectivo. En este caso, reafirmamos esta visión acerca de la colectividad, acerca de la inteligencia mayor. Buscamos precisamente el beneficio del bien mayor. Son las enseñanzas del zapatismo, ¿no? «Para todos todo, nada para nadie». Está muy contrapuesto a la individualidad, a la meritocracia, del «hazlo por ti mismo», pero no con la visión punk, sino con una visión empresarial. Y si tú no entras en ese esquema, pues entonces estás fuera.
Pero la mayoría estamos fuera, porque realmente vivimos en una etapa de capitalismo salvaje. Los CCH que decía Roco son el bachillerato en México. Son una alternativa más radical, más activa, a las escuelas tradicionales. Nosotros venimos de esas escuelas, donde la participación en forma de equipos de trabajo, como talleres, era la cotidianidad educativa. Nosotros venimos de eso y aprendimos a trabajar así. Y hasta la fecha lo hacemos así. No solo es la música y las letras, es nuestra visión de la gráfica mexicana, de la gráfica mundial, de la gráfica rockera, alternativa, combativa, que es con lo que nos identificamos mucho, porque sí creemos que otro mundo es posible, ¿no?
Este año vamos a sacar también un disco que no salió en los 90. Es un disco de 32 tracks, que no tiene nada que ver con las necesidades de mercado, donde los coros no se repiten de una manera interminable y, como decía Roco, no tienen una infinidad de autores.
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A la industria le interesa que haya una infinidad de autores. Se quejan de que sin discográficas, no hay mercado, pero la verdad es que no hay música sin artistas. Las discográficas son lo más prescindible en este mercado.
Pato: Está participando la industria como una cuestión coercitiva, participan de las regalías como si fueran autores, ¿no? En estos contratos de algunas disqueras, no solo estás tú cediendo tu trabajo en los conciertos, que eso es un trabajo totalmente distinto. La industria argumenta que te beneficia la publicidad, que son ellos quienes no tienen ningún beneficio: que antes había beneficios con los discos, los CD, etcétera. Pero es que eso no es un problema nuestro, es un problema de la industria, ¿no? Nosotros sí queremos deslindarnos de eso, nos manifestamos contra este tipo de explotación, la digital.
Las plataformas siguen siendo muy abusivas, los que no tenemos beneficio somos los creadores, los músicos, que no tenemos el acceso tecnológico a estos monopolios. Entonces nos manifestamos y estamos totalmente en contra porque limita mucho la divulgación de lo que todos hacemos, más no limita la creatividad, ¿no?
Yo creo que siempre es importante buscar alternativas ante eso. Nosotros seguimos creando. Este año, te digo, vamos a sacar este disco, estamos trabajando en un set acústico, producto de unas presentaciones que tuvimos en el teatro del Día de Muertos. Eso es lo que vamos a estar haciendo, hay canciones nuestras, pero hay canciones tradicionales mexicanas que nos interesa mucho también compartirlas porque, pues, tienen un significado.
Para nosotros es muy importante preservar este discurso lírico, más ahorita, que pareciera que estas canciones están hechas para este justo momento. «Mujer», que es un tema de los principios de los 90 o finales de los 80, donde estamos contando estas historias de represión, de desigualdad, de violencia en contra de las mujeres, ¿no? En ese disco cantamos también una canción que se llama «Rafael», que precisamente habla acerca de las formas distintas de amar. La guerra, la violencia, que cotidianamente ha sido también alimento mercadológico para contener y para ampliar las audiencias, ¿no? Entonces es terrible eso. Es una canción que habla precisamente de una escena entre dos chicos que se aman. Pero lo hicimos en los finales de los 80.
Hay una canción que se llama «Mojado». Es la manera en que se le dice coloquialmente a la gente que migra hacia el norte, a Estados Unidos, porque tiene que cruzar un río. Entonces se moja. Entonces, por eso le dicen mojado, los Wetbacks, ¿no? Y esa canción habla acerca de la migración. Luego, en otro disco, ya en los 90, hay un tema que se llama «Sur del Sur», que toca otra vez el tema de la emigración de una manera, pues, más festiva, donde decimos que por qué estamos acá, pues porque ustedes estuvieron primero allá. O sea, ¿por qué la migración latinoamericana, mexicana, se da más en esos estados del sur? Pues porque eran nuestros, ¿no? Texas, Arizona, California, ¿no?
