Entrevista de Covadonga Carrasco
Un aspecto frágil no es siempre sinónimo de quebradizo y ese es el caso de Silvia Penide que consigue transmitir con una fuerza desgarradora sentimientos y situaciones vividas por ella misma pero que quiere poner en común con los demás. Una voz diferente y unas letras creadas desde lo más íntimo y lo más personal hacen de «Desafinante Crónica» un trabajo lleno de energía para momentos en los que necesitamos encontrar la paz con el mundo. Esta gallega consigue a través de su música que todos encontremos la parte más sensible que llevamos dentro y nos anima a luchar y levantarnos en momentos donde nos encontramos más cerca del suelo que del cielo. Pudimos hablar con ella en una terraza en la Plaza Mayor de Madrid donde nos contó algunas cosas muy interesantes.
Tres discos en el mercado… puedes considerarte afortunada… Sí, la verdad es que sí, justo este Desafinante crónica, ha llegado en un momento en el que yo me estaba planteando, casi, dejar la música en un segundo plano. Es complicado, desde La Coruña llegar así a la gente, pero gracias a Internet y al boca boca, y en mi caso que la gente me trata con mucho mimo, hace que me sienta afortunadísima porque con este disco se abre una perspectiva de futuro alentadora.
Galicia es una gran fábrica de artistas y además la industria gallega cuida mucho a sus autores. ¿Qué sientes cuando sales de ese núcleo a otros lugares donde quizá es todo más frío? Galicia es un lugar que tiene mucha magia, estamos acostum-brados a tratar con la persona, allí me siento muy querida por el público en general. Pero he tenido la suerte de sentirme muy bien fuera de Galicia, incluso fuera de España. La gente me abre los brazos, no sé si por mi manera de escribir o por mi forma de cantar, pero me tratan como alguien que forma parte de su vida. Cuando llego a una sala a dar un concierto eso hace que me sienta con ganas y es una sensación increíble.
¿No da un poco de pudor que la gente, a través de las canciones, se meta en una parcela tan íntima de tu vida? Es algo que asumo, porque soy yo la que quiere contar las cosas de esa manera. Mis canciones se basan en eso en la sencillez y la sinceridad. Por eso no me gustaría que la gente fuera a un concierto mío y esperara encontrarse con una virtuosa. Yo creo que la gente valora esa sinceridad y esa cercanía ese «vengo a contaros y además vengo a cantaros». Me entrego de esa manera porque me hace falta, me sirve como terapia. Me gusta hablar con la gente en los conciertos, es algo que a mí me sale así, y asumo las consecuencias.
Qué prefieres que sienta la gente al escuchar tus canciones, ¿lo mismo que tú has querido mostrar o que las liguen a sus experiencias personales? Prefiero que las lleven a su particular plano personal, que las pongan un nombre, una dirección, porque así no sólo me sirven de terapia para mí, sino también para otras personas.
En tus canciones pasas de la fragilidad a la fuerza ¿Con cuál de las dos «Silvias» te quedas? Me quedo con las dos. Para mí buscar el matiz en la canción es fundamental, y me pasa en los conciertos, interpreto las canciones como si fuera la primera vez, porque creo que cada palabra necesita ser pronunciada de diferente forma para que la gente sepa lo que quiero decir.
¿De dónde sale el nombre de Desafinante crónica? La vida es un desafine crónico. Me quieres cuando soy armónica, me quieres cuando soy melódica, pero me abandonarías si fuera desafinante crónica. Cuando surgen los desvaríos es cuando aparecen las complicaciones. El disco habla sobre todo eso, ya no sólo en relaciones de pareja sino en las relaciones en general, por eso no es un disco dramático, porque busca esos dos lados, que puede servir para escucharlo tirada en el sofá o para cuando estás alegre, pero que sobre todo refuerza la autoestima.
La imagen del cantautor es la de una persona que ha tenido experiencias sombrías de donde saca las letras ¿Es ese tu caso? En mi caso, tengo la suerte de que nunca me ha pasado nada extremadamente dramático, simplemente yo soy dramática por naturaleza y me gusta extrapolarlo. Durante cinco minutos puedo ser la persona más dramática, para a partir de ahí buscar esa autoestima y esa fuerza de seguir hacia delante. Me considero cantautora porque canto lo que escribo y sobre lo que yo pienso o siento en cada momento. Escribo de un «micromundo», que me lleva a hacer algo después por el «maximundo».
¿Te gustaría que tus letras fueran interpretadas por otras personas? Sí, la verdad es que sí. Nunca me lo he planteado, pero me gustaría que alguien pudiera cantar algo que yo tengo en la cabeza, me gustaría ver cómo esa persona la hace suya. Hace poco vi en Youtube a una chica que estaba interpretando una canción mía con una guitarra y la verdad es que me impresionó mucho.
¿Cómo definirías tu evolución hasta Desafinante Crónica? Tal vez el primer disco era más ingenuo, noto que he madurado, y esa madurez también ayuda en el sentido artístico, creo que son matices que pueden ayudar a que los trabajos evolucionen de otra manera aunque siempre manteniendo la personalidad que los hace tuyos.
¿Qué esperas conseguir con este trabajo, y cuales son las canciones a las que más quieres? «Tenemos una casa» es una canción muy personal, la más personal, mi casa vivía una situación atípica y quise plasmarla en una canción. Además, terminada esa experiencia me gusta escucharla fuera de ese contexto. Es una canción en la que además el bajo es la línea sobre la que se mueve la canción, es como la cuerda de un equilibrista.
Desafinante Crónica es un trabajo donde digo las cosas con mucha más dureza, no es un disco tan «naif» como los anteriores y es la primera vez que presento el disco con una banda que no tenía.
¿Te plantearías realizar una música más comercial si eso te asegurase el éxito? No, si lo que yo escribo y lo que quiero transmitir no le llega al público no cogería el otro camino, seguiría escribiendo para mí, sin traicionar lo que realmente creo que debo hacer, y me pondría a trabajar en otra cosa, porque se perdería completamente el sentido de mi trabajo.
OT ha copado la industria y ha puesto las cosas difíciles a los mú-sicos. ¿Lo que parecía una ayuda se ha convertido en lo contrario? Se nos está vendiendo una imagen que no es la correcta. Se busca el artista que sepa cantar, bailar, interpretar que sea guapo y se ha perdido un poco el verdadero sentido de la música. Tendríamos que plantearnos si Joaquín Sabina habría tenido el perfil para entrar en Operación Triunfo. Están saturando el mercado, ya no sólo para los músicos sino para el público, obligado a escuchar siempre lo mismo y eso también esta cansando a las audiencias.
¿De qué manera invitarías a esa gente que aún no te conoce a sumergirse en el universo de Silvia Penide? Pues les diría que me prestaran cinco minutos para escucharme y que se dejaran llevar por la música y el sentimiento de esas canciones escritas con sinceridad para que poco a poco las fueran haciendo suyas<<<