Marinah: Afrolailo


Entrevista de Covadonga Carrasco
Fotos cortesía de PromoSapiens

Escuchar a Marinah es una experiencia recomendable para cualquier ser humano. Marinah es de verdad y del mismo modo en el que se expresa con su música, que le sale del fondo del estómago y del corazón, lo hace cuando charla. Es una guerrera. Siempre es un gusto que saque nuevo disco para tener la excusa de hablar con ella. Regresa con Afrolailo, una inyección de buen rollo con la que deja claro que su desacuerdo con lo que pasa en el mundo es total.

Cuando hemos escuchado el disco, hemos pensado: «¡Qué buen rollo!». Suenas a verdad y a la ilusión de alguien que empieza. ¿Cómo lo consigues?
Me pasa lo que con la vida: me gusta ser optimista pero no tonta. Y tal y como están las cosas lo más fácil es venirte abajo porque no ves una solución… Pero hay dos opciones: o te dejas morir o buscas esperanza y seguir pa’lante. Y en la creación pasa lo mismo. Lo que tengo claro es que nadie me va a quitar mi disfrute. Yo no soy una cantante que lo hace para que la gente diga: «Mira qué bien canta». Yo canto por necesidad, porque si no me moriría y por eso expreso las cosas así, a nivel vital, emocional… No pienso en qué melodía hago, sino en qué es lo que me pasa por dentro. Por eso casi siempre me sale del estómago y del corazón, pocas veces del intelecto.


En Afrolailo has hecho crowdfunding. No eres un producto comercial pero tienes una red de apoyo brutal. ¿Lo hiciste sabiendo que saldría bien o tuviste tus dudas?
Tienes tus titubeos. Lo que pasa es que si tomo una decisión, como soy muy pasional, echo todo lo que tengo. Y tiré… Ahora lo llaman crowdfunding pero para mí no es nuevo. En Ojos de Brujo lo planteé, quería que la gente comprase el disco por adelantado, que fuese algo más exclusivo. No lo llegamos a hacer. A veces no nos atrevemos a salir de la carretera por la que va todo el mundo, de nuestra zona de confort. A mí todo lo que sea probar cosas nuevas y ver qué pasa me inspira. Se abren atajillos o caminos por los que se da más vuelta o senderos más largos y con un río, por los que escuchas a los pájaros cantar.
Era el momento de hacerlo, por lo mal que está la industria. Me puse a buscar discográficas y dije, pues no. Que parece que estás buscando a ver de los «chulos» cuál es el mejor. Y como soy así y tampoco se me rifan, porque no soy una niña que va rompiendo y que hace música comercial… Pues me lancé.

“Yo bajo con mis amigas a fumarme un cigarro a la ronda de Poblenou y cuando subo, estoy mejor que si volviera de un spa”

Es un poco torpe ¿no? Porque al final ese producto del que hablas es efímero y tú tienes gente que te quiere.
Es lo mismo que con la comida, el fenómeno fast food. Todo es rápido y de usar y tirar. Esas niñas a lo mejor duran seis meses, pero si esos seis meses las estrujan… La gente ya no pone amor en la música. Siempre ha habido «multis» pero había personas que se dejaban la piel y que trabajaban con conciencia, que sabían mucho de música. Te daba la sensación de estar en un sitio profesional y eso se fue al garete.

Cada vez más los artistas buscáis colaboraciones con otros artistas. ¿Es quizá por esto?
Es una muy buena reflexión porque además el gremio de la música somos los menos organizados, los menos sindicados, un desastre. Y siempre se tiende a ver si el otro es competencia. Por eso cualquier cosa que sea darse cuenta de que estamos en el mismo barco, estupendo. Hacer esto es maravilloso, yo me siento muy bien colaborando con otros artistas. Cuando ellos hacen disco echas un cable y cuando lo sacas tú te lo echan ellos. Lo que tiene que ser. Es lo que ha pasado también con el crowdfunding. Yo ahora sé que tengo mis afines y eso mola un montón, es un apoyo muy grande. Cuando no te sientes sola es muy chulo, cuando te sientes sola te vienes abajo. Vivir del arte cuesta dios y madre, pero cuando ves que hay gente que te quiere, luchas hasta el final.