Roco: En Europa sucede también el mismo fenómeno, producto precisamente de las invasiones, de las ocupaciones de los países hegemónicos. En África, Latinoamérica, en Asia, ocurrieron estos despojos, ¿no? Entonces, las migraciones son un fenómeno natural, histórico. Siempre decimos que no hay una raza pura, una cultura pura, y es producto de migraciones.
En México hay una música que nos encanta: el son jarocho, que es de. una provincia del Atlántico, de Veracruz. En Veracruz la cultura afro está muy presente. Aparte, hay una mezcla de culturas, que fueron por vía de las migraciones. Estas presencias, como la española, a través de su música y a través, precisamente, de este reflejo de esta presencia mora, árabe, ¿no? Entonces se toca y se canta con un falsete parecido al flamenco, y se baila también en un tablado, igual que allá. Entonces, tiene esa influencia que viene de África, de la presencia árabe de España, y luego llega a México. Nosotros la sentimos muy mexicana porque nos la apropiamos y la transformamos.
Todo eso está presente en nuestra música, y siempre la llevamos en cada disco, en cada canción, con todas estas imágenes que cada vez son más globales. Pensábamos que la cumbia era mexicana, por ejemplo. Yo, de chico, pensaba que era de barrios muy populares. Y, pues no, es colombiana. Pero también viene de África, ¿no?
Y así se van dando en grupos que también nos interesan mucho: con Color Humano, de Argentina; Sargento García, en España; Amparanoia, Ojos de Brujo. A Ojos de Brujo y a Amparanoia les invitamos a tocar al Zócalo, en esos conciertos de apoyo a los índígenas, a Sargento García también, y se hizo un momento muy chido de diálogo alrededor de esta música que, en ese momento, fue bautizada como rock mestizo, en contraposición a lo que era el world music, que era la música que impulsaba la industria, hecha por gente que se iba al Tercer Mundo: David Byrne yendo a Brasil, Stewart Copeland yendo a África… eso no es lo que hacemos nosotros, ¿no? Porque nosotros no fuimos a México: vivimos en México y empezamos a hacer esta música por una necesidad profunda de encuentro con nuestras tradiciones. Entonces, ese término de rock mestizo estuvo bien chido porque nos unía a toda esta gente y no por una visión comercial, sino por una visión profundamente humana y cultural. Integramos nuestros valores culturales, nuestra lengua está en nuestra música.
Manu Chao fue el primer mestizo, pues su disco Clandestino es México totalmente. Teníamos muchos puntos en común con él en ese momento y fue la semilla para que, ahorita, ¡uf!, cantidad de grupos estén expresándose en su propia lengua, con su propia tradición. Digo, sin el rock mestizo, yo no me imagino a C. Tangana o a Rosalía.
De hecho, ahorita el inglés ya no es el predominante en la música mundial, ni siquiera la música creada en inglés. Ahorita la música de mayor impacto a nivel mundial es de Latinoamérica, exactamente: el reguetón de Puerto Rico y el regional mexicano de México. Y también ahí vamos otra vez. Bueno, ya se logró, ¿no? Ahorita ya no es el inglés: ya hay diferentes visiones culturales. Pero, en el caso de México, hay otra cosa, ¿no?
Se encuentran los problemas sociales, el narco, toda una serie de cosas. Imagínate que, ahorita, la música más popular en México es una música que es casi la antítesis de nosotros a nivel letras, ¿no? Porque, a nivel letras, ellos están hablando de muerte, destrucción, machismo, dinero, todo esto, y nosotros estamos hablando de paz y baile, de comunidad, de raíces, de cultura, de paz y baile, ¿no?
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«Para nosotros, la música, la palabra, la gráfica y la danza son parte elemental de nuestros conciertos».
Antes Pato me ha hablado de la estética de Maldita Vecindad. Hay un cartel que me llamó mucho la atención, el de la gira de El circo tiene casi cuarenta años. Tenéis toda una iconografía en el escenario, los colores, las imágenes… también en vuestra vestimenta.
