Miguel Campello nos habla de «5»


Entrevista de Reyes Muñoz de la Sierra
Fotografías de Elvira Mena cortesía de Promos sin fronteras
Más información http://miguelcampello.es/

En algunas entrevistas el disco es la razón única de ser y otras se convierten en una conversación que es muy difícil de transcribir, porque con el disco de fondo, surgen emociones y preocupaciones imposibles de plasmar en el negro sobre el blanco. En la cabeza del periodista quedan para siempre y solo cabe el agradecimiento a la gran generosidad de quien te podría haber vendido su trabajo sin más y no lo ha hecho. Sin conocerte de nada.

En esta entrevista hablamos de 5, el último trabajo de Miguel Campello, hay mucha más verdad, sensibilidad y risas de lo que parece a primera vista. Y lo curioso es que lo mismo ocurre con las quince canciones del disco. Así que en la entrevista encontraréis mucho Miguel Campello y nada de marketing. Como en 5. No os voy a pedir que leáis la conversación más de una vez, pero sí que le deis la oportunidad al disco de ofreceros sus infinitas capas en muchas escuchas. Si seguís a Miguel Campello de antes, nada os resultará nuevo, pero sí emocionante.

He leído que este disco es tu obra cumbre. Que los críticos piensen eso, denota que evolucionas y esto está bien. Pero es que creo que tu obra cumbre está esparcida en todos tus discos…

Yo no creo que sea la cumbre de nada, la verdad. Pero quien lo ha dicho me quiere muchísimo, está claro. Tampoco quiero llegar a la cumbre. Me han dicho que ahí arriba cuesta respirar. Me gusta estar a la mitad de la montaña.
Para llegar a este disco, antes he necesitado tirar mucha cuerda y la cuerda que queda detrás es muy importante, sobre todo por si tengo que volver a bajar. Si quieres bajar y no hay cuerda, pues igual te pegas un golpe fuerte.
Que digan eso, me hace sentir bien, es verdad. Quiere decir que después de veinte años haciendo música, aquí estamos. Seguir haciendo discos que te llenan a ti y a otras personas, es una buena señal.

Desde tu posición de creador, ¿qué tiene este disco distinto de los demás?

Yo creo que tiene un poco de todo lo que he ido aprendiendo en el camino. A veces tardamos un poco en entendernos. Hay épocas que pasan muy rápido. Es que no te coscas siquiera de todo lo que te ha pasado. En la época de Elbicho era todo demasiado rápido, todo era nuevo. Era todo desconocido y muchas veces me costaba saber qué camino coger o por dónde tirar. A la hora de escribir, de componer o de pensar, un día empiezas a entenderte a ti mismo. Ahora todo es más asentado, estoy bastante más tranquilo. Por ejemplo, llevo un tiempo viviendo en el mismo sitio y solo por eso, lo siento todo de otra manera. Te tomas un respiro y el aprendizaje fluye… Y creo que cada disco siempre tiene un poco del anterior.

En estos dos últimos años, tú no has hecho discos, pero te hemos podido seguir la pista con las colaboraciones. No sé si de eso también se aprende.

Ahora tenemos la suerte de poder hacer en casa cosas que antes no. O que requerían de un viaje de tres o cuatro días, coger un estudio, organizar las fechas… Todos tenemos ahora nuestro pequeño estudio. Yo soñaba con eso hace muchos años. Pensaba: ojalá pudiera mandar a un colega esto… Yo he colaborado y conmigo, en este disco ha colaborado, por ejemplo, Soleá Morente. Y grabó su colaboración en su casa. Natos & Waor en otro… Poder juntar todo eso y que parezca que estamos todos juntos es una suerte.

Tú vas por libre, tienes tu propia…

Mi propia movida, sí…

Pues es que esto te lo digo porque son colaboraciones orgánicas, no son de la compañía, no te endosan a gente…

Siempre han sido orgánicas. Cuando estaba en Warner las colaboraciones eran reales. Nunca he colaborado con nadie que no me interesara. Para mí es importante que me apetezcan a mí, por este lado y que les apetezca a ellos, por el otro. Si no es así, no va a salir nada bueno. Con Natos & Waor venía coincidiendo desde antes, aunque somos de distintas generaciones. Pero creo que tenemos una actitud. Soleá, Amparanoia… con mi hijo, que tiene catorce años pero compartimos una actitud musical. Nos gusta la música, escribir canciones y las colaboraciones son algo mágico. Para mí es inevitable coincidir con gente, tocar con gente… Si tienes una casa y nadie va a verte, pues mal. Pues esto es igual: quieres compartir lo que has vivido, dialogar…