¿Cómo ha surgido Afrolailo?
Todo ha sido muy natural, ha pasado poco por la cabeza. Acababa de sacar el disco con Chicuelo y a disco por año pues es un currazo. Estaba haciendo conciertos sin disco, no tenía vídeo y la gente me preguntaba: «¿Pero tú qué haces?» y yo les decía: «Pues lo que me da la gana». Cantaba temas de Afrolailo y temas de los de Chicuelo en plan más gamberro, temas de Ojos de Brujo… Hacía lo que me daba la gana, aunque ya lo llamaba Afrolailo. Estoy en este momento, y el disco ha sido la consecuencia. Quería hablar de lo que hay desde una perspectiva popular, callejera y comunitaria: nos quitan cada vez más cosas y lo poco que nos queda, también nos lo van a quitar. Vamos a acabar en la época de nuestras abuelas pero peor, porque ahora la presión económica es mucho mayor y estamos aisladas, no tenemos el apoyo comunitario, familiar, de barrio o de pueblo que existía antes.

“No somos felices por tener mucho sino por hacer lo que queremos hacer con quien lo queremos hacer”

Tratas esos temas pero lo haces desde un punto muy positivo, de empuje…

Así veo la vida. Si tú no tienes tu dignidad, no te valoras y no luchas por lo tuyo, te comen. Tengo admiración por la gente que está luchando contra la hipoteca. Ellos no tienen la culpa de nada, han tomado una actitud digna de «vamos a intentar cambiarlo todo». Hay que buscar la fuerza, la esperanza. Creo que bailar, cantar, quedar con tus amigas aunque no tengas dinero para tomarte un café es bueno y eso no te lo pueden quitar. Yo bajo con mis amigas a fumarme un cigarro a la ronda de Poblenou y cuando subo, estoy mejor que si volviera de un spa. Hay cosas que son tremendamente necesarias para el alma. No somos felices por tener mucho sino por hacer lo que queremos hacer con quien lo queremos hacer. Pero la diversidad, que es lo que hace que exista la cultura, cada vez es más marginal. Cantar y no estar en los 40 es casi una reivindicación.

Todos tenemos claro lo que nos gusta, cada uno busca las alternativas para encontrar lo que de verdad quiere oír…
Estamos vendidos. Los que dirigen la música no se enteran. Yo he hecho un CD sí, pero no tengo un ordenador en el que pueda meterlo, porque ya no se fabrican. ¿Qué hacemos? ¿Casetes? Porque nos va a servir para lo mismo… ¡No hay soportes! Es que es surrealista. Es un mundo antiguo que no se quiere derrumbar. He hecho un CD por la cosa de tener el objeto y para la próxima voy a investigar para hacer algo diferente, un pack que diga: «Esto soy yo y te lo llevas a tu casa». O estás en el plano dinosaurio o en lo más moderno. Yo al principio pensé en hacer un EP de cuatro temas, bueno, más bien lo veía como una colección de EP, cada uno con su ritmo, con su cosa. Pero me dijeron que así no nos iban a hacer caso. Así que o haces disco o no estás, aunque la gente consume canciones, no discos.

La conexión con Chicuelo parece inquebrantable, también colabora en el disco.
Totalmente, somos colegas y trabajamos muy bien. Además de Afrolailo sigo con ese proyecto. Acabamos de venir de Casablanca, en dos semanas vamos a Sofía. Seguimos con Sintonías aunque hagamos otras cosas. Hay una conexión muy fuerte. El Chicuelo es un gusto.

Tocas Afrolailo en tus conciertos desde hace un año y medio. Esto también te habrá servido para testar ¿no?
No he pensado mucho en eso. Quería un disco que me sirviera para los directos, que me apeteciera cantar. Con Chicuelo tocamos en teatros con todo el mundo sentado y Afrolailo es más para escenario grande y juerga. La verdad es que estoy teniendo un montón de sensaciones diferentes y eso es maravilloso.

¿Cómo se presenta el verano?
Con muchas cosas, con presentación del disco en Barcelona, en Cartagena, en Madrid el 27 de junio… y un montón de bolos más por España. Tenemos casi cerrada una gira por Estados Unidos… a ver si nos deja pasar Trump, porque igual cuando nos vean nos paran…

Todo sobre Marinah: http://marinah-ojosdebrujo.com/

La entrevista en la edición en papel de ExPERPENTO junio-julio 2017:

Anterior Presumido: Vendetta
Siguiente Óscar M. Prieto: "40"