Roco: Desde el principio, más que la visión del rebelde roquero, de chamarra de piel y esa onda, lo que nosotros retomamos fue a los pachucos, ¿no? El pachuquismo está más dimensionado ahora, más reconocido. El pachuquismo fue el primer movimiento contracultural, antes que el rock and roll. De hecho, el pachuquismo siembra la semilla para lo que después llamamos rock and roll, ¿no? Y es un movimiento contra la Segunda Guerra Mundial. Mandaban de carne de cañón a los mexicanos, a los latinos. Entonces, este es el primer movimiento en donde ellos dicen: «No, ¿qué voy a ir a pelear tu guerra?». Y se quedan, no van a la guerra y, aparte, en una época de austeridad, ellos se visten con colores brillantes y se quedan a echar relajo: a bailar, a gozar la vida en plena época de guerra y de patriotismo. Los pachucos son súper perseguidos, ¿no? Una persecución muy similar a lo que está pasando ahora en Los Ángeles.
Entonces, nosotros retomamos ese movimiento de los pachucos, lo retomamos inclusive como símbolo de la rebeldía multicultural, pero nuestra, mexicana. Y es impresionante cómo, al paso del tiempo, el pachuquismo ha crecido muchísimo. Se le reconoce el valor cultural, social, de rebeldía, de crítica al sistema, ¿no?
Esa es nuestra forma de vestir y de bailar. Es una cultura que fue muy popular en México y nosotros fuimos el relevo generacional del pachuquismo a partir de los 80. Antes de nosotros estaba Tin Tan, cómico mexicano que metió la imagen del pachuco, el spanglish, su forma de bailar en el cine mexicano, en la época de oro. Eso lo difundió en todo México y toda Latinoamérica.
Este movimiento de los pachucos es parte de lo que nosotros manejamos. Nosotros no somos ni rockeros ni punks. Traemos nuestros collares ancestrales, con jade, con el ámbar… La combinación de nuestra cultura ancestral, eso fue lo que nosotros le pusimos al pachuquismo, ¿no? El pachuquismo ya manejaba la onda del dandy de barrio, pero nosotros le incluimos toda la visión prehispánica, ancestral, ceremonial, que ya tenía, pero no tan claramente. Nosotros lo resaltamos, ¿no?
En la gráfica, si tú te das cuenta, esta portada que te gusta de El circo, pues nos la hizo un artista callejero. Nosotros le dimos la idea y él lo pintó. Y en esa época todo tenía que parecerse a los logos de KISS, a los logos del rock, ¿no? Nosotros retomamos la cultura popular. Entonces, esta imagen se parece mucho a lo que se llaman los rótulos en México o, inclusive, a lo que se llaman exvotos, que son imágenes religiosas que dicen: «Gracias, virgencita, porque me salvaste de un extraterrestre». Frida Kahlo era muy fan de los exvotos; tienen mucha influencia en su pintura. Pero entonces, en vez de estar hablando de los pósteres psicodélicos de los 60, nosotros nos lanzábamos a lo que veíamos en nuestra cultura, ¿no?
En El circo pusimos sonidos de merolicos, que son los que venden en la calle, de afiladores… estos sonidos son profundamente mexicanos… Nosotros ya habíamos oído estos discos que venían de España, ya habíamos oído los discos que venían de Argentina, del rock argentino… ustedes y Argentina tenían mucha más tradición de sacar discos. En México estuvo prohibido, entonces se hizo un hueco muy grande. Nosotros ya habíamos escuchado el sonido del rock argentino y ya oíamos el sonido discográfico del rock español, pero no existía un sonido que dijéramos: «Así, esto es de México».
Andábamos buscando el sonido del rock mexicano, queríamos lograrlo. Y en el disco El circo, pues lo logramos. Al meter todos estos samples de música popular, Tin Tan, pachuco, música popular, los sonidos de la calle… En la tradición del rock inglés dicen que es un disco conceptual, pero nosotros decimos como un cómico mexicano, que él no hacía discos, sino que hacía disconovelas, ¿no? Retomamos esa idea e hicimos nuestra disconovela. Todo esto te platico porque no solamente es la música y las letras, como comenta el Pato, es todo el universo simbólico.
