«Bernarda y Poncia (Silencio, nadie diga nada)»


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Bernarda y Poncia, en el Teatro Lara
Entrevista de Covadonga Carrasco
Entrevista publicada originalmente en junio de 2021

Tengo que reconocer que por mucho que Ian Gibson estuviese a favor de este montaje, el mero hecho de que alguien “osara” a continuar La Casa de Bernarda Alba, despertaba mis recelos y no para bien. Reconozco mi error, mi gran error. Esta obra me atrapó desde el principio y me acercó aún más a dos personajes que han sido y serán, probablemente, de los más importantes de la historia del teatro español. Por eso, tenía una deuda emocional con sus protagonistas y quise hablar con ellas.

Cuando escuché hablar de Bernarda y Poncia. (Silencio, nadie diga nada) tenía ciertas reservas. Lorca es mucho Lorca e intentar adivinar o escribir sobre dos personajes tan representativos de su obra… Me parecía casi un “sacrilegio”. Me equivoqué, mucho. ¿Cómo llegáis a algo así?

Pilar Ávila: Lo entiendo perfectamente.

Pilar Civera: Aquí… la autora.

Pilar Ávila: Tengo que decir que conté con la complicidad de Pilar para escribir el texto. Esto viene por parte de ambas. Pasamos cinco años representando La casa de Bernarda Alba e interpretábamos esos personajes, Bernarda y Poncia. Se estableció entre nosotras a nivel personal y en el escenario, una magia muy especial.

A mí me creó muchísima inquietud el texto, así que empecé a pensar en cómo dar forma a lo que yo sentía. Sabía que era muy arriesgado y me daba mucho miedo. Lo que te diga es poco… Pero lo hice, lo concebí desde el personaje, ¿qué quiere saber? ¿qué siente? ¿qué le falta? Desde lo que yo había sentido interpretando a Bernarda y, por supuesto, las mismas preguntas me las hacía sobre Poncia.

En ningún momento pensé en hacer una segunda parte de la obra de Lorca, eso no tenía sentido. Es de tal magnitud que, si lo hubiese pensado así, jamás lo hubiese hecho. Me parecía que había muchas ventanas que había que abrir, porque había que saber. Había tantas preguntas… También es cierto que, desde la primera vez que me ofrecen el papel de Bernarda, a ella siempre la he concebido como víctima, la más grande que había en esa casa. No todo el mundo está de acuerdo, por supuesto, y en otras entrevistas me rebatían que era un ogro y malísima.

«…desde la primera vez que me ofrecen el papel de Bernarda, a ella siempre la he concebido como víctima, la más grande que había en esa casa».

Bueno, al final yo también creo que es víctima y verdugo al mismo tiempo…

Pilar Ávila: Exacto, es víctima de su sufrimiento y no sabe proyectarlo de otra manera. Por eso había que indagar, saber el motivo, de dónde viene eso… Hay una frase que dice ella cuando Poncia le habla de lo sola que se ha sentido, de que su madre murió joven, que se ha sentido muy sola… Le dice a ella: “¿Y tú me dices que estás sola? Tú no sabes lo que es eso” y Bernarda la mira como diciendo: “¿Cómo? ¿Qué no lo sé?”

Ella desentraña la relación con su madre, que no la ha tenido, que la ha querido siempre, pero no ha estado. Y cuando encuentra una cosa de verdad en su vida, que la ayuda a ilusionarse, de pronto, se hunde su mundo porque desaparece y se queda en esa sociedad, con una hija y sin ningún camino por el que tirar, abocada a un matrimonio impuesto, aguantando lo que la echen, con cuatro hijas y como ella dice: “Cuatro hijas y nunca sentí nada”. ¡Qué horror!

«Poncia, desde que llega a esa casa, siempre se ha sentido como alguien de la familia, no como una criada más»

Sois capaces de mostrar quién es cada una de estas mujeres desde lo más profundo, lo más íntimo. En el caso de Poncia, comenzamos a entender también por qué siempre le saca la cara a Bernarda y la acaba defendiendo.

Pilar Ávila: En el caso de Poncia, Pilar con este texto tiene dos objetivos clarísimos, para empezar que Poncia no es la criada al uso, en la casa de Bernarda Alba había más. Yo la veo como una especie de ama de llaves, que goza de la confianza de Bernarda y, por supuesto, de las hijas.