Compones con la colaboración en la cabeza o las tienes y dices… qué bien sonaría esto con…

Lo segundo. Es así. No todo el mundo cabe en todas las canciones. Son trajes que aunque no hagas a medida, de pronto, les quedan bien, encajan. En el caso de Amparo fue muy mágico. Apareció un día en mi casa porque iba de viaje hacia Granada, creo. Me pegó un toque, vino y acabamos grabando lo que está en el disco…

¡Una fiesta!

¡Sí! ¡Una fiesta! Además que no había coronavirus y ¡nos abrazamos! Hace tan poco… Y parece que ha pasado mucho tiempo. Es como si llevásemos toda la vida con la mascarilla colgada en las orejas.

Yo tengo una pregunta técnica. ¿No sería 6? Está la trilogía, hasta el 2014, en el 16, Agua, pan y vino y hace dos años Entre mil historias. Que sí, que Entre mil historias es especial…

Claro, es lo que dices. Entre mil historias, aunque tenía dos canciones nuevas, para mí fue un alto en el camino para recuperar canciones que me apetecía volver a cantar. Lo que decías tú antes… Hay tantas canciones que me gustaría cantar, que bueno… También hice un libro en el que explicaba cosas de mi infancia, cosas personales… Más que un disco, a Entre mil historias, lo considero un libro.

Escribes muy bien. Te podrías haber dedicado a escribir libros como te dedicaste a la música…

Me gusta la escritura pero necesito a alguien que me recoja los folios, que me diga: este es el uno, este es el dos y ahora continúa… Me pasa que cuando llevo no sé cuantas semanas escribiendo, ya no sé ni cómo empieza la historia…

«Malas noticias» empezó a sonar en marzo. Es muy, muy raro escucharlo hoy… Quizás ya en marzo, o antes había un olorcito como a gas… ¿De dónde sale esa canción? Porque el mensaje, a pesar del rollo predicción, es positivo… la pena llama a la alegría…

Siempre he intentado convertir la pena en alegría. En una canción lo decía literalmente. Hay gente positiva y gente negativa. Es como lo de la lotería: si a uno que es negativo le toca, dice que le ha tocado poco… Era pequeño, y ya olía a gas. Ahora es por un virus, pero el tercer mundo sufre cosas muy cañeras desde siempre y en esta parte del planeta volvemos la cara. Lo único que ha pasado es que ahora somos extras de la película, de golpe formamos parte de la figuración.
Vivimos en un tren que va a toda velocidad y muchas veces no sabemos ni cómo ayudar, si nos limitamos a recoger los plásticos en la playa y ya está, o tenemos que hacer algo más. Hay días en los que pasan tantas cosas malas que al final es como que no ha pasado nada, como que no has visto nada. Ahora las malas noticias las vivimos nosotros. Pero ese olor raro tiene muchos años…

Y siglos. Posiblemente desde que somos sapiens ya empezamos a pisarnos…

Sí, sí… Es como lo de Odisea en el espacio. Uno tiene agua y dice que es suya y otro tiene un palo y le pega con el palo en la cabeza. A partir de ahí, todo ha ido a peor.
A mí me pasa que cuando no encuentro una explicación, me quedo absorto. Y todos tenemos amigos de todo tipo. Muchas veces me veo en medio de todo. No me gusta ni el fútbol. No me siento en la obligación de ser fanático de nada. Me gusta saber reconocer a alguien cuando lo hace bien, pero no por eso va a tener mi apoyo para toda la vida…

Mientras hablabas, pensaba en que yo también conozco a mucha gente. Y si me preguntas si conozco a alguien verdaderamente indecente, pues te diría que no… No sé de dónde sale la gente indecente… la que tiene poder pero también la que dice burradas en redes sociales, por ejemplo…

