Entrevista de GEMA TALAVÁN
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«Un escritor es antes que nada un observador aunque también un hurgador» esta frase es del peruano Alonso Cueto, ganador del último Premio Herralde con La Hora Azul. Precisamente la labor de «hurgar» es la que le ha llevado a investigar en una historia real, que descubrimos en esta gran novela. En ella nos presenta unas descripciones tan ricas, que parece que más que leer un libro lo estamos «viendo». En EXPERPENTO, quisimos saber más y he aquí las respuestas del autor a nuestras preguntas.
He leído que se ha inspirado en una historia real para escribir La Hora Azul ¿ha sido dura la experiencia de documentarse sobre la tortura?
Para escribir el libro, viajé a Ayacucho, me entrevisté con algunos ex soldados y ex oficiales. También conocí a dos senderistas retirados. Pero lo más duro fue hablar con la gente de la calle en Ayacucho y en los barrios de los inmigrantes en Lima. Muchos de ellos, de una manera casual, cargaban con varias historias de muertos a sus espaldas: amigos, parientes, vecinos. Todos contaban cómo habían sabido de la muerte o visto morir a todos ellos. Las historias de muertos siempre son las más inolvidables.
«La de Sendero Luminoso fue una guerra civil. Como ocurre en estos casos, los «enemigos» habían convivido en las mismas ciudades o incluso en los mismos barrios»
A pesar de que una parte del libro trata de la guerra contra Sendero Luminoso, no se adentra mucho en este tema ¿podría haberse situado en cualquier otra guerra?
La de Sendero Luminoso fue una guerra civil. Como ocurre en estos casos, los «enemigos» habían convivido en las mismas ciudades o incluso en los mismos barrios. Me interesaba especialmente ese contexto pues el protagonista descubre que todo aquello que le había parecido ajeno a él, había convivido en su interior: la vida de su padre, por ejemplo. Por otro lado, cualquier guerra es siempre una situación límite que pone a prueba a los seres humanos y los somete a situaciones extremas, donde se expresan sus reacciones esenciales. En ese sentido, es un contexto privilegiado para la exploración de la conducta, que es lo que busca un escritor.
«Todo viaje exterior es una expresión de un viaje interior»
La historia es presentada como una búsqueda, casi como una aventura vital del protagonista… ¿cree que la búsqueda del otro puede llevarnos al encuentro del yo?
Todo viaje exterior es una expresión de un viaje interior. En realidad, poner a viajar a un personaje es realizar con él la aventura más grande pues aunque va en busca de alguien, no sabe lo que va a encontrar y descubrir en el camino. La novela misma, tal como la entiendo, es una búsqueda, una exploración, un salir a buscar un tesoro.
«Yo venía del otro lado de la realidad, de una dimensión en la que la gente se sube a automóviles y se acuesta en camas anchas y se despierta mirando armarios con filas de ropa»: es una frase de Adrián Ormache, el protagonista, que quizás describa a buena parte de la clase media mundial, ¿cree que A los que no nos falta de nada no somos totalmente conscientes del mundo que nos rodea?
Una de las características de nuestra época globalizada es precisamente la falta de espacios de convivencia. Tenemos noticias de todas partes del mundo pero las seguimos percibiendo como venidas de planetas distantes. Para muchos, alguien vestido a la usanza oriental es un extraterrestre. La guerra de Irak es en el fondo una guerra cultural o una guerra de las civilizaciones. Sin embargo, creo que hemos progresado muchísimo en los últimos años, con una nueva conciencia de «los otros» que no había hace un siglo. Es increíble pensar que sólo hace cincuenta años seguía habiendo un racismo rampante en todo el mundo, mucho mayor al que vemos ahora.
«El mal y el bien coexisten en todos nosotros pero hacemos esfuerzos desesperados por ocultarlo»
Qué conclusión podemos sacar de la historia… ¿el mal está en todas partes o es más bien un símbolo de esperanza: bajo todo mal puede subyacer el bien?
El mal y el bien coexisten en todos nosotros pero hacemos esfuerzos desesperados por ocultarlo. Lo que me fascina en la historia de los individuos o las sociedades que se creen puras es precisamente la aparición o irrupción del mal en sus vidas. El mal es un refundador de la verdad.
Ha dicho que su libro es un cuento de hadas, pero al revés, pues el protagonista pasa de un estado de bienestar a toparse con una realidad horrible…
Todos vivimos un cuento de hadas para poder sobrevivir. Idealizamos el mundo que nos rodea, nos damos ánimos, pensamos que nuestros hijos son de lo mejor, etc. Los cuentos de hadas, que por lo general duran poco, forman parte de un esquema mental de supervivencia. Son una costumbre enraizada. Queremos huir de la vejez y de la muerte y por eso es que en el mundo occidental apartamos de nosotros a los muertos en un cementerio y muchas veces a las personas mayores en un hospicio. Y sin embargo, creo que vivimos en un mundo en el que han desaparecido las utopías. La única utopía que queda es la de los viajes de placer. Esa utopía aparece cuando uno pasa por una vitrina y ve un cartel publicitario con una chica en bikini echada en una playa, tomando sol. El viaje de placer es una utopía pasajera a un precio alto y siempre una promesa incumplida. Pero nos sigue atrayendo, quizá porque supone la muerte de la identidad que uno tiene y su reemplazo en otro tiempo y espacio.
El protagonista de la obra dice: «hay un autor contratado para poner su maldito estilo y su nombre en este libro»… ¿esto es algo habitual en el mundo literario?
Quería mostrar que el personaje estaba contando la historia, pero también hacer una alusión a las purificaciones y falsificaciones que hace el estilo. Me gustaría escribir algún día una historia en un lenguaje tosco, sin ninguna corrección, con un lenguaje que hablara por sí mismo. Por ahora tengo la manía de estilizarlo todo, pero me libraré algún día de ella.
Alonso Cueto Caballero: «La Hora Azul»
«La hora azul de la primera madrugada de claridad donde estaba el peligro». Hasta que no está bien avanzada la novela no descubrimos el porqué del título. Y realmente es revelador…
La Hora Azul, más que la historia de una búsqueda, es la de un encuentro: cómo uno puede encontrarse a sí mismo intentado encontrar a otros. Alonso Cueto ha escrito un libro espléndido, con una prosa riquísima, que nos hace pensar en lo poco que sabemos sacarle partido a nuestra lengua… Una historia que parte de la cotidianeidad, para adentrarnos en una trama sorprendente, una historia que podría ser la de cualquiera de nosotros: seguro que nos sorprenderíamos si contáramos en voz alta lo que vivimos y lo que hacemos… mucho más llamativo que la ficción.
Adrián Ormache es el nombre con el que se nos presenta el protagonista de la historia. Él mismo dice que está escribiendo un libro, bajo pseudónimo. Un libro que cuenta la historia de su vida, un momento muy puntual que le remonta a algunos aspectos de su pasado y que serán decisivos en su futuro. Un hombre de una posición social privilegiada, con una vida personal y profesional cargada de éxito que, a la muerte de su madre –su adorada madre– ve cómo todo cambia. Descubre de golpe que su padre –con el que apenas mantuvo relación pues se divorció muy pronto de su madre– no fue el héroe de guerra (contra los terroristas de Sendero Luminoso) que siempre creyeron que fue, sino un torturador y violador. Un torturador del que pretende averiguar más, sobre todo cuando descubre que una de sus víctimas escapó con vida. A partir de ese momento comienza la búsqueda de esta mujer, que es a la vez la búsqueda de su padre y el encuentro de sí mismo.