Sergio Peris-Mencheta: [Blaubeeren]


Entrevista de Raquel Carrillo

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En 2007, una trabajadora del Museo del Holocausto de Washington recibió de forma anónima un álbum de fotos de Auschwitz. En ellas no aparecía ni un solo preso. Las imágenes retrataban a los oficiales alemanes disfrutando alegremente de la vida, mientras se podía oler a gas a tan solo unos pocos metros.

La noticia provocó un gran revuelo cuando se publicó en el New York Times. El dramaturgo Moisés Kaufman, descendiente de víctimas del genocidio, escribió, junto a Amanda Gronich, esta obra que resultó finalista del Premio Pulitzer.

Sergio Peris-Mencheta ha convencido al autor para traerla a España por primera vez. Hablamos con él la mañana del estreno, el 9 de Mayo en Avilés. Transmite serenidad y una vitalidad arrolladora. La enfermedad que ha superado en el último año, ha hecho que mire la vida desde otra perspectiva.

Sergio, ¿Cómo estás? ¿Cómo llevas los nervios del estreno?

Ahora mismo con un cólico nefrítico en la cama. Pero con el paracetamol lo estoy llevando bastante bien. Si me encuentro mejor, me cojo un tren y le doy una sorpresa a mi equipo. Los días previos, he tenido que hacerlo todo online. Ya tenía un poquito de experiencia en dirigir online.

Ya no me pongo nervioso en los estrenos. Antes me sentía como el padre en el parto. Tuve a mis hijos en casa, con lo cual yo participé. Pero me imagino a todos los padres que los han tenido en la sala de espera de los hospitales. Siempre me sentía un poco así, en la cabina, dando vueltas. ¿Te quieres sentar en el patio butacas? No, en la cabina… Yo estaba en la cabina clamando al cielo cuando había algún error técnico, y ya hace años me di cuenta de que el teatro precisamente es eso, que cada día es un mundo, que no va a salir perfecto, y que ahí está la gracia. Y si no, haber elegido muerte. El escenario siempre está lleno de sustos, pero ya no me afectan. Estoy bastante tranquilo y bastante disfrutón últimamente.

“Somos expertos en vivir de espaldas a lo que nos toca, que es que estamos en una peli que acaba mal. No tenemos una relación sana con nuestra finitud. Con que antes o después vamos a terminar muriendo”

¿Qué te llevó a poner en pie Blaubeeren?

Me apabulló el texto cuando lo leí, me pareció muy original que el protagonista fuera un álbum de fotografías y no un personaje en concreto. Es una especie de thriller donde el público va a participar de manera activa. Le vamos guiando a través de los personajes que aparecen en el álbum. La obra sería el complemento perfecto de la película La zona de interés, que trata el mismo tema.

Muchos nietos de aquellos que salen en la fotografía identificaron a sus familiares, sin saber que habían formado parte del holocausto. Ahí está la madre del cordero de la obra. Uno de los personajes empieza a investigar sobre su abuelo, y se pone en contacto con familiares de otros. Todos los personajes son reales, puedes meterte en Google y YouTube y los encuentras con nombres y apellidos. Puedes ver, por ejemplo, el discurso de un nieto de Rudolf Höss, el creador de Auschwitz.

Al contemplar esas fotografías, me dio la vuelta ese nivel de desconexión con el ser humano de estas personas que tenían el cerebro completamente lavado, como para pasar por encima de estar formando parte de un genocidio. Somos expertos en vivir de espaldas a lo que nos toca, que es que estamos en una peli que acaba mal. No tenemos una relación sana con nuestra finitud. Con que antes o después vamos a terminar muriendo. No hay expertos en hablarte de la muerte desde que eres niño. Y de poder vivir de la mano de esa muerte.

Eso nos hace expertos en mirar hacia otro lado, porque digamos que hay que disfrutar el momento a momento, porque total como vamos a morir… Esto es lo que pasó en Auschwitz, pero también podría ser Ruanda, Camboya, etcétera, etcétera… Hay demasiados etcéteras.

En una obra, siempre hay algo de las vivencias del creador. ¿Qué hay de Sergio Peris-Mencheta en esta?