Sí, sí… son temas de los que podríamos hablar largo y tendido. Yo para entender esas cosas escribo canciones. Yo puedo decir: “Locura, la noche loca espera la luz de la mañana y enloquecer con ella…”. Si supieras por qué he escrito eso… Tú puedes estar bailando con eso, pensar que es tu locura y que las llevas dentro… y seguramente no tiene nada que ver con lo que me afectó a mí aquel día. O digo “Malas noticias me están dando y no hay manera de seguir cantando…” y te aseguro que no tiene nada que ver con colores, viene de mucho antes.
Pero imagínate, es muy complicado que los vecinos de un edificio se pongan de acuerdo con algo… El caso del ascensor, por ejemplo: el del quinto lo necesita y el del tercero también, pero el del primero dice que no quiere pagarlo… y hasta que no entienda el del primero que lo necesitan otros vecinos, no se pone el ascensor.
Yo creo en la gente a la que le da igual treinta que ochenta. Eso lo decía mucho mi padre, que contaba un chiste: “de qué estás flaco. De no discutir. No puede ser. Pues no será”.

“Saltar al vacío” salió en marzo y “Sin pistolas y sin puñales” salió en agosto. Uno es íntimo y puro terciopelo y el otro es social y rabioso. ¿Era otro disco? Hay quince canciones, así que no sé si con todo esto has metido más…

He quitado tres porque me salía un doble disco. Teníamos la fecha de lanzamiento y todos los temas, que tienen mucho trabajo. Apareció el coronavirus por el medio. Montar el disco en la distancia ha sido un poco locura. La mezcla, normalmente, la hago en Madrid. Y no podía entrar ni salir de Madrid. Nos ha costado entendernos a Guillermo (Queros) y a mí. Pero en marzo ya existía todo lo que está en el disco. Y si te digo la verdad, no hay mucha separación entre una canción y la otra. Cada día te levantas con una pierna y todos podemos estar tristes y estar alegres. Un día gritas, que no es malo para la salud, y al siguiente, callas, que tampoco es malo para la salud… Así que cada canción del disco responde a uno de esos estados anímicos. Pese a que la producción y a que, a nivel rítmico, los temas son distintos, para mí están muy conectados. A excepción de “Ella”, que es una canción que escribí cuando nació mi hija, las demás comparten tiempo de composición. Luego ya vestimos cada una de una manera. Eso nos divierte.

Pues fíjate que me parecía que temas como “Barrio” o “Sin pistolas ni puñales” eran fruto del confinamiento…

Pues te juro que cuando las escribí ni existía el coronavirus…

Usaste la bola de cristal…

Te enseño la maqueta, si quieres…

Sí te creo. Creo que la vida se ha vuelto tan monotemática que somos los oyentes los que lo filtramos y entendemos lo que queremos… Pero esos temas son muy de bola de cristal.

Nostradamus, al lado mío, no sabía una mierda. Me lo dicen los colegas. Incluso me han pasado canciones de hace tres discos. Cuando me dicen: “esta canción la escribiste para mí”, yo contesto: “por supuesto, hace seis años escribí esa canción para que la escucharas ahora”. Esto mismo que ocurre ahora se parece mucho a otras cosas que hemos vivido y que hemos olvidado.

“Tierra” es una forma emocionante de abrir el disco. Hay muchos elementos que hacen sentir cosas especiales. El coro mismo… El disco me ha parecido como un álbum de fotos: son estampas de momentos que no quieres que se pierdan. ¿Esa era tu ambición?

Si alguna ambición tengo es esa. Mi ambición, si se puede llamar así, es crear canciones que no sean para hoy o para mañana. A veces lo consigo más y otras veces no lo consigo. Pero que las canciones circulen desde hace mucho tiempo, me hace sentir orgullo.
Lo de las estampas… yo soy muy de eso. Todas las fotos de la caja tienen importancia. Las fotos en blanco y negro tienen un tono precioso y pasas a las de los años 90, las de las cámaras desechables y son todas horrorosas. En todas hay algo como para enviarlas a Cuarto Milenio. ¡En las fotos de cuando yo era niño hay entes por todos lados!
Yo quiero hacer canciones para cualquier momento. Hay canciones de Silvio Rodríguez que me emocionan siempre. Esa es mi ambición, hacer canciones con tanta raíz.

