Marina Salas y los viajes internos


Entrevista de Raquel Carrillo
Fotografía (c) de David García { www.david-g.com

Fausto de Tomaž Pandur
En el Teatro Valle-Inclán
Hasta 11/01/2015
http://cdn.mcu.es/espectaculo/fausto/

Nos recibe en una maravillosa sala del CDN, en pleno Lavapiés, con vistas a la plaza. Viene muy sencilla, en vaqueros, y apenas sin maquillar. A sus 26 años, es ya popular por series de ficción como El barco o Hay alguien ahí. En cine, ha trabajado en A tres metros sobre el cielo o Lope. Y atención a su carrera teatral. Puso alma a la Nina de Chejov en la versión de La gaviota de Daniel Veronese, Los hijos se han dormido. También participó en el montaje de Luces de Bohemia, dirigido por Lluís Homar. Y ahora se pone en la piel de Margaret, en Fausto, de Goethe. Todo un bombón de personaje para cualquier actriz. Y a las órdenes, nada menos, de Pandur. Con ella hablamos de procesos creativos, de viajes internos y externos, y de la vida, en definitiva.

Llevas ya una trayectoria muy interesante, en teatro, cine y televisión. Y ahora te enfrentas a Margaret, el personaje femenino de Fausto, de Goethe. ¿Cómo lo estás viviendo? ¿Te da vértigo?
Yo creo que uno tiene que ocuparse de lo que se tiene que ocupar. Porque si no, te lías, y es muy fácil ponerse a pensar en el ojo externo, que además es mi tendencia. Uno tiene que poner la atención y el esfuerzo en el sitio adecuado. Pensar en lo que yo tengo que ofrecer, y que puedo hacerlo. Entonces, lo que intento hacer es ocuparme de mi trabajo, que es para lo que estoy contratada. Al principio pasé muchos nervios y me enfermé, pero ahora ya no.

Háblanos de Margaret. ¿Cómo has abordado el personaje?
Tomaž está haciendo una propuesta muy particular. Tal y como es su estética y su teatro. Yo lo que estoy haciendo es adaptarme a él y a su universo, su atmósfera y su particular narrativa. Más allá de entender a Margaret, creo que es más importante entender qué es lo que Tomaž quiere contar. El qué, no el cómo. No es Fausto un montaje usual, así que es otra la forma de trabajar.

¿Qué has aprendido a la hora de trabajar con diferentes directores como Lluís Homar o Daniel Veronese?
Cada uno tiene su estilo. Yo soy partidaria de que tienes que disfrutar el viaje con cada montaje y con cada director, porque para eso están. Y el pensamiento y las propuestas únicas, o las formas únicas de hacer, son la muerte, creativamente hablando. En la pluralidad y la diversidad está el crecimiento y la riqueza. Hay que creer a tope en el proyecto. En Fausto en concreto, Tomaž tiene una implicación creativa y emocional muy pura, muy bonita. Entonces, si entras en eso, él se lo pasa muy bien, celebra mucho todo. Es muy de extremos, y el viaje es un flipe: arriba, abajo… Eso es muy inspirador. Hay algo muy abstracto en los conceptos, pero si tú quieres puedes volar, porque hay un espacio muy grande para la sorpresa y para la creación. Y el no juzgarse. Es un entrenamiento muy chulo que yo estoy haciendo con este proceso creativo de Fausto, y a mí me está yendo muy bien.

Fausto es una obra con una profundidad metafísica importante. ¿Cómo crees que saldrán los espectadores tras verla?
Yo creo que es una función que puede encantar o no, directamente. Pero está bien eso. Porque al menos va a provocar algo en el espectador. Un impacto va a tener seguro. No va a dejar a nadie indiferente. Es una función de extremos. No hay punto medio.

Y ya que estamos con la metafísica… Se percibe que eres una persona profunda. ¿Cuál es tu filosofía de vida?
Yo sé que estos años son importantes para mí, para conformarme como persona. Importan mis decisiones, e incluso lo que lea, lo que vea o lo que escuche. Yo anhelo ser un tipo de persona. Me pregunto a menudo qué tipo de mujer quiero ser. Estoy en ello. Sí que creo que todo en la vida tiene una causa y un efecto. Creo que hay una responsabilidad en todos, en cada uno de nosotros. Y no digo que yo lo haga siempre, porque me escaqueo muy fácilmente. Pero está claro que tenemos la responsabilidad de tomar las riendas de nuestra vida, y eso tiene siempre unas consecuencias. Física cuántica. Pensando esto, para mí la vida tiene más sentido.

Estás haciendo doblete con Como si pasara un tren, en el off del Teatro Lara. ¿Qué tiene que tener un proyecto para que te embarques en él?
Te tiene que remover por dentro. Depende también de la etapa en la que te encuentres. Te apetece una cosa u otra. Uno sabe qué es lo que le pide el cuerpo.

¿Y DENTRO DE 10 AÑOS?
«Me gustaría mucho trabajar fuera. Hay algo del viaje que me encanta, en todos los sentidos, tanto externo como interno. Me encantaría ver cómo se trabaja fuera, los festivales… que eso fuera un flujo continuo en mi vida»

¿Dónde disfrutas más, en el teatro, en el cine o en la televisión?
Ahora mismo solo querría hacer teatro toda mi vida. Pero cuando hago tele y me apasiona, solo querría hacer televisión. Y cuando hago cine solo querría hacer cine. Hay algo muy chulo en hacer las tres cosas, tomas conciencia de saber qué es lo que haces con cada medio, qué te aporta cada medio, y qué es lo que haces tú con ello. Aunque yo desde los 14 años he querido hacer teatro. El teatro te educa. Es verdad que en la tele he aprendido un montón, pero el teatro no hay que dejarlo. Aunque es difícil de narices. Se tendría que cobrar el triple.

¿Qué les dirías a nuestros lectores para que fueran a ver Fausto?
Que es una propuesta muy original e inspiradora que no se va a volver a ver aquí. Toda una experiencia.

Lee la entrevista a Marina Salas en el ExPERPENTO de diciembre 2014 – enero 2015:
Enlace directo: http://issuu.com/experpento/docs/experpento_dicyene/18?e=2897458/10315811

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