Para mí lo tiene todo. Pero es verdad que no es un género que suela trabajar. A mí me gusta mucho ver mi firma. Pero esta es diferente. Tengo amigos que han visto algún ensayo general, y yo les he dicho: «Bueno, esto que vais a ver es muy poco Mencheta». Y todos me han dicho: «Nada, nada, muy poco Mencheta». O sea, no es una obra en la que tengas un alivio cómico en ningún momento, como las anteriores, que son más juguetonas. Esta es teatro documento, no hay paliativos de ningún tipo. Aquí entramos a saco a contar lo que pasó a través de unas fotos que el público termina de componer.

Y luego, para ser una obra de Mencheta es una obra corta. Como mucho dura una hora y media. Por otra parte, ha sido el proceso teatral que he vivido más suave y fluido de todas las obras que he dirigido nunca.

Cuando leo un texto, empiezo a imaginar la puesta en escena. Hablé con Moisés Kaufman, el autor. Viajó ex profeso a España para ver Ladies Football Club a España, para dar el OK a que lo dirigiera yo, y bueno, me dio su permiso. Me pidió que respetara el texto, lo que te pide un autor habitualmente, pero en este caso además el autor también es director. Y he estado todo el proceso en contacto con él, de hecho se trae de Nueva York a 18 personas al estreno.

La música siempre está muy presente en tus obras. En esta, son los propios actores quienes la tocan en directo…

Sí, decidí por mi cuenta y riesgo hacerlo con música en directo. Yo no soy músico, no sé tocar ni la pandereta. Soy un músico frustrado. Me hubiera encantado poder tocar un instrumento, pero nunca tuve la paciencia, ni la formación. En todos mis montajes me hago una lista de Spotify inspiradora. Y esta obra la imaginé siempre con música, porque en las fotos están celebrando, muchas veces cantando. Para los nazis la música era esencial. De hecho, te voy a dar una primicia: Tenemos un proyecto que está escrito por Esther F. Carrodeaguas, que gira en torno a la música en los campos de concentración, porque me parece un tema apasionante.

Es un elemento narrativo para mí cada vez más esencial. Primero porque ayuda a ambientar, a ubicar en el espacio y en el tiempo. La música llega a lugares donde no llega ninguna de las otras artes, y te coloca en un estado muy particular.

Entonces decidí que los actores de la obra también fueran músicos. Y es una gozada trabajar con ellos: escuchan mucho a sus compañeros, escuchan mucho el ritmo interno de la función, no pierden el tono… No estoy hablando solo de música, sino del propio texto… La única de todo el reparto que no es músico es Paloma Porcel, pero cuando le dije que íbamos a hacer esto me dijo: «Pues yo aprendo a tocar el ukulele y la armónica». Y se puso.

«En el libro 730 días desgrano anécdotas de mi vida, y por qué me dedico a lo que me dedico. Y sobre todo, hablo de cómo transformar una experiencia, a priori negativa, en un regalo».

Coincidiendo con el estreno de Blaubeeren, vas a publicar un libro, 730 días, sobre tu proceso curativo.

Rodé además un documental, dirigido por mí y por mi pareja, Marta Solaz, que espero que se estrene este año, sobre cómo lo creativo ayuda a lo curativo. Un día, en la ducha, que es donde me vienen todas las inspiraciones, pensé en escribirlo en torno a los ancestros, a mirar hacia atrás para tomar impulso, y hacer las paces con los antepasados. Tratar de encontrar una razón a que, sin que sea una enfermedad hereditaria, tanto mi padre como mi abuelo murieron de la misma enfermedad que estoy superando, o que he superado yo.

Me pareció un buen aliciente poder escribir un libro dedicado a mi padre. En él desgrano anécdotas de mi vida y por qué me dedico a lo que me dedico. Y sobre todo, cómo poder transformar una experiencia, a priori negativa, en un regalo.

Se llama 730 días porque está lleno de lo que se llama el síndrome del aniversario. De casualidades en fechas y días. Por casualidad, hay un ciclo que termina el 28 de enero de 2023, con la última escena que ruedo en la serie Snowfall, donde se acaba un ciclo importante de mi vida de muchos años en Estados Unidos rodando. Y la entrega del libro es justo dos años después, el 28 de enero. Entonces me pareció que merecía la pena que se llamara 730 días, aparte de que evidentemente escuchas la canción de Jorge Drexler titulada igual, y hay paralelismos con mi situación. Además, es mi canción favorita de Jorge Drexler.

Nos encanta hablar con Peris-Mencheta. Es un tipo muy generoso.

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