Mira lo que me apunté: “Canciones dispares que de alguna forma suenan a lo de siempre”. No sé si es porque tienes claro lo que quieres o por todo lo contrario…

Creo que es por todo lo contrario. Siempre intento hacer cosas que no sé hacer. Si lo sé hacer, me aburre. Hay una parte que se mantiene siempre. Y lo que te decía antes: sí que creo que cada vez me entiendo mejor y convivo mejor conmigo mismo. Aprovecho más el tiempo. Si me pongo a escribir, escribo. Antes se me olvidaban las cosas y siempre andaba buscando bolis. Tengo mi interior más organizado. Sigo perdiendo los bolis. Nunca encuentro uno cuando me sale alguna frase perfecta, pero tengo más memoria.
También creo que he dado con la camiseta que me queda bien. Después de estar toda la vida buscando y de no saber si uso la M americana o la L española, he dado con la que me queda bien.
Por otro lado, cuanto más te conoces más intentas alejarte de ti mismo. Es lo divertido. Intento que las canciones no se parezcan en nada a lo que ya he hecho yo y por supuesto, a nada de lo que ya ha hecho otra persona. A veces me pasa que me pongo a escribir una canción y empiezo a pensar: “Huy, qué guapo esto”, sigo y digo “Anda, si esta canción está en mi segundo disco!

Que te gustas… Eso está bien.

A ver, aunque suene un poco así, es muy importante gustarte, quererte y sobre todo reírte contigo mismo. Está el peligro de gustarte demasiado y pasarte la vida haciéndote “selfis”. Pero reírte, tener complicidad… ¡yo discuto mucho conmigo mismo! Menos mal que vivo en medio del campo, la gente pensaría que estoy como una regadera.
Creo que es muy bueno que cuando escribes, si algo no te convence, salgan los demonios y te manden a dormir. O todo lo contrario, que si haces algo que te gusta, salga el demonio a darte palmas. Si no te lo crees tú, cómo pretendes que te crean los demás.

«Elvira siempre está conmigo. Está cuando empiezo una canción, cuando meto un ritmo… su cara me dice si tengo algo o no para seguir».

El sello “Miguel Campello” tiene mucho de extramusical. Es decir, la imagen que nos llega tuya siempre está filtrada por Elvira Mena, que es una gran artista y es tu mujer.

Sí, la imagen que llega es la filtrada por sus ojos. Pero esa imagen, es la que yo veo día tras día. Hay cosas que no sé si las hago para mí o para todo el mundo. Confiar en el criterio de alguien es importante. Y también es importante el cariño. Si algo no le gusta, me lo va a decir. Eso es la confianza. Yo solo tengo que meterme para adentro y encontrar la manera de que le guste. Cuando ella sonríe o cuando ella asiente…
Eso ocurre ahora también con mis hijos. Pero Elvira siempre está conmigo. Está cuando empiezo una canción, cuando meto un ritmo… su cara me dice si tengo algo o no para seguir. Con Elbicho, tenía cabezas pensantes, tenía un productor, la compañía también decidía… Ahora mi libertad se mueve entre lo que yo hago y la cara que pone Elvira.
Como dices, a ti te llega una imagen de mí, que no me conoces. Nadie mejor que ella consigue que esa imagen sea la más cercana a mí. Yo soy muy de eso: mejor que todo quede en casa. Nos pasa mucho con los vídeos. Decimos lo que tenemos que hacer y se nos pasa el tiempo haciéndolo. No nos gustan las superproducciones y cada vez más, me gusta lo artesanal. Me pasa en general: no veo películas de tsunamis o de aviones estrellándose, yo he visto ya todos los finales del mundo. Quiero más Amelies.

Esta mañana he leído una entrevista en la que decías que la cultura ha pasado crisis peores. Quizás piensas eso porque tienes esa forma de entender la cultura. Quienes más sufren son los que necesitan más para hacer cultura.

Sí. Los que hemos vivido siempre en la mitad de la montaña, seguimos a mitad de la montaña. Nunca he estado muy bien, pero tampoco he estado muy mal. Si esto no funciona, haré otra cosa. Creo que esto va, no de desear lo que quieres vivir, sino de aceptar lo que te toca vivir. Puedes luchar lo que tú quieras, pero con la certeza de que siempre se pondrán cosas en el camino, quieras o no quieras. Puedes sobrellevarlo o cabrearte mucho. Mi padre, que como ya has visto tenía muchas frases, me decía: “si te cabreas vas a tener dos trabajos: cabrearte y descabrearte”. Así que puedes entender que hay momentos de parar y beber agua para seguir adelante. Es otra manera de afrontar las cosas.