Y ahí te va otra de por qué hacemos esto. Nosotros lo empezamos a hacer muy intuitivamente, porque queríamos que todo: cómo nos veíamos, lo que oíamos… todo nos reflejara, ¿no? Era una cuestión de identidad muy grande. Nuestros ancestros, en la tradición mesoamericana, hablaban del In xóchitl in cuícatl, el canto y la flor. Entonces, ellos se preguntaban, ¿cómo podemos agradecer el milagro de la vida?, ¿esta bendición que es estar vivo? Entonces, se respondía: «La vida se agradece embelleciendo la vida». Entonces, volvían a preguntar: «¿Y cómo se embellece la vida?, ¿cómo podemos agradecer el milagro de la vida embelleciéndola?», «Pues la vida se embellece con la palabra, con la música, con la danza y con la gráfica», y esos cuatro elementos no estaban separados; la palabra iba de la mano de la música y de la danza, y de la gráfica y de esta forma de vivir embelleciendo la vida. In xóchitl in cuícatl es agradecer la vida, llenándola de belleza, el canto y la flor. Entonces, eso era la forma de vivir de nuestros ancestros.
Las comunidades indígenas actuales, como los wixárikas o huicholes, que son de las que más han mantenido su tradición de guardianes del peyote, toda su vida están haciendo oración y todo para toda la humanidad. ¿Y cómo lo hacen? Con su vestimenta, con sus ofrendas, con su arte, con su palabra, con su música. Entonces, eso es lo que nosotros también retomamos. Para nosotros, la música, la palabra, la gráfica y la danza son parte elemental de nuestros conciertos. Para nosotros y para todos los que se la supergozan cada vez que van a un concierto y que están ahí compartiendo con nosotros este regalo del milagro de la vida.
«Los activistas culturales que estamos empujando este regreso de la memoria, este volver a recordar lo que somos como humanidad y comenzar a construir una cultura integral, que contemple cuerpo, mente y espíritu. Es la cultura de paz, ¿no?»
En ExPERPENTO estamos entrevistando desde hace veinte años a las bandas independientes, emergentes, underground. Me gusta preguntarles cómo ven el futuro y cuales son sus sueños y ambiciones. Creo que vosotros, Maldita vecindad, representáis su futuro y sus ambiciones: tenéis el éxito que ellos sueñan, que no solo es vender mucho o llenar conciertos… quieren lanzar un mensaje, sanar a la gente y a la sociedad con su música, o ayudar a la gente a sanar… y ser fieles a sí mismos. Así que quiero haceros la misma pregunta. Quiero que me digáis los sueños y ambiciones de quien ya lo ha logrado todo. Y que me digáis cómo veis el futuro.
Pato: Pues yo creo que otro mundo es posible. Yo creo que no podemos decaer en esa esperanza, ¿no? Ahorita, precisamente que permea el mundo con toda la violencia, con todo el poder inconmensurable, inacabable, pareciera, creo que también hay un contrapeso y así ha sido la historia de la humanidad siempre. Ha habido contrapesos, precisamente, que se gestan, que se están gestando, que están visibles o a lo mejor no en la superficie… yo creo que sí hay otro mundo posible y nosotros también contribuimos con nuestra visión artística, a través de estas canciones. Pues sí nos gusta la fiesta, nos gusta el derecho a la fiesta, nos gusta el baile como un acto libertario y de reafirmación de corporeidad, así tal cual como eres, sin cirugías plásticas, sin estereotipos, sin filtraciones ni filtros, ¿no? Entonces, en ese sentido, creemos en la cultura como un acto libertario, revolucionario y una herramienta de cambio, ¿no?
Nosotros como banda, en el futuro, lo seguimos haciendo, pero en conciencia. También nuestras letras hablan de otros temas que nosotros sí queremos compartirles y las canciones que próximamente vamos a compartir, precisamente, hablan acerca de esto, ¿no? Son canciones con mucho power. Nos encanta la música, la gozamos mucho, gozamos mucho los conciertos, a mí me encanta ver a la banda y yo lo disfruto mucho, me contagian de todo. Así que cuando nosotros tocamos en el escenario es un acontecimiento lúdico y festivo. Yo creo que si no hubiera gente, entre nosotros ya lo disfrutaríamos muchísimo. Eso también lo transmitimos hacia el público.
