Entrevista de Covadonga Carrasco
Han sido la revelación de la temporada. Multiétnicos y con una historia de lo más particular, SALA (pronuciado con acento en la última «a») tienen toda la pinta de dar mucho que hablar a medio plazo. Sala Elassir es el fundador de la banda y con él hablamos.
Nacido en Beirut, criado en Madrid, has vivido en Indonesia, Londres, en Estados Unidos y el grupo lo componen españoles, noruegos… Ahora nos dirás que todo esto no ha tenido influencia en vuestro sonido…
Pues a nivel estilístico tampoco diría que se note mucho. Nuestro sonido está muy anclado en las influencias Brit, y se fragua en el circuito indie de Londres, de directo en directo. Eso sí, las letras, el rollo que llevamos, la accesibilidad en general de nuestra música, tienen que ver con ese lado internacional. También con que cuaje y que guste nuestra música en países como Inglaterra, España, Alemania…
Los comienzos fueron con una multinacional, una experiencia desastrosa que sirvió para que Sala alcanzara el éxito… Explícanos qué relación tiene todo esto con el nombre del disco The Man who killed Sam Wilson.
El grupo Sala nace de las cenizas de un proyecto vinculado a una multinacional en Londres. Me tenían de solista «guaperas canta-baladas», trabajando en un proyecto de estudio, cosa que no podría ir menos con mi forma de ser… Opté por dejar ese camino y abrirme paso con mi propio proyecto, haciendo algo genuino. Somos una rebelión contra lo prefabricado. Y de ahí viene el titulo del disco… pensaban que iba a cuajar mejor en el mercado con un nombre típico inglés y una de las últimas pautas ridículas que me intentaron endosar como solista, fue que cambiase mi nombre a Sam Wilson. Ahí fue cuando dije: «hasta aquí ha llegado esto». Y me fui. Supongo que llamar el disco así ha sido una reivindicación de cara a ese mundo…
¿Qué tiene el sonido inglés que gusta tanto?
Pues en un mundo y un contexto musical en el cual predomina cada vez más lo puramente rítmico y en el cual se está perdiendo un poco el arte de escribir temas cantables, el sonido inglés sigue estando anclado en esa base melódica armónicamente rica que inventaron y desarrollaron los Beatles en los años 60, y es muy importante que no se muera esa tradición, que no se apague la llama…
Habéis trabajado con el productor de David Bowie. ¿Cómo se consigue que un tipo así de importante quiera «hacerse cargo» de vosotros?
Pues a Jonathan le conocí en una fiesta en una casa en Londres. Me tiré la noche entera tomándome copas con él en la cocina, y el resto es historia… Bueno, ahora en serio, cuando escuchó la maqueta me comentó que estaría interesado en trabajar con nosotros. Me confesó que estaba harto de que le pasasen grupos que sonaban bien y que vestían bien pero que no tenían buenas canciones, que al fin y al cabo son la materia prima para cualquier productor. Supongo que en ese sentido, fueron las canciones y la calidad que vió en ellas lo que le llevaron a trabajar con nosotros.
Canciones con nombre de mujer, un clásico que siempre funciona. ¿Existe Margot de verdad?
Pues sí, Margot existe (¡Hola Margot!), aunque irónicamente cuando escribí la canción casi no la conocía. Era una fan que se venía a todos nuestros conciertos cuando empezábamos en Londres. Una noche estábamos volviendo todos hacia el búho para ir a casa, y Margot me dijo que le encantaban nuestras canciones, y que por qué no le escribía una a ella. Yo estaba ahí con las copas y la tontería y me inventé el estribillo de la canción, medio vacilándola ahí en la calle. Llegué a casa y al tararearla pensé que era muy pegadiza, y de ahí escribí el resto de la canción… Ahora es de las que más gusta en los directos, todo el mundo se la sabe. ¡Qué gracia ver de dónde nacen las cosas!
¿Cuando creasteis vuestro sonido vivías una época de optimismo total y por eso salieron así de frescas las canciones?
Pues tampoco te creas… Escribí «Flip a coin» después de una temporada nefasta en la cual estaba frustradísimo, una mala racha de estas por la cual todos hemos pasado. Muchas veces, en un momento duro, en vez de expresarlo y contrarrestar negatividad con más negatividad, puede ser bueno desahogarse con un poco de optimismo, de diversión y de buen rollo. También hay otras canciones que nacen del buen rollo y que expresan ese mismo sentimiento –como el estribillo de «Vivianne» por ejemplo, es puro optimismo–. Para mi gusto es muy fácil escribir música triste y/o enfadada. El reto está en transmitir buen rollo en la música sin caer en clichés.
Y en los directos qué… ¿Energía en vena como en el disco?
Pues yo siempre he pensado que al disco le faltaba un poco de caña. Tenéis que venir a vernos en directo, que ahí sí que le metemos caña al asunto.
Lo llenáis todo. ¿Cómo lo hacéis?
Nuestras herramientas son la lista de emails y las redes sociales. Hemos sabido juntar un directo muy divertido y muy enérgico, con mucho trabajo promocional por Internet. Nuestro directo despunta, es una experiencia auténtica, divertida, llena de energía y la gente vuelve cada vez con más y más amigos…
¿Ha evolucionado el público y se ha hecho más inteligente buscando lo que de verdad le interesa?
Esta es una época en la que la cultura popular, y dentro de ella, la música, se masifica más que nunca. Fenómenos como OT o Lady Gaga barren el mundo de la música como un tsunami. Sin embargo, creo que cada vez hay más gente que no está cómoda ahí y que se aferra a su independencia y su gusto personal. Estas personas son las que nos dan esperanza a nosotros, y sí, un sector cada vez mas grande del público se está haciendo más autónomo a la hora de buscar lo que le interesa.
Más información en http://www.salamusic.com/