“Ella” es una de las canciones para hijos más bonitas que he escuchado. Normalmente están tan medidas, quieren demostrar tanto que acaban siendo un tostón. La diferencia de esta es que con el cuento de cantársela a tu hija, le haces un homenaje a la madre…

Sí, y de hecho a ella no le hace mucha gracia. No le gusta que diga por ahí lo guapa que es. Decía: “Yo creo que repites el estribillo demasiado”. Yo creo que todos los que tenemos hijas e hijos experimentamos eso de que todo pasa por verlos felices. Y como ya te he dicho, ahora mi hija tiene once años y antes no tenía sentido que saliera…

También ahora la entenderá un poquito…

A ver, que a mi hija le gusta Billie Eilish y esa canción, ahora, le da igual. Se dará cuenta cuando sea más mayor. Miguel tiene “Ropa tendida”. Pero lo que dices tú, que no es una canción de “mi hija, mi hija, mi hija”. Es una canción sobre cosas normales y las cosas que siento. Si la veo sonreír, pues ya está todo hecho, sobra lo demás.

«Para mí, Rosalía, aunque suene a fusión rarita, es como Picasso. Es alguien con la capacidad para pintar el mejor cuadro del mundo, pero es ella la que elige pintar algo diferente… Un trazo por aquí, otro por allí y lo hago así porque yo soy Rosalía».

Hace años, el término “fusión” empezó a darme grimilla. Se hicieron ahí muchas cosas y muy raras. Y sin embargo, de aquella fiebre bebe todo lo nuevo, nuevo… De Rosalía a Tu otra bonita. Con estos últimos has colaborado en alguna ocasión. Y es así como llego a “Ya está”, que tiene flamenco, rock, rap y es fusión de la buena… ¿Es instinto?

Yo hago la canción pensando en Los leños, imagínate. Me recuerda a “El tren”. Parto de ahí y es verdad que Los leños daban mucha leña… y el hip hop de hoy da mucha leña, así que tengo ahí dos actitudes parecidas con un ritmo diferente.
Es lógico que cada generación tenga sus referentes, pero todos en algún momento se van a cruzar con “Cucarachas”. Yo escucho a Silvio Rodríguez desde que era un crío y desde hace poco, he visto que muchos raperos lo escuchan también. Residente hizo una colaboración con Silvio. Si a Silvio le pones una base, igual te hace un rap que te deja flipado. Hay quien piensa que yo hago flamenco jondo y yo nunca he considerado que hiciera flamenco, simplemente tengo esas maneras aflamencadas…
Para mí, Rosalía, aunque suene a fusión rarita, es como Picasso. Es alguien con la capacidad para pintar el mejor cuadro del mundo, pero es ella la que elige pintar algo diferente… Un trazo por aquí, otro por allí y lo hago así porque yo soy Rosalía. Me parecen absurdos los análisis que hacen algunos y quizás es porque vivimos en un mundo en el que, cuando alguien triunfa, pues ya no puede molar.
Todas las épocas tienen algo de esto. Hay quien no ha entendido el punk. Mi abuela no entendía ni a los Sex Pistols ni a los Ramones. Le gustaba Antonio Molina y Juanito Valderrama. ¿Cómo vamos a pretender que a la abuela le guste? Le decimos: “¡Abuela, escuche, que esto es moderno!”. Y a la abuela no le vas a comer la cabeza con esas películas. Pues igual, hay generaciones futuras a las que les van a gustar cosas que nosotros no vamos a entender en la vida. Y no creo que para no andar desfasado me tenga que pasar toda la vida actualizándome.
Yo cuando escuché a Natos & Waor… Tú me has dicho que yo puedo escribir un libro… Pues yo pensé eso cuando los escuché a ellos. Olvídate de si hacen hip hop o si hacen sardanas, da igual. Yo puedo escuchar una jota, una soleá o una habanera y emocionarme. Calle 13 ha hecho reguetón con una producción brutal… De todo hay algo bueno y algo malo. Hay salsa buena y salsa mala, hay merengue bueno y merengue malo… y hay reguetón bueno y reguetón malo. Me dicen: “a mí es que el merengue no me gusta” y pienso: “pues no sé qué haces tú en las fiestas de tu pueblo, chico”. Para mí “La barbacoa” es que ha hecho mucho bien. Con el chorizo parrillero se te olvida la vida, la hipoteca, los problemas… Imagínate que estás ahí con tus amigos tomándote cervezas y en lugar de “La barbacoa” te ponen una canción sobre la guerra… pues te hunden.
Los músicos hemos derribado ya muchos muros que deberían derrumbarse también en la sociedad. Si ya has escuchado a Raimundo Amador con Björk lo has visto todo, porque más raro que eso no lo vas a encontrar. Lo difícil es hacer algo novedoso con todo eso que ya está inventado. La música son muy pocos acordes.
También hay cosas que no pueden ser para las que debería haber una policía de la música. Y no musicalmente… hay letras que no puedes ni creerte. En youtube si buscas una movida que se llama “letras bizarras”, vas a decir: “la madre que me parió”, es todo tan ofensivo… Y no porque sean canciones antiguas, es que eran ofensivas en su momento. Pero los ritmos no tienen culpa ninguna. El reguetón no tiene culpa de las letras esas horribles.