Yo creo que hay algo que también es bien importante, que es la credibilidad, que no la compras, no la consigues, no hay bots que te la generen. Está en el paso de los años, precisamente, en el peso de tu carrera: con lo que dices, con lo que no dices, con en dónde estás y dónde no estás. Yo creo que eso, al final de cuentas, son también mensajes que compartimos y mucha gente nos acompaña. Entonces sí creemos en la colectividad como una herramienta también de cambio, de contrapeso, ¿no?
En eso pues nosotros estamos construyendo junto con mucha, mucha gente, muchos colectivos creativos, espirituales, políticos, que están haciendo cosas precisamente para compartir una visión nueva y ser contrapesos a lo que existe terriblemente ahorita.
Roco: En cuanto al futuro, ¿cómo vemos al futuro? Eso a mí me parece bien importante, porque estamos viviendo un cambio de paradigma total a nivel mundial. Estamos pasando del mundo absolutamente materialista, de la máxima ganancia en el que hemos vivido los últimos siglos, a una transformación total de la humanidad.
A mí me queda mucho más claro desde nuestra visión ancestral, ¿no? Yo creo que estos procesos de descolonización de esta tierra sagrada, de todo este continente, de Abya Yala, que era el nombre antiguo de este continente… estos procesos de regreso de la memoria, de regreso a lo que verdaderamente somos, coinciden con el cambio mundial de paradigma. Este mundo materialista, que al decir: «solamente existe lo que tocamos y lo que en el método científico se puede reproducir, y ya», dejó de lado la mitad de nuestras vidas o más, ¿no?
En México sí seguimos valorando, por ejemplo, los sueños, el mundo de los sueños, el amor. El amor es otra cuestión invisible, no puedes tocarlo, medirlo, nada, pero es la base de nuestra vida. La música también es invisible, no la puedes tocar y sigue siendo parte fundamental, ¿no? Nuestros ancestros eran muy sabios en lo invisible. Tenían uno de los calendarios más precisos y ellos no solamente contaban el tiempo. No es como ahorita, que vivimos de lunes a viernes trabajando, y sábado y domingo descansamos. O sea, todo está hecho en base al sistema productivo económico. Pero ellos veían el tiempo como una oportunidad de vida.
Cada día era único e irrepetible, y ellos lograron ver que el paso de los tiempos tenía ciclos. Así como hay primavera, verano, otoño, invierno en la naturaleza, así había ciclos de desarrollo y fin de la cultura en la humanidad. Ciclos de —imagínate— 5,260 años, 52,260 años… Esta sociedad que piensa en diez años adelante, ni se lo imagina. En este calendario sagrado que se llama Tonalpohualli, hablaban de que después de los 500 años de la larga noche, iba a resurgir todo el conocimiento que durante 500 años había sido perseguido, estigmatizado, destruido, ¿no? La larga noche terminó en 1990. Para nuestros ancestros, estamos viviendo un cambio de era. Es el regreso del espíritu.
Si lo ves desde una manera científica, pues con la física cuántica ya estamos viendo que definitivamente el mundo material es resultado de la energía. Así lo decían nuestros ancestros: el mundo real es el espíritu, ¿no?, y lo material se manifiesta a través del espíritu. ¿Cuál es el futuro que veo? Veo que la música tendrá un papel totalmente distinto en la sociedad. Ya no va a ser considerada como entretenimiento o como mercancía, va a ser valorada como medicina, como una de las formas más poderosas de curación. Los espacios de libertad, de música popular, los valores ceremoniales de los pueblos, van a comenzar a ser valorados y las sociedades que tengan verdaderos valores culturales podrán exorcizar la violencia, el miedo, la muerte, todo lo que vivimos.
