Texto de Vicente Martín
Mercury Rev pueden llegar a ser mágicos, proyectar espiritualidad, equilibrio, y a la vez acabar a torta limpia con las narices rotas en pleno escenario con el público atónito.
Sus inicios están marcados por el caos. Encuadrados en el Rock Psicodélico, David Baker -el entonces vocalista- marcaba su estilo. Más tarde por desavenencias con Jonathan Donahue -el cantante actual- dejaría el grupo. Fue entonces cuando llegó su obra maestra, Desserter’s Songs (1998), un disco que marca el comienzo de la ensoñación que supone escucharlos. Jonathan Donahue tiene una voz que puede producirte hasta risa y puede llevarte al otro lado con un escalofrío.
Mercury Rev abanderan el dream pop -se les compara con The Flamming Lips. Snowflake Midnight sigue la senda mágica. En una primera escucha resulta incoherente. Sin embargo con cada audición toma forma y descubrimos que esconde algo infrecuente: originalidad. En Mercury Rev lo importante es el trasfondo de la canción, casi más que el mensaje directo, esto hace que el disco siempre te aporte algo nuevo. No se puede catalogar de pop/rock, las baterías han dado paso a los loops y a las tecnicidades rítmicas, los arreglos orquestales han dado paso a sonidos más ambient. Supone una evolución del dream pop al dream electronic (eso si existe, claro). Invariable es ese complicado entramado sonoro sobre el que se construye cada tema. Con «Dream Of A Young Girl As A Flower», «Faraway For Cars» y «A Squirrel And I» el disco muestra su fuerza. Mención especial a esa joya sonora que es «October Sunshine». Escuché la canción cuando iba por la carretera en un amanecer de octubre y puedo decir que en esos 3 minutos la vida me pareció maravillosa. Este disco se acompaña de Strange Attractor, un trabajo en formato de descarga directa compuesto de 11 temas instrumentales: outtakes de otras épocas enfocadas desde el punto de vista actual del grupo.
Más información: http://www.mercuryrev.com/