«A Residente lo escucho desde hace mucho tiempo porque siento que me dice la verdad».

Me has hablado un par de veces de Residente y de Calle 13. Da la casualidad de que mientras escuchaba tu disco me venía a la cabeza Residente…

Mira, a mí me lo presentó Bebe en un concierto y ni llegamos a hablar. Lo he seguido y para mí, puede hacer lo que quiera, es un poeta y además es un poeta guasón, que se toma la vida de una manera tan especial… Te cuenta cosas muy duras y te hace bailar.
Para mí es una pasada. Yo necesito ese grito, también el de Barricada o el de Los leños o el de Triana… o el de Los Chunguitos. A veces me pongo a Nirvana para gritar en medio del campo y ni siquiera entiendo las letras. A Residente lo escucho desde hace mucho tiempo porque siento que me dice la verdad.

No tiene nada que ver tu trabajo con el de Residente y, sin embargo, he pensado en él y había una causa, me parece algo muy curioso.

Es la actitud. Es la unión de los músicos a la hora de crear. Todos queremos gritar. Ahora, en este momento que estamos viviendo, tenemos el privilegio de darle algo a la gente para que grite. Pero también es un momento raro: dices algo y mucha gente se ofende. Se saca todo de contexto. Y muchas veces el que se ofende es porque no ha entendido lo que tú has querido decir.

Y aunque sea exactamente por lo que querías decir. Cada uno que se apañe con su piel fina.

Es que es verdad, porque a la vez que unos se ofenden, das voz a otra gente. Puedo canalizar la información, convertirla en canciones. La música no es patrimonio del músico, es algo que surge del pueblo y es para el pueblo.
Pero últimamente, la censura se ve demasiado. A uno le cierran el canal y se hace más fuerte. Quien quiera escuchar lo que dice alguien, lo va a encontrar por otros canales. Cuanto más se quiere enterrar algo, más se destapa. Y lo sabemos.

Estuviste lanzando singles desde marzo de 2020. Así que nos has tenido pendientes de ti todo el confinamiento, en la nueva normalidad y en el apocalipsis…

Me he vuelto a ver el Walking Dead por si acaso. A ver si aprendo algo sobre qué hacer en el apocalipsis…

«Deberíamos ver todos documentales de hormigas o algo».

Daba la sensación de que eras un tigre en un zoo o algo así. No sé cómo llevas las nuevas olas.

Más que un tigre en un zoo me he sentido como un perrillo en una perrera. Por quitar tigre y quitar zoo… No me gustan los tigres en el zoo.