Y entonces yo sí veo que nos va a tocar ver cómo la música va a comenzar a ser protegida como patrimonio de la humanidad. La música y la cultura. Los activistas culturales que estamos empujando este regreso de la memoria, este volver a recordar lo que somos como humanidad y comenzar a construir una cultura integral, que contemple cuerpo, mente y espíritu. Es la cultura de paz, ¿no?
Pues ojalá, Roco. Es extraño, acabas de explicar de una forma muy espiritual los valores de ExGAUDIA, que es nuestra asociación, de la que forma parte ExPERPENTO, mi revista. Nosotras defendemos la cultura independiente como el arma más potente para acabar con los discursos tóxicos.
Roco: Sobre todo lo vamos a ver en todos nuestros pueblos ancestrales: en Latinoamérica, en África, en Asia. Pero en el mundo occidental va a haber un cambio muy grande de lo que se percibe como música y cultura en general: de dónde viene, para qué es y de qué manera la usamos.
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Esta entrevista era para hablar de vuestros dos conciertos en España.
Roco: Hace un buen tiempo que no regresamos a España, pues queremos compartirles un recorrido por toda la historia musical de Maldita Vecindad, con toda la fuerza y la energía que seguimos teniendo ahorita en vivo. Para nosotros, el concierto en vivo sí es una de las herramientas más poderosas que tenemos para convocar y crear un espacio simbólico libre, ¿no? Donde podamos hacer celebraciones de paz y baile.
Y eso es lo que llevamos, ¿no? También toda nuestra visión: no solamente es un concierto donde van a venir a escuchar rolas chidas, sino que es una verdadera celebración de paz y baile, como hablamos, con todos nuestros valores ancestrales y populares totalmente inmersos en nuestro concierto.
Me encantará veros en Madrid.
Pato: Ah, pues ven. Nos han estado escribiendo muchos que están allá haciendo maestrías, doctorados, amigos músicos mexicanos que viven por allá que también van a encontrarse y gente de Latinoamérica. Tenemos muchos amigos colombianos, argentinos y obviamente, pues todos los amigos españoles que conocemos. Va a ser muy buena oportunidad porque desde el 99 no hemos ido para allá cuando fue el Espárrago Rock. Es muy buena oportunidad de retomar de nuevo toda esta aventura europea.
Nosotros hicimos una gira en el 90 y el 93. El 94 con «Pata de perro», también hicimos toda Europa, tocamos en todos los festivales de por allá y empezamos a tocar en lugares pequeños, lugares independientes y okupas; y luego fuimos escalando otro tipo de lugares. Terminamos tocando en festivales como el Roskilde en Dinamarca, el Glastonbury en Inglaterra, el Arezzo Wave en Italia, etcétera, mucho en Holanda, en Alemania también estuvimos tocando con los grupos con los que nunca nos imaginábamos que conoceríamos.
Escribí a mi amiga Josefina, Josi, para presumir de que iba a entrevistaros; y también porque me asustaba un poco hacerlo. Me llamó: «¿Qué pasó, Reyes, que tienes el asterisco fruncido o qué?», me dijo.
Roco: Tu amiga es de ciudad (risas).
Es de Ciudad de México, Ella me dijo hace tiempo que el público mexicano es muy fogoso, que los españoles somos muy sosos.
Roco: Fíjate, fuimos en el 92, como dice Pato. Hicimos gira, ya tocamos y sí, el público europeo es muy particular, pero yo creo que nos ayuda mucho que prendemos la chispa, ¿me entiendes? Entonces ya, a partir de ahí, ya todo el mundo baila y se arma buenísimo. Nos decían también así de públicos, por ejemplo, en Alemania, y no, hombre, es un público increíble. En Alemania todo el mundo bailando. Cuando tocamos en Suiza, afuera una nevada y tocábamos en clubes chiquitos y todos los vidrios sudados, todo el mundo sudando, ¿te acuerdas, Pato? Siempre nos decían eso, de que ahí no son tan bailadores, y se armaban unos relajos… La música es el puente donde, siendo distintos, nos podemos encontrar.
Ahí nos vemos, en la celebración de paz y baile.
Roco: Buenísimo. Ahí sí vas a ver todo lo que platicamos, ahí lo vas a ver directo.
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