En esta obra, además, se aclara por qué Poncia tiene esa relación tan especial con las hijas, que yo tampoco quiero desvelar… Poncia, desde que llega a esa casa, siempre se ha sentido como alguien de la familia, no como una criada más. Creo que Pilar en este texto lo refleja muy bien. Se enfrenta a ella y la dice las cosas a las claras, aunque Bernarda no quiera verlo. En esta obra se redondea la vida de Poncia, que no se sabía y por qué rebotó en casa de los Alba, pero además, la necesidad de reconocimiento por parte de Bernarda.

Cuando Bernarda y Poncia comienzan a comentar sus respectivas historias, se ve claramente que eso no es una historia de ayer, es una historia también de hoy, de la mujer hoy.

Pilar Ávila: ¡Totalmente! Está absolutamente vigente. No hemos avanzado tanto. Esto es de ahora, aunque nos creamos que hemos evolucionado, que tenemos otra luz y otra historia… ¡Qué va!

La grandiosidad de esta obra, es que Lorca plasma magistralmente dolores universales, esos que no se van a ir nunca. Es que no tenemos más que ver las noticias.

Muchos pueden pensar que, quizá Bernarda, toma la decisión de sincerarse, para empezar con ella misma, pero por el momento vital que tiene, como para expiar sus culpas. Y que si no estuviese en esa situación, no lo hubiese hecho.

Pilar Ávila: Pues probablemente. Yo me he basado en una experiencia muy personal a la hora de crear este texto, a quien acompañé en esa misma situación y fue así. Llegado ese momento, necesitas explicar determinadas cosas, la necesidad de abrir el alma.

«Yo pensaba: “No entiendo cómo no la manda a… Que se quita el cinto y la da”».

Bernarda está vulnerable, pero cuando no lo estaba, Poncia es a la única persona a la que le admite que la lleve la contraria. Nadie más sería capaz de decirle nada.

Pilar Ávila: Existe una relación tan especial entre ellas que, en la obra de Lorca yo no llegaba a entenderlo. Yo pensaba: “No entiendo cómo no la manda a… Que se quita el cinto y la da”. Eso fue lo que me llevó a buscar el motivo, tenía que haber algo más. Porque la mantiene en su sitio, pero la consiente cosas. Ahí hay un secreto.

También es verdad, que existe otro vínculo, como sucedía de manera habitual en la época, que había amas de cría y, en la obra se cuenta como es Poncia quien amamanta a Adela porque ella no pudo. De ahí el vínculo también entre Poncia y sus hijas, especialmente con la pequeña, como la llama ella misma “mi niña”, porque la tuvo a sus pechos.

Pilar Civera: Ahí nos hemos basado también, que se ve en la obra de Lorca, en el momento en el que Poncia avisa a Adela, que es una escena muy tremenda en la que le dice que tenga cuidadito. Pero claro, la niña… Y es que, esa relación con las otras hijas, aunque es buena no es tan estrecha, y justo eso es lo que nos preguntábamos: ¿Por qué esa relación con Adela y no con las demás? Ahí también tenía que haber algo.

Pilar Ávila: Está muy, muy estudiado el texto de Lorca para ir tirando de cada hilo y resolver.

Pilar Civera: La relación de Poncia también con la madre de Bernarda, que está muy bien contada… Lo normal, sí, es que Poncia cuide a la madre, que es una mujer mayor y tal, pero… ¿Qué pasó con la madre? ¿Qué le contó? ¿Le dijo algo que nunca le confesó a Bernarda, pero que sí lo hizo con Poncia?

Pilar Ávila: La madre siempre sabe de la existencia de Poncia, cuando llega a su casa sabe quién es y la admite. La que no la admite es Bernarda.

«Hay veces que no quieres hablar y te juzgan. Y al final tienes que defenderte».

Hay un momento muy emocionante y muy duro en la obra cuando Bernarda confiesa que nunca más va a mostrar sentimientos, que hasta aquí, que ya ha perdido la ilusión por la vida, que no le queda nada.

Pilar Ávila: En esa ensoñación, donde desvela ese secreto, ese dolor tan intenso que ha tenido, que ni siquiera se lo confiesa a Poncia, es el público el que asiste a esa revelación, lo dice muy claro: “Me vestí de negro y expiré por dentro”. Y es verdad, nunca más lo hizo.

Qué duro que todo el mundo crea de ti que eres una bicha, que ni sientes ni padeces, cuando, en realidad, en tu interior existe el dolor más inmenso del mundo.

Pilar Ávila: Pero eso sigue pasando. Hay veces que no quieres hablar y te juzgan. Y al final tienes que defenderte. Hay una frase que a mí me gusta mucho y que a lo mejor pasa desapercibida, pero que me parece muy importante: “Nada es como uno cree”. Es muy cortita, pero lo define todo. Eso igual también deberíamos aplicárnoslo a nosotros mismos. Por qué juzgamos si no conocemos. Este texto tiene mucha lección.