Pues anda que los perritos en la perrera…

Ya te digo… No me gusta la idea de tigre… es como: “Ay, mira el pecho tigre”, ¿entiendes? Soy más un perrillo. Pasé la primera fase intentando que la situación no me afectara. Yo era de los que creía que esto iba a ser un mal resfriado, como decían por ahí. Luego empezó a afectarme más. Me iba dando cuenta de que esto no iba a ser el dolor de cabeza que se quita después de dormir un poco. Y la incertidumbre de la segunda ola pudo conmigo. No a nivel creativo, porque estoy metido en el estudio intentado que el tiempo pase… Y que cuando termine, que alguien me avise.
Si fuera otra cosa, si me dijeran: lleva esto de aquí a allí, achica agua, coge esas piedras, haz esto, haz aquello… Cuando no sabes qué es lo que puedes hacer, es cuando te llega la desidia, la desgana… la desgana puede conmigo.
Esto es algo de siempre, a mí me afectan mucho las cosas y por eso necesito escribir y hacer canciones. Me pongo en el lugar de todo el mundo. Y tengo amigos de todos los gremios, y todos lo están pasando mal y no sé por dónde tirar. Es algo tan global, que no puedes acompañar a nadie en una protesta o en una manifestación, o en una huelga. Es como en “Ya está”, “Ya está todo patas pa arriba, desde el baño a la cocina, ya no quedan platos por romper, llega el tiempo de barrer”. Es como en esa canción, pero ahora no llega el tiempo de barrer. Aún seguimos rompiendo platos. Es como si te llega un mueble del Ikea sin planos. Y como no tenemos plano vemos como unos se echan la culpa a los otros, y los otros a los otros de no montar el mueble. Para montar el mueble deberían ponerse todos de acuerdo.
Sé que todo suena muy poético y lo leeré y pensaré, “madre mía”. Pero es que lo pensamos todos, todos queremos eso. Es tiempo de darnos cuenta de que estamos todos muy tocados… Deberíamos ver todos documentales de hormigas o algo.

«Puedo meter la cabeza en el hoyo, pero ahí no voy a encontrar soluciones».

Creo que además, por la propia pandemia, lo tenemos más difícil. Sin abrazarnos, con la mascarilla tapando la cara y las emociones, la distancia de seguridad… ni un abrazo podemos darnos para calmarnos.

Es una película. Yo vivo desde mucho antes de esto en una zona de campo y me dicen con todo esto: “ah, claro, es que eres un privilegiado”. A ver, pues haber venido tú al campo con placas solares y toda la hostia. Que sí, sitio hay. Las ciudades tienen una arquitectura que hace que se puedan convertir en cárceles en unos segundos. En los pueblos en los que ya no hay ni buitres porque ni ellos tienen de donde tirar, hay espacios, calles vacías. Habrá quien diga: “pues pa ti”. Pues pa mí, sí. Es como si nos hubiéramos olvidado de la raíz, de lo importante. Ahora lo importante es estar conectado. Y no digo que haya que prescindir de la tecnología, yo estoy hablando contigo con un teléfono móvil. Digo que se puede tener tecnología sin olvidarnos de la raíz.
Pues mi sensación es que dejamos en manos de otras personas las soluciones, en lugar de buscar nuestras propias soluciones. Mucha gente no se ha parado a pensar si vive la vida que quiere vivir o si solo vive como otros dicen que es la mejor manera de vivir. Yo fui camarero, fui hasta repartidor de bocadillos… Si esto me hubiera salido mal, habría buscado otra manera de tirar para adelante.
Hay personas que si te pasa algo malo, por ejemplo, si te deja la pareja, te llaman para hundirte más. Te dicen: “¿estás jodido?”, pues sí, qué vas a decir. Y hay otras personas que van a por ti y te llevan a un parque de atracciones para que durante un ratito te olvides del tema. A mí se me han caído todos los festivales en 2020 y tiene pinta de que en 2021 tampoco habrá festivales. Puedo meter la cabeza en el hoyo, pero ahí no voy a encontrar soluciones.

«Intento tomármelo como todo el mundo, como cualquiera del pueblo. Si se va todo al carajo, me voy al carajo. Yo no sería de los que cogerían un cohete a la luna».

Así, ¿cómo te lo planteas?, ¿te estás organizando como si no existiera el problema?

No, no, qué va. Es que es imposible ese planteamiento. En el colegio de los niños han salido casos, en el pueblo hay casos… No hay manera de vivir sin pensar en ello y tampoco sabemos muy bien qué es lo que está bien y lo que está mal. Es como si estuvieran inventando las reglas del parchís: si caes aquí, te comen y retrocedes, no caigas aquí… Es como lo que decía uno por ahí: el que sea, que pare de jugar al Jumanji. Parece una película. El vértigo llega cuando ves que no es una película. Estamos en una cuerda floja, que tampoco es nueva. La vida no ha sido nunca una autovía para casi nadie.
Intento tomármelo como todo el mundo, como cualquiera del pueblo. Si se va todo al carajo, me voy al carajo. Yo no sería de los que cogerían un cohete a la luna. Si hay que comerse el marrón, nos comemos el marrón. Y pensaba que a todos nos han pasado cosas de ríete del coronavirus y hemos salido de ellas. Así que me lo tomo convencido de que vamos a salir para adelante.

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