Pilar Civera: Especialmente para las mujeres, que por favor no se callen. ¡Qué no se callen!

Pilar Ávila: Nos sentimos muy orgullosas de poder representar esta función que pueda expresar que estamos aquí, que seguimos con lo mismo, pero que hoy podemos hablar y que eso no se nos puede olvidar, que podemos hacerlo.

Pilar Civera: ¡Queremos darte una primicia! Las paredes de la casa de Bernarda, la real, van a ver este texto.

¡Pero eso es maravilloso! Como actrices eso debe ser algo extraordinario, un momento único…

Pilar Ávila: Lo cierto es que sí. Ya está confirmado y estamos en una nube. Contactamos con ellos, se lo propusimos y no lo ha dudado, rápidamente nos contestaron y bueno, imagínate, maravilloso. ¡Estamos muy contentas!

«El mundo empresarial del teatro sabe que los actores nos movemos por la pasión y hay mucha gente que hace cosas maravillosas, pero efectivamente se da la cobertura justa».

Este notición, que este texto pueda representarte entre las paredes de Frasquita Alba, la mujer que inspiró a Lorca, me hace plantearme algo… Una obra como esta, ¿cómo es posible que solo se represente una vez a la semana? No es sostenible ni para los actores, ni para los productores… Precariedad máxima.

Pilar Ávila: El mundo empresarial del teatro sabe que los actores nos movemos por la pasión y hay mucha gente que hace cosas maravillosas, pero efectivamente se da la cobertura justa. Cuando llamas a la puerta es muy difícil que te abran. Nosotras llamamos a la puerta del Español, Manuel Galiana dice que esta obra es para la sala pequeña del Español, habla de esta obra como uno de los regalos de su vida. Y la ha llevado personalmente, pero…

Pilar Civera: Los actores trabajamos por amor al arte. No por ego, porque mucha gente cree que estamos porque nos gusta que se nos vea, aunque no ganemos dinero. No, no confundamos el ego con el amor al arte. Son muchos los que creen que estar un día, el simple hecho de estar, nos alimenta. Y estamos porque nos gusta lo que hacemos, porque amamos lo que hacemos. Es una profesión muy de sentimiento, de sensibilidad, de amor también al público porque sin él no podría ser. Claro que nos gustaría estar más días.

Pilar Ávila: Ojalá el público demande que estemos más tiempo y más días. Yo creo que el teatro en ese sentido si el público lo hace, estaría receptivo a ampliarla. Sobre todo, por dar a conocer este texto, que nos parece una buena propuesta.

Ahora mismo el único que tiene la llave la tiene el público. Estamos en tiempos tan raros que parece que no queremos ver cosas que nos hagan pensar, cosas para pasar el rato… Quizá por eso las propuestas como esta, cuestan.

«No interesa que pensemos, claro».

El teatro es la base para entrenar el pensamiento crítico, si no hay propuestas y tiempo para hacerlo… ¿en qué estamos?

Pilar Ávila: Eso es, en qué estamos. Estamos en la Prehistoria, no hay una base. La cultura pasa por la educación y para eso es necesario un consenso de las personas que se encargan de dirigirla. Eduquen dentro de las aulas, de todos los ambientes culturales propicios… Hemos dotado de infraestructuras todos los pueblecitos de España. Casi todos cuentan con un pequeño teatro o un centro cultural, ¿para qué? Para estar cerrados.

Igual ese es el problema, igual no interesa…

Pilar Ávila: No interesa que pensemos, claro.

Pilar Civera: Yo entiendo que la gente después de todo lo que hemos vivido, quiera salir a divertirse, a no pensar… Pero es que con esta obra también te puedes evadir. Es como decías antes, si tus sentimientos llegan al público, el público por su lado también puede hacer su propia catarsis. Puedes reírte, llorar, descubrir algo nuevo de tu propia vida…

Yo lo vivo en mi familia, que me dicen que van al teatro a divertirse… Pues vale, pero que no todo eso lo tiene que conseguir la comedia, que no tengo nada contra ella, pero que hay más cosas. Conseguir que alguien pueda entender los sentimientos de un personaje, que se implique con él, eso también puede conseguir que te liberes de alguna manera.

Y eso es precisamente lo que consiguen ellas con Bernarda y Poncia. (Silencio, nadie diga nada), liberarse de pesos que llevamos en la mochila y, a veces, no nos dejan vivir o al menos, vivir